La impunidad vuelve valientes a los cobardes y osados a los pusilánimes, y el día en que cobardes y pusilánimes alcanzan el poder sus sucias babas lo aniquilan todo. Es que una vez más mi Estudio Jurídico fue ultrajado por un nuevo atentado. Esta vez sin balas ni artefactos explosivos pero si con una indemnidad que alarma. En un edificio adyacente con los Tribunales Federales y Provinciales en donde funcionan organismos de derechos humanos y fiscalías federales, y en su mayoría oficinas de abogados del foro local, forzaron sin miramiento la cerradura de entrada y entraron a mi estudio sin ningún impedimento ni cámara que vigile. Es verdad seguramente querían y sustrajeron únicamente el equipo de computación en donde albergo información confidencial productos de años en el ejercicio de mi profesión como abogado. Se hizo la denuncia en la Fiscalía de turno. Lamentablemente sabemos el resultado. Mi estudio ya fue atacado por atentados con proyectiles y artefactos explosivos en cinco oportunidades, sin que el Estado actúe protegiendo la vida, el trabajo y la tranquilidad de los abogados y de los ciudadanos para establecer mínimamente la confianza en el imperio de la ley y de la seguridad pública. Serví como empleado, funcionario y magistrado a la Justicia por más de 20 años. Tuve que renunciar por impotencia y cansancio moral ante las amenazas de muerte a mi familia. La investigación si se practica lamentablemente quedara en saco roto. La lentitud de la justicia revela y advierte a la sociedad de una indemnidad sin límites. Es que existe una enorme falta de confianza en los tres poderes del estado y en especial en el Judicial. A la justicia ordinaria no se la teme, se la supone inocua (todo el mundo “confía en la justicia”; muchos, en realidad, confían en su torpeza). El tiempo pasa. Las causas se prescriben o quedan archivadas y florece la indemnidad. Nuevamente el silencio de muchos. Es que cuando las inmoralidades o presuntos delitos se denuncian, se verifican y el Estado da vuelta la cara como que “nada tengo que ver con esto” es, en la práctica, lo mismo que patrocinar, promover, apadrinar la inmoralidad, que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada la evite, la corrija ni, menos aún, la castigue.
La impunidad vuelve valientes a los cobardes y osados a los pusilánimes, y el día en que cobardes y pusilánimes alcanzan el poder sus sucias babas lo aniquilan todo.
Una convención interamericana, aprobada por ley nacional, impone a los gobiernos su deber de adoptar las medidas para detectar, sancionar y erradicar la corrupción. No se dice que se deba combatir el delito, pues cae de maduro que los países aceptan la obligación de poner en vigencia su legislación, y todos tienen sus códigos penales para que se cumplan, no para adorno de bibliotecas. Si ante las irregularidades el poder administrador va a esquivar el bulto, pretendiendo que sólo se han de corregir delitos verificados por el Poder Judicial, por supuesto, la inmoralidad ha de proliferar al amparo de esta protección oficial. Todavía recuerdo el “panorama tucumano” de hace muchísimos años en el diario “la Gaceta” en donde el periodista Federico Van Mameren, publicaba en un editorial bajo el Titulo “A puro Verso” y recordaba a Enrique Santos Discepolo que murió en 1951. Sus versos o aquellas reflexiones bajo el seudónimo de “Mordisquito” encajan perfectamente en ese Tucumán contemporáneo que alguna vez recibió el mote de “Macondo” y todavía le cuesta sacárselo.
Es que da lo mismo que sea cura/
colchonero, Rey de basto/
caradura o polizón!….
…Señora de ojos vendados/
que estás en los tribunales/
Sin ver a los abogados/
baja de tu pedestales/
Quítate la venda y mira/,
cantó alguna vez María Elena Walsh. Alguna vez hay que ver los contrastes. Qué paradoja estamos en Febrero del 2018 y nada ha cambiado en la seguridad ni en la Justicia provincial. Eso si nada me hará retroceder en la lucha contra las mafias a pesar de que el “Mono Ale” integrante del clan mafioso condenado por la justicia federal y con prisión preventiva domiciliaria se da el gusto de bajarse de un automóvil Fiat con vidrios polarizados entre los días lunes o martes 22 y 23 de Enero del corriente año en un bar frente a los tribunales federales y conversar sin custodia con su abogado defensor sentado muy campante en la mesa al estilo Minguito.
JORGE BERNABE LOBO ARAGON·
La impunidad vuelve valientes a los cobardes y osados a los pusilánimes, y el día en que cobardes y pusilánimes alcanzan el poder sus sucias babas lo aniquilan todo. Es que una vez más mi Estudio Jurídico fue ultrajado por un nuevo atentado. Esta vez sin balas ni artefactos explosivos pero si con una indemnidad que alarma. En un edificio adyacente con los Tribunales Federales y Provinciales en donde funcionan organismos de derechos humanos y fiscalías federales, y en su mayoría oficinas de abogados del foro local, forzaron sin miramiento la cerradura de entrada y entraron a mi estudio sin ningún impedimento ni cámara que vigile. Es verdad seguramente querían y sustrajeron únicamente el equipo de computación en donde albergo información confidencial productos de años en el ejercicio de mi profesión como abogado. Se hizo la denuncia en la Fiscalía de turno. Lamentablemente sabemos el resultado. Mi estudio ya fue atacado por atentados con proyectiles y artefactos explosivos en cinco oportunidades, sin que el Estado actúe protegiendo la vida, el trabajo y la tranquilidad de los abogados y de los ciudadanos para establecer mínimamente la confianza en el imperio de la ley y de la seguridad pública. Serví como empleado, funcionario y magistrado a la Justicia por más de 20 años. Tuve que renunciar por impotencia y cansancio moral ante las amenazas de muerte a mi familia. La investigación si se practica lamentablemente quedara en saco roto. La lentitud de la justicia revela y advierte a la sociedad de una indemnidad sin límites. Es que existe una enorme falta de confianza en los tres poderes del estado y en especial en el Judicial. A la justicia ordinaria no se la teme, se la supone inocua (todo el mundo “confía en la justicia”; muchos, en realidad, confían en su torpeza). El tiempo pasa. Las causas se prescriben o quedan archivadas y florece la indemnidad. Nuevamente el silencio de muchos. Es que cuando las inmoralidades o presuntos delitos se denuncian, se verifican y el Estado da vuelta la cara como que “nada tengo que ver con esto” es, en la práctica, lo mismo que patrocinar, promover, apadrinar la inmoralidad, que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada la evite, la corrija ni, menos aún, la castigue.
Una convención interamericana, aprobada por ley nacional, impone a los gobiernos su deber de adoptar las medidas para detectar, sancionar y erradicar la corrupción. No se dice que se deba combatir el delito, pues cae de maduro que los países aceptan la obligación de poner en vigencia su legislación, y todos tienen sus códigos penales para que se cumplan, no para adorno de bibliotecas. Si ante las irregularidades el poder administrador va a esquivar el bulto, pretendiendo que sólo se han de corregir delitos verificados por el Poder Judicial, por supuesto, la inmoralidad ha de proliferar al amparo de esta protección oficial. Todavía recuerdo el “panorama tucumano” de hace muchísimos años en el diario “la Gaceta” en donde el periodista Federico Van Mameren, publicaba en un editorial bajo el Titulo “A puro Verso” y recordaba a Enrique Santos Discepolo que murió en 1951. Sus versos o aquellas reflexiones bajo el seudónimo de “Mordisquito” encajan perfectamente en ese Tucumán contemporáneo que alguna vez recibió el mote de “Macondo” y todavía le cuesta sacárselo.
Es que da lo mismo que sea cura/
colchonero, Rey de basto/
caradura o polizón!….
…Señora de ojos vendados/
que estás en los tribunales/
Sin ver a los abogados/
baja de tu pedestales/
Quítate la venda y mira/,
cantó alguna vez María Elena Walsh. Alguna vez hay que ver los contrastes. Qué paradoja estamos en Febrero del 2018 y nada ha cambiado en la seguridad ni en la Justicia provincial. Eso si nada me hará retroceder en la lucha contra las mafias a pesar de que el “Mono Ale” integrante del clan mafioso condenado por la justicia federal y con prisión preventiva domiciliaria se da el gusto de bajarse de un automóvil Fiat con vidrios polarizados entre los días lunes o martes 22 y 23 de Enero del corriente año en un bar frente a los tribunales federales y conversar sin custodia con su abogado defensor sentado muy campante en la mesa al estilo Minguito.
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