EL POLICÍA QUE SIRVE ES EL MUERTO

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  Por GONZALO P. MIÑO

 

VEMOS LA SITUACIÓN DESDE EL BALCÓN. 

 

Esta semana asistimos, casi en vivo y en directo, al triste espectáculo de ver a un nuevo policía asesinado, al recibir una certera puñalada a la altura del corazón.

No hace falta ser un experto en seguridad ni un perito criminalista para advertir que el joven policía murió, simplemente por dudar en cómo proceder. Basta con solo imaginarnos lo que debe haber pensado el muchacho, en esas fracciones de segundos: “si lo toco voy preso, me pasan a disponibilidad, pierdo el 50% de mi sueldo, mis jefes no me defenderán, me someterán al escarnio público a mí y a mi familia, soy tapa de todos los diarios, no laburo nunca más”; el atacante no dudó y lo mató.

Y es que seguramente este policía, como cualquier otro, llevaba en su mente dos emblemáticos hechos que lo marcaron a fuego. El caso Chocobar, quien abatió a un delincuente que minutos antes había apuñalado a un turista para robarle la cámara de fotos mientras intentaba darse a la fuga o el del policía que derribó de una patada en el pecho a una persona que amenazaba con un cuchillo a transeúntes en la calle. Ambos dieron la orden de deponer la actitud y arrojar el cuchillo, los delincuentes no lo hicieron. Cumplieron con su deber y hoy están separados de la fuerza, pasados a disponibilidad, cobran el 50% de su sueldo y esperan un juicio oral, sin mencionar la vejación publica a la que fueron sometidos por los medios periodísticos.

Y es que el policía ya no sabe cómo actuar. Si actúa lo cuestionan, si no lo hace también lo cuestionan.  De hecho, vemos visto desfilar en los programas de televisión a funcionarios, expertos y hasta ex jefes de policía que discurren en cuanto a cómo debe proceder un policía en estos casos. Que debía ponerse a cinco metros, a diez, que use el arma, que no la use, que hizo bien, que hizo mal. Moraleja, si los propios encargados de diseñar la política de seguridad no se ponen de acuerdo en cómo debe actuar un policía, que podemos exigirle a los jóvenes policías que caminan las calle todos los días.

Desde hace años asistimos a la degradación del policía. La “yuta”, el “covani”, el “pitufo”, la “gorra”. Desde los medios de comunicación, azuzados por los gobiernos de turno y los empoderados organismos de derechos humanos, se destruye al policía día a día. Instalaron la perversidad de lo que llamaron “la doctrina Chocobar” y el concepto de “la maldita policía”; concepto acuñado por los terroristas que intentaron copar el cuartel de la Tablada en Enero del año 1989, cuando la policía de la Provincia de Buenos Aires rodeo rápidamente el regimiento y les impidió la fuga. Una policía, que como en todo el país, combatieron al terrorismo igual que en los 70, a “pecho pelado”, sin chalecos antibalas y con rudimentario armamento.

Mientras tanto el gobierno, consustanciado con esta ideología, corre el eje de la discusión, justamente para evitar discutir el fondo de la cuestión y pone el acento en los problemas psiquiátricos del atacante y de paso echarle la culpa a Rodríguez Larreta  porque “su policía” no actuó. Una miserable actitud. Como si el policía tendría que haber congelado la situación y haber averiguado primero la situación psicológica del portar de un impresionante cuchillo para luego decidir qué hacer o que el policía muerto debió ser un policía de la ciudad y no un policía federal. Eso sí, no hay pistola taser ni cambio de protocolos de actuación, pues el mejor policía es el policía muerto.

Reconozcamos que algo de responsabilidad tenemos en todo esto. Como sociedad nos hemos dejado arrastrar al “implantado trauma” sobre lo sucedido en los años 70 y  en voz baja los revindicamos pero en público los avergonzamos, en el mejor de los casos hacemos silencio; esquizofrénicamente exigimos orden pero sin represión. Somos de la gran mayoría de los voces que nos declaramos neutrales, entre una minoría que ataca a la policía y otra minoría que la defiende, somos los que viven la situación desde “el balcón”.

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Septiembre 28, 2020, un instante antes de la muerte de Juan Pablo Roldán, Oficial Inspector de la Policía Federal Argentina
Diciembre 08, 2017, el policía Luis Chocobar, abate un delincuente menor de edad que terminaba de aplicarle más de 10 puñaladas a un turista estadounidense, con fines de robo.

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Agosto 20, de 2020 el Policía Esteban Ramírez, ileso, su atacante muerto. Fue duramente criticado por numerosos medios periodísticos. Hoy procesado, espera su juicio en libertad.

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PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 4, 2020


 

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