Desde que era niña he escuchado las palabras de mis padres: ”No vamos a dejarte nada material, somos trabajadores por tanto no vas a recibir ninguna herencia económica. Solo algo que nadie podrá sacarte jamás: ¡ESTUDIO!”
Era aproximadamente el mismo discurso que todos los niños de nuestra época escuchábamos. En mi caso a los 30 meses me calzaron zapatillas de danzas y desde entonces no he cesado ni de estudiar, ni de trabajar. Abrí mi primera escuela que era de danzas a los 13 años. Trabajé dos años en eso y dando clases de apoyo escolar a mis vecinitos. Con eso pagué una parte de mi fiestita de 15 años. Al terminar el Colegio secundario comencé a trabajar en una repartición pública como suplente de dibujante y luego como enfermera visitadora, para lo que hice un curso en Epidemiología. Luego me llamaron de una escuela para hacerme cargo del Pre escolar de 4 años., eso me ayudó a pagar la Facultad. Más tarde entré a un estudio folklórico para dar clases de música y Pre-escolar. Al terminar la Universidad, abrí mi primer Jardín de Infantes llamado “Federico Froebel” y luego en 1974 me llamaron para hacerme cargo del Pre- escolar de la Escuela de San Benito y al mismo tiempo seguía con mi escuela privada, y daba clases de piano y apoyo escolar en casa.
Con algunas variaciones, la mayoría de las compañeras comenzamos nuestro derrotero de trabajadoras en el campo de la educación. Lo sé porque estoy en contacto con muchas de ellas, que ahora ya son jubiladas de las instituciones educativas. Todas formamos nuestras familias, y los hijos fueron inculcados de la misma manera. Casi todas ya son abuelas y el mismo camino es mostrado a los nietos. Vale decir que existe un hilo de conducta de estudio, trabajos, disciplinas, formación de hogares, respeto a la familia, las instituciones y sobre todo el cumplir con la necesidad de recibir pero también aportar desde uno mismo hasta la sociedad en que vivimos.
Entonces me pregunto: ¿qué clase de legado estamos dejando a la juventud que debe estar al frente del país en el futuro no tan lejano?
He visto tantas manifestaciones antisociales, tantos mensajes de depravación del ser humano en tanto que ser social, tanta agresión en el trato que reciben los jóvenes, los niños y las mujeres. Se ha dejado de respetarse al niño por nacer y se le inculcan conductas depravadas a los niños en general, la educación en cualquier ciclo ya no tiene la importancia que revestía, hombres y mujeres se han convertido en una especie de boxeadores callejeros que se levantan las manos en cualquier lado. Se atacan de palabra y acción, se golpea a los ancianos para robarles, se sigue a una persona que fue a cobrar sus haberes de trabajo para atacarlo golpearlo, robarle y luego matarlo como si nada. Los hijos apalean a los padres para quedarse con los bienes inmuebles, las madres con sus hijos son expulsados a la calles sin miramientos, las instituciones sociales o policiales son atacadas y desmanteladas sin un poco de raciocinio. Se cortan calles y avenidas por días enteros en una manifestación de “fuerza” porque “no les pagan suficiente” y yo me pregunto: ¿y cuándo trabajaron? De esos acampes queda la ciudad destruida, con focos infecciosos de todo tipo, excrementos esparcidos por doquier, plazas y parques destrozados, paseos quemados, árboles destruidos, pero sobre todo queda flotando en el aire la tenebrosa impregnación de las miasmas que generan y la sentencia de: “volveremos si no nos escuchan” en una tupida urdimbre de odio recalcitrante fomentado desde las altas esferas gubernamentales. Porque cuando usted acostumbra a la gente a vivir sin ningún tipo de disciplina, sin la cultura del trabajo, sin la importancia de la educación, todos, pagan las consecuencias.
Como pedagoga de formación, me niego rotundamente a que adoctrinen a los niños en las escuelas, a los jóvenes en las universidades, a los trabajadores en los sindicatos. Eso lo vivimos en los años 70 y ya saben las consecuencias.
Argentina, otrora faro del mundo en educación, trabajo social, mano de obra especializada, Universidades de altísimo nivel y no logrando el lugar “entre las mejores” porque se paga una coima para resplandecer como no merecen porque basta ver a los estudiantes que se pasan la vida yendo y viniendo aprobando una materia por año y a veces ni eso, sin un lenguaje acorde a la especialidad escogida, violentos, procaces, ordinarios en todos los sentidos y solo estando ahí como parte de una maquinaria dedicada a destruir, destrozar, amilanar, y terminar por desalentarlos de continuar. Atacando de palabra y gesto a las estudiantes mujeres y golpeando a los “que se resisten” a pensar como ellos. Tan bajo se ha caído?
Perón decía que para salir de la ciénaga había que “capitalizar el trabajo”, pero qué trabajo si han fomentado la idea de vivir sin trabajar. Uno de mis Profesores de la Universidad de Ginebra, extraordinario economista decía que “hay que fomentar la mano de obra especializada porque esa es la base de la riqueza de un país”, pero qué mano de obra especializada si no saben ni siquiera conjugar un verbo y se niegan hasta para ir a recolectar aceitunas.
Es penoso saber que a los niños se los prepara para apedrear, amedrentar, vivir de planes, cortar calles con piquetes, aprender el abecedario de manera balbuceante, no asistir a clases, no estudiar, no respetar a los educadores, y aprobar de todos modos el ciclo escolar, observado conductas sediciosas por parte de los mismos educadores, fomentando así un analfabetismo cultural total y absoluto.
¡Me siento devastada por esta realidad tan indigna! Un amigo me decía hace poco: ”Usted señora nació en un país que ya no existe, vivió, y se educó en un lugar del mapa del mundo que desapareció, ya no queda nada de lo usted conoció”.
Hubiera deseado de corazón que estuviera equivocado…
MARÍA ELENA CISNEROS RUEDA, nacida el 16 de marzo de 1951, en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, es: profesora superior de danzas clásicas, profesora superior de danzas españolas, maestra normal nacional, profesora superior de piano, profesora superior de teoría y solfeo, dactilógrafa, licenciada en Ciencias de la Educación, en la Universidad de Ginebra, Suiza, profesora superior de idioma francés, habla además español inglés, italiano, portugués y hebreo bíblico. Ha compuesto más de 150 obras musicales y escrito: “Cuaderno de Iniciación Musical”, y 15 libros de partituras entre los que se encuentran: “La educación musical de los pequeñitos”, “El señor de la Isla” (obtuvo premio de la ciudad de Meyrin. Suiza), “Rulos y Bigotes”, “La evolución de la musicoterapia a través del tiempo”. En deportes ha practicado: natación, tenis, equitación, golf y cetrería. Entre otros, ha recibido premios como: “Ciudad de Meyrin” (Suiza) en Literatura. “Gian Batista Viotti” (Italia) en música, y “ Rosa Mística”, (Curitiba. Brasil) en piano. Se ha desempeñado como profesora de Parvularios y Técnica especializada en Dirección y Supervisión de Escuelas de la Universidad Católica Argentina. Es creadora del “Atelier de Creation Musical”, en Ginebra. Suiza y creadora del “Centro Pedagógico Musical”, en la Escuela de Música de Paraguay. Posee un Masteradocen de Musicoterapia y es doctorante en la Universidad de Cambridge (Reino Unido de Gran Bretaña). Un Masterado en Educación Musical en el Instituto de Ribaupuerre Lausanne de Suiza. Y un Masterado en “Educación y Didáctica Universitaria” en la Universidad Americana de Paraguay. En ese país, donde reside ha sido profesora en: El Ateneo Paraguayo, Colegio de San José, Colegio Teresiano, Colegio San Nicolás de Bari, Panamericana International School, Colegio Francés, Universidad Evangélica, y Universidad Nacional. Actualmente es Profesora investigadora en el Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte. Universidad Nacional de Asunción y da clases de piano en la casa que alquila en “Rincón San Lorenzo” un humilde barrio de Asunción. Siendo proteccionista convive con 12 perros y 20 gatos, rescatados. Así espera que el tiempo transcurra y finalmente la lleve a reunirse nuevamente con el amor de su vida, JOSÉ LÓPEZ REGA, quien, en junio de 1989, le dijera por última vez: “Hasta que la muerte nos vuelva a unir”.
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Por Prof. Dra. María Elena Cisneros Rueda
Desde que era niña he escuchado las palabras de mis padres: ”No vamos a dejarte nada material, somos trabajadores por tanto no vas a recibir ninguna herencia económica. Solo algo que nadie podrá sacarte jamás: ¡ESTUDIO!”
Era aproximadamente el mismo discurso que todos los niños de nuestra época escuchábamos. En mi caso a los 30 meses me calzaron zapatillas de danzas y desde entonces no he cesado ni de estudiar, ni de trabajar. Abrí mi primera escuela que era de danzas a los 13 años. Trabajé dos años en eso y dando clases de apoyo escolar a mis vecinitos. Con eso pagué una parte de mi fiestita de 15 años. Al terminar el Colegio secundario comencé a trabajar en una repartición pública como suplente de dibujante y luego como enfermera visitadora, para lo que hice un curso en Epidemiología. Luego me llamaron de una escuela para hacerme cargo del Pre escolar de 4 años., eso me ayudó a pagar la Facultad. Más tarde entré a un estudio folklórico para dar clases de música y Pre-escolar. Al terminar la Universidad, abrí mi primer Jardín de Infantes llamado “Federico Froebel” y luego en 1974 me llamaron para hacerme cargo del Pre- escolar de la Escuela de San Benito y al mismo tiempo seguía con mi escuela privada, y daba clases de piano y apoyo escolar en casa.
Con algunas variaciones, la mayoría de las compañeras comenzamos nuestro derrotero de trabajadoras en el campo de la educación. Lo sé porque estoy en contacto con muchas de ellas, que ahora ya son jubiladas de las instituciones educativas. Todas formamos nuestras familias, y los hijos fueron inculcados de la misma manera. Casi todas ya son abuelas y el mismo camino es mostrado a los nietos. Vale decir que existe un hilo de conducta de estudio, trabajos, disciplinas, formación de hogares, respeto a la familia, las instituciones y sobre todo el cumplir con la necesidad de recibir pero también aportar desde uno mismo hasta la sociedad en que vivimos.
Entonces me pregunto: ¿qué clase de legado estamos dejando a la juventud que debe estar al frente del país en el futuro no tan lejano?
He visto tantas manifestaciones antisociales, tantos mensajes de depravación del ser humano en tanto que ser social, tanta agresión en el trato que reciben los jóvenes, los niños y las mujeres. Se ha dejado de respetarse al niño por nacer y se le inculcan conductas depravadas a los niños en general, la educación en cualquier ciclo ya no tiene la importancia que revestía, hombres y mujeres se han convertido en una especie de boxeadores callejeros que se levantan las manos en cualquier lado. Se atacan de palabra y acción, se golpea a los ancianos para robarles, se sigue a una persona que fue a cobrar sus haberes de trabajo para atacarlo golpearlo, robarle y luego matarlo como si nada. Los hijos apalean a los padres para quedarse con los bienes inmuebles, las madres con sus hijos son expulsados a la calles sin miramientos, las instituciones sociales o policiales son atacadas y desmanteladas sin un poco de raciocinio. Se cortan calles y avenidas por días enteros en una manifestación de “fuerza” porque “no les pagan suficiente” y yo me pregunto: ¿y cuándo trabajaron? De esos acampes queda la ciudad destruida, con focos infecciosos de todo tipo, excrementos esparcidos por doquier, plazas y parques destrozados, paseos quemados, árboles destruidos, pero sobre todo queda flotando en el aire la tenebrosa impregnación de las miasmas que generan y la sentencia de: “volveremos si no nos escuchan” en una tupida urdimbre de odio recalcitrante fomentado desde las altas esferas gubernamentales. Porque cuando usted acostumbra a la gente a vivir sin ningún tipo de disciplina, sin la cultura del trabajo, sin la importancia de la educación, todos, pagan las consecuencias.
Como pedagoga de formación, me niego rotundamente a que adoctrinen a los niños en las escuelas, a los jóvenes en las universidades, a los trabajadores en los sindicatos. Eso lo vivimos en los años 70 y ya saben las consecuencias.
Argentina, otrora faro del mundo en educación, trabajo social, mano de obra especializada, Universidades de altísimo nivel y no logrando el lugar “entre las mejores” porque se paga una coima para resplandecer como no merecen porque basta ver a los estudiantes que se pasan la vida yendo y viniendo aprobando una materia por año y a veces ni eso, sin un lenguaje acorde a la especialidad escogida, violentos, procaces, ordinarios en todos los sentidos y solo estando ahí como parte de una maquinaria dedicada a destruir, destrozar, amilanar, y terminar por desalentarlos de continuar. Atacando de palabra y gesto a las estudiantes mujeres y golpeando a los “que se resisten” a pensar como ellos. Tan bajo se ha caído?
Perón decía que para salir de la ciénaga había que “capitalizar el trabajo”, pero qué trabajo si han fomentado la idea de vivir sin trabajar. Uno de mis Profesores de la Universidad de Ginebra, extraordinario economista decía que “hay que fomentar la mano de obra especializada porque esa es la base de la riqueza de un país”, pero qué mano de obra especializada si no saben ni siquiera conjugar un verbo y se niegan hasta para ir a recolectar aceitunas.
Es penoso saber que a los niños se los prepara para apedrear, amedrentar, vivir de planes, cortar calles con piquetes, aprender el abecedario de manera balbuceante, no asistir a clases, no estudiar, no respetar a los educadores, y aprobar de todos modos el ciclo escolar, observado conductas sediciosas por parte de los mismos educadores, fomentando así un analfabetismo cultural total y absoluto.
¡Me siento devastada por esta realidad tan indigna! Un amigo me decía hace poco: ”Usted señora nació en un país que ya no existe, vivió, y se educó en un lugar del mapa del mundo que desapareció, ya no queda nada de lo usted conoció”.
Hubiera deseado de corazón que estuviera equivocado…
MARÍA ELENA CISNEROS RUEDA, nacida el 16 de marzo de 1951, en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, es: profesora superior de danzas clásicas, profesora superior de danzas españolas, maestra normal nacional, profesora superior de piano, profesora superior de teoría y solfeo, dactilógrafa, licenciada en Ciencias de la Educación, en la Universidad de Ginebra, Suiza, profesora superior de idioma francés, habla además español inglés, italiano, portugués y hebreo bíblico. Ha compuesto más de 150 obras musicales y escrito: “Cuaderno de Iniciación Musical”, y 15 libros de partituras entre los que se encuentran: “La educación musical de los pequeñitos”, “El señor de la Isla” (obtuvo premio de la ciudad de Meyrin. Suiza), “Rulos y Bigotes”, “La evolución de la musicoterapia a través del tiempo”. En deportes ha practicado: natación, tenis, equitación, golf y cetrería. Entre otros, ha recibido premios como: “Ciudad de Meyrin” (Suiza) en Literatura. “Gian Batista Viotti” (Italia) en música, y “ Rosa Mística”, (Curitiba. Brasil) en piano. Se ha desempeñado como profesora de Parvularios y Técnica especializada en Dirección y Supervisión de Escuelas de la Universidad Católica Argentina. Es creadora del “Atelier de Creation Musical”, en Ginebra. Suiza y creadora del “Centro Pedagógico Musical”, en la Escuela de Música de Paraguay. Posee un Masteradocen de Musicoterapia y es doctorante en la Universidad de Cambridge (Reino Unido de Gran Bretaña). Un Masterado en Educación Musical en el Instituto de Ribaupuerre Lausanne de Suiza. Y un Masterado en “Educación y Didáctica Universitaria” en la Universidad Americana de Paraguay. En ese país, donde reside ha sido profesora en: El Ateneo Paraguayo, Colegio de San José, Colegio Teresiano, Colegio San Nicolás de Bari, Panamericana International School, Colegio Francés, Universidad Evangélica, y Universidad Nacional. Actualmente es Profesora investigadora en el Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte. Universidad Nacional de Asunción y da clases de piano en la casa que alquila en “Rincón San Lorenzo” un humilde barrio de Asunción. Siendo proteccionista convive con 12 perros y 20 gatos, rescatados. Así espera que el tiempo transcurra y finalmente la lleve a reunirse nuevamente con el amor de su vida, JOSÉ LÓPEZ REGA, quien, en junio de 1989, le dijera por última vez: “Hasta que la muerte nos vuelva a unir”.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 5, 2022