El Golpe Olvidado de Estados Unidos

La Insurrección de Wilmington de 1898
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  Por Mick Olsen.

La Insurrección de Wilmington de 1898 se erige como uno de los acontecimientos más oscuros y menos comentados de la historia estadounidense. A diferencia de otras masacres raciales, este incidente no fue simplemente un levantamiento violento, sino un golpe de estado, un esfuerzo organizado para derrocar a un gobierno elegido legalmente. El suceso, ocurrido en Wilmington, Carolina del Norte, fue impulsado por supremacistas blancos que buscaban desmantelar el poder político y económico de la población negra, lo que marcó el comienzo de una era de segregación y privación de derechos que se prolongó durante décadas.

En los años previos a 1898, Wilmington era una ciudad próspera y racialmente integrada, con una importante clase media negra. Los líderes negros participaron activamente en el gobierno local, muchos de ellos afiliados al movimiento fusionista, una coalición política entre republicanos negros y populistas blancos. Esta colaboración había logrado el control de las oficinas locales e incluso de la legislatura estatal, creando un entorno donde los ciudadanos negros podían votar, poseer negocios y ejercer influencia política.

Sin embargo, los supremacistas blancos, en particular los miembros del Partido Demócrata, lo vieron como una amenaza. Impulsados ​​por la propaganda racial y el temor al progreso de los negros, buscaron recuperar el poder mediante la intimidación y la violencia en lugar de los procesos democráticos.

El 10 de noviembre de 1898, una turba de hasta 2000 hombres blancos invadió Wilmington, liderada por exsoldados confederados e influyentes políticos blancos. Los insurrectos atacaron a Alexander Manly, editor del periódico Daily Record, propiedad de negros, cuyos escritos habían desafiado las narrativas racistas sobre los hombres negros. Incendiaron las oficinas de su periódico, destruyeron negocios de personas negras y asesinaron a decenas de ciudadanos negros en las calles.

Su siguiente objetivo fue el propio gobierno. Destituyeron por la fuerza a funcionarios electos, incluyendo al alcalde y al concejo municipal, ambos de raza negra, y los reemplazaron con líderes supremacistas blancos. Muchos residentes negros, temiendo por sus vidas, huyeron de Wilmington, abandonando sus hogares y negocios. Los líderes blancos reescribieron la historia de la ciudad, etiquetando falsamente la insurrección como un “disturbio racial” en lugar de un golpe de Estado premeditado.

Tras la insurrección, Carolina del Norte implementó las leyes de Jim Crow, asegurando que los ciudadanos negros fueran despojados de su derecho al voto mediante pruebas de alfabetización, impuestos electorales y cláusulas de derechos adquiridos. El Partido Demócrata mantuvo el control, y la verdad sobre el golpe fue prácticamente borrada de las narrativas históricas. Durante décadas, la comunidad negra de Wilmington nunca recuperó su antigua influencia política y económica.

Solo en los últimos años, historiadores y activistas han trabajado para revelar la verdadera historia de la insurrección de 1898. En 2006, Carolina del Norte realizó una investigación oficial, reconociendo el evento como un derrocamiento deliberado y violento de un gobierno.

La Insurrección de Wilmington fue más que un acto de violencia racial: fue el único golpe de Estado exitoso en la historia de Estados Unidos. Comprender y reconocer este acontecimiento es esencial para afrontar el legado de supremacía blanca de Estados Unidos y garantizar que la democracia nunca vuelva a ser socavada por la fuerza. Las consecuencias de la insurrección perduraron durante generaciones, convirtiéndola en uno de los momentos más cruciales, aunque ignorados, de la historia estadounidense.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 2, 2025


 

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