El colapso de la compañía energética Enron en diciembre de 2001 precipitó lo que se convertiría en la investigación de delitos de fraude más compleja en la historia del FBI.
Los altos funcionarios de la empresa con sede en Houston engañaron a los inversores y se enriquecieron mediante complejos trucos contables como la sobrevaloración de activos para aumentar el flujo de caja y las declaraciones de ganancias, lo que hizo que la empresa fuera aún más atractiva para los inversores.
Cuando Enron se declaró en quiebra en diciembre de 2001 y se llevó consigo los ahorros de miles de empleados y accionistas, la oficina local del FBI en Houston asignó dos agentes para investigar.
Powers
En cuestión de semanas, el número de agentes y personal de apoyo asignados al caso aumentó a 45, muchos de ellos cuidadosamente seleccionados de las oficinas de campo de todo el país por su experiencia a la hora de atravesar incluso los rastros documentales más tortuosos.
La magnitud del caso impulsó la creación del Grupo de Trabajo Enron compuesto por múltiples agencias, una combinación única de investigadores y analistas del FBI, la División de Investigación Criminal del Servicio de Impuestos Internos, la Comisión de Bolsa y Valores y fiscales del Departamento de Justicia. Justicia.
En enero de 2002, agentes ejecutaron un registro por consentimiento del edificio de 50 pisos de la sede corporativa de Enron. La búsqueda duró nueve días y los investigadores desenterraron documentos críticos y obtuvieron más de 400 cajas de pruebas. Al mismo tiempo, los agentes realizaron más de 100 entrevistas que ayudaron a identificar nuevas pistas para los investigadores.
En febrero de 2002, la junta directiva de Enron, fundada por Ken Lay, emitió conclusiones de su propia investigación interna (el Informe Powers, llamado así por William Powers Jr., jefe del comité especial de investigación que lo redactó) que decía que los ejecutivos de Enron cosecharon millones utilizando una red de asociaciones para generar ganancias falsas y ocultar la verdadera deuda de Enron. El Informe Powers “era una mina de oro”, dijo el agente especial supervisor retirado Michael E. Anderson, quien dirigió el Grupo de Trabajo sobre Enron en Houston.
Los agentes que se especializan en recuperar evidencia forense de computadoras recolectaron más de cuatro terabytes (imagínense 4.000 copias de una enciclopedia) de datos digitalizados, incluidos correos electrónicos de más de 600 empleados. Mientras tanto, el Laboratorio Regional de Informática Forense de Houston procesó alrededor de 30 terabytes de datos, dando aún más sentido al rastro documental y señalando pistas importantes para los investigadores.
Los analistas financieros revisaron cientos de cuentas bancarias y de corretaje para rastrear compras fraudulentas, lo que resultó fundamental para obtener órdenes de restricción, incautar más de 168 millones de dólares en activos y respaldar cargos por uso de información privilegiada. Se confiscaron más de 105 millones de dólares para ayudar a compensar a las víctimas.
Lo que surgió de la investigación fue un mosaico de esquemas interrelacionados (algunos apenas más que humo y espejos) que derribaron a una empresa que alguna vez contó con ingresos anuales de más de 150 mil millones de dólares. Enron estafó a California, vendiendo energía a las atribuladas empresas de servicios públicos del estado a precios excesivamente inflados. Los funcionarios exageraron la incipiente empresa de banda ancha de la compañía, elevando el precio de las acciones de la compañía a la estrella de la aún incipiente burbuja de Internet. La compañía también sobrevaluó sus activos internacionales en miles de millones para generar flujo de efectivo y manipuló sus declaraciones de ganancias trimestrales para mantener contento a Wall Street y mantener a flote el precio de sus acciones.
En total, los agentes realizaron más de 1.800 entrevistas, recopilaron más de 3.000 cajas de pruebas y analizaron más de cuatro terabytes de datos digitalizados.
Lay
La investigación de cinco años llevó a que el jurado condenara a altos funcionarios de Enron que se enriquecieron engañando a los inversores con contabilidad falsa y declaraciones de culpabilidad de muchos otros que estaban involucrados en ello.
Veintidós personas han sido condenadas por sus acciones relacionadas con el fraude, incluido el director ejecutivo, el presidente/director de operaciones, el director financiero, el tesorero, el director de contabilidad y los jefes de unidades de negocios de Enron.
“Los esfuerzos del Enron Task Force dieron como resultado la convicción de casi todo el equipo de gestión ejecutiva de Enron”, dijo el Sr. Anderson. “El grupo de trabajo representó un grupo de trabajo modelo: las agencias participantes trabajaron juntas desinteresadamente y eficazmente para lograr resultados significativos. El caso demostró a Wall Street y a la comunidad empresarial que tendrán que rendir cuentas”.
“Enron era una empresa en la que estaba bien mentir; estaba bien hacer trampa siempre y cuando ganaras dinero para la empresa. Y esa actitud era permisible hasta en los niveles más altos de la empresa. Tanto Skilling como Lay [los ex directores ejecutivos de Enron] estuvieron de acuerdo con eso y permitieron a los empleados, toleraron las transgresiones siempre que los empleados ganaran dinero para la empresa”, continuó el Sr. Anderson.
Anderson dijo que fueron las miles de víctimas, los empleados trabajadores que perdieron sus pensiones y el deseo de responsabilizar a los responsables del fracaso de Enron, lo que motivó a los agentes, analistas y otros miembros del Grupo de Trabajo Enron a seguir adelante. sobre el caso masivo.
“Perdieron sus jubilaciones, su seguro médico, sus medios de vida. Eso mantuvo a todos interesados en seguir adelante a pesar de los enormes sacrificios personales inherentes a trabajar en un caso importante durante más de cinco años”, dijo el agente especial Anderson. “Si les sirve de consuelo, los responsables de este fraude fueron castigados por ello”.
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Los altos funcionarios de la empresa con sede en Houston engañaron a los inversores y se enriquecieron mediante complejos trucos contables como la sobrevaloración de activos para aumentar el flujo de caja y las declaraciones de ganancias, lo que hizo que la empresa fuera aún más atractiva para los inversores.
Cuando Enron se declaró en quiebra en diciembre de 2001 y se llevó consigo los ahorros de miles de empleados y accionistas, la oficina local del FBI en Houston asignó dos agentes para investigar.
En cuestión de semanas, el número de agentes y personal de apoyo asignados al caso aumentó a 45, muchos de ellos cuidadosamente seleccionados de las oficinas de campo de todo el país por su experiencia a la hora de atravesar incluso los rastros documentales más tortuosos.
La magnitud del caso impulsó la creación del Grupo de Trabajo Enron compuesto por múltiples agencias, una combinación única de investigadores y analistas del FBI, la División de Investigación Criminal del Servicio de Impuestos Internos, la Comisión de Bolsa y Valores y fiscales del Departamento de Justicia. Justicia.
En enero de 2002, agentes ejecutaron un registro por consentimiento del edificio de 50 pisos de la sede corporativa de Enron. La búsqueda duró nueve días y los investigadores desenterraron documentos críticos y obtuvieron más de 400 cajas de pruebas. Al mismo tiempo, los agentes realizaron más de 100 entrevistas que ayudaron a identificar nuevas pistas para los investigadores.
En febrero de 2002, la junta directiva de Enron, fundada por Ken Lay, emitió conclusiones de su propia investigación interna (el Informe Powers, llamado así por William Powers Jr., jefe del comité especial de investigación que lo redactó) que decía que los ejecutivos de Enron cosecharon millones utilizando una red de asociaciones para generar ganancias falsas y ocultar la verdadera deuda de Enron. El Informe Powers “era una mina de oro”, dijo el agente especial supervisor retirado Michael E. Anderson, quien dirigió el Grupo de Trabajo sobre Enron en Houston.
Los agentes que se especializan en recuperar evidencia forense de computadoras recolectaron más de cuatro terabytes (imagínense 4.000 copias de una enciclopedia) de datos digitalizados, incluidos correos electrónicos de más de 600 empleados. Mientras tanto, el Laboratorio Regional de Informática Forense de Houston procesó alrededor de 30 terabytes de datos, dando aún más sentido al rastro documental y señalando pistas importantes para los investigadores.
Los analistas financieros revisaron cientos de cuentas bancarias y de corretaje para rastrear compras fraudulentas, lo que resultó fundamental para obtener órdenes de restricción, incautar más de 168 millones de dólares en activos y respaldar cargos por uso de información privilegiada. Se confiscaron más de 105 millones de dólares para ayudar a compensar a las víctimas.
Lo que surgió de la investigación fue un mosaico de esquemas interrelacionados (algunos apenas más que humo y espejos) que derribaron a una empresa que alguna vez contó con ingresos anuales de más de 150 mil millones de dólares. Enron estafó a California, vendiendo energía a las atribuladas empresas de servicios públicos del estado a precios excesivamente inflados. Los funcionarios exageraron la incipiente empresa de banda ancha de la compañía, elevando el precio de las acciones de la compañía a la estrella de la aún incipiente burbuja de Internet. La compañía también sobrevaluó sus activos internacionales en miles de millones para generar flujo de efectivo y manipuló sus declaraciones de ganancias trimestrales para mantener contento a Wall Street y mantener a flote el precio de sus acciones.
En total, los agentes realizaron más de 1.800 entrevistas, recopilaron más de 3.000 cajas de pruebas y analizaron más de cuatro terabytes de datos digitalizados.
La investigación de cinco años llevó a que el jurado condenara a altos funcionarios de Enron que se enriquecieron engañando a los inversores con contabilidad falsa y declaraciones de culpabilidad de muchos otros que estaban involucrados en ello.
Veintidós personas han sido condenadas por sus acciones relacionadas con el fraude, incluido el director ejecutivo, el presidente/director de operaciones, el director financiero, el tesorero, el director de contabilidad y los jefes de unidades de negocios de Enron.
“Los esfuerzos del Enron Task Force dieron como resultado la convicción de casi todo el equipo de gestión ejecutiva de Enron”, dijo el Sr. Anderson. “El grupo de trabajo representó un grupo de trabajo modelo: las agencias participantes trabajaron juntas desinteresadamente y eficazmente para lograr resultados significativos. El caso demostró a Wall Street y a la comunidad empresarial que tendrán que rendir cuentas”.
“Enron era una empresa en la que estaba bien mentir; estaba bien hacer trampa siempre y cuando ganaras dinero para la empresa. Y esa actitud era permisible hasta en los niveles más altos de la empresa. Tanto Skilling como Lay [los ex directores ejecutivos de Enron] estuvieron de acuerdo con eso y permitieron a los empleados, toleraron las transgresiones siempre que los empleados ganaran dinero para la empresa”, continuó el Sr. Anderson.
Anderson dijo que fueron las miles de víctimas, los empleados trabajadores que perdieron sus pensiones y el deseo de responsabilizar a los responsables del fracaso de Enron, lo que motivó a los agentes, analistas y otros miembros del Grupo de Trabajo Enron a seguir adelante. sobre el caso masivo.
“Perdieron sus jubilaciones, su seguro médico, sus medios de vida. Eso mantuvo a todos interesados en seguir adelante a pesar de los enormes sacrificios personales inherentes a trabajar en un caso importante durante más de cinco años”, dijo el agente especial Anderson. “Si les sirve de consuelo, los responsables de este fraude fueron castigados por ello”.
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Marzo 4, 2024