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No parecía estar en búsqueda de la fama y la fortuna … sin embargo, el brillo militar sobresaliente de Aleksandr Suvorov le trajo honores y gloriosas victorias. Es recordado como uno de los pocos grandes generales de la historia que nunca perdió una batalla.

Aleksandr Vasílievich Suvórov es una figura histórica rusa que tuvo un gran impacto en la historia militar de su país. Sus éxitos en el campo de batalla le otorgaron el sobrenombre de “el general invencible”.
No perdió ninguna batalla y logró imponerse a férreos rivales. Su coraje, valentía y brillantez pasaron a los anales de la historia militar rusa, de forma que hasta los soviéticos le situaron como uno de los grandes defensores de la nación rusa.
Suvórov nació el 24 de noviembre de 1729 en Moscú en el seno de una familia noble procedente de la región de Nóvgorod. Esta tradición familiar aristocrática hizo que se incorporara al ejército ya desde niño.
Sirvió en la lucha contra los suecos en Finlandia y contra los prusianos durante la Guerra de los Siete Años. En ambos conflictos consiguió destacar por su brillantez militar, su disciplina y su habilidad a la hora de comandar las tropas.
Ese fue el motivo por el que le nombraron coronel en 1762, dando comienzo a una espectacular carrera militar.
Con el nuevo rango le trasladaron Polonia durante la Confederación de Bar. De nuevo volvió a demostrar su calidad como militar al dispersar a las fuerzas polacas que se habían sublevado. En 1768, Suvórov atacó Cracovia y los éxitos le llevaron a ser proclamado mayor general.
El Alto Mando ruso estaba muy contento con la labor que desempeñaba, así que le eligieron para participar en la guerra ruso-turca entre 1768 y 1774. La campaña fue un verdadero triunfo para Suvórov, quien centró toda la atención sobre su persona durante la batalla de Kozludsí y se aseguró una reputación de invencibilidad.
En 1775, el gobierno ruso decidió enviarle al frente en Crimea y en el Cáucaso. Allí alcanzó el rango de general en 1783 y, tan solo cinco años después, volvieron a mandarle a luchar contra los turcos.
En esta ocasión, aunque Suvórov logró una gran cantidad de victorias, fue herido en dos ocasiones en Kínburn. Su éxito en esta contienda hizo que la propia zarina Catalina II le concediera el título de Conde del Sacro Imperio Romano.
Tras la paz con Turquía, lo destinaron en Polonia. Su misión consistía en tomar el mando de un contingente que luchase en la batalla de Maciejowice. El resultado fue demoledor: no sólo ganó, sino que capturó al jefe de la insurrección polaca, Tadeusz Kościuszko.
Sin embargo, el resto de la campaña en Polonia no fue tan agradable. Las tropas de Suvórov realizaron la llamada “Masacre de Varsovia”, donde mataron a muchos civiles ante la impotencia del general.
Poco a poco, Varsovia fue cayendo hasta que definitivamente firmó el armisticio. Este triunfo volvió a reportarle grandes beneficios, pues la zarina le nombró mariscal de campo.
La fama de ser un general invicto le trajo gran cantidad de respeto, aunque tras la muerte de Catalina II, fue despedido por Pablo I. No sólo se le relegó de las tareas militares, sino que también le defenestraron de la vida pública.
En esta época oscura, Suvórov simplemente se limitó a criticar las medidas emprendidas por el zar. Pero todo cambió cuando en 1799 le convocaron para participar en la lucha contra los ejércitos revolucionarios franceses en Italia.
Durante esta segunda coalición, venció a los galos, pero tuvo que detenerse en Suiza ante la victoria francesa sobre el general Kórsakov en Zúrich en 1799. Los austríacos traicionaron a los rusos, de forma que Suvórov quedó completamente aislado y rodeado en los Alpes.
Fue entonces cuando el veterano estratega ideó un plan para salvar a las tropas y mantener la victoria: una retirada a través de las montañas. Las condiciones climáticas eran extremadamente adversas, pero los soldados rusos consiguieron replegarse con éxito y no ser vencidos.
Debido a esta maniobra, Suvórov obtuvo el rango de “Generalísimo”, una posición que crearon especialmente para él.
Pero la guerra le había dañado y desgastado lo suficiente como para que el 18 de mayo de 1800 falleciera en San Petersburgo a la edad de 70 años.
Dejó tras de sí un símbolo militar que perduraría durante siglos en la conciencia común de los rusos. Tanto es así que en 1942, se creó en la URSS una orden de Suvórov, haciendo que su nombre fuese el símbolo de la tradición militar de la antigua Rusia.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Abril 20, 2019


 

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