¿Un monstruo inteligente?

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  Por Heather MacDonell.

Hace un siglo, Adolf Hitler luchando en la Gran Guerra. Era un buen soldado: sería ascendido al rango de cabo, sería herido dos veces y recibiría seis medallas. Y con él durante la guerra tuvo los escritos del filósofo Arthur Schopenhauer.

La imagen de Hitler leyendo a Schopenhauer es sorprendente, ya que una representación popular de Hitler es la de un caso atípico semianalfabeto y semicuerdo que de alguna manera tuvo suerte y manipuló su camino hacia el poder en Alemania. Ciertamente, después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial y los horrores del Holocausto, es tentador pensar que quienes los causaron deben estar casi locos y descartar la posibilidad de que personas educadas puedan ser responsables.

Pero si queremos comprender plenamente las causas del nacionalsocialismo y otros horrores, tenemos que considerar una posibilidad inquietante: tal vez quienes los cometen, como Hitler y sus cómplices, puedan ser muy inteligentes, estar bien educados y considerarse a sí mismos como nobles idealistas.

“¡Libros, libros, siempre libros!” escribió August Kubizek, amigo de la adolescencia del joven Hitler. “No puedo imaginarme a Adolf sin libros. Los tenía amontonados a su alrededor en casa. Siempre llevaba un libro consigo dondequiera que fuera”.

También según Kubizek, Hitler estuvo registrado en tres bibliotecas en Linz, Austria, después de la guerra, y pasó gran parte de su tiempo en Viena en la biblioteca de la corte de los Habsburgo. “Los libros eran su mundo”.

El fenómeno de hombres y mujeres jóvenes estudiosos que se convierten en activistas de la violencia política no es raro. Considere estos ejemplos geográficamente variados:

* Pol Pot, el dictador genocida de Camboya, fue un estudiante indiferente pero recibió parte de su educación en París y a su regreso a Camboya enseñó literatura e historia francesas en una universidad privada.

* Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso de Perú, escribió una disertación sobre Kant y se convirtió en profesor de filosofía en una universidad peruana.

* Osama bin Laden, que era un graduado universitario en ingeniería civil, leyó las obras del teólogo Seyyid Qutb. En la universidad de Arabia Saudita, bin Laden asistía regularmente a las conferencias de Muhammad Qutb, quien era traductor y editor de su hermano Seyyid, además de profesor de Estudios Islámicos.

* Y Josef Goebbels asistió a cinco de las mejores universidades de Alemania y recibió su título de Doctor en Filosofía de la Universidad de Heidelberg.

Toda la evidencia muestra que Hitler no sólo coleccionaba libros sino que era un lector serio y sistemático. Según el profesor Ambrus Miskolczy, autor de La Biblioteca de Hitler (Central European University Press, 2003), los libros de Hitler muestran mucho subrayado y el uso sistemático de lápices de colores, donde los diferentes colores indican acuerdo o desacuerdo.

Y leyó mucho: Filosofía, incluidas las obras de Kant, Hegel, Marx y Nietzsche; en Historia: admiraba a Grecia y Roma como magníficas “cunas de la cultura”; en Economía y Estrategia Militar; y en Cultura: amaba la Música (especialmente Wagner), el Arte (especialmente Rembrandt) y la Arquitectura.

Debido a su gran reverencia por los libros y los intelectuales, Hitler acumuló una gran biblioteca personal durante la década de 1920. Especialmente una vez que comenzaron a llegar regalías por las ventas de su Mein Kampf de 1925, pudo dedicarse a coleccionar seriamente. Cuando llegó al poder político en la década de 1930, los dignatarios extranjeros que lo visitaban conocían su pasión y le obsequiaron libros, incluida una serie de volúmenes sobre Johann Gottlieb Fichte.

Y Hitler los leyó: los volúmenes de Fichte contienen “una verdadera tormenta de subrayados, signos de interrogación, signos de exclamación y golpes marginales que recorre cien páginas impresas de densa prosa teológica”, según el historiador Timothy W. Ryback, autor de Hitler’s Private. Biblioteca, escribiendo en El Atlántico.

Por supuesto, podría ser que Hitler leyera mucho pero fuera malo interpretando las opiniones de los grandes pensadores. Cantidad no implica calidad. Es un argumento justo, pero también debemos preguntarnos qué nivel de excelencia interpretativa debemos esperar de los políticos y activistas. ¿Qué tan buena fue la lectura que Maximilien Robespierre hizo de su gurú intelectual Jean-Jacques Rousseau? ¿Cuán erudito fue Thomas Jefferson con respecto a su gran héroe John Locke? ¿Vladimir Lenin, que también leyó y escribió copiosamente, leyó mal a Karl Marx?

El punto clave es que siempre es una mala estrategia subestimar a los enemigos. Y especialmente con la reciente popularidad de las ideas y movimientos nacionalsocialistas, seguimos siendo vulnerables si no los entendemos completamente. Es más cómodo descartar una amenaza pensando que nuestros adversarios son estúpidos o depravados. Pero a veces no lo son.

Es mucho más difícil enfrentar a nuestro enemigo en su forma más fuerte y reconocer que a menudo es muy inteligente y se considera comprometido con el bien.

También es cierto que mucha gente cree que las ideas filosóficas son demasiado abstractas para tener relevancia práctica. Muchos creen que los intelectuales son tipos bien intencionados que, a lo sumo, pueden equivocarse. Y muchos sienten que la filosofía es un trabajo duro y por eso se inclinan a dejarla en manos de otros y esperan que hagan un buen trabajo.

Pero, si la lectura que hizo Hitler de algunos grandes pensadores lo llevó a adoptar sus puntos de vista y esos puntos de vista contribuyeron al nacionalsocialismo, entonces es importante para nosotros saber cuáles son esos puntos de vista. Evitar una repetición del nacionalsocialismo –o de cualquier movimiento autoritario– sólo puede lograrse conociendo y contrarrestando sus causas. Si nos centramos sólo en algunas de las causas (fracasos diplomáticos y rivalidades económicas, por ejemplo), seguimos siendo vulnerables. Y toda la evidencia sobre los nacionalsocialistas apunta a que tomaban en serio algunas ideas profundas y estaban comprometidos a poner en práctica los sistemas intelectuales que aprendieron de los grandes pensadores que leyeron.

Por lo tanto, dejemos de usar comillas aterradoras cuando nos referimos a las opiniones de Hitler y los nazis: sus “intelectuales”, su “filosofía”, su “arquitectura”, sus “argumentos”, etc. Tomemos en serio las ideas y los ideales que condujeron a resultados terribles y desarrollemos mejor las ideas y los ideales necesarios para combatirlos.

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Enero 30, 2024


 

A confesión …

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Por ENRIQUE GUILLERMO AVOGADRO

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“Pero eso es lo que pasa cuando, …, en vez de
procurar hacerte buena propaganda escribiendo
libros diciendo lo guapo y estupendo que eres
y lo mucho que te quieren todos, eres tan
gilipollas que dejas que los libros los escriban
e impriman otros”.

Arturo Pérez-Reverte

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Que la Argentina es un país exótico, por decir lo menos, ya no hay quien lo discuta: la trágica decadencia como nación, el acostumbramiento a vivir con una inflación estratosférica, una oferta política repleta de delincuentes que, procesados y encarcelados por haberse robado hasta las canillas, siguen manteniendo una alta imagen pública y grandes probabilidades de regresar al poder, y la falta de reacción social ante su permanente contradicción entre los discursos actuales y los más recientes archivos fílmicos, son sólo algunos de los rasgos más salientes que dan razón a quienes así piensan. En especial si nos comparan con Brasil, Perú y otros vecinos que tienen a sus ex mandatarios presos, mientras aquí no sólo son candidatos sino que algunos ejercen como senadores en el Hº Aguantadero.

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Sin embargo, hay ciertos episodios que, cada tanto, nos sorprenden por lo insólito y hasta verdaderamente originales que resultan. Durante la semana que acaba de transcurrir, la cucarda de gran campeón en esta original competencia correspondió, sin duda alguna, al inefable Hugo Moyano, patrón del sindicato de Camioneros y del Club Atlético Independiente, además de otros equipos de fútbol de menor dimensión e imputado como verdadero titular de innumerables empresas presuntamente creadas para defraudar a su mismo gremio.

Obviamente, me refiero al reclamo que formuló, procurando compartir las ganancias que eventualmente reporte, contra los responsables de una ficción televisiva titulada “El Tigre Verón” ya que, sostiene el quejoso, existe una absoluta coincidencia entre el libreto de la serie y su propia vida. En la medida en que la serie tiene como protagonista a un sindicalista corrupto y adicto a las drogas, pesado jefe de una violenta organización delictiva, e involucra a su familia entera, que nuestro Jimmy Hoffa local afirme ante la Justicia que se trata de un “plagio” puede calificarse, al menos, como desopilante.

Los deudos de ese líder camionero norteamericano, desaparecido en 1975, ¿se habrán planteado demandar a Danny DeVito y a Jack Nicholson por filmar, en 1992, “El pulso del poder”, que reflejaba, con pelos y señales, la trayectoria criminal del nefasto personaje? Los fiscales argentinos que están investigando a Moyano y su entorno, ¿podrán obtener algunas evidencias del programa televisivo, ya que el propio acusado las reconoce como reales para efectuar su reclamo?

En otro orden de cosas, esta semana se reunió aquí el Mercosur para analizar la crisis humanitaria, un verdadero genocidio, generado por Nicolás Maduro; lamentablemente, el tuerto y cínico gobierno uruguayo impidió que se firmara la durísima condena que los demás países habían propuesto.

La Asamblea Nacional de Venezuela, con la firma del Presidente encargado, Juan Guaidó, presentó ante el Tribunal Penal Internacional el informe que suscribió la inobjetable Michelle Bachelet, actual Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y los propios jueces de La Haya acaban de iniciar una causa contra la Fiscal a cargo del tema –Fatou Bom Bensouda- por considerar que ha incurrido en negligencia grave en el trámite de las numerosas denuncias formuladas con anticipación.

El trabajo de la ex Presidente chilena constituye un demoledor inventario de los asesinatos, las torturas, las desapariciones, la emigración forzada y la indiscriminada represión que protagonizan los grupos paramilitares armados por el criminal Nicolás Maduro, a quien inspira el régimen cubano (que depende de la caridad que el tirano le dispensa mientras mata de hambre y enfermedad a su pueblo) y apoyan Rusia e Irán.

Se encuentra documentado el material bélico de última generación que le ha suministrado Vladimir Putin, y la presencia de “asesores” enviados por Raúl Castro, así como también la participación de integrantes de la Guardia Imperial de los ayatollahs y de milicianos del Hezbollah, incluida en la lista de organizaciones terroristas, en esas milicias irregulares.

A esta altura de los acontecimientos que rodean al horroroso proceso, para los oídos del mundo entero resulta atronador el absoluto silencio que guarda SS Francisco al respecto, como lo reflejó Andrés Oppenheimer esta misma semana. No se ha escuchado una sola declaración del Papa que condene al “hijo de Chávez”, pese a que éste se ha burlado durante los últimos años de todos los esfuerzos que la comunidad internacional ha realizado para poner fin a tamaña calamidad.

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Esa conducta del Pontífice se replica en la Argentina en todos quienes acompañan la fórmula Fernández², ya que la corrupta alianza de los Kirchner con los sátrapas venezolanos les impide criticarlos, más allá del blindaje mediático que la izquierda internacional ha brindado a todos los regímenes comunistas que tantos millones de muertos cargan sobre sus espaldas (Iosíf Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot, Fidel Castro, Daniel Ortega, Abimael Guzmán, Roberto Santucho, Mario Firmenich, etc.).

 

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Tel. (+5411) ò (011) 4807 4401/02

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 26, 2019