Los hermanos Joseph Lyle y Erik Galen Menéndez llevan más de tres décadas encarcelados por asesinar en 1989 a sus padres, José y Kitty Menéndez, en su lujosa mansión de Beverly Hills, en California. Ambos fueron declarados culpables de asesinato en primer grado y sentenciados a cadena perpetua. Sin embargo, recientemente surgieron nuevas evidencias con las que los reclusos esperan que se reabra el caso y recuperar su libertad.
Si bien los hermanos admitieron el parricidio, insisten en que mataron a sus padres por miedo y en defensa propia después de toda una vida de abusos físicos, emocionales y sexuales a manos de sus progenitores. Cliff Gardner, uno de los abogados, afirmó que existen nuevas pruebas que respaldan los reclamos, y que podrían cambiar la carátula de la causa y reducir la culpabilidad de sus clientes.
Según el letrado, se encontró una carta escrita por Erik Menéndez a su primo, Andy Cano, en diciembre de 1988, ocho meses antes del crimen. La misiva reza: “He estado tratando de evitar a papá. Todavía está pasando, Andy, pero ahora es peor para mí. Todas las noches me quedo pensando que podría entrar a mi cuarto. Tengo miedo. Está loco. Me ha advertido cien veces que no se lo diga a nadie, especialmente a Lyle”.
Cano justificó en los juicios que Erik le confesó cuando tenía 13 años, años antes del homicidio, que José Menéndez lo tocaba de forma inapropiada. En aquel momento los fiscales sugirieron que el testimonio carecía de veracidad.
Otra de las evidencias corresponde al testimonio de Roy Rosselló, exintegrante de la banda puertorriqueña Menudo, que también acusó a José de abusar sexualmente de él en la década de 1980. En aquel momento era adolescente y su grupo tenía un contrato con RCA Records, donde Menéndez era un alto ejecutivo.
“Cuando escuché sobre esto por primera vez, lloré”, afirmó Lyle Menéndez al programa. “Para mí, fue muy significativo que salieran a la luz cosas que hicieron que la gente se diera cuenta de que, al menos en parte, lo que hemos dicho sobre los abusos es verdad”, explicó.
Las pruebas mencionadas llevaron al abogado Gardner a presentar en mayo de 2023 un recurso de ‘habeas corpus’ solicitando que se anularan las condenas de sus clientes. “Estos chicos fueron abusados desde niños. Fueron abusados toda su vida. Este es un caso de homicidio culposo, no un caso de asesinato a sangre fría. Así de simple”, dijo.
En un comunicado, la Fiscalía le dijo al programa que está investigando las denuncias formuladas en la petición. No está claro cuándo un juez se pronunciará sobre la cuestión.
En la noche del domingo 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez recibieron varios disparos a quemarropa con una escopeta mientras se encontraban en la sala familiar de su vivienda. La Policía llegó a la escena después de que Lyle, entonces de 21 años, llamara al 911 y gritara: “Alguien mató a mis padres”. Lyle y su hermano Erik, que entonces tenía 18 años, dijeron más tarde a los investigadores que habían llegado a casa y encontraron a sus padres asesinados a tiros.
Al principio las autoridades creyeron que los asesinatos fueron obra de la mafia y se centraron en rivales comerciales de José. Sin embargo, comenzaron a sospechar de los hermanos luego de que estos empezaran a gastar grandes cantidades de dinero, derrochando parte de la herencia en los meses posteriores al suceso.
El caso dio un giro cuando la pareja del terapeuta de Erik y Lyle reveló a la Policía que los hermanos había confesado el crimen en una sesión, aportando una grabación de la confesión. Gracias a esto y a otras evidencias, fueron formalmente acusados en 1992.
En el juicio, que empezó un año después, los fiscales retrataron a los acusados como dos jóvenes privilegiados, narcisistas y malcriados que mataron por codicia y libertinaje, con el objetivo de heredar un patrimonio estimado en 14 millones de dólares.
Tras dos largos procesos judiciales, los hermanos fueron hallados culpables en 1996 de asesinato en primer grado y condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
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Por Nate Levin.
Los hermanos Joseph Lyle y Erik Galen Menéndez llevan más de tres décadas encarcelados por asesinar en 1989 a sus padres, José y Kitty Menéndez, en su lujosa mansión de Beverly Hills, en California. Ambos fueron declarados culpables de asesinato en primer grado y sentenciados a cadena perpetua. Sin embargo, recientemente surgieron nuevas evidencias con las que los reclusos esperan que se reabra el caso y recuperar su libertad.
Si bien los hermanos admitieron el parricidio, insisten en que mataron a sus padres por miedo y en defensa propia después de toda una vida de abusos físicos, emocionales y sexuales a manos de sus progenitores. Cliff Gardner, uno de los abogados, afirmó que existen nuevas pruebas que respaldan los reclamos, y que podrían cambiar la carátula de la causa y reducir la culpabilidad de sus clientes.
Según el letrado, se encontró una carta escrita por Erik Menéndez a su primo, Andy Cano, en diciembre de 1988, ocho meses antes del crimen. La misiva reza: “He estado tratando de evitar a papá. Todavía está pasando, Andy, pero ahora es peor para mí. Todas las noches me quedo pensando que podría entrar a mi cuarto. Tengo miedo. Está loco. Me ha advertido cien veces que no se lo diga a nadie, especialmente a Lyle”.
Cano justificó en los juicios que Erik le confesó cuando tenía 13 años, años antes del homicidio, que José Menéndez lo tocaba de forma inapropiada. En aquel momento los fiscales sugirieron que el testimonio carecía de veracidad.
Otra de las evidencias corresponde al testimonio de Roy Rosselló, exintegrante de la banda puertorriqueña Menudo, que también acusó a José de abusar sexualmente de él en la década de 1980. En aquel momento era adolescente y su grupo tenía un contrato con RCA Records, donde Menéndez era un alto ejecutivo.
“Cuando escuché sobre esto por primera vez, lloré”, afirmó Lyle Menéndez al programa. “Para mí, fue muy significativo que salieran a la luz cosas que hicieron que la gente se diera cuenta de que, al menos en parte, lo que hemos dicho sobre los abusos es verdad”, explicó.
Las pruebas mencionadas llevaron al abogado Gardner a presentar en mayo de 2023 un recurso de ‘habeas corpus’ solicitando que se anularan las condenas de sus clientes. “Estos chicos fueron abusados desde niños. Fueron abusados toda su vida. Este es un caso de homicidio culposo, no un caso de asesinato a sangre fría. Así de simple”, dijo.
En un comunicado, la Fiscalía le dijo al programa que está investigando las denuncias formuladas en la petición. No está claro cuándo un juez se pronunciará sobre la cuestión.
En la noche del domingo 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez recibieron varios disparos a quemarropa con una escopeta mientras se encontraban en la sala familiar de su vivienda. La Policía llegó a la escena después de que Lyle, entonces de 21 años, llamara al 911 y gritara: “Alguien mató a mis padres”. Lyle y su hermano Erik, que entonces tenía 18 años, dijeron más tarde a los investigadores que habían llegado a casa y encontraron a sus padres asesinados a tiros.
Al principio las autoridades creyeron que los asesinatos fueron obra de la mafia y se centraron en rivales comerciales de José. Sin embargo, comenzaron a sospechar de los hermanos luego de que estos empezaran a gastar grandes cantidades de dinero, derrochando parte de la herencia en los meses posteriores al suceso.
El caso dio un giro cuando la pareja del terapeuta de Erik y Lyle reveló a la Policía que los hermanos había confesado el crimen en una sesión, aportando una grabación de la confesión. Gracias a esto y a otras evidencias, fueron formalmente acusados en 1992.
En el juicio, que empezó un año después, los fiscales retrataron a los acusados como dos jóvenes privilegiados, narcisistas y malcriados que mataron por codicia y libertinaje, con el objetivo de heredar un patrimonio estimado en 14 millones de dólares.
Tras dos largos procesos judiciales, los hermanos fueron hallados culpables en 1996 de asesinato en primer grado y condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
PrisioneroEnArgentina.com
Marzo 6, 2024
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