EL ASADO DE TIRA Y LO SAGRADO DEL FUEGO

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 Por CLAUDIO VALERIO

Si hay algo que define a la Argentina, es la gastronomía. Si hay una comida para puntualizar es el asado. Para los turistas, comer un asado en Buenos Aires es un espectáculo imperdible, más allá de los shows asociados a ellos, el producto en sí es característico.

La historia del origen de la tira de asado es ya centenaria. Nació en el primer frigorífico de Sudamérica que, a finales del siglo XIX,  se  instalara en la ciudad bonaerense de Campana.

Más allá de los espectáculos que podemos ver en los eventos ofrecidos a turistas y también a los no turistas,  lares donde comer un asado en camaradería abundan en Buenos Aires.

Comer un asado con la familia o entre amigos ya resultan ser palabras mayores, pues se trata de un ritual, de una ceremonia en donde el “maestro de ceremonias”, el asador, tiene una gran destreza y mucha práctica en el manejo de los tiempos de cocción, y del fuego en sí; porque el fuego sagrado será la clave para disponer la realización de la solemnidad del asado.

El ritual del fuego  lo encontramos asociado a los orígenes Celtas (“Alban Hermin”). Ellos encendían grandes hogueras con troncos que duraban toda la noche porque, de sea forma, pretendían extender la luz del Sol. Con el fuego celebraban el poder y la fuerza del Astro Rey y, de esa manera, vencer a la oscuridad a través de su luz y protección.

Esta ceremonia se fue extendiendo a  otros pueblos del Norte de Europa y, con el tiempo, las grandes hogueras se fueron  transformando en pequeños fuegos, en una forma más simple y práctica, como pequeños rituales con brasas, o bien antorchas. Sea la forma que sea,  el elemento principal es el fuego;  que, sea cual sea sus formas y maneras, es lo único que no puede faltar en el rito de asar carne.

Cuidar del fuego sagrado de nuestro lar, puede y debe ser un ritual que nos llene de serenidad y agradecimiento, pues como subraya la poetisa victoriana Emily Dickinson: “El hogar es algo sagrado; nada de duda ni de desconfianza puede cruzar su bendito portal”.

En la tradición romana, la celebración del fuego sagrado se hacía a través de Vesta, guardiana del hogar, heredera de la Gran Diosa Madre. Era la protectora del fuego y dentro de su templo sagrado resplandecía una llama vigilada en todo momento por  sacerdotisas. Vesta es la versión romana de la diosa griega Hestia, cuyo nombre significa literalmente “hogar”.

Despúes de sus conquistas, los romanos siempre imponían el fuego de Roma, que simbolizaba el medio divino para pasar de la vida mortal a una condición sobrehumana; ellos consideraban que el agua y el fuego eran los elementos que formaban las bases de la vida humana. Por este motivo el fuego del Templo de Vesta era custodiado por seis mujeres vírgenes consagradas a la diosa (vestales) cuya responsabilidad era evitar que se apagara el fuego divino; si esto ocurría eran condenadas a muerte, puesto que este hecho se consideraba una señal de infortunio. Las vestales debían permanecer vírgenes durante el tiempo que prestasen servicio en el templo y como castigo al incumplimiento de esta regla se las  enterraba en vida, en el Campus Sceleratus (cámara subterránea cubierta de tierra).

La diosa romana Vesta era considerada como la protectora del hogar, que estaba presidido por el fuego doméstico, y también del Estado romano, protegido por el fuego sagrado. El Aedes Vestae (el templo de Vesta) situado en el centro de Roma, era un símbolo de la grandeza del imperio y de su determinación de conquistar el mundo. En este templo sólo podían entrar el Sumo Sacerdote y las Vestales. En las calendas de Marzo, la más anciana de las Vestales junto con el Sumo Sacerdote realizaba un rito de renovación: apagaban el fuego e iniciaban uno nuevo.

Cuando se acercaba el solsticio de verano, se dedicaban ritos y celebraciones a Vesta, las llamadas Vestalia, que servían para pedir la protección de la diosa, sobre todo en el hogar.

Para la preparación del fuego en el ritual del asado, se tiene que comenzar preparando una pequeña candelada , o bien un pequeño brasero que,  dependiendo de cuántas sean las personas que participarán de la ceremonia, irá tomando más importancia. Alrededor del fuego, acompañando al maestro de ceremonias, el asador,  a una distancia respetable para que no se quemen, se irán ubicando los convidados, que platicarán con el primero, disponiéndose en forma de círculo alredededor de las llamas y el humo… Es increible que través del fuego, nos liberemos de todo sufrimiento y negatividad, que nos sintamos protegidos, y que nuestras vidas ja se vean iluminadas con la fuerza protectora de la luz proveniente de las brasas.  En ese momento mágico, se protegen todas las relaciones entre los que participan; se fortalecen todas las relaciones.

Para aquellos que amamos hacer asados invocamos habitualmente la presencia benéfica de esas fuerzas superiores en nuestras vidas. Activamos la magia cada vez que encendemos la llama del fuego sagrado en nuestras casas;  es un gestos tan cotidianos como placentero, que lo hace especial.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, y permita que prosperes en todo, y que derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

®. Valerius

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 13, 2020


 

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