Francia será testigo de un nuevo acto electoral el año próximo y como buen político -blandiendo los pañuelos, ya que no buscará un nuevo periodo presidencial- Francois Hollande comenzó a detallar todos sus logros y la manera en que Francia había progresado durante su mandato. Entre estos éxitos, muchos señalarían junto al nacido en Rouen que el matrimonio entre personas del mismo sexo ha sido uno de ellos. ¿Será recordado por eso, de acuerdo a sus deseos?
No creo que solo eso defina su presidencia. Hollande -sin contar a sus aplaudidores que rinden homenajes a terroristas fuera de Francia- es el presidente con más baja popularidad en la historia del país galo: 4 por ciento de opiniones positivas. Como era de esperar, sus promesas de campañas no fueron completadas (¿Algo habrá aconsejado?) Tal vez sea un logro ser el segundo mandatario electo viniendo de un ala socialista. Los ataques terroristas en su país si fueron condenados por Hollande, pero la situación que tanto golpeó a Francia, siempre pareció haberle superado.
Le changement c’est maintenant (El Cambio es ahora) fue su slogan de campaña y era una frase que prometía… cambios. Es decir, transformaciones, variaciones, giros o diferenciaciones del gobierno anterior, un Nicolas Sarkozy lleno de extravagancias, ostentaciones, frivolidades. Distanciarse de una vida de monarca que empujó a Sarkozy a perder la cabeza (La hubiera perdido sin dudas en 1789). Ese cambio implicaba e incitaba al pueblo a cambiar el rumbo y Hollande debería haber sido El Ejemplo.
A principios de su mandato si hubo un cambio, introdujo un impuesto del 75 por ciento sobre las empresas que pagan salarios de más de 1 millón de euros. La Ley del Millonario hizo que Gerard Depardieu volara de Francia convirtiéndose en ciudadano ruso (Un
gran éxito sin dudas conseguir que el talentoso actor volara) y aprobó una ley que permite a las parejas del mismo sexo casarse y adoptar niños. Cierta evidencia que Hollande quería ayudar al ciudadano común. Luego, el mandatario implantó algunas medidas por decreto y liberó la forma en que los empresarios y los trabajadores establezcan nuevas pautas de retribución por sus labores. Horas, salarios y tiempo libre, estuvieron en disputa y fueron objeto de protestas generalizadas. El pueblo esperaba que un gobierno socialista pusiera más dinero en el sobre de sus salarios y esto no sucedió.
El estado de emergencia en el cual se encuentra Francia debido a gruesos ataques terroristas tiene su historia. Entre los atentados en la editorial de la revista Charlie Hebdo, Niza y Paris -además de otros incidentes ‘menores’- hubo un saldo de 200 fallecidos. Hollande nunca tuvo un plan y siempre emparchó los huecos. Hay un aire de despreocupación en su jefatura en cómo se enseña el islam en los colegios o como asegurarse de que los inmigrantes se adapten a Francia y no Francia a los inmigrantes.
Más allá de lo que suceda en las elecciónes del próximo año, Hollande probablemente será recordado por el cambio que nunca llegó.
Francia ha tenido una relación de amor y odio con el terrorismo. En 1986, Jacques Chirac, tuvo la oportunidad de trabajar con Estados Unidos y el Reino Unido. Chirac dijo que no a la Operación El Dorado Canyon, ese operativo que mostraba en las carteleras la contienda entre Ronald Reagan vs. El dictador Khadaffi. En el año 2003 Chirac dijo que no otra vez a Estados Unidos y al Reino Unido, con su oposición a la guerra en Irak. En el año 2016, Hollande pagó tributo al terrorismo argentino arrojando flores a las aguas. Barack Obama también, usted dirá. Es un político más, contestaré. Es una respuesta simplista, usted señalará. Pero tendrá que estar de acuerdo que hasta que no cambiemos políticos por estadistas, nada cambiará.
Por Fabian Kussman.
Francia será testigo de un nuevo acto electoral el año próximo y como buen político -blandiendo los pañuelos, ya que no buscará un nuevo periodo presidencial- Francois Hollande comenzó a detallar todos sus logros y la manera en que Francia había progresado durante su mandato. Entre estos éxitos, muchos señalarían junto al nacido en Rouen que el matrimonio entre personas del mismo sexo ha sido uno de ellos. ¿Será recordado por eso, de acuerdo a sus deseos?
No creo que solo eso defina su presidencia. Hollande -sin contar a sus aplaudidores que rinden homenajes a terroristas fuera de Francia- es el presidente con más baja popularidad en la historia del país galo: 4 por ciento de opiniones positivas. Como era de esperar, sus promesas de campañas no fueron completadas (¿Algo habrá aconsejado?) Tal vez sea un logro ser el segundo mandatario electo viniendo de un ala socialista. Los ataques terroristas en su país si fueron condenados por Hollande, pero la situación que tanto golpeó a Francia, siempre pareció haberle superado.
Le changement c’est maintenant (El Cambio es ahora) fue su slogan de campaña y era una frase que prometía… cambios. Es decir, transformaciones, variaciones, giros o diferenciaciones del gobierno anterior, un Nicolas Sarkozy lleno de extravagancias, ostentaciones, frivolidades. Distanciarse de una vida de monarca que empujó a Sarkozy a perder la cabeza (La hubiera perdido sin dudas en 1789). Ese cambio implicaba e incitaba al pueblo a cambiar el rumbo y Hollande debería haber sido El Ejemplo.
A principios de su mandato si hubo un cambio, introdujo un impuesto del 75 por ciento sobre las empresas que pagan salarios de más de 1 millón de euros. La Ley del Millonario hizo que Gerard Depardieu volara de Francia convirtiéndose en ciudadano ruso (Un
gran éxito sin dudas conseguir que el talentoso actor volara) y aprobó una ley que permite a las parejas del mismo sexo casarse y adoptar niños. Cierta evidencia que Hollande quería ayudar al ciudadano común. Luego, el mandatario implantó algunas medidas por decreto y liberó la forma en que los empresarios y los trabajadores establezcan nuevas pautas de retribución por sus labores. Horas, salarios y tiempo libre, estuvieron en disputa y fueron objeto de protestas generalizadas. El pueblo esperaba que un gobierno socialista pusiera más dinero en el sobre de sus salarios y esto no sucedió.
El estado de emergencia en el cual se encuentra Francia debido a gruesos ataques terroristas tiene su historia. Entre los atentados en la editorial de la revista Charlie Hebdo, Niza y Paris -además de otros incidentes ‘menores’- hubo un saldo de 200 fallecidos. Hollande nunca tuvo un plan y siempre emparchó los huecos. Hay un aire de despreocupación en su jefatura en cómo se enseña el islam en los colegios o como asegurarse de que los inmigrantes se adapten a Francia y no Francia a los inmigrantes.
Más allá de lo que suceda en las elecciónes del próximo año, Hollande probablemente será recordado por el cambio que nunca llegó.
Francia ha tenido una relación de amor y odio con el terrorismo. En 1986, Jacques Chirac, tuvo la oportunidad de trabajar con Estados Unidos y el Reino Unido. Chirac dijo que no a la Operación El Dorado Canyon, ese operativo que mostraba en las carteleras la contienda entre Ronald Reagan vs. El dictador Khadaffi. En el año 2003 Chirac dijo que no otra vez a Estados Unidos y al Reino Unido, con su oposición a la guerra en Irak. En el año 2016, Hollande pagó tributo al terrorismo argentino arrojando flores a las aguas. Barack Obama también, usted dirá. Es un político más, contestaré. Es una respuesta simplista, usted señalará. Pero tendrá que estar de acuerdo que hasta que no cambiemos políticos por estadistas, nada cambiará.
PrisioneroEnArgentina.com
Diciembre 3, 2016
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