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  Por Fabian Kussman.

Estados Comunistas Unidos y la Unión de Repúblicas Capitalistas Soviéticas

John fue uno de los 102 pioneros que llegaron a América en el Mayflower lleno de vigor y sediento de progreso en las primeras décadas del 1600. En la colonia sembraba, cuidaba y cosechaba zapallos en la superficie que había recibido. Tom, sin embargo, había arribado junto a su esposa y seis hijos, siempre en la misma nave. Tom, si bien trabajaba su hectárea produciendo maíz o frijoles como los demás, tenía un clan que demandaba alimentos, ropas, medicinas. El suelo era fecundo, las perspectivas abrumadoras.

El sistema implementado hacía que el joven John depositara su cosecha en la misma pila que Tom, pero -al recibir sus ganancias- descubría que estaba subvencionando a la familia de este último.

El sistema estaba intoxicado. John era esclavo de su propia empresa, mientras que los familiares de Tom obtenían beneficios sin sacrificio.

El nuevo plan convirtió a John en merecedor de todas sus ganancias y obligó a Tom a modificar su procedimiento.  Ahora Tom sembraba, dos de sus hijos regaban, otros dos se deshacían de plagas, los últimos dos cosechaban y su esposa se dedicaba a bosquejar una red de venta y distribución. En esta etapa, la familia toda estaba en el negocio y obtenían lealmente el fruto de su trabajo.

John debió adquirir mas tierras y contratar empleados para competir. Creó una boca de empleo que avivó la inmigración de trabajadores.

La venta de la producción de Tom había llegado a un límite con los locales, por lo que comenzó a distribuir sus mercancías en otros horizontes asociándose con transportistas y logrando nuevos lazos comerciales.

En otro continente, Lenin se enfrentaba a la primer gran complicación un par de años luego de la Revolución de 1917. Treinta y seis millones de personas estaban en situación desesperante. Casi cinco millones de niños se encontraban deambulando por Moscú en estado salvaje. Estados Unidos creaba una comisión de caridad, logrando alimentar a diez millones de personas. Pero esto no era suficiente. Lenin se reunió con los granjeros y, traicionando la línea de Marx, los aconsejó mencionándoles que deberían arrendar más campos y contratar empleados que trabajasen para ellos. En poco tiempo, el Capitalismo salvó al Socialismo, aunque Lenin no pudo ver los resultados finales debido a un problema fundamental: su muerte. Luego de este evento, Stalin decidió volver a las ideas de Marx y ya se sabe de las hambrunas posteriores. El campesino Misha, sobreviviente de la primera crisis alimentaria soviética, de la cual salió exitoso, se vio obligado a volver -desde su campo- a trabajar para el gobierno o ser eventualmente eliminado debido a su nuevo estatus social.

Hoy los jóvenes norteamericanos quieren un mundo mejor, un sistema justo, sin pobreza ni tristeza, y a falta de nuevas ideas, resucitan el sistema socialista. El estadounidense promedio no tiene conocimiento de la historia en el mundo pasado y presente, ni mucho entienden de pronósticos. Estas nuevas voces insisten que “el patrón” debe fraccionar su fábrica y adjudicar los trozos a todos sus empleados. Es decir, tomar por la fuerza el resultado del empeño, empuje y carácter de ese capitalista, al fin, la esencia del procedimiento socialista. El sistema de libre mercado les responde: Se puede hacer en América. Se deben reunir todos esos operarios, aunar sus ahorros, invertir en maquinarias, planes de ventas y distribución, seguros, educación y tener en mente el afrontar un posible fracaso con las deudas que esto conlleva para finalmente formar una compañía. Simple. Unos le pueden llamar socialismo, otros dirían libre mercado.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Octubre 21, 2020


 

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