El mundo entero parece haber enloquecido. La causa aparente es el “coronavirus“. En mi larga vida he visto algunos fenómenos similares, como cuando apareció el SIDA, causado o propagado especialmente por los homosexuales y su degradante “vida sexual” contra natura, aunque esto nadie lo decía por temor a ser denunciado como un discriminador digno de la horca. Pero lo que está pasando ahora supera con creces el caso del SIDA y todo otro que recuerde.
Todos los gobiernos del mundo se han rendido ante las exigencias de un poder anónimo que cabalga sobre una opinión pública universal y dictan órdenes tiránicas con la excusa de impedir la propagación del execrando virus. Y sin embargo, fuera de la ola gigantesca creada de insinuaciones informativas claramente exageradas y, por ende, de consecuencias sobredimensionadas, la realidad no autoriza semejante despliegue de cauterización social: las misas se suspenden en toda Italia, el Congreso Mariano Nacional que se iba a realizar en Catamarca, fue cancelado el gobierno de ese país estudia decretar una cuarentena nacional, los vuelos entre ciertos países se ha suspendido, los eventos deportivos se realizan sin público, se estudia la cancelación de los transportes públicos y, para colmo, el “gobierno” argentino ha “recomendado” el “aislamiento” de todos los mayores de 65 años, o sea, su prisión domiciliaria. En Italia ya rige esa prisión en todo el país y quien la viole puede ser multado y hasta encarcelado (“La Nación”, 11/3/2020, pags. 1 y 4). Sin relación clara entre causa y efecto, las Bolsas de valores de todo el mundo caen y amenaza una recesión económica mundial.
Todo esto empezó por una supuesta epidemia ocurrida en una región remota y desconocida de la China, Wuhan, y basándose en la “palabra” del gobierno comunista chino que miente por definición ideológica y por sistema político permanente. Lo cierto es que en el resto del planeta hasta ahora no ha causado más que algunos pocos miles de contagios en un mundo de siete mil millones de habitantes y de esos, la mayoría se ha curado y han muerto sólo algunos cientos, varios de ellos complicados por otras enfermedades.
O sea, en concreto no hay hechos suficientes que justifiquen esta “pandemia” de locura ni estas medidas que ni la KGB ni la Gestapo se atrevieron a adoptar. Pero nadie parece sospechar que hay algo “podrido” detrás de esta demencia colectiva. Por eso me veo obligado a escribir estas líneas para alertar a los lectores que es casi cierto que estamos siendo manipulados por una poderosa fuerza mundial (la misma que ha impuesto la “agenda” de la revolución moral feminista, homosexualista, abortista y de amor libre) y que dejarse embaucar por ella es una manera que mostrar que la humanidad está al borde de caer en la credulidad culpable que será el clima psicológico y moral en el que el anticristo será aceptado sin admitir réplica. Previendo la credulidad culpable de los hombres en el anticristo, dijo Nuestro Señor. “Yo vine en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniere de su propia autoridad, a aquel le recibiréis” (S.Juan 5, 43).
Por lo tanto, estimado lector, manténgase al margen de esta idiotización colectiva y cuide su alma, conserve la libertad de su inteligencia y de su voluntad y espere que este “globo” se desinfle, como esperemos que ocurrirá porque no creo que hayan llegado ya los tiempos del anticristo, aunque estamos más cerca que antes.
Cosme Beccar Varela
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de PrisioneroEnArgentina.com
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El mundo entero parece haber enloquecido. La causa aparente es el “coronavirus“. En mi larga vida he visto algunos fenómenos similares, como cuando apareció el SIDA, causado o propagado especialmente por los homosexuales y su degradante “vida sexual” contra natura, aunque esto nadie lo decía por temor a ser denunciado como un discriminador digno de la horca. Pero lo que está pasando ahora supera con creces el caso del SIDA y todo otro que recuerde.
Todos los gobiernos del mundo se han rendido ante las exigencias de un poder anónimo que cabalga sobre una opinión pública universal y dictan órdenes tiránicas con la excusa de impedir la propagación del execrando virus. Y sin embargo, fuera de la ola gigantesca creada de insinuaciones informativas claramente exageradas y, por ende, de consecuencias sobredimensionadas, la realidad no autoriza semejante despliegue de cauterización social: las misas se suspenden en toda Italia, el Congreso Mariano Nacional que se iba a realizar en Catamarca, fue cancelado el gobierno de ese país estudia decretar una cuarentena nacional, los vuelos entre ciertos países se ha suspendido, los eventos deportivos se realizan sin público, se estudia la cancelación de los transportes públicos y, para colmo, el “gobierno” argentino ha “recomendado” el “aislamiento” de todos los mayores de 65 años, o sea, su prisión domiciliaria. En Italia ya rige esa prisión en todo el país y quien la viole puede ser multado y hasta encarcelado (“La Nación”, 11/3/2020, pags. 1 y 4). Sin relación clara entre causa y efecto, las Bolsas de valores de todo el mundo caen y amenaza una recesión económica mundial.
Todo esto empezó por una supuesta epidemia ocurrida en una región remota y desconocida de la China, Wuhan, y basándose en la “palabra” del gobierno comunista chino que miente por definición ideológica y por sistema político permanente. Lo cierto es que en el resto del planeta hasta ahora no ha causado más que algunos pocos miles de contagios en un mundo de siete mil millones de habitantes y de esos, la mayoría se ha curado y han muerto sólo algunos cientos, varios de ellos complicados por otras enfermedades.
O sea, en concreto no hay hechos suficientes que justifiquen esta “pandemia” de locura ni estas medidas que ni la KGB ni la Gestapo se atrevieron a adoptar. Pero nadie parece sospechar que hay algo “podrido” detrás de esta demencia colectiva. Por eso me veo obligado a escribir estas líneas para alertar a los lectores que es casi cierto que estamos siendo manipulados por una poderosa fuerza mundial (la misma que ha impuesto la “agenda” de la revolución moral feminista, homosexualista, abortista y de amor libre) y que dejarse embaucar por ella es una manera que mostrar que la humanidad está al borde de caer en la credulidad culpable que será el clima psicológico y moral en el que el anticristo será aceptado sin admitir réplica. Previendo la credulidad culpable de los hombres en el anticristo, dijo Nuestro Señor. “Yo vine en nombre de mi Padre y no me recibís; si otro viniere de su propia autoridad, a aquel le recibiréis” (S.Juan 5, 43).
Por lo tanto, estimado lector, manténgase al margen de esta idiotización colectiva y cuide su alma, conserve la libertad de su inteligencia y de su voluntad y espere que este “globo” se desinfle, como esperemos que ocurrirá porque no creo que hayan llegado ya los tiempos del anticristo, aunque estamos más cerca que antes.
Cosme Beccar Varela
Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de PrisioneroEnArgentina.com
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Marzo 12, 2020