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Por CLAUDIO VALERIO

Se llama la Odisea la mayor novela de la historia. Cuenta de la vida de Odiseo en la forma de un diario de viaje. Me imagino que muchos de nosotros vemos nuestras vidas así. Comenzamos el viaje el día de nuestro nacimiento. Por el camino encontramos a diferentes personas y tenemos diferentes experiencias. Conocemos tiempos buenos y tiempos malos. Al final llegamos a nuestro destino si no hemos desviado del recorrido. O tal vez terminamos perdidos.
Cada uno de nosotros hagamos una reflexión sobre nuestro transcurrir por esta vida. Tengamos una llamada a meditar sobre si es, o no, necesario que dejemos las malas costumbres de familia y nación para que seamos más solidarios. Esto no quiere decir que nuestras familias y naciones sean corruptas. Pero ¿quién no dirá que existen prejuicio, cinismo, y otras actitudes comprometedoras entre familiares? Asimismo ¿quién no admitirá que su cultura tiene con síndromes problemáticos como el individualismo y el relativismo? Dios nos llama aparte en la Iglesia para inculcar en nosotros las virtudes de la justicia, la sabiduría, y la misericordia.
No es nada fácil este camino. Se dice que en los maratones aun los corredores con experiencia después de treinta kilómetros a menudo “chocan contra un muro”. Eso es, por falta del glucógeno sienten incapaz de llegar a la meta. Así en el camino hacia “la luz de la vida” a veces sentimos agotados. No queremos seguir adelante. Preferimos perseguir un deseo pecaminoso como insultar a nuestra pareja o calumniar a un adversario. Necesitamos una ayuda para seguir adelante en el camino recto.
No hay peor cosa que la soledad. Y, las grandes empresas, los magnánimos ideales, se llevan mejor y a buen fin, con buena compañía. Cuando el pesado objetivo se reparte en cientos de hombros, resulta menos pesado y más solidario.
En el fondo, nos cuesta sacudirnos esa gran telaraña que nos cubre de palabras, ruidos, millones de imágenes o falsas promesas. El pensamiento contemplativa, que tanto bien nos puede hacer para poner las cosas en su sitio nunca ha estado tan amenazada,–por lo menos en Argentina, como en el presente. ¡Cuesta desprenderse de una sociedad que todo lo mediatiza, todo lo controla y todo lo pretende! Hay que distanciarse, no huir, de ese maremagno de situaciones que nos producen frialdad, engreimiento o falta de reflexión. Y también, por qué no señalarlo, de esa sociedad absoluta que, a duras penas, nos deja un poco de espacio para pensar y actuar por nosotros mismos.
Debemos convencernos que obrando de una manera positiva, está nuestra felicidad. En esta vida, en medio de tantos contratiempos, nos es difícil entenderlo; pero seamos conscientes y comprendamos que, superando estos contratiempos nos ocasionarán una paz y alegría infinita.

Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que Dios te bendiga, y permita que prosperes en todo, y que derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.

Claudio Valerio

®. Valerius.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Marzo 4, 2020


 

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