¿Por qué será que hablar de la cultura del encuentro en nuestro país, de una memoria sin ideología, de la verdad completa y de justicia, nos divide tanto a los argentinos al punto de polarizarnos? A veces me pregunto: ¿por qué no queremos avanzar hacia una país fraterno y justo para todos? Es que no es fácil transitar la verdad y, por motivos diversos, se la calla, se la oculta o se la tergiversa. Mucho de esto pasa en nuestra patria. Hablar de algunos temas no es fácil, pero hay que hablar, para no ser tildados de cobardes o de permanecer callados frente a tanta injusticia y al dolor de muchos.
Al asumir, el Obispado castrense destacaba el valor de tender puentes en un mundo de zanjas, que nos desafían a superarlas. En este primer año de labor pastoral, he observado cómo, embanderados en derechos del pasado, se cometen hoy graves, intolerables e injustificables injusticias. Aunque nos cueste escucharlo o suponga algún dolor de cabeza, la situación de muchos detenidos por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una discriminación nunca vista en democracia, llevada a cabo especialmente por algunos miembros del Poder Judicial, con el silencio cómplice de algunos de los miembros de otros poderes y de buena parte de la dirigencia nacional. Veo también silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia en nuestra patria perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades presentes. Otra deuda a saldar.
Necesitamos transitar caminos de verdad y de justicia para alcanzar la paz. No podemos mirar la historia con un ojo solo; necesitamos una mirada compasiva sobre todos aquellos a los cuales les tocó vivir la locura del enfrentamiento fratricida de aquellas épocas. Enfrentamientos en los cuales hemos perdido todos. El papa Francisco nos recordó que la misericordia no excluye la justicia y la verdad. El Dios del Preámbulo, “fuente de toda razón y justicia” para nuestra Constitución, no es el Dios vengativo y discriminador en que parecen inspirarse algunos crueles y diferenciados tratos. Debemos pedir justicia con fuerza, coraje y valentía, porque muchos hermanos argentinos mueren en las cárceles o en sus domicilios sin condena. ¿Es esto justicia?
Su Santidad dijo a unas presas de una cárcel en Chile: “Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura”. Más allá de imputaciones y penas, todo ser humano tiene dignidad, y nadie puede privarlo de ella. Todos podemos rehabilitarnos.
Monseñor Olivera y la Carta de Justicia y Concordia precedentes, enfocan el problema fundamental a resolver : re-encauzar la Justicia en el sistema constitucional argentino,condición sine qua non tanto desde el punto de vista extrictamente jurídico como de la misericordia cristiana en orden a terminar con una injusticia que por sus consecuencias indeseables para la Patria,-que hoy muestra al mundo la triste realidad de una Gran Nación que ha perdido su rumbo -, exceden las penurias de los civiles y uniformados convocados por el Estado argentino para enfrentar y derrotar, en la guerra pseudo-civil de los setenta,a las formaciones de guerrillas que la iniciaron: adoctrinadas, equipadas y entrenadas en los focos de irradiación comunista fuera de nuestras fronteras, porque todos los argentinos como afirma el citado prelado,y lo señalara también La Nación somos presos de un pasado teñido por una guerra no querida que la gran mayoría de los ciudadanos al igual que los PP, no nos merecemos.
Para abreviar,en un análisis ulterior, me remito a las referencias del ensayo titulado: LA URGENTE NECESIDAD DEL CAMBIO EN EL SISTEMA POLÍTICO Y JUDICIAL ARGENTINO,(Partes I a IV),publicado en esta misma página.
Gracias Monseñor Santiago Olivera. Gracias por acordarse de aquellos que mueren injustamente en prisión. Y si alguno hubiere cometido algún delito, ya lo han pagado.No tengo familiares presos, pero soy una agradecida a todos los uniformados que pelearon para que no flameara una bandera roja.
Excelente Monseñor, me ofrezco para juntar fondos y hacer una solicitada con este escrito. ¿qué le parece Monseñor?
Si es afirmativo, conteteme con un mail de contacto en responder. Bendiciones.
Estas expresiones anteriormente han sido pronunciadas por otros sacerdotes, pero casi siempre en voz baja y en privado, por ello hoy dignas de agradecer y destacar son las públicas y valientes palabras de Monseñor SANTIAGO OLIVERA. También buenas fueron las palabras del Papa en Chile, mas allá de estar dirigidas a mujeres en prisión por delitos cometidos que necesitaban de rehabilitación, lo cual por el tipo de causas y en la forma que se fabricaron imputaciones de los mal llamados delitos de lesa humanidad, quizás no apliquen en nuestro caso. Cordialmente CLAUDIO KUSSMAN
¿Por qué será que hablar de la cultura del encuentro en nuestro país, de una memoria sin ideología, de la verdad completa y de justicia, nos divide tanto a los argentinos al punto de polarizarnos? A veces me pregunto: ¿por qué no queremos avanzar hacia una país fraterno y justo para todos? Es que no es fácil transitar la verdad y, por motivos diversos, se la calla, se la oculta o se la tergiversa. Mucho de esto pasa en nuestra patria. Hablar de algunos temas no es fácil, pero hay que hablar, para no ser tildados de cobardes o de permanecer callados frente a tanta injusticia y al dolor de muchos.
Al asumir, el Obispado castrense destacaba el valor de tender puentes en un mundo de zanjas, que nos desafían a superarlas. En este primer año de labor pastoral, he observado cómo, embanderados en derechos del pasado, se cometen hoy graves, intolerables e injustificables injusticias. Aunque nos cueste escucharlo o suponga algún dolor de cabeza, la situación de muchos detenidos por delitos de lesa humanidad es una vergüenza para la república: una discriminación nunca vista en democracia, llevada a cabo especialmente por algunos miembros del Poder Judicial, con el silencio cómplice de algunos de los miembros de otros poderes y de buena parte de la dirigencia nacional. Veo también silenciados los sufrimientos de tantas víctimas de violencia en nuestra patria perpetrados en tiempos de democracia equiparándolos a otras impunidades presentes. Otra deuda a saldar.
Necesitamos transitar caminos de verdad y de justicia para alcanzar la paz. No podemos mirar la historia con un ojo solo; necesitamos una mirada compasiva sobre todos aquellos a los cuales les tocó vivir la locura del enfrentamiento fratricida de aquellas épocas. Enfrentamientos en los cuales hemos perdido todos. El papa Francisco nos recordó que la misericordia no excluye la justicia y la verdad. El Dios del Preámbulo, “fuente de toda razón y justicia” para nuestra Constitución, no es el Dios vengativo y discriminador en que parecen inspirarse algunos crueles y diferenciados tratos. Debemos pedir justicia con fuerza, coraje y valentía, porque muchos hermanos argentinos mueren en las cárceles o en sus domicilios sin condena. ¿Es esto justicia?
Su Santidad dijo a unas presas de una cárcel en Chile: “Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura”. Más allá de imputaciones y penas, todo ser humano tiene dignidad, y nadie puede privarlo de ella. Todos podemos rehabilitarnos.
Santiago Olivera
Obispo castrense de la Argentina
soliveracura@gmail.com
Fuente: Cartas de Lectores del diario LA NACIÓN
PrisioneroEnArgentina.com
Agosto 16, 2018
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15 thoughts on “¿Es esto justicia?”
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Monseñor Olivera y la Carta de Justicia y Concordia precedentes, enfocan el problema fundamental a resolver : re-encauzar la Justicia en el sistema constitucional argentino,condición sine qua non tanto desde el punto de vista extrictamente jurídico como de la misericordia cristiana en orden a terminar con una injusticia que por sus consecuencias indeseables para la Patria,-que hoy muestra al mundo la triste realidad de una Gran Nación que ha perdido su rumbo -, exceden las penurias de los civiles y uniformados convocados por el Estado argentino para enfrentar y derrotar, en la guerra pseudo-civil de los setenta,a las formaciones de guerrillas que la iniciaron: adoctrinadas, equipadas y entrenadas en los focos de irradiación comunista fuera de nuestras fronteras, porque todos los argentinos como afirma el citado prelado,y lo señalara también La Nación somos presos de un pasado teñido por una guerra no querida que la gran mayoría de los ciudadanos al igual que los PP, no nos merecemos.
Para abreviar,en un análisis ulterior, me remito a las referencias del ensayo titulado: LA URGENTE NECESIDAD DEL CAMBIO EN EL SISTEMA POLÍTICO Y JUDICIAL ARGENTINO,(Partes I a IV),publicado en esta misma página.
Por fin un sacerdote dando el ejemplo, lo felicito.
Muy buena carta para aquellos que deben reflexionar!
Gracias Monseñor Santiago Olivera. Gracias por acordarse de aquellos que mueren injustamente en prisión. Y si alguno hubiere cometido algún delito, ya lo han pagado.No tengo familiares presos, pero soy una agradecida a todos los uniformados que pelearon para que no flameara una bandera roja.
Y que deuda!!! tendrán que pagarla justicia y los políticos!!! . Prisioneros de guerra o ilegales muertos, familiares muertos por la pena impuesta.
Esperemos que no lo saquen.
Muy bien por el Monseñor. Que Dios lo bendiga.
Pensaba que con este gobierno se iban a contar los dos lados de la historia pero le erre feo
Tal vez la voz de Olivera sea mas fuerte
Excelente Monseñor, me ofrezco para juntar fondos y hacer una solicitada con este escrito. ¿qué le parece Monseñor?
Si es afirmativo, conteteme con un mail de contacto en responder. Bendiciones.
¡Excelente! y felicitaciones por fin un sacerdote muy valeroso.
Estas expresiones anteriormente han sido pronunciadas por otros sacerdotes, pero casi siempre en voz baja y en privado, por ello hoy dignas de agradecer y destacar son las públicas y valientes palabras de Monseñor SANTIAGO OLIVERA. También buenas fueron las palabras del Papa en Chile, mas allá de estar dirigidas a mujeres en prisión por delitos cometidos que necesitaban de rehabilitación, lo cual por el tipo de causas y en la forma que se fabricaron imputaciones de los mal llamados delitos de lesa humanidad, quizás no apliquen en nuestro caso. Cordialmente CLAUDIO KUSSMAN