Los usureros de casinos siempre se reúnen con tahúres. Los buitres ven los restos desde mucha distancia, como las águilas que también son carroñeras, como los cóndores.
Argentina es una gigantesca asociación ilícita desde 1862. Todos los ciudadanos y habitantes son cómplices, pero como se trata de un delito que solo admite la forma dolosa y no la culposa, y la complicidad surge de vivir en el territorio y ser negligentes en el conocimiento y entendimiento del Pacto de Convivencia, la Constitución, no son punibles porque quedan fuera del elemento subjetivo del tipo penal y del proceso de adecuación típica o tipicidad.
Marco Acuña
Por Alejandro Bercovich.
Como los demonios de un poseso ante un exorcista o los monstruos de las penumbras cuando se enciende la luz, el cuco de Cristina Kirchner que agita el Gobierno para mantener a los empresarios de su lado empezó a perder su potencia aterradora al calor de la crisis. Las pérdidas que anotaron en sus balances compañías como Arcor o Grimoldi, inéditas desde la gran recesión de 2002, se apilan junto a quejidos como el del desarrollador Eduardo Costantini, quien no tuvo empacho anteayer en lamentar por radio haber perdido su condición de billonario tras la megadevaluación. El vuelco es tal que dio lugar en las últimas semanas a una serie de reuniones inimaginables seis meses atrás: fondos de Wall Street con Axel Kicillof y banqueros con Cristina Kirchner. Todo un síntoma del desencanto de los dueños de la Argentina con el primer gobierno democrático nacido de sus entrañas.
Al despacho de Kicillof, en uno de los edificios que la Cámara de Diputados alquila frente al Congreso por falta de espacio, ya acudieron dos contingentes de inversores de Wall Street. La primera de las reuniones la organizó hace algunas semanas Daniel Chodos, jefe de estrategia de renta fija de Crédit Suisse, y participaron miembros de tres fondos de inversión distintos. Dos de los emisarios hablaban en español y un tercero solo en inglés. Querían conocer de primera mano su diagnóstico de la coyuntura económica.
Los visitantes llegaron antes que desembarcara en Buenos Aires la misión del Fondo Monetario encabezada por Roberto Cardarelli y se sorprendieron cuando el exministro les dijo que era imposible romper relaciones con ese organismo y que a lo máximo que se puede aspirar es a una renegociación del acuerdo, que definió como “incumplible”. Lo mismo que días después le dijo a la edición local de Forbes, que le dedicó su portada de este mes bajo el título “el otro riesgo país”.
El segundo grupo de inversores que le pidió audiencia le preguntó sin rodeos a Kicillof si tenía previsto expropiar bancos en caso de que Cristina Kirchner volviera al poder. Él respondió con otra pregunta: “Si no lo hice antes ¿por qué habría de hacerlo ahora?”. Todos rieron. Ante la distensión, y a sabiendas de que los visitantes se contaban entre los perdedores de la montaña rusa argentina de 2018, el diputado los provocó: “¿Y cómo creen que les va a pagar Macri los bonos de la deuda que compraron si la economía no crece? ¿No convendría que afloje un poco con el ajuste y volvamos a crecer, así podemos pagarles?”.
Yo no fui
Mal que les pese a ambos, algo muy parecido le dijo Sergio Massa a Cardarelli cuando lo recibió en su bunker de Retiro junto a Graciela Camaño, José Ignacio de Mendiguren, Marco Lavagna y el resto de su equipo económico. “Con este programa que acaban de firmar con el Gobierno, la economía no puede crecer”, le reprochó el exjefe de Gabinete. La respuesta del italiano dejó boquiabiertos a todos los renovadores: “A nosotros no nos pidieron un programa de crecimiento. Nos pidieron un programa de estabilización”.
Que el mismísimo jefe de la misión del Fondo se haya desentendido de tal modo del plan económico que diseñó junto con su staff el superministro Nicolás Dujovne es un dato que Massa se encargó de difundir por todo el espectro político y que Mendiguren proyectó a su vez a todo el empresariado. Tal vez por eso, al margen de esa charla y de la que mantuvo con la cúpula de la CGT a instancias del jefe de la UOCRA, Gerardo “Cuchara” Martínez, la delegación del FMI evitó reunirse institucionalmente con el PJ, la fuerza de oposición más votada en las últimas elecciones. No cuesta demasiado comprenderlos. Si hubiera tramitado ese encuentro, su principal interlocutor habría sido el presidente de la Comisión de Economía, Guillermo Moreno.
Lo que sí llamó la atención del establishment fue el secretismo oficial en torno a la visita de la delegación del Fondo a la agencia 56 de la AFIP, en Vicente López. El ente recaudador no publicó gacetilla ni informe alguno sobre el paso de cinco técnicos del organismo por esa oficina, donde relevaron datos de recaudación diaria y de cobranzas judiciales.
Los voceros de Leandro Cuccioli apenas admitieron que la visita se había producido una vez que trascendió, por el descontento de los empleados, a algunos medios de comunicación. Aseguraron que la “revisión del trabajo de campo” era parte del acuerdo. No aclararon a qué datos pudieron acceder los enviados del Fondo, cómo conocían el stock de verificaciones (investigaciones de escritorio) que se tramitaban en la agencia 56 ni qué conversaron minutos antes en el noveno piso de la Regional Norte con su director, un hombre de Cuccioli. ¿Estará a salvo el secreto fiscal?
Vendettas
La confianza, se sabe, es algo que se construye durante años pero puede destruirse en un instante. Y es lo que parecen haber perdido algunos hombres de negocios en la administración de Cambiemos. A los que vieron caer a la mitad el valor de sus compañías, como Costantini ¿quién los convence de que el Fondo no es un engranaje más de un dispositivo ideado para que capitales extranjeros se queden con sus activos en el país? ¿Acaso la causa de los cuadernos no puede favorecer esa misma tendencia? ¿Será por eso que dos de los grandes empresarios imputados ya se reunieron con Cristina Kirchner? ¿Temerán lo mismo los petroleros privados, que volvieron a hacer sonar seguido el celular de Nicolás Arceo, el especialista en energía del equipo de Kicillof?
El dueño de la principal hilandería del país, TN Platex, se lo dijo clarito al presidente del Banco Central, Guido Sandleris, en el almuerzo secreto que el sucesor de “Toto” Caputo compartió con la cúpula (algo diezmada) de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en el Four Seasons, anteayer al mediodía. “Las tasas de interés tan altas en el mercado local son una ventaja para las empresas extranjeras frente a las nacionales, porque ellas pueden financiarse afuera pero también acá a mejores tasas. Los bancos cubren sus cupos con ellas y con el tiempo la torta nacional, que ya era chica, se achica todavía más”, le espetó.
De un industrial cuyo rubro explica la mayor parte de los 100.000 empleos que destruyeron las fábricas desde que asumió Macri podía esperarse una crítica de ese calibre. Lo que no preveía Sandleris eran los pataleos de Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat y exfiscal de Cambiemos en las últimas dos elecciones. “Mantener las tasas arriba del 60% por seis meses es como tirar glifosato sobre la economía. Matás a la economía real”, disparó en el Four Seasons. El mismo día, la Asociación de Concesionarias informó que las ventas de autos cero kilómetro con financiación se desplomaron 45% en octubre.
Otro que sorprendió con sus críticas al nuevo jefe del Central fue el ganadero David Lacroze, que aludió a que la fiebre le puede bajar rápido a un enfermo una vez que muere. Tampoco fue casual. El Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural había estimado el día anterior que la rentabilidad antes de impuestos para los productores de terneros cayó hasta 84% en los últimos dos años, según la zona. Para los que engordan novillos, la caída fue de hasta el 51%. Efecto de la suba de costos. Entre ellos, las tasas.
Malos en serio
El compungido Costantini, también socio de AEA, no llegó al extremo de pedirle entrevista a Kicillof. Pero sí lo hizo otro desarrollador inmobiliario importante, con 15 emprendimientos en marcha. La Cámara de Desarrollos Urbanos (CEDU) lo invitó a su vez a participar de una conferencia en diciembre. Algunos otros lo hicieron pero rogándole que no lo comente. “Yo me quejaba de ustedes pero éstos son malos en serio. Si se enteran que me reuní con vos me matan”, le confesó uno.
Por miedo a esas mismas represalias, una cámara industrial que contrató para una conferencia a la consultora Radar pidió que no vaya su directora, Paula Español, porque fue subsecretaria de Comercio Exterior durante el kirchnerismo. En su lugar fue el economista jefe, Martín Alfie. “Hay empresarios con los que ya teníamos relación pero que ahora nos prestan más atención y nos llaman más seguido. Un poco porque avisamos antes sobre las fragilidades de este modelo, y otro poco porque quieren saber qué haría el kirchnerismo si volviera al poder”, contó Alfie a BAE Negocios.
Al ex viceministro de Kicillof, Emmanuel Alvarez Agis, que fundó el año pasado su propia consultora (PxQ), algunos clientes corporativos le decían que era demasiado pesimista y ahora lo acusan de haberse quedado corto. “En los últimos tres meses se nos incrementó muchísimo la consulta por whatsapp. Casi no damos abasto para los informes mensuales que hacíamos al principio”, relató a este diario.
Uno de los fondos de inversión a los que asesora, muy invertido en Argentina, también contrataba los servicios de la consultora Elypsis, que fundó Eduardo Levy Yeyati y heredó el subsecretario de Programación Macroeconómica eyectado del cargo en junio último, Luciano Cohan. El fondo en cuestión decidió prescindir de este último. “Vos tampoco le pegaste en todo, pero al menos no pifiaste tanto”, le explicó a Agis su encargado. El ajuste tarda pero al final llega a todos lados.
Por Alejandro Bercovich.
Como los demonios de un poseso ante un exorcista o los monstruos de las penumbras cuando se enciende la luz, el cuco de Cristina Kirchner que agita el Gobierno para mantener a los empresarios de su lado empezó a perder su potencia aterradora al calor de la crisis. Las pérdidas que anotaron en sus balances compañías como Arcor o Grimoldi, inéditas desde la gran recesión de 2002, se apilan junto a quejidos como el del desarrollador Eduardo Costantini, quien no tuvo empacho anteayer en lamentar por radio haber perdido su condición de billonario tras la megadevaluación. El vuelco es tal que dio lugar en las últimas semanas a una serie de reuniones inimaginables seis meses atrás: fondos de Wall Street con Axel Kicillof y banqueros con Cristina Kirchner. Todo un síntoma del desencanto de los dueños de la Argentina con el primer gobierno democrático nacido de sus entrañas.
Al despacho de Kicillof, en uno de los edificios que la Cámara de Diputados alquila frente al Congreso por falta de espacio, ya acudieron dos contingentes de inversores de Wall Street. La primera de las reuniones la organizó hace algunas semanas Daniel Chodos, jefe de estrategia de renta fija de Crédit Suisse, y participaron miembros de tres fondos de inversión distintos. Dos de los emisarios hablaban en español y un tercero solo en inglés. Querían conocer de primera mano su diagnóstico de la coyuntura económica.
Los visitantes llegaron antes que desembarcara en Buenos Aires la misión del Fondo Monetario encabezada por Roberto Cardarelli y se sorprendieron cuando el exministro les dijo que era imposible romper relaciones con ese organismo y que a lo máximo que se puede aspirar es a una renegociación del acuerdo, que definió como “incumplible”. Lo mismo que días después le dijo a la edición local de Forbes, que le dedicó su portada de este mes bajo el título “el otro riesgo país”.
El segundo grupo de inversores que le pidió audiencia le preguntó sin rodeos a Kicillof si tenía previsto expropiar bancos en caso de que Cristina Kirchner volviera al poder. Él respondió con otra pregunta: “Si no lo hice antes ¿por qué habría de hacerlo ahora?”. Todos rieron. Ante la distensión, y a sabiendas de que los visitantes se contaban entre los perdedores de la montaña rusa argentina de 2018, el diputado los provocó: “¿Y cómo creen que les va a pagar Macri los bonos de la deuda que compraron si la economía no crece? ¿No convendría que afloje un poco con el ajuste y volvamos a crecer, así podemos pagarles?”.
Yo no fui
Mal que les pese a ambos, algo muy parecido le dijo Sergio Massa a Cardarelli cuando lo recibió en su bunker de Retiro junto a Graciela Camaño, José Ignacio de Mendiguren, Marco Lavagna y el resto de su equipo económico. “Con este programa que acaban de firmar con el Gobierno, la economía no puede crecer”, le reprochó el exjefe de Gabinete. La respuesta del italiano dejó boquiabiertos a todos los renovadores: “A nosotros no nos pidieron un programa de crecimiento. Nos pidieron un programa de estabilización”.
Que el mismísimo jefe de la misión del Fondo se haya desentendido de tal modo del plan económico que diseñó junto con su staff el superministro Nicolás Dujovne es un dato que Massa se encargó de difundir por todo el espectro político y que Mendiguren proyectó a su vez a todo el empresariado. Tal vez por eso, al margen de esa charla y de la que mantuvo con la cúpula de la CGT a instancias del jefe de la UOCRA, Gerardo “Cuchara” Martínez, la delegación del FMI evitó reunirse institucionalmente con el PJ, la fuerza de oposición más votada en las últimas elecciones. No cuesta demasiado comprenderlos. Si hubiera tramitado ese encuentro, su principal interlocutor habría sido el presidente de la Comisión de Economía, Guillermo Moreno.
Lo que sí llamó la atención del establishment fue el secretismo oficial en torno a la visita de la delegación del Fondo a la agencia 56 de la AFIP, en Vicente López. El ente recaudador no publicó gacetilla ni informe alguno sobre el paso de cinco técnicos del organismo por esa oficina, donde relevaron datos de recaudación diaria y de cobranzas judiciales.
Los voceros de Leandro Cuccioli apenas admitieron que la visita se había producido una vez que trascendió, por el descontento de los empleados, a algunos medios de comunicación. Aseguraron que la “revisión del trabajo de campo” era parte del acuerdo. No aclararon a qué datos pudieron acceder los enviados del Fondo, cómo conocían el stock de verificaciones (investigaciones de escritorio) que se tramitaban en la agencia 56 ni qué conversaron minutos antes en el noveno piso de la Regional Norte con su director, un hombre de Cuccioli. ¿Estará a salvo el secreto fiscal?
Vendettas
La confianza, se sabe, es algo que se construye durante años pero puede destruirse en un instante. Y es lo que parecen haber perdido algunos hombres de negocios en la administración de Cambiemos. A los que vieron caer a la mitad el valor de sus compañías, como Costantini ¿quién los convence de que el Fondo no es un engranaje más de un dispositivo ideado para que capitales extranjeros se queden con sus activos en el país? ¿Acaso la causa de los cuadernos no puede favorecer esa misma tendencia? ¿Será por eso que dos de los grandes empresarios imputados ya se reunieron con Cristina Kirchner? ¿Temerán lo mismo los petroleros privados, que volvieron a hacer sonar seguido el celular de Nicolás Arceo, el especialista en energía del equipo de Kicillof?
El dueño de la principal hilandería del país, TN Platex, se lo dijo clarito al presidente del Banco Central, Guido Sandleris, en el almuerzo secreto que el sucesor de “Toto” Caputo compartió con la cúpula (algo diezmada) de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en el Four Seasons, anteayer al mediodía. “Las tasas de interés tan altas en el mercado local son una ventaja para las empresas extranjeras frente a las nacionales, porque ellas pueden financiarse afuera pero también acá a mejores tasas. Los bancos cubren sus cupos con ellas y con el tiempo la torta nacional, que ya era chica, se achica todavía más”, le espetó.
De un industrial cuyo rubro explica la mayor parte de los 100.000 empleos que destruyeron las fábricas desde que asumió Macri podía esperarse una crítica de ese calibre. Lo que no preveía Sandleris eran los pataleos de Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat y exfiscal de Cambiemos en las últimas dos elecciones. “Mantener las tasas arriba del 60% por seis meses es como tirar glifosato sobre la economía. Matás a la economía real”, disparó en el Four Seasons. El mismo día, la Asociación de Concesionarias informó que las ventas de autos cero kilómetro con financiación se desplomaron 45% en octubre.
Otro que sorprendió con sus críticas al nuevo jefe del Central fue el ganadero David Lacroze, que aludió a que la fiebre le puede bajar rápido a un enfermo una vez que muere. Tampoco fue casual. El Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural había estimado el día anterior que la rentabilidad antes de impuestos para los productores de terneros cayó hasta 84% en los últimos dos años, según la zona. Para los que engordan novillos, la caída fue de hasta el 51%. Efecto de la suba de costos. Entre ellos, las tasas.
Malos en serio
El compungido Costantini, también socio de AEA, no llegó al extremo de pedirle entrevista a Kicillof. Pero sí lo hizo otro desarrollador inmobiliario importante, con 15 emprendimientos en marcha. La Cámara de Desarrollos Urbanos (CEDU) lo invitó a su vez a participar de una conferencia en diciembre. Algunos otros lo hicieron pero rogándole que no lo comente. “Yo me quejaba de ustedes pero éstos son malos en serio. Si se enteran que me reuní con vos me matan”, le confesó uno.
Por miedo a esas mismas represalias, una cámara industrial que contrató para una conferencia a la consultora Radar pidió que no vaya su directora, Paula Español, porque fue subsecretaria de Comercio Exterior durante el kirchnerismo. En su lugar fue el economista jefe, Martín Alfie. “Hay empresarios con los que ya teníamos relación pero que ahora nos prestan más atención y nos llaman más seguido. Un poco porque avisamos antes sobre las fragilidades de este modelo, y otro poco porque quieren saber qué haría el kirchnerismo si volviera al poder”, contó Alfie a BAE Negocios.
Al ex viceministro de Kicillof, Emmanuel Alvarez Agis, que fundó el año pasado su propia consultora (PxQ), algunos clientes corporativos le decían que era demasiado pesimista y ahora lo acusan de haberse quedado corto. “En los últimos tres meses se nos incrementó muchísimo la consulta por whatsapp. Casi no damos abasto para los informes mensuales que hacíamos al principio”, relató a este diario.
Uno de los fondos de inversión a los que asesora, muy invertido en Argentina, también contrataba los servicios de la consultora Elypsis, que fundó Eduardo Levy Yeyati y heredó el subsecretario de Programación Macroeconómica eyectado del cargo en junio último, Luciano Cohan. El fondo en cuestión decidió prescindir de este último. “Vos tampoco le pegaste en todo, pero al menos no pifiaste tanto”, le explicó a Agis su encargado. El ajuste tarda pero al final llega a todos lados.
Fuente: BAE
Envío: Marco Acuña
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 24, 2018
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