Emilio Guillermo Nani, Teniente Coronel (R)

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 Escribe Jorge B. Lobo Aragón.

 

Los héroes de guerra, los que han jugado su vida por la patria se merecen todos los honores, todos los privilegios, todas las atenciones, todas las desigualdades a su favor y obviamente en caso de ser juzgado todas las garantías del debido proceso y la igualdad ante la ley.

 

Opinión:

 

En todas los países que alguna vez tuvieron que lamentablemente enfrentarse y trenzarse en una guerra con distintos ideales pero con abnegación, haciendo gala de amor a sus patrias. Siempre al volver la paz o cuando reinó la paz, cada nación rindió homenaje a sus héroes, a sus queridos muertos, a los venerables veteranos. Al concepto general de que los ciudadanos son iguales, bien vale la pena modificarlo separando dos clases: el ciudadano común y los héroes de guerra. Los que han jugado su vida por la patria y se merecen todos los honores, todos los privilegios, todas las atenciones, todas las desigualdades a su favor. En casi todos los países no solamente los cercanos al nuestro sino también los del primer mundo los héroes sobrevivientes aún hoy son tratados con reverencia. Eso, que la comunidad ofrende su respeto a los que han perdido la vida por defenderla y a los que no ha sido voluntad de Dios llevarlos, pero igualmente la expusieron ante el enemigo, es una obligación nacida de la más elemental decencia. Seríamos unos canallas despreciables regateando ese homenaje. Pero, además, honrar a los que nos defendieron es la mínima política de conservación, de defensa. Ver que a los que han expuesto su vida por la patria se los aplaude los 2 de abril y que los demás días tienen que andar buscando un trabajito, gestionado por ellos – cuando debiera ser la sociedad la que espontáneamente se ofrezca – y que se les conceda algún beneficio de los que los burócratas usufructúan como merecidas conquistas sociales, es una burla. ¿No es acaso esto una vergüenza que está proclamando que somos una sociedad que no se merece el esfuerzo de sus hijos? Muchos héroes de tierra mar y aire murieron, y son igualmente respetables los que pusieron su pecho al peligro y no murieron. Que se haya llegado a la derrota significa que a la nación hay que defenderla mejor, no que no deba defendérsela. Aquel gobierno militar inmediatamente después -lo mismo que los gobiernos civiles que lo sucedieron- se impuso la tarea de “desmalvinizar”, o “endemoniarlos”. Y para desmalvinizar o vaya saber que propósito infame se considera a los respetables veteranos como a simples “chicos” a los que es preciso tirarles alguna propina. Y no es así. Ellos, se merecen el homenaje permanente de la patria. Lo que está pasando en la actualidad con, Emilio Guillermo Nani, Teniente Coronel (R) que pidió asilo político y quedó detenido este viernes en Mar del Plata, acusado por supuestos delitos de lesa humanidad es propio de una grieta absolutamente injusta en muchos casos, exacerbada por un gobierno populista y totalmente sectarista. El militar se negó a declarar ante el juez titular del Juzgado Federal N° 3 y subrogante del N° 1, doctor Santiago Inchausti. El ex militar está acusado, por un lado, de haber participado en la privación ilegal de la libertad y la tortura de unas 60 personas, y por otro de ser parte de una asociación ilícita. Pero es inconcebible que a los 71 años, un militar que cuenta con un alto perfil entre sus pares ya que fue condecorado dos veces: primero por su actuación en la guerra de Malvinas, donde fue herido gravemente en dos oportunidades; y luego por su participación en la recuperación del Regimiento de La Tablada, en 1989, en donde sufrió la pérdida de un ojo, en combate. Militar que durante los años 70 fue parte del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 con asiento en Mar del Plata, sin prueba alguna o sin garantía de un debido proceso sea vituperado y humillado de una manera inimaginable. Decía sarmiento y debemos recordarlos “desgraciados los pueblos a los que se les agote ese instinto por mantener la salud colectiva. Los ciudadanos de tales pueblos serán tratados como presidiarios.” No debemos bajar los brazos en este empeño que, para todo hombre, debe ser primordial que las personas y especialmente nuestros héroes sean juzgados conforme las reglas de la sana crítica y con argumentos legales válidos y pruebas que demuestres certeza. Que en caso de duda debe prevalecer como a todo hombre sometido a un proceso valido el principio indubio pro reo. En la duda a favor del reo. El principio de inocencia que es la garantía por excelencia de que son las pruebas no los jueces lo que condenan. La Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reconocido de alguna manera una garantía. Muchos todavía están enceguecidos por el odio y la venganza que debe acabar sin olvidar las causas injustas y con pruebas que deben ser condenadas.

 

Dr. Jorge B. Lobo Aragón

San Miguel de Tucumán
jorgeloboaragon@gmail.com

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