Nuestra forma de actuar con los demás hace que, muy a menudo, seamos capaces de dañar y molestar a las personas que son parte de nuestro día a día, esas que nos rodean y mismo aquellas nos importan.
Los siguientes comportamientos, de naturaleza tóxica, son los que debemos evitar y, de así hacerlo, evitaremos que los demás se alejen de nuestra vida.
En primer lugar el que nos victimicemos es una postura tóxica que nos mantiene atados; la auto victimización hace que nos creamos ser una víctima de las circunstancias y, por ello, creer que no tenemos poder sobre nuestra vida. Debemos ser conscientes de esta toxicidad y darnos cuenta de que somos más poderosos de lo que inicialmente se pensaba.
Otro comportamiento tóxico es envidiar a los demás. Es mucha la gente que, en lugar centrarse en los logros personales, mira los logros de los demás. Nuestra vida es diferente a la de los demás; seamos conscientes de ello… No permitamos que la envidia se apodere de nosotros.
Los pensamientos negativos de aquellas personas que permanentemente traman y/o consideran ese tipo de pensamiento, y exclaman acerca de las terribles cosas que han sucedido, o que podrían suceder, es una actitud obsesiva. Son las que se niegan a ver las enseñanzas positivas que se puede aprender de lo acontecido y, obstinadamente, se niegan a ver el lado positivo de la vida. Ellas están enfrascadas en una mentalidad negativa, no queriendo dejar de lado la negatividad. Este tipo de personas son de las más duras que tenemos a nuestro alrededor.
Muy a menudo, nos tomamos las cosas demasiado en serio; las cosas nos las tomamos de manera muy personal y, con ello, la tristeza, la decepción y el dolor se presentan en nuestras vidas. Tengamos en cuenta que lo que se dice de nosotros, evidencian más a las personas que de nosotros. Que no nos falte de autocontrol emocional. No seamos como aquellas personas que en todo momento pierden la calma, que son emocionales en exceso y buscan alguna ayuda externa para obtener el control sobre las emociones, tratando de entender la angustia interior que les invade; la raíz del porqué escapan lágrimas o se estalla en ira sobre un pequeño problema.
Dejar ir lo que nos duele, lo que representa para nosotros alguna pérdida es, posiblemente, una de las lecciones más difíciles de la vida; pero, muchas veces, dejar ir es el camino más saludable para seguir adelante. El cambio nunca viene fácil y que retiremos esos pensamientos tóxicos del pasado ayudan, como también el poder liberarnos de esas cosas que alguna vez significaron mucho para nosotros. Dejar ir al dolor y a la pérdida es un trabajo duro, toma un tiempo; pero, al final, sí que vale la pena.
Es agotador estar rodeado de personas que necesita constantemente la validación de otros; es un tipo de gente que tienen la necesidad de validación constante. Las personas que necesitan de una aprobación constante nos quitan energía y son tóxicas.
Otro comportamiento tóxico que existe es la crueldad, siendo éste uno de los mayores; es debido a la falta de empatía, compasión o bien preocupación por los demás. La falta de compasión y empatía surge de la insensibilidad, del sólo hecho de hacer daño a la gente por el mero hecho de hacerlo… Encontremos la compasión en nuestro corazón.
Juzgar a las personas, emitir un juicio superficial acerca de los demás, si bien resulta fácil, nuestra percepción pudo basarse en lo que el individuo nos ha mostrado tal vez en función del dolor o de su tensión interior; o tal vez, por lo que se vieron obligados a mostrarnos. Seamos conscientes que cuando alguien trata de hacer sufrir a otra, por lo general esta actitud se deba a que las primeras sufren profundamente dentro de sí mismos… Es mejor dejarles, salvo que podamos ayudarles.
Evitemos el engaño; los atajos morales, o bien las trampas, son elecciones que a veces hacemos. La integridad es nuestro valor y es la esencia del éxito. Hagamos lo correcto… Luchemos por ser honesto con nosotros mismo y con los demás. Porque, si tenemos éxito por haber hecho una trampa a alguien que podría haberlo merecido con razón, estamos siendo deshonestos.
Por último; la perfección nos impide experimentar que la vida es una jornada continua en un cambio y evolución constante. Eliminemos el perfeccionismo en nuestra vida; porque ser un perfeccionista obstinado no es nada bueno. Dejemos de buscar el trabajo perfecto, la casa perfecta, el amante perfecto o el amigo.
Con mente abierta y paciencia, esa búsqueda, con el tiempo, puede hacer de ese trabajo imperfecto se convierta en uno gratificante, que una casa pueda reconvertirse en un hogar confortable; y, por qué no, ese amigo imperfecto llegue a convertirse en un hombro para nosotros en el que podamos apoyarnos constantemente.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
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Por Claudio Valerio.
Nuestra forma de actuar con los demás hace que, muy a menudo, seamos capaces de dañar y molestar a las personas que son parte de nuestro día a día, esas que nos rodean y mismo aquellas nos importan.
Los siguientes comportamientos, de naturaleza tóxica, son los que debemos evitar y, de así hacerlo, evitaremos que los demás se alejen de nuestra vida.
En primer lugar el que nos victimicemos es una postura tóxica que nos mantiene atados; la auto victimización hace que nos creamos ser una víctima de las circunstancias y, por ello, creer que no tenemos poder sobre nuestra vida. Debemos ser conscientes de esta toxicidad y darnos cuenta de que somos más poderosos de lo que inicialmente se pensaba.
Otro comportamiento tóxico es envidiar a los demás. Es mucha la gente que, en lugar centrarse en los logros personales, mira los logros de los demás. Nuestra vida es diferente a la de los demás; seamos conscientes de ello… No permitamos que la envidia se apodere de nosotros.
Los pensamientos negativos de aquellas personas que permanentemente traman y/o consideran ese tipo de pensamiento, y exclaman acerca de las terribles cosas que han sucedido, o que podrían suceder, es una actitud obsesiva. Son las que se niegan a ver las enseñanzas positivas que se puede aprender de lo acontecido y, obstinadamente, se niegan a ver el lado positivo de la vida. Ellas están enfrascadas en una mentalidad negativa, no queriendo dejar de lado la negatividad. Este tipo de personas son de las más duras que tenemos a nuestro alrededor.
Muy a menudo, nos tomamos las cosas demasiado en serio; las cosas nos las tomamos de manera muy personal y, con ello, la tristeza, la decepción y el dolor se presentan en nuestras vidas. Tengamos en cuenta que lo que se dice de nosotros, evidencian más a las personas que de nosotros. Que no nos falte de autocontrol emocional. No seamos como aquellas personas que en todo momento pierden la calma, que son emocionales en exceso y buscan alguna ayuda externa para obtener el control sobre las emociones, tratando de entender la angustia interior que les invade; la raíz del porqué escapan lágrimas o se estalla en ira sobre un pequeño problema.
Dejar ir lo que nos duele, lo que representa para nosotros alguna pérdida es, posiblemente, una de las lecciones más difíciles de la vida; pero, muchas veces, dejar ir es el camino más saludable para seguir adelante. El cambio nunca viene fácil y que retiremos esos pensamientos tóxicos del pasado ayudan, como también el poder liberarnos de esas cosas que alguna vez significaron mucho para nosotros. Dejar ir al dolor y a la pérdida es un trabajo duro, toma un tiempo; pero, al final, sí que vale la pena.
Es agotador estar rodeado de personas que necesita constantemente la validación de otros; es un tipo de gente que tienen la necesidad de validación constante. Las personas que necesitan de una aprobación constante nos quitan energía y son tóxicas.
Otro comportamiento tóxico que existe es la crueldad, siendo éste uno de los mayores; es debido a la falta de empatía, compasión o bien preocupación por los demás. La falta de compasión y empatía surge de la insensibilidad, del sólo hecho de hacer daño a la gente por el mero hecho de hacerlo… Encontremos la compasión en nuestro corazón.
Juzgar a las personas, emitir un juicio superficial acerca de los demás, si bien resulta fácil, nuestra percepción pudo basarse en lo que el individuo nos ha mostrado tal vez en función del dolor o de su tensión interior; o tal vez, por lo que se vieron obligados a mostrarnos. Seamos conscientes que cuando alguien trata de hacer sufrir a otra, por lo general esta actitud se deba a que las primeras sufren profundamente dentro de sí mismos… Es mejor dejarles, salvo que podamos ayudarles.
Evitemos el engaño; los atajos morales, o bien las trampas, son elecciones que a veces hacemos. La integridad es nuestro valor y es la esencia del éxito. Hagamos lo correcto… Luchemos por ser honesto con nosotros mismo y con los demás. Porque, si tenemos éxito por haber hecho una trampa a alguien que podría haberlo merecido con razón, estamos siendo deshonestos.
Por último; la perfección nos impide experimentar que la vida es una jornada continua en un cambio y evolución constante. Eliminemos el perfeccionismo en nuestra vida; porque ser un perfeccionista obstinado no es nada bueno. Dejemos de buscar el trabajo perfecto, la casa perfecta, el amante perfecto o el amigo.
Con mente abierta y paciencia, esa búsqueda, con el tiempo, puede hacer de ese trabajo imperfecto se convierta en uno gratificante, que una casa pueda reconvertirse en un hogar confortable; y, por qué no, ese amigo imperfecto llegue a convertirse en un hombro para nosotros en el que podamos apoyarnos constantemente.
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 28, 2024
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