Por el tétrico pasillo de lo que fuera el Palacio de Correos, avanzan, vestidos de luto, el presidente de la República Alberto Fernández y su esposa. En un lugar del pasillo aguardan cual figuras de cera los figurones de turno con caras contritas. ¿Es un homenaje? ¿Es una ceremonia religiosa?;¿Es un acto político?. Nada de eso. Es una puesta en escena que pretende sintetizar o justificar el drama que involucra la muerte de 100.000 víctimas del Covid19.

El acto, a un alto costo, conlleva artistas, cantantes, un pianista y a modo de proscenio un par de mesas donde están puestas un sinnúmero de velas encendidas que luego serán adornadas con flores blancas por los corifeos de la patética representación.

Por supuesto no están todas las autoridades, comenzando por la vicepresidente. Tampoco existen miembros de los distintos credos para dar una palabra de consuelo a tanto dolor y por supuesto tampoco ha sido invitada una delegación de deudos para participar del acto.

¿Qué se ha pretendido hacer por medio de esta farsa? ¿Justificar las muertes y lavarse las manos como Pilatos? ¿Hacer creer que la inoperancia, la desidia y la incapacidad no es responsabilidad de quienes deben asumir el cuidados de personas y bienes de una nación. ¿ Pretenden soslayar que el pueblo bien sabe que altos jerarcas y sus familias, indolentemente, han sustraído a enfermos graves los beneficios de las vacunas.

Este tipo de actitudes por parte del gobierno solo profundizan mas  el fondo de la grieta donde nos encontramos. Pretenden iluminar con velas un socavón que no tiene final.

Creo que estamos llegando al fin de una era donde fuimos arrastrados como corderitos al holocausto. Ajustemos bien las correas porque  la caída va a  ser dura.