“El juego trae más próxima la pérdida que la ganancia” se decía en un periódico.“El jugador gana una, dos y tres veces seguidas.Se llena de hinchazón y se lisonjea viendo los puñados de onzas que coge en la mesa de banca.Créese ya rico en tres o cuatro noches.Derrocha.Compra hebillas de oro, relojes. Regala a su mujer sortijas, batas y caravanas.Vuelve a entrar en la casa de juego creyendo salir cargado de oro como antes.No acierta una carta, o de cuatro pierde tres. Pierde todo el dinero y pide prestado. Dánselo, balanceando su anterior ganancia. Pierde lo que le dan. Vuelve a pedir y le niegan. Va a su casa y toma las caravanas, cadenas y sortijas que regaló a su mujer. Las vende por la mitad. Vuelve al juego y lo pierde al instante. Quítase las hebillas y saca sus relojes. Cómpranselos también por bajo precio.Prosigue el juego y quédase sin blanca. Torna a su casa. Descuelga los tapices.Abre el baúl y saca los camisones, las batas y aún las polleras y enaguas de su mujer, y corriendo la propia desgraciada suerte que en las empresas últimas, se queda pobre, desnudo y burlado.¿Si este jugador queda pobre, son por ventura ricos los demás?Ninguno.¿Pues quién se lleva el dinero?Es el coimero” o sea el patrón del garito. Cuantos patrones de garitos existirán hoy. Seguramente la Justicia Argentinale preguntara a los “San Cristóbal” y en nuestra provincia a los “San Roberto Sagra” y todos sus testaferros.
Reflexión:
“El juego trae más próxima la pérdida que la ganancia” se decía en un periódico. “El jugador gana una, dos y tres veces
seguidas. Se llena de hinchazón y se lisonjea viendo los puñados de onzas que coge en la mesa de banca. Créese ya rico en tres o cuatro noches. Derrocha. Compra hebillas de oro, relojes. Regala a su mujer sortijas, batas y caravanas. Vuelve a entrar en la casa de juego creyendo salir cargado de oro como antes. No acierta una carta, o de cuatro pierde tres. Pierde todo el dinero y pide prestado. Dánselo, balanceando su anterior ganancia. Pierde lo que le dan. Vuelve a pedir y le niegan. Va a su casa y toma las caravanas, cadenas y sortijas que regaló a su mujer. Las vende por la mitad. Vuelve al juego y lo pierde al instante. Quítase las hebillas y saca sus relojes. Cómpranselos también por bajo precio. Prosigue el juego y quédase sin blanca. Torna a su casa. Descuelga los tapices. Abre el baúl y saca los camisones, las batas y aún las polleras y enaguas de su mujer, y corriendo la propia desgraciada suerte que en las empresas últimas, se queda pobre, desnudo y burlado. ¿Si este jugador queda pobre, son por ventura ricos los demás? Ninguno. ¿Pues quién se lleva el dinero? Es el coimero” o sea el patrón del garito. Cuantos patrones de garitos existirán hoy. Seguramente la Justicia Argentina le preguntara a los “San Cristóbal” y en nuestra provincia a los “San Roberto Sagra” y todos sus testaferros.
DR. JORGE B. LOBO ARAGON.
Noviembre 16, 2016
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3 thoughts on “EL JUGADOR…”
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La adicción al juego es una enfermedad. Es raro que esté fomentada/potenciada por el Estado, no?
El jugador es un ladrón de su fortuna, de su tiempo, de su libertad y de su salud – (1707-1788)