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   Por CLAUDIO VALERIO.

Es una paz que abre desde fuera nuestros sepulcros para que no sigamos viviendo como muertos, sino para que vivamos una vida plena y auténtica, es decir, llena de preguntas y de problemas, pero iluminada por Dios que es el que nos ofrece la auténtica vida en abundancia.

Casi siempre hay un lapso de tiempo largo entre el momento en que despertamos de la incredulidad, y el momento en tomamos la decisión de creer plenamente en el amor de Dios, y en su preocupación por nosotros.

Muchas veces se presentan dificultades entre los primeros movimientos de la fe en la bondad de Jesucristo, y en nuestra decisión de creerlo.

San Agustín dejo pasar un tiempo antes de aceptar completamente las enseñanzas de Jesucristo.

Durante este tiempo nosotros debemos orar, “aun cuando ya no estemos sumergidos en la oscura noche de la infidelidad, que se ilumine el horizonte de nuestra alma con los rayos de luz de la fe, ya que, si aún no somos muy creyentes, se debería ser. El conocimiento que provee la fe aun es frágil dentro nuestro, y por lo tanto se mezcla ocasionalmente con la duda”.

Dios llama a nuestros corazones continuamente, hasta que las enseñanzas de Jesús nos resultan placenteras. Mientras logramos llegar a ese punto, la bondad de Dios jamás cesa en sus esfuerzos por lograr un acercamiento con nosotros por medio de las inspiraciones.

Aun así, nosotros somos libres para acceder a Su llamado amoroso, o para rechazarlo. Los grandes ríos se esparcen al llegar a las llanuras abiertas, y ocupan cada vez más espacio… Así ocurre con el amor sagrado de Dios, el cual, siempre y cuando no lo rechacemos, continúa creciendo en nosotros hasta que nos convierte totalmente.

El amor de Dios es nuestro guía en la travesía hacia el perdón. Nos consuela, nos anima y nos fortalece en medio de las dificultades. Es por esto que la fe incluye un punto de partida que es el amor que el corazón siente por las cosas de Dios. No rechacemos ese regalo que es la fe.

(Una adaptado de los escritos de San Francisco de Sales).

 

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que la vida te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y
mucha prosperidad.

Claudio Valerio

© Valerius

 


PrisioneroEnArgentina.com

Agosto 29, 2021


 

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