¿ES EL ASADO DE TIRA PATRIMONIO CULTURAL DE LOS ARGENTINOS; O DE LA HUMANIDAD?

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  Por Claudio Valerio.

 

“No se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama”.

 

Entendemos que Patrimonio es: herencia. Relacionado a la palabra “pater”…  es aquello que nos fue legado por el padre. Por lo tanto lo patrimonial nos identifica con algo de lo que formamos parte…con un origen común. Es decir con nuestra identidad. La condición patrimonial de un elemento tangible o intangible dependerá de la valoración que la comunidad haga de él, de la importancia que le otorgue, pero su preservación, difusión y protección siempre debe provenir del Estado. Ya que los individuos son los que crean cultura y es el Estado quien posee los mecanismos de resguardo. La protección de bienes patrimoniales sólo puede lograrse cuando se los detecta y vislumbra como tales y se dispone de su salvaguarda a través de la implementación de leyes adecuadas. Esto puede lograrse a desde diferentes niveles y ámbitos, Por ejemplo a nivel internacional por medio de Declaraciones de la Unesco, a nivel Nacional por medios de  Leyes como la Nro 25743 de protección del Patrimonio natural arqueológico y paleontológico de la Argentina y a nivel Municipal con ordenanzas que regulen, controlen y delimiten todas las acciones relacionadas a los bienes culturales de su comunidad.

En el pasado de toda comunidad se encuentra la fuente de su identidad, construida con multiplicidad de elementos exógenos y propios, variadas costumbres y tradiciones; estilos de vida que al mestizarse con otros fueron dando paso a un nuevo perfil. Este conjunto de acciones o elementos repetidos en el tiempo y transferidos de generación a generación forman parte del Patrimonio cultural de un lugar.

Es bien sabido que el conocimiento y el acercamiento de las comunidades hacia lo patrimonial ha ido cambiando, con el tiempo, en la medida en que espacios como los museos se han ido ‘aggiornando’ y permitiendo la incorporación de tecnología, a la vez que han flexibilizado sus políticas y han abierto sus puertas al público a fin de, paradójicamente, no tuvieran que cerrarlas definitivamente; en los últimos tiempos  han tomado mayor auge elementos del patrimonio cultural que antiguamente pasaban desapercibidos.

Las costumbres gastronómicas, los rituales a la hora de comer y los elementos asociados a estos rituales, forman parte de situaciones cotidianas que por ordinarias y comunes no dejan de tener su encanto e importancia.  Ellas han trascendido épocas y escenarios disimiles, marcan una conducta alimentaria que brinda material de estudio no solo  a las ciencias sociales sino a  las naturales: historiadores y antropólogos toman de ellas multiplicidad de datos que, aún hoy, si las traspolamos en el tiempo pueden ser analizadas.

La alimentación es un asunto vital para los seres humanos, la preparación de alimentos cocidos por el fuego tiene una larga historia que está íntimamente entrelazada a la evolución del ser humano.  El acto de comer y la conducta alimentaria, implican un hecho  necesario para la supervivencia, pero no es meramente un hecho biológico sino también un hecho social en el que se vincula el hombre biológico al hombre social.

Los alimentos, las recetas y los elementos intervinientes en su preparación, a través de los ritos, hablan silenciosamente el idioma de lo intangible. Es posible verlos como símbolos que representan comunidades en un contexto histórico y sus preferencias. Y si pensamos en relación al patrimonio; ¿qué es lo que hace valioso un objeto o acto, y que este trascienda en el tiempo? Podemos ensayar varias respuestas: La aceptación por gran parte de la comunidad, el uso cotidiano, la valorización por parte de otras comunidades y aceptación de su uso…  ¿Porque es tan importante su reconocimiento, puesta en valor y protección? Porque se trata de un elemento constitutivo de la identidad de la comunidad que lo origino, rasgo que la individualiza y la hace única.

El primer frigorífico de Sudamérica, el The River Plate Fresh Meat Co. Ld. Fundado en 1882 por los hermanos Drabble en la ciudad bonaerense de Campana, fue el que inició el comercio de carnes para Europa. Este emprendimiento industrial ponía énfasis en los medios de transporte por vía marítima, como también del ferrocarril.

Cabe cuestionarse qué tipo de políticas culturales existen en la actualidad. ¿Son flexibles, educadoras, formadoras de agentes culturales? Siendo más específicos y en relación al asado de tira y su reconocimiento como bien cultural, existen dos proyectos presentados uno por la Diputada Sandra Paris de la Provincia de Buenos Aires, y el otro por el Diputado Alberto Asseff de la Nación; para ambos casos se indica  la importancia de su valoración y el procurar el nombramiento de la ciudad de Campana como Capital Provincial para un caso y Nacional, para el otro,  del Asado de Tira.

Iniciativas como estas demuestran un progreso en la manera de abordar los temas relacionados a lo cotidiano  e identitario. Nos posibilitan, además, analizar el bien cultural en cuestión desde tres puntos de vista: el histórico y su impacto en el medio, el social y su impacto en las personas y económico y su impacto en el desarrollo local. Dan fe  de esto también, la multiplicidad de fiestas regionales desarrolladas alrededor de comidas propias del lugar o de sus productos locales. Y es que porque cada uno de estos productos o ceremonias destacadas y rescatadas del olvido (en muchos casos) proveen ricos matices que los individualizan y diferencian de otros.

El poder vislumbrar el patrimonio local, implica el desarrollo de proyectos educativos tendientes a informar a la ciudadanía acerca de lo que “es de todos”, y concientizarla acerca de su cuidado y difusión. El turismo y el desarrollo local, derivados de este, solo serán posibles luego de sentar bases de conocimiento sólidos y definir políticas culturales locales.

El ritual del asado de tira puede considerarse patrimonio cultural inmaterial, porque se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de  desarrollo sostenible.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 11, 2020


 

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