EL ADN DE LOS K : LA MENTIRA COMO VERDAD, LA ILEGALIDAD COMO REGLA

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En el reciente artículo del señor Fernando Iglesias, diputado nacional de Cambiemos “Inconsistencias del relato devenido mentira oficial”, del día 6 de febrero 2020, el parlamentario afirmo lo que es conocido en el país y el extranjero. La generación K y sus personajes mas destacados, tienen como cultura, tradición y ADN, utilizar e imponer la mentira como verdad, la venganza como justicia, lo inexistente como real, el revisionismo como historia objetiva, la inseguridad jurídica como debido proceso legal.

Sabemos que desde el 2003, los gobiernos, la justicia federal y las asociaciones que reivindican las acciones de los grupos terroristas de los 70 en la Argentina, impusieron no solo una Ucronia, sino un revisionismo que se transformo en la mentira como política de Estado.

Lo fue en al Economía, pero también en la justicia, en la violación de los DD.HH a los hombres y mujeres que son ilegalmente acusados de crímenes de lesa humanidad. La sociedad observa pasivamente y la comunidad internacional solo critica en comités privados. Los periodistas, académicos, expertos, prefieren no tratar la desinformación, la manipulación de la información organizada desde el Estado por ser políticamente incorrecto.

No hubo un PBI a un ritmo de mas 13,6 anual ininterrumpido, como tampoco hubo 30.000 desaparecidos, ni jóvenes idealistas que luchaban por un boleto si hubo grupos terroristas que robaron, secuestraron y asesinaron a miles de ciudadanos argentinos y extranjeros.

No hubo desendeudamiento de la Argentina en 2005 y en 2010, pero si cometieron numerosos delitos de corrupción como un deporte nacional, y no hubo reconocimiento del Estado y la justicia de las victimas que dejaron los ejecitos terroristas de los 70.

No hubo el “mejor crecimiento de la historia”, ni “menos pobres que en Alemania”, pero si hubo una impune responsabilidad del Estado al perseguir a todo un sector socio-profesional de los 70 para acusarlos ilegalmente de “lesa humanidad”.

Los “gobiernos K” y sus asociados violaron los DD.HH de aquellos hombres y mujeres que protegieron las instituciones del Estado y a la sociedad de los ataques armados que buscaban llegar al poder por las armas.

La “justicia K” se asoció al mayor crimen de Estado de la Argentina, es NO es relato, es verdad histórica documentada.

 


 

Inconsistencias del relato devenido mentira oficial

Por Fernando Iglesias

De las recientes mentiras del “relato”, la más apabullantemente falsa se refiere a la deuda externa. Imposibilitado de cumplir sus promesas de aumentos jubilatorios, heladeras llenas y bolsillos rebosantes, el kirchnerismo no parece dedicado a elaborar un plan económico, sino a instalar el relato de la “tierra arrasada”. En esta operación, el lamento sobre una “deuda impagable” creada para financiar la “fuga de capitales” a favor de “los amigos de Macri” ocupa la posición principal.

Por eso no sorprende que Máximo Kirchner mienta y mienta, que algo queda, como en la sesión del 29 de enero en Diputados. Despreciando el gesto opositor de mantener su compromiso de respaldar al Gobierno en la negociación de la deuda pese a los insultos recibidos, el jefe del bloque K enhebró una serie de disparates que solo sirven para desmentir el “relato”. De entrada nomás, el hijo de Néstor y Cristina sostuvo: “En 2003 el PBI era de US$138.755 millones. En 2015, de US$642.000 millones. O sea que entre 2003 y 2015, creció US$500.000 millones”. Pero si lo que dijo Máximo fuera verdad, el PBI argentino habría crecido 362% en 12 años, a un ritmo de +13,6% anual ininterrumpido. Un disparate.

El Indec recuperado da otras cifras: del 1º trimestre de 2004 al 4º trimestre de 2015, el PBI aumentó 52%; es decir: un 3,55% promedio en los 12 años de gloria que disfrutó América Latina. Un resultado mediocre, entre los peores de los países emergentes durante la década dorada de las commodities. Es que, como buen hijo de menemistas, Máximo confunde aumento del PBI con atraso cambiario, que para 2015 era similar al de la convertibilidad (TCRM de 75,4 contra 72,3 en 2001). Y en épocas de dólar regalado, el PBI en dólares sube artificialmente. Si además se lo mide dividiendo por 9,84, valor ficticio del dólar oficial con cepo en 2015, es posible decir cualquier cosa. Medido contra 14,77, valor real del blue en diciembre de 2015, el PBI maximizado baja de 642.000 a US$427.710 millones, un valor menor que el reconocido por Kirchner (h.) al de 2019 de la “tierra arrasada”.

Sostuvo también Máximo: “En 2015, el PBI era de 642.000 millones de dólares. ¿En cuánto lo dejaron en 2019? En 451.000 millones de dólares. Esto es, 200.000 millones menos”. Otra falsedad. El Indec recuperado registra una baja cercana al 3% entre 2015 y 2019. Un mal resultado, pero lejano al -29% que inventa Máximo, que daría un saldo negativo desastroso de -6,57% anual. Y cuando Máximo dice: “Pedimos que negociaran mejor con los fondos buitre” se olvida de que en 2016 el cipayo Prat-Gay consiguió una quita superior al 40% respecto de la sentencia de Griesa; mientras que el matabuitres Kicillof le pagó 9690 millones de dólares al Club de París por una deuda original de US$5200 millones, abonando más de US$1102 millones por intereses y US$3633 millones de punitorios. Punitorios. Como en un consorcio.

El candidato a la sucesión K 2023 afirmó también: “Desendeudamos a la Argentina en 2005 y en 2010: quita del 70% con el Fondo Monetario Internacional”, lo que es triplemente falso. Falso porque no hubo ninguna quita en 2006, cuando le pagaron 9810 millones de dólares al FMI por adelantado y con reservas para poder saquear el país sin control externo hasta 2015. Doblemente falso porque no hubo ningún desendeudamiento: la deuda que dejó el kirchnerismo en 2015 (US$240.665 millones) era 42% mayor a la recibida en 2003 (US$169.600 millones). Triplemente falso, porque a pesar del pagadiós del papá de Máximo, y Lavagna, la reducción de deuda en 2005 fue de US$38.000 millones, de los cuales unos US$10.000 millones se perdieron en el pago del cupón atado al PBI y US$15.736 millones en el juicio de Griesa. Al final, el país estuvo en default 10 años más para ahorrarse US$13.000 millones, más o menos lo que gastó Kicillof en pagarles al Club de París y a Repsol, a la que no debíamos pagarle ni un peso.

En cuanto a la sostenibilidad, Máximo dice: “Tomaron deuda a más de US$30.000 millones todos los años”, y es cierto. Pero, como me señaló aquel día Carlos Heller, la mayor parte de la deuda de un gobierno se usa para refinanciar deuda recibida. En el caso de Cambiemos, 70% de los créditos tomados con bonistas y 90% de los del FMI se usaron para cancelar deuda tomada por gobiernos anteriores. Es que lo que cuenta no es la deuda sino el aumento de la deuda. Y el incremento durante Cambiemos fue de US$70.586 millones, mientras que las reservas del Central subieron US$19.124 millones, con un saldo negativo de US$51.462. Y bien, ¿cómo lo hizo el heroico kirchnerismo? Entre 2011 y 2015, la deuda subió US$43.511 millones y se perdieron reservas por US$27.518 millones, con un saldo negativo de US$71.029 millones. Un resultado del “desendeudamiento” nac &pop 38% peor que el de Cambiemos.

Finalmente, Máximo podrá ser mentiroso pero no es imprudente. Por eso no repite la bobada de la “fuga”. Acaso porque la formación de activos externos que el kirchnerismo llama “fuga” fue similar durante el gobierno de Macri (US$86.198 millones) y en los 4 años de su mamá anteriores al cepo (US$79.109 millones). Un aumento de 8,9% que ni siquiera compensa la inflación del dólar estadounidense entre ambos períodos, que fue de 14,6%. Además, de esos US$71.000 millones de aumento de la deuda, US$15.736 se fueron con el juicio de Griesa, unos US$15.000 en el 15% que se debía las provincias y US$14.000 en otros juicios y deudas que dejaron, como los del Ciadi, Cammesa, jubilados, etcétera. Suman unos US$45.000 millones. Agréguense los US$61.000 millones de déficit primario acumulados en 4 años, a pesar de que se lo redujo de 5,4% a 0,4% del PBI, y se tendrá una idea de la irresponsabilidad de quienes dos meses atrás iban a encender la economía y poner de pie al país, y ahora solo saben mentir “tierra arrasada” mientras suspenden actualizaciones jubilatorias, promueven paritarias sin cláusula gatillo y ejecutan un tremendo impuestazo sobre los sectores productivos del país.

La escasa sostenibilidad de la deuda argentina no depende de su volumen respecto del PBI, inferior, por ejemplo, al de Brasil, ni de la secuencia de vencimientos. El problema de insostenibilidad de nuestra deuda es que se necesita pagarla en vez de refinanciarla porque nadie le cree a este gobierno. Por eso, el día posterior a su triunfo en las PASO el peso se devaluó 26%; las acciones cayeron 59%; los bonos, 32%, y el riesgo país subió de 872 a 1957, y sigue allí. Nadie pretende desconocer los fracasos del gobierno de Cambiemos, pero ninguno de ellos consistió en crear un nuevo problema. La inflación, la pobreza, los déficits fiscales, la escasa competitividad y la falta de confianza en la moneda son fallas económicas estructurales argentinas desde hace décadas, y el kirchnerismo no solucionó ninguna de ellas en 12 años de mayorías parlamentarias, tasas por el piso y soja a US$480 promedio, sino que las empeoró. Que agregue hoy a esa ignominia las falsedades enunciadas por su jefe de bloque desde la Cámara que representa a todos los ciudadanos argentinos es otro episodio goebbeliano del “Relato del Mayor Crecimiento de la Historia” y “Menos Pobres que en Alemania”. Una fake news emitida desde el corazón mismo del Estado. La mentira oficial.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Febrero 16, 2020


 

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