A los adultos mayores, este “encierro pandémico” nos impone un profundo sentimiento de soledad. A esta edad cuando mayor es la necesidad de estar acompañados por nuestros hijos y nietos, estos tienen que mantener una distancia que significa un sacrificio que no es menor. Sentimos una profunda necesidad de “afecto físico” de esos fuertes e impedidos abrazos de amor. ¿Es cierto lo que expreso? Sí creo no equivocarme, es lo que siento y sienten muchos amigos. ¿Hasta cuándo seguiremos en estas condiciones? Nadie lo sabe y eso es lo que genera en un anciano una mayor ansiedad y preocupación. Los amores “virósicos” son los más angustiantes porque si bien la “letalidad” es muy baja en comparación a la cantidad de infectados, los resguardos que hay que tomar con los “barbijos” con los “tapa-ojos” con las “tapa caras” nos sentimos muy raros y eso hace que le pongamos distancia física respecto no solo de nuestros semejantes más aún de nuestros más próximos. Miedo y un profundo temor al contagio de nuestros familiares, más vale estar alejados. El Covid 19 nos está enseñando a amar a la distancia física, el abrazo y darse la mano como vínculos de acercamiento entre dos o más seres humanos está suspendido. Todos esperamos ansiosos que aparezca una vacuna salvadora. El mundo ensaya cientos de fórmulas, pero pese a ello, no sabemos a ciencia cierta todavía cual y por cuanto tiempo será efectiva. Cuando pensamos que todo parece calmarse surgen nuevos rebrotes, muchas personas repiten su contagio. Solo sabemos en definitiva que nadie sabe nada. El adulto mayor, el “viejo” se siente más solo que nunca, este virus ha sido la gran sorpresa a esta altura de sus vidas que le hacen sentir una profunda soledad en el amor. Solos, sin abrazos, sin besos, sin darse las manos. Una profunda tristeza invade nuestros corazones en estos, los últimos años de nuestra vida. Como dice mi amigo Claudio Kussman, mientras respiremos tengamos fe.
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Por FRANCISCO BÉNARD
NOSOTROS LOS ADULTOS MAYORES
A los adultos mayores, este “encierro pandémico” nos impone un profundo sentimiento de soledad. A esta edad cuando mayor es la necesidad de estar acompañados por nuestros hijos y nietos, estos tienen que mantener una distancia que significa un sacrificio que no es menor. Sentimos una profunda necesidad de “afecto físico” de esos fuertes e impedidos abrazos de amor. ¿Es cierto lo que expreso? Sí creo no equivocarme, es lo que siento y sienten muchos amigos. ¿Hasta cuándo seguiremos en estas condiciones? Nadie lo sabe y eso es lo que genera en un anciano una mayor ansiedad y preocupación. Los amores “virósicos” son los más angustiantes porque si bien la “letalidad” es muy baja en comparación a la cantidad de infectados, los resguardos que hay que tomar con los “barbijos” con los “tapa-ojos” con las “tapa caras” nos sentimos muy raros y eso hace que le pongamos distancia física respecto no solo de nuestros semejantes más aún de nuestros más próximos. Miedo y un profundo temor al contagio de nuestros familiares, más vale estar alejados. El Covid 19 nos está enseñando a amar a la distancia física, el abrazo y darse la mano como vínculos de acercamiento entre dos o más seres humanos está suspendido. Todos esperamos ansiosos que aparezca una vacuna salvadora. El mundo ensaya cientos de fórmulas, pero pese a ello, no sabemos a ciencia cierta todavía cual y por cuanto tiempo será efectiva. Cuando pensamos que todo parece calmarse surgen nuevos rebrotes, muchas personas repiten su contagio. Solo sabemos en definitiva que nadie sabe nada. El adulto mayor, el “viejo” se siente más solo que nunca, este virus ha sido la gran sorpresa a esta altura de sus vidas que le hacen sentir una profunda soledad en el amor. Solos, sin abrazos, sin besos, sin darse las manos. Una profunda tristeza invade nuestros corazones en estos, los últimos años de nuestra vida. Como dice mi amigo Claudio Kussman, mientras respiremos tengamos fe.
Francisco Benard
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 31, 2020