En el sombrío submundo criminal peruano, pocos nombres evocan tanto miedo y notoriedad como Erick Moreno Hernández, conocido infamemente como “El Monstruo”. Anteriormente un mototaxista de perfil bajo en el distrito de Comas, la transformación de Moreno en el hombre más buscado del Perú es una escalofriante historia de ambición, brutalidad y un imperio criminal en expansión que ahora se extiende por varios países.
Nacido en Ica en 1991, sus primeros roces con la delincuencia fueron menores: robo de autos, extorsión y narcotráfico a pequeña escala. Pero a mediados de la década de 2010, había escalado posiciones en el submundo criminal de Lima, tomando finalmente las riendas de Los Injertos del Cono Norte, una banda conocida por sus secuestros, sicariato y extorsión. Su ascenso se caracterizó por una eficiencia despiadada y una habilidad especial para evadir a las fuerzas del orden, lo que le valió el apodo de El Monstruo, tanto por parte de las aterrorizadas víctimas como de la frustrada policía.
Su historial criminal se lee como un expediente de terror. En 2020, ordenó el sonado secuestro de los empresarios Milton Corales Cala y Érica Frutillo Fernández. La operación de rescate terminó en tragedia cuando un policía fue asesinado por los sicarios de Moreno. En 2023, orquestó el secuestro de Valeria Vásquez Barrientos, de 12 años, exigiendo 3 millones de soles por su liberación. Aunque fue liberada cinco días después, el trauma resonó en todo el país. Otra víctima, Lucero Trujillo, logró una audaz fuga, arrojando luz sobre las brutales tácticas de la pandilla y la participación directa de Moreno.
A pesar de una condena de 32 años de prisión dictada en ausencia por delitos que van desde homicidio hasta narcotráfico, Moreno sigue prófugo. Sin embargo, su influencia está lejos de disminuir. Informes de inteligencia sugieren que continúa dirigiendo operaciones desde el extranjero, con redes activas en Brasil, Paraguay y Bolivia. Una reciente redada fallida en São Paulo confirmó su presencia en Brasil, aunque escapó por poco de ser capturado. Las autoridades encontraron pertenencias personales en el lugar de los hechos, lo que indica que recibió el aviso justo a tiempo.
El gobierno peruano ha ofrecido una recompensa de un millón de soles por su cabeza, una de las más altas jamás ofrecidas por un criminal no terrorista en la historia del país. Grabaciones de audio difundidas por periodistas de investigación revelan que Moreno admite haber extorsionado a su propia madre, declarando escalofriantemente: “Yo vivo de eso… No pienso retirarme”.
A medida que las fuerzas del orden intensifican su persecución, El Monstruo se ha convertido en algo más que un fugitivo: es un símbolo de la lucha del Estado por contener el crimen organizado. Su historia expone la fragilidad de la seguridad urbana, el alcance de las bandas transnacionales y el coste humano de la impunidad. Por ahora, Erick Moreno Hernández sigue siendo un fantasma en el sistema, un monstruo que sigue suelto.
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Nacido en Ica en 1991, sus primeros roces con la delincuencia fueron menores: robo de autos, extorsión y narcotráfico a pequeña escala. Pero a mediados de la década de 2010, había escalado posiciones en el submundo criminal de Lima, tomando finalmente las riendas de Los Injertos del Cono Norte, una banda conocida por sus secuestros, sicariato y extorsión. Su ascenso se caracterizó por una eficiencia despiadada y una habilidad especial para evadir a las fuerzas del orden, lo que le valió el apodo de El Monstruo, tanto por parte de las aterrorizadas víctimas como de la frustrada policía.
Su historial criminal se lee como un expediente de terror. En 2020, ordenó el sonado secuestro de los
empresarios Milton Corales Cala y Érica Frutillo Fernández. La operación de rescate terminó en tragedia cuando un policía fue asesinado por los sicarios de Moreno. En 2023, orquestó el secuestro de Valeria Vásquez Barrientos, de 12 años, exigiendo 3 millones de soles por su liberación. Aunque fue liberada cinco días después, el trauma resonó en todo el país. Otra víctima, Lucero Trujillo, logró una audaz fuga, arrojando luz sobre las brutales tácticas de la pandilla y la participación directa de Moreno.
A pesar de una condena de 32 años de prisión dictada en ausencia por delitos que van desde homicidio hasta narcotráfico, Moreno sigue prófugo. Sin embargo, su influencia está lejos de disminuir. Informes de inteligencia sugieren que continúa dirigiendo operaciones desde el extranjero, con redes activas en Brasil, Paraguay y Bolivia. Una reciente redada fallida en São Paulo confirmó su presencia en Brasil, aunque escapó por poco de ser capturado. Las autoridades encontraron pertenencias personales en el lugar de los hechos, lo que indica que recibió el aviso justo a tiempo.
El gobierno peruano ha ofrecido una recompensa de un millón de soles por su cabeza, una de las más altas jamás ofrecidas por un criminal no terrorista en la historia del país. Grabaciones de audio difundidas por periodistas de investigación revelan que Moreno admite haber extorsionado a su propia madre, declarando escalofriantemente: “Yo vivo de eso… No pienso retirarme”.
A medida que las fuerzas del orden intensifican su persecución, El Monstruo se ha convertido en algo más que un fugitivo: es un símbolo de la lucha del Estado por contener el crimen organizado. Su historia expone la fragilidad de la seguridad urbana, el alcance de las bandas transnacionales y el coste humano de la impunidad. Por ahora, Erick Moreno Hernández sigue siendo un fantasma en el sistema, un monstruo que sigue suelto.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 26, 2025