En un artículo aparecido en Infobae del 8 de Setiembre pasado suscripto por FLAVIA TOMAELLO, se dijo “Covid-19: La ciencia confirmó que la deficiencia de Vitamina D aumenta el riesgo de contagio”. El trabajo es muy interesante. En lo que concierne al hecho que nuestras autoridades no aconsejaran a la población que virtualmente encarcelaba que debían tomar sol para no debilitarse, se dice que ” La vitamina D es única porque se puede producir en la piel a partir de la exposición a la luz solar. …Sin vitamina D, solo se absorbe del 10% al 15% del calcio de la dieta y alrededor del 60% del fósforo. La suficiencia de este nutriente mejora la absorción de calcio y fósforo en un 30% a 40% y 80% respectivamente”. El trabajo también dice textualmente: ”La alta prevalencia de insuficiencia de vitamina D es un problema de salud pública particularmente importante porque la hipovitaminosis D es un factor de riesgo independiente de mortalidad total en la población general. Investigaciones emergentes respaldan el posible papel de la vitamina D contra el cáncer, las enfermedades cardíacas, las fracturas y caídas, enfermedades auto inmunes, influenza, diabetes tipo 2 y depresión. Muchos proveedores de atención médica han aumentado sus recomendaciones a la suplementación con vitamina D al menos 1000 U.I.”. Nuestras autoridades en lugar de informar a la población que el “aislamiento”, suponiendo que fuera necesario en la forma en que fuera llevado a cabo lo que negamos en las condiciones en que estaba el país, debería ser acompañado con suficiente luz solar. Se olvidaron de lo que se sabe desde hacen muchos siglos y que vamos a repetir, pese a haberlo dicho más arriba: “Donde entra el sol, no entra el médico”. Es decir, lo que no entra es el virus. Esta sabiduría popular cuyo fundamento científico descansa en la evidencia empírica brindada en su aplicación desde centenares de años atrás y su vigencia a lo largo de siglos en que aparecieron enfermedades similares a la que actualmente nos asola , nos autoriza a pensar que el sol es, por lo menos, una ayuda contra la infección por “corona virus” , como lo es ,indudablemente, respecto de otras enfermedades. Evidentemente el lector tiene derecho a preguntarse: ¿Cuántas pérdidas de vidas y dolores terribles, se podrían haber salvado con 15 minutos diarios de sol ?.
Flavia Tomaello
Tampoco se les recomendó a todos los confinados -de cualquier edad- que, si podían hacerlo, deberían caminar unas 10/20 cuadras diarias por lo menos, porque un buen estado físico es también una barrera de defensa contra el corona virus…y muchas otras enfermedades.
LA DERROTA ECONÓMICA
Cuando se decidió imponer la cuarentena, la economía del país estaba en muy mal estado. Ocho meses atrás ya estaba claro que la Argentina no podía pagar sus deudas, como vemos ahora en esta nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional que se inició simplemente para obtener la prórroga de los próximos vencimientos; nunca se habló de pagar nada. En marzo se sabía que el déficit fiscal no iba disminuir, como tampoco el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, porque los gastos públicos se mantendrían tan gigantescos e inútiles como siempre. A esto hay que agregarle que el Gobierno no era capaz de presentarle un plan económico a los acreedores, un plan económico que estos pedían insistentemente. Preciso es decir que la oposición tampoco tenía ninguno.
Argentina tiene una riqueza enorme a partir de sus recursos naturales, pero es absolutamente incapaz de hacerlos valer para generar divisas. A día de hoy, además, el incumplimiento de los compromisos contraídos —una conducta que ya tiene carta de ciudadanía en nuestro medio— ha traído como consecuencia cierto descrédito internacional. Ya en marzo, los factores de la producción (capital y trabajo) cada vez actuaban con menor rédito y no estaba a la vista la formulación de una enérgica política que impulsara las exportaciones, mucho menos que alentara la inversión nacional y extranjera de capitales que pudieran poner en funcionamiento nuestras riquezas naturales —que conforman el tercer factor de producción—. En realidad, en estos meses seguimos “combatiendo al capital”, como dice una canción propia de los partidarios del elenco gobernante; es decir, continuamos desalentando a quienes tienen la posibilidad de darle trabajo a un pueblo que lo necesita desesperadamente.
Cuando llegó al país la Covid-19, el gobierno, como mencionamos anteriormente, prohibió trabajar fuera de casa, salir de ella a no ser que fuera estrictamente necesario y, además, clausuró buena parte de los poderes de gobierno. Es preciso recordar el aforismo que dice “el que no trabaja, no come”: dejaron de pagarse muchos sueldos, comercios y empresas tuvieron que cerrar por la sencilla razón de que no había a quién venderle sus productos. Muchos —algunos con lágrimas en los ojos— le dijeron al personal que no podían pagar más los sueldos, lo que hizo que mucha gente se quedara sin saber cómo llevar el pan a la mesa. El Poder Ejecutivo manifestó que entre la salud y la economía, elegía la primera, pero descartó la recomendación de tomar sol y hacer un mínimo de ejercicio, ambas cosas imprescindibles para mantener la salud.
A día de hoy, la gente se ha dado cuenta de que si continúa aplicando todas las restricciones se va a morir de hambre… Es de esperar, por lo tanto, que gradualmente se vuelva a la normalidad y que gente seria y comprometida con la Constitución y la República conduzca los destinos de la patria y saque a millones de personas de la derrota económica y de la salud comprometida.
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En un artículo aparecido en Infobae del 8 de Setiembre pasado suscripto por FLAVIA TOMAELLO, se dijo “Covid-19: La ciencia confirmó que la deficiencia de Vitamina D aumenta el riesgo de contagio”. El trabajo es muy interesante. En lo que concierne al hecho que nuestras autoridades no aconsejaran a la población que virtualmente encarcelaba que debían tomar sol para no debilitarse, se dice que ” La vitamina D es única porque se puede producir en la piel a partir de la exposición a la luz solar. …Sin vitamina D, solo se absorbe del 10% al 15% del calcio de la dieta y alrededor del 60% del fósforo. La suficiencia de este nutriente mejora la absorción de calcio y fósforo en un 30% a 40% y 80% respectivamente”. El trabajo también dice textualmente: ”La alta prevalencia de insuficiencia de vitamina D es un problema de salud pública particularmente importante porque la hipovitaminosis D es un factor de riesgo independiente de mortalidad total en la población general. Investigaciones emergentes respaldan el posible papel de la vitamina D contra el cáncer, las enfermedades cardíacas, las fracturas y caídas, enfermedades auto inmunes, influenza, diabetes tipo 2 y depresión. Muchos proveedores de atención médica han aumentado sus recomendaciones a la suplementación con vitamina D al menos 1000 U.I.”. Nuestras autoridades en lugar de informar a la población que el “aislamiento”, suponiendo que fuera necesario en la forma en que fuera llevado a cabo lo que negamos en las condiciones en que estaba el país, debería ser acompañado con suficiente luz solar. Se olvidaron de lo que se sabe desde hacen muchos siglos y que vamos a repetir, pese a haberlo dicho más arriba: “Donde entra el sol, no entra el médico”. Es decir, lo que no entra es el virus. Esta sabiduría popular cuyo fundamento científico descansa en la evidencia empírica brindada en su aplicación desde centenares de años atrás y su vigencia a lo largo de siglos en que aparecieron enfermedades similares a la que actualmente nos asola , nos autoriza a pensar que el sol es, por lo menos, una ayuda contra la infección por “corona virus” , como lo es ,indudablemente, respecto de otras enfermedades. Evidentemente el lector tiene derecho a preguntarse: ¿Cuántas pérdidas de vidas y dolores terribles, se podrían haber salvado con 15 minutos diarios de sol ?.
Tampoco se les recomendó a todos los confinados -de cualquier edad- que, si podían hacerlo, deberían caminar unas 10/20 cuadras diarias por lo menos, porque un buen estado físico es también una barrera de defensa contra el corona virus…y muchas otras enfermedades.
LA DERROTA ECONÓMICA
Cuando se decidió imponer la cuarentena, la economía del país estaba en muy mal estado. Ocho meses atrás ya estaba claro que la Argentina no podía pagar sus deudas, como vemos ahora en esta nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional que se inició simplemente para obtener la prórroga de los próximos vencimientos; nunca se habló de pagar nada. En marzo se sabía que el déficit fiscal no iba disminuir, como tampoco el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, porque los gastos públicos se mantendrían tan gigantescos e inútiles como siempre. A esto hay que agregarle que el Gobierno no era capaz de presentarle un plan económico a los acreedores, un plan económico que estos pedían insistentemente. Preciso es decir que la oposición tampoco tenía ninguno.
Argentina tiene una riqueza enorme a partir de sus recursos naturales, pero es absolutamente incapaz de hacerlos valer para generar divisas. A día de hoy, además, el incumplimiento de los compromisos contraídos —una conducta que ya tiene carta de ciudadanía en nuestro medio— ha traído como consecuencia cierto descrédito internacional. Ya en marzo, los factores de la producción (capital y trabajo) cada vez actuaban con menor
rédito y no estaba a la vista la formulación de una enérgica política que impulsara las exportaciones, mucho menos que alentara la inversión nacional y extranjera de capitales que pudieran poner en funcionamiento nuestras riquezas naturales —que conforman el tercer factor de producción—. En realidad, en estos meses seguimos “combatiendo al capital”, como dice una canción propia de los partidarios del elenco gobernante; es decir, continuamos desalentando a quienes tienen la posibilidad de darle trabajo a un pueblo que lo necesita desesperadamente.
Cuando llegó al país la Covid-19, el gobierno, como mencionamos anteriormente, prohibió trabajar fuera de casa, salir de ella a no ser que fuera estrictamente necesario y, además, clausuró buena parte de los poderes de gobierno. Es preciso recordar el aforismo que dice “el que no trabaja, no come”: dejaron de pagarse muchos sueldos, comercios y empresas tuvieron que cerrar por la sencilla razón de que no había a quién venderle sus productos. Muchos —algunos con lágrimas en los ojos— le dijeron al personal que no podían pagar más los sueldos, lo que hizo que mucha gente se quedara sin saber cómo llevar el pan a la mesa. El Poder Ejecutivo manifestó que entre la salud y la economía, elegía la primera, pero descartó la recomendación de tomar sol y hacer un mínimo de ejercicio, ambas cosas imprescindibles para mantener la salud.
A día de hoy, la gente se ha dado cuenta de que si continúa aplicando todas las restricciones se va a morir de hambre… Es de esperar, por lo tanto, que gradualmente se vuelva a la normalidad y que gente seria y comprometida con la Constitución y la República conduzca los destinos de la patria y saque a millones de personas de la derrota económica y de la salud comprometida.
FIN
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 26, 2020