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  Por Fabian Kussman.

Eran como hermanos. Se conocían desde niños, cuando habían vivido miles de aventuras. Habían compartido partidos de fútbol y tardes de cine, juegos de cartas y simulaciones de vaqueros e indios. También las primeras salidas a bailar y hasta novias, aunque tal vez nunca lo sospecharon. Sin embargo, tenían distancias. Juan Franjuan había sido un metódico estudiante y un prolífico trabajador. Miguel de Miguel apenas había superado la escuela y se había entregado a la vida fácil. Mientras semana a semana Juan Franjuan perdía peso tratando de cumplir con sus compromisos y aproximarse con aliento a fin de mes, Miguel de Miguel pasaba sus tardes durmiendo o jugando al sudoku en tanto que fin de mes, para él, vendría cuando lo deseara.

Durante los primeros fríos del invierno, Juan Franjuan enfermó de gravedad y debía ser trasladado de urgencia a un hospital especializado pero la transferencia no se producía, el avión sanitario estaba siendo usado por Miguel de Miguel, quien estaba pasando el fin de semana en una localidad balnearia con su secretaria, una agraciada adolescente que se había graduado de Salita Rosa en el jardín de infantes municipal.

Es decir, uno se había dedicado a ser un honrado comerciante, el otro se había dedicado a la política.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 19, 2020


 

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