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benard-youngPor el dr. Francisco Bénard.

A veces me pongo a pensar qué heredé de mi padre y que heredé de mi madre. La realidad es que después de casi 58 años de casados como estuvieron papá y mamá resulta muy difícil ya que uno se parece al otro de manera muy significativa. Demasiado unidos por cosas en común hacen que la cosa sea así.

Mi padre era un hombre sensible  y creo que heredé su sensibilidad “social” por el deseo de hacer obras en la sociedad. De la sensibilidad de mi madre si heredé sin duda alguna su sentir por la pluma, por el deseo de escribir y por su espíritu investigativo. Cuando me cuenta cosas,  me río hacia mis adentros. Siento que pienso lo mismo. Nos gustan a ambos  los pequeños recuerdos del pasado. Ambos nos aferramos a esos objetos ya que a veces hablamos del “alma de las cosas”. Las cosas tienen un espíritu  y es el espíritu del creador.

De mi padre heredé el amor que siento por mi Patria, a los valores sanmartinianos y belgranianos. Cuando era joven pensaba que papá exageraba pero no es así. Creo que hacía lo justo. Heredé  el sentido de la amistad. Me encanta tener amigos y mantengo estos amigos desde hace muchísimos años. Sus amigos me tratan de una manera muy especial ya que me consideran de manera muy especial por el parecido, no tanto físico, sino por el parecido espiritual. A los dos nos llaman “Panchito”. Uno parece la continuación perfecta del otro. Es realmente así. Al menos así lo veo yo.

En definitiva como decía ambos después de tantos años se parecían finalmente el uno al otro y de allí nací yo que soy una perfecta mezcla donde solo puedo destacar algunos aspectos que considero salientes de la personalidad de uno o del otro. En común tengo con ambos el mismo amor  por mis semejantes, por mi familia e hijos que ellos supieron inculcarme de pequeño.

 




 

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