ES VERDAD, DEBEMOS HACER TERAPIA, PERO COMO SOCIEDAD
ESTA FALTA DE AUTOANÁLISIS NOS HA LLEVADO A LA DEPRESIÓN Y EL DESALIENTO, LO QUE SE ESTÁ CONVIRTIENDO EN UN CASI INMODIFICABLE ESTADO DE PURA RESIGNACIÓN; QUE NOS LLEVA A PENSAR -PELIGROSAMENTE- QUE YA NO HAY SOLUCIÓN.
Esta semana el Presidente de la Nación nos mandó a hacer terapia de grupo. Lo digo en el marco de su ya olvidada y perdida guerra contra la inflación. Y la verdad, cuesta reconocerlo, pero tiene razón. Debemos hacer terapia, pero no de grupo ni por la inflación, sino como sociedad y para reflexionar porque hemos llegado a esta degradante situación como Nación.
Solo mediante terapia podremos dilucidar como logramos tener de presidente a una persona que a las siete de tarde se dedicaba a mirar Netflix y que es más adicto a los torneos de bridge que a gobernar y ahora, a un alienado de la realidad más adicto a las fiestas VIP que a terminar con los problemas de los argentinos. Y mejor no hablar del matrimonio que nos gobernó antes, porque allí no hay simposio de terapeutas que nos arregle como sociedad.
Y es que nunca como sociedad nos hemos puesto a reflexionar, porque insistimos en hipotecar nuestro futuro. Porque no podemos asumir definitivamente nuestros errores como ciudadanos, para dejar de lado esa adolescente actitud de echarle la culpa a una conspiración interplanetaria de todo lo que nos pasa.
Algún día, en un algún momento, de algún año, deberemos asumir que la culpa de todo lo que nos pasa es absolutamente nuestra.
Nos bancamos las mentiras y los relatos de los gobiernos de turno sin chistar. Es más, las repetimos públicamente porque es lo políticamente correcto, aunque por lo bajo reneguemos de ello. Nos hemos acostumbrado a sobrevivir, ya no vivimos como personas dignas, pensando que algún día los dioses del Olimpo se apiadarán de nosotros y mágicamente volveremos a ser ese gran país que algún día fuimos.
Nos hemos convertido en una sociedad maniaca-depresiva. Queremos orden, pero sin poner límites. Queremos seguridad, pero sin represión. Queremos cambios, pero sin que en realidad nada cambie. Queremos arreglar este país, pero sin pagar el costo del arreglo. Pasamos de la tristeza a la alegría, del bienestar al derrotismo, con suma facilidad.
Nos quedamos en la critica barata, pero sin involucramos en los asuntos públicos. Nuestro gran lema ha sido y es: “animemosno y vayan”.
Como decía el gran Domingo Faustino Sarmiento: “Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno.”
Todo ello no excluye que nuestra clase dirigente también debería hacer terapia y luego de ello pedirle perdón a todas la sociedad. Deberían pedir perdón por haberse convertido en una casta privilegiada, alejada de la realidad de cada argentino, sumidos en su propio mundo y mirando su propio canal. Enajenados por los obscenos sueldos que cobran y los privilegios que se auto dan, absolutamente apartados de la pobreza que hoy reina en nuestro país. Solo se ocupan de sus propios intereses e ignoran los de sus votantes. Alegría para unos pocos y tristeza para la mayoría.
Para bajar la pobreza, hay que bajar la inflación y para ello se necesita un plan económico en serio y no terapia de grupo.
Los diablos no aumentan los precios, sino que estos simplemente suben por la inflación y mientras el gobierno siga emitiendo dinero para financiar el festival del gasto público, los precios seguirán subiendo y la gente será cada vez más pobre.
Aunque dibujen los números y digan cualquier sandez, la pobreza sigue en aumento en nuestro país.
Como dos más dos son cuatro, no cabe otra conclusión que el diablo está en el gobierno.
Como muestra basta un botón. Este invierno será muy crudo para todos los argentinos, no solo por la pobreza que seguirá aumentando sino porque ya sabemos que faltará gas en los hogares argentinos; aunque el gobierno en su desvariado discurso nos diga que falta gas porque la gran reactivación de las empresas y por ello consumen más gas.
Ya existe faltante de gas oíl y también peligra el suministro de energía eléctrica. Todo porque el gobierno no tiene los dólares para pagar las importaciones del gasoil que se utiliza en las usinas termoeléctricas ni para abonar los barcos con Gas Natural Licuado (GNL) que en el invierno deberían entrar a los puertos bonaerenses de Escobar y Bahía Blanca.
Como siempre sucede, en caso de una crisis energética, la soga se cortará por lo más delgado y para evitar la crisis en los hogares, se cortará el suministro a las empresas. Así, la industria se enfrenta a la posibilidad de no tener gas en el invierno, lo que pondría en serio riesgo su actividad económica del país. Incluso, algunos llegan a vaticinar que podría faltar abastecimiento de Gas Natural Comprimido (GNC) en las estaciones de servicio. Total, es fácil achacarles culpa a las empresas “demoniacas”, “oligarcas” y “explotadoras”.
Esta falta de inversión y desarrollo es mera consecuencia de la enloquecida tozudez de mantener los privilegios de la casta política, a la cual seguramente no le faltara energía para alimentar sus fastuosas mansiones y lujosos departamentos.
Mientras tanto, el gobierno se sumerge en salvajes internas palaciegas, se aleja cada vez mas de la izquierda mas radicalizada y la principal oposición no acierta en ser una verdadera opción de gobierno; al mismo tiempo que nos enteramos de que a la eterna actriz se la indemniza con 12 millones de pesos por haberse autoexiliado en pleno gobierno constitucional del General Perón y a los jubilados les van a dar un bono de 6 mil pesos.
Ante la ruin situación del país, nada mejor que analizarnos como sociedad, dado que esta falta de autoanálisis nos está llevado a la depresión y el desaliento, lo que se está convirtiendo en un casi inmodificable estado de pura resignación; que nos lleva a pensar -peligrosamente- que ya no hay solución.
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Por Dr. Gonzalo P. Miño.
Esta semana el Presidente de la Nación nos mandó a hacer terapia de grupo. Lo digo en el marco de su ya olvidada y perdida guerra contra la inflación. Y la verdad, cuesta reconocerlo, pero tiene razón. Debemos hacer terapia, pero no de grupo ni por la inflación, sino como sociedad y para reflexionar porque hemos llegado a esta degradante situación como Nación.
Solo mediante terapia podremos dilucidar como logramos tener de presidente a una persona que a las siete de tarde se dedicaba a mirar Netflix y que es más adicto a los torneos de bridge que a gobernar y ahora, a un alienado de la realidad más adicto a las fiestas VIP que a terminar con los problemas de los argentinos. Y mejor no hablar del matrimonio que nos gobernó antes, porque allí no hay simposio de terapeutas que nos arregle como sociedad.
[ezcol_1half] [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] [/ezcol_1half_end]Y es que nunca como sociedad nos hemos puesto a reflexionar, porque insistimos en hipotecar nuestro futuro. Porque no podemos asumir definitivamente nuestros errores como ciudadanos, para dejar de lado esa adolescente actitud de echarle la culpa a una conspiración interplanetaria de todo lo que nos pasa.
Algún día, en un algún momento, de algún año, deberemos asumir que la culpa de todo lo que nos pasa es absolutamente nuestra.
Nos bancamos las mentiras y los relatos de los gobiernos de turno sin chistar. Es más, las repetimos públicamente porque es lo políticamente correcto, aunque por lo bajo reneguemos de ello. Nos hemos acostumbrado a sobrevivir, ya no vivimos como personas dignas, pensando que algún día los dioses del Olimpo se apiadarán de nosotros y mágicamente volveremos a ser ese gran país que algún día fuimos.
Nos hemos convertido en una sociedad maniaca-depresiva. Queremos orden, pero sin poner límites. Queremos seguridad, pero sin represión. Queremos cambios, pero sin que en realidad nada cambie. Queremos arreglar este país, pero sin pagar el costo del arreglo. Pasamos de la tristeza a la alegría, del bienestar al derrotismo, con suma facilidad.
Nos quedamos en la critica barata, pero sin involucramos en los asuntos públicos. Nuestro gran lema ha sido y es: “animemosno y vayan”.
Como decía el gran Domingo Faustino Sarmiento: “Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la de gobierno.”
Todo ello no excluye que nuestra clase dirigente también debería hacer terapia y luego de ello pedirle perdón a todas la sociedad. Deberían pedir perdón por haberse convertido en una casta privilegiada, alejada de la realidad de cada argentino, sumidos en su propio mundo y mirando su propio canal. Enajenados por los obscenos sueldos que cobran y los privilegios que se auto dan, absolutamente apartados de la pobreza que hoy reina en nuestro país. Solo se ocupan de sus propios intereses e ignoran los de sus votantes. Alegría para unos pocos y tristeza para la mayoría.
Para bajar la pobreza, hay que bajar la inflación y para ello se necesita un plan económico en serio y no terapia de grupo.
Los diablos no aumentan los precios, sino que estos simplemente suben por la inflación y mientras el gobierno siga emitiendo dinero para financiar el festival del gasto público, los precios seguirán subiendo y la gente será cada vez más pobre.
Aunque dibujen los números y digan cualquier sandez, la pobreza sigue en aumento en nuestro país.
Como dos más dos son cuatro, no cabe otra conclusión que el diablo está en el gobierno.
Como muestra basta un botón. Este invierno será muy crudo para todos los argentinos, no solo por la pobreza que seguirá aumentando sino porque ya sabemos que faltará gas en los hogares argentinos; aunque el gobierno en su desvariado discurso nos diga que falta gas porque la gran reactivación de las empresas y por ello consumen más gas.
Ya existe faltante de gas oíl y también peligra el suministro de energía eléctrica. Todo porque el gobierno no tiene los dólares para pagar las importaciones del gasoil que se utiliza en las usinas termoeléctricas ni para abonar los barcos con Gas Natural Licuado (GNL) que en el invierno deberían entrar a los puertos bonaerenses de Escobar y Bahía Blanca.
Como siempre sucede, en caso de una crisis energética, la soga se cortará por lo más delgado y para evitar la crisis en los hogares, se cortará el suministro a las empresas. Así, la industria se enfrenta a la posibilidad de no tener gas en el invierno, lo que pondría en serio riesgo su actividad económica del país. Incluso, algunos llegan a vaticinar que podría faltar abastecimiento de Gas Natural Comprimido (GNC) en las estaciones de servicio. Total, es fácil achacarles culpa a las empresas “demoniacas”, “oligarcas” y “explotadoras”.
Esta falta de inversión y desarrollo es mera consecuencia de la enloquecida tozudez de mantener los privilegios de la casta política, a la cual seguramente no le faltara energía para alimentar sus fastuosas mansiones y lujosos departamentos.
Mientras tanto, el gobierno se sumerge en salvajes internas palaciegas, se aleja cada vez mas de la izquierda mas radicalizada y la principal oposición no acierta en ser una verdadera opción de gobierno; al mismo tiempo que nos enteramos de que a la eterna actriz se la indemniza con 12 millones de pesos por haberse autoexiliado en pleno gobierno constitucional del General Perón y a los jubilados les van a dar un bono de 6 mil pesos.
Ante la ruin situación del país, nada mejor que analizarnos como sociedad, dado que esta falta de autoanálisis nos está llevado a la depresión y el desaliento, lo que se está convirtiendo en un casi inmodificable estado de pura resignación; que nos lleva a pensar -peligrosamente- que ya no hay solución.
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 4, 2022