El Coran de Saddam Hussein, escrito en sangre

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A finales de los años 90, Saddam Hussein se comunicó con un calígrafo para hacerle un extraño pedido. El encargo del entonces presidente iraquí, quien gobernó el país desde 1979 hasta la invasión estadounidense en 2003, consistía en una copia del Corán, pero no hecho con tinta común y corriente: lo quería escrito con su propia sangre.

Cada semana regularmente durante dos años, Saddam le ofrecía su brazo a una enfermera para que le extrajera suficiente sangre para materializar su propósito. La cantidad —así como muchos otros detalles que adornan esta historia— está en disputa, pero las versiones que se repiten con más frecuencia dicen que se utilizaron 24 litros de su sangre para escribir las 605 páginas divididas en 114 capítulos (o suras) que conforman el texto sagrado de los musulmanes. Una vez finalizada, la obra fue presentada con gran fanfarria. Saddam estaba muy orgulloso de ello, y se sacó muchas fotos junto a este Corán.

La obra (separada por páginas) fue exhibida ante un público selecto en una extensa vitrina en la mezquita de Bagdad conocida entonces como la “Madre de todas las batallas”, un edificio con cuatro minaretes en forma de misiles Scud comisionado también por Saddam. Reportaban que el entonces líder iraquí había comisionado esta edición especial para agradecerle a Dios por mantenerlo a salvo después de muchas conspiraciones y peligros en su larga carrera política.

“Mi vida ha estado plagada de peligros en los que debería haber perdido mucha sangre… pero como solo he sangrado muy poco, le he pedido a alguien que escriba las palabras de Dios con mi sangre en agradecimiento”, dijo Saddam Hussein.

Hay quienes dicen que lo hizo porque atravesaba una crisis personal, otros que para agradecerle a Dios por haber salvado a su hijo Uday, quien sobrevivió a un atentado en diciembre de 1996. Se cree, en cambio, que las razones fueron otras. El Corán de sangre es una muestra de cómo los dictadores están dispuestos a acomodar todo para servir sus propósitos, incluyendo la religión. En los años 90, al final de la guerra con Irán, Saddam se da cuenta que la religiosidad de Irán continuará expandiéndose por Irak. Él hablaba abiertamente de que el partido Baas estaba empezando a perder a la juventud por el fundamentalismo. Hizo construir mezquitas, una universidad muy importante o lo que él llamó Instituto para la Enseñanza del Corán, y, por supuesto, fue una idea brillante desde su punto de vista, porque sentía que si podía hacer que se sumasen miembros del partido, que aprendiesen a explicar el Corán de la forma que a él le conviniese como líder, sería entonces mucho más fácil para él controlar a las masas con el lenguaje de la religión..

Saddam Hussein cambió su comportamiento para conseguir sus fines se refiere a su posición respecto a las mujeres. Cuando llegó al poder en 1968 se reía de las tradiciones, presionaba porque las mujeres pudieran votar, por los derechos de los trabajadores y por la educación. Era un verdadero defensor del rol de las mujeres en la sociedad, pero en 1990 cambió de tono y empezó a decir que el lugar de la mujer era la casa, para tener la mayor cantidad de niños posibles.

El cambio se debió, de acuerdo al académico, a dos razones: al fervor religioso se estaba expandiendo y al alto índice de desempleo, impulsado por el hecho de que tras la guerra con Kuwait dieron de baja a 700.000 soldados. A Saddam le convenía liberar los trabajos que habían asumido las mujeres durante la guerra (como ocurrió en Europa tras la I Guerra Mundial) a fin de reducir el desempleo y alivianar la tensión social.

La sangre se mezcló con algunas sustancias químicas para que pudiera usarse como tinta. ¿Pero era realmente la sangre de Saddam? Es posible que él contribuyera con una parte, pero duda de que fuera toda suya, dado el volumen necesario para escribir un texto de tantas páginas. Si tomamos en cuenta que la cantidad máxima a donar para un hombre son 470 mililitros cuatro veces al año, juntar lo suficiente en un lapso de dos o tres años como dice la versión oficial resulta imposible. Además, era muy fóbico respecto a muchas cosas. Por ejemplo,  no solía estrechar la mano de quienes lo visitaban en palacio ni los abrazaba de la manera tradicional. Siempre temía agarrarse una gripe, y cuando iba a una cena o una recepción, no comía ni bebía nada de lo que le ofrecían. Tenía su propio chef en palacio, y tenía un laboratorio que analizaba toda la comida en busca de veneno.

Tras la caída de Saddam Hussein en 2003, el Corán de sangre fue guardado bajo llave, protegido por tres puertas abovedadas dentro de la misma mezquita rebautizada como “Madre de todas las ciudades” para borrar su asociación con el expresidente. Cada página fue colocada en una caja de vidrio antibalas. Hacen falta tres llaves para llegar hasta el Corán y estas no están guardadas en el mismo sitio.

Las últimos relatos de quienes tuvieron acceso al texto y que confirman que al menos algunas páginas estaban en dicho sitio son de hace al menos 17 o 18 años, muy poco después de la llegada de las fuerzas estadounidenses a Irak. Hay quienes dicen que fue vendido en secreto, posiblemente a Arabia Saudita. Algunos creen que lo tiene una hija de Saddam que vive en Jordania. Pero no hay pruebas de ello.


PrisioneroEnArgentina.com

Setiembre 29, 2021


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