INSÄN  KÄMIL (HOMBRE COMPLETO)

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Prof. Mgtr. María Elena Cisneros Rueda.

Un par de semanas antes de la Navidad de 1978, mi esposo José López Rega y yo fuimos a la librería Payot en Lausanne para buscar nuestros respectivos obsequios de Navidad, que serían por supuesto libros. Cada uno colgó de su brazo la canastita para colocar las obras escogidas y cada uno tomó un ala diferente para buscar sin que el otro supiera. De pronto oí una exclamación de alegre regocijo proveniente de mi esposo y me dirigí prontamente hacia donde se encontraba. Tenía en la mano una copia preciosamente encuadernada de un  libro con imágenes árabes y estaba extasiado mirando el contenido. Al acercarme me preguntó muy alborozado si yo conocía al poeta allí nombrado. Por supuesto que yo no tenía ni las más mínima idea de quien era. Entonces mi esposo me dijo que se trataba del más grande poeta sufí de lengua persa de todos los tiempos, creador de los derviches, que habíamos visto unos días antes en un programa televisivo. Me preguntó si me gustaría leer la obra, pero era bastante caro por ser una obra muy especial ricamente encuadernada y ambos teníamos ya unos cuantos libros para cada uno. Sacamos rápidamente la cuenta y con ese libro pasábamos largamente nuestro presupuesto. Entonces preferí dejarlo allí en su estante de “Poetas místicos” y volver en otra ocasión solo por él. “Bueno, pero en algún momento tienes que leerlo, porque mucho de mí vas a encontrar allí”, me dijo y me señaló un poema del que no olvidaría el principio y que coloco al final de este escrito. “Está bien amor, dije” y nos fuimos y nunca volvimos a comprar el libro del poeta, aunque él solía hablarme sobre el tema…

Hace unas semanas, 43 años después, tuve la oportunidad de participar en un taller de Literatura Persa organizado por Madrasa Rabbani del Instituto Salman Farsi de Buenos Aires, presentado por un  querido amigo el Profesor de lengua Persa Leandro Bracamonte. Allí estaba el poeta, cuyo libro no pudimos comprar aquel día y aquí les presento su semblanza.

Yalal-ad-Din Muhammad Rümi, nació el 30 de setiembre de 1207 en Balf, actual Afganistán. Fue un célebre poeta místico musulmán persa y un gran erudito religioso. Era también conocido como “Mawlawi”, que significa Maestro. Su lugar de nacimiento pertenecía entonces a la provincia del Gran Jorasán de Persia.  Este maravilloso poeta es también conocido con el nombre de Rümi que significa “originario de la Anatolia romana” ya que era llamada así por los turcos selyúcidas como la “tierra de Rum” (de los romanos) en referencia al Imperio romano de Oriente o Imperio Bizantino. Murió en Konya, entonces parte del sultanato de Rüm, de la dinastía de los selyúcidas el 17 de diciembre de 1273 por lo que se conmemora cada año su fallecimiento en dicha ciudad de la Anatolia turca.

La importancia de la obra de Rümi va más allá de lo étnico y nacional puesto que a través del tiempo su influencia en la literatura persa, urdí y turca es significativa. Sus poemas se leen, se copia, se estudian y trasmiten cada día hasta hoy en los países de habla persa como Irán, Afganistán y Tayikistán y han sido vastamente traducidos a muchos idiomas, entre ellos el castellano.

Luego de su partida física, sus seguidores fundaron la orden sufí llamada “Mavleví” muy conocidos como los “derviches giróvagos”, puesto que realizan una meditación en movimiento denominado “semá”, donde hombres y recientemente mujeres giran sobre sí mismos acompañados por flautas y tambores en un magnífico espectáculo místico musical de inigualable belleza, digno de ser apreciado.

Cuando tenía 12 años, la familia dejó Persia y viajó hacia el Oeste para alejarse de las invasiones mongoles y así tiene la oportunidad de conocer lugares como Jorasén, Bagdad, La Meca, Medina, Jerusalén, Alepo y Damasco donde se encuentra con eruditos y sufíes de la época. En Nishapur conoce al renombrado poeta persa sufí Farid al-din-Attar quien le cambia el nombre a Yalal-ad-Din y al quedar impresionado por la erudición el muchacho, le obsequia una copia de su libro “Asrar Nameh” o Libro de los secretos y le vaticina al padre del joven que “pronto éste tu hijo hará arder a los aspirantes espirituales de éste mundo”. A los 24 años, ya casado y con un hijo que será el futuro Sultán Veled, ya había comenzado sus contactos de acercamiento a la espiritualidad gracias a su propio padre y bajo la tutoría de Sayyid Burjonadi de Balkh, un amigo de su padre que lo reemplaza al morir éste, durante casi una década lo instruye en la “ciencia de los profetas y de los estados” comenzando por un estricto retiro de 40 días y siguiendo con disciplinas de meditación y ayuno, que lo prepararon para el encuentro fundamental de su vida con Shams-e-Tabrizi.

Al ser maestro de las ciencias del Sharí como del sufismo Rümi establece un lugar de estudio cerca de Konya entre 1240 y 1244 y enfoca sus enseñanzas en la meditación, ayuda a los necesitados y actividades de aprendizaje. Se dice que era un educador muy popular y amado y que alrededor de 400 estudiantes se podían reunir en sus clases. En 1244, Shams y Rümi se encuentran. Shams era un sufí poderoso y a la vez muy misterioso. De este encuentro comparable al de Abraham con Melquisedec, Murat Yagan dice:” Un Melquisedec y un Shams son mensajeros de la Fuente. No hacen nada por sí mismos, sino que traen iluminación a alguien que pueda recibirla, a alguien que está muy completo o muy vació. Rümi era uno que estaba completo. Luego de recibirla pudo aplicar éste mensaje para beneficio de la humanidad”.

Así Rümi se convierte de profesor místico elevado a poeta extático y amante superlativo de la humanidad. La verdadera amistad afectiva y espiritual de estos dos hombre es poco frecuente en la historia del sufismo y se convirtió en proverbial en Oriente. Pero los celos de los discípulos de Rümi obligaron a Shams a dejar Konya y de la nostalgia de Rümi surgen cartas y poemas en persa y árabe que contienen las más exquisitas ideas que un poeta puede expresar.

El hijo de Rümi, el Sultán Veled, interviene para lograr la vuelta de Shams. En 1248, Shams desaparece misteriosamente y se cree que fue asesinado por los discípulos  resentidos de Rümi quien  viaja hasta Damasco para encontrarlo sin resultados entonces regresa a Konya y comienza a enseñar públicamente el sufismo creando la danza espiritual de los “derviches giróvagos”. Allí entabla profunda amistad con Husamedin Chalebi quien le da la idea de crear una obra como el “El libro de los secretos” de Attar. Rümi ya había comenzado su obra cumbre, el “Masnavi”, que comienza con la frase:

“Escucha al ney y la historia que cuenta, como canta acerca de la separación”.

Rümi le dice entonces a Chalebi:”si tu consientes en escribir para mí, yo recitaré”. Así comenzó el dictado del “Masnavi” con un Rümi de 50 años que nunca tomó una pluma para escribir porque solo recitaba y Chalebi escribía y luego le leía para que corrigiera.

En 1273 Rümi cae enfermo y supo que el momento de reunirse con el Amado estaba cerca. Escribe el “Ghazal” y muere el 17 de diciembre de 1273.

Su pensamiento se centra en el “Tawheed” (unidad) y la unión con el Amado (Fuente principal) de la que hemos sido cortados como el “ney” (caña) y del constante lamento por ésta separación y del constante deseo de volver al “cañaveral” (unidad).

El “Masnavi” une fábulas, escenas de vida cotidiana, revelaciones coránicas, exégesis y temas metafísicos, formando un maravilloso entretejido unificador.

Rümi es considerado como ejemplo de “Insän Kämil” que en árabe se refiere a un ser humano perfeccionado o humano completo. Él creía como un medio de búsqueda mística en el uso de la música, la poesía y el baile, para alcanzar a Dios. La música ayuda a centrarse en lo divino y hacer que el alma se destruya y construya nuevamente. El mundo de Rümi  no se encasilla en limitaciones culturales sino que nos alcanza a todos y  a cada uno de nosotros.

Él enseñaba como alcanzar la paz y la felicidad interna para vencer al odio y la hostilidad y lograr la paz y la armonía global y verdadera.

Esto lo podemos encontrar con certeza en éste poema:

 

“No soy cristiano, ni judío,

Ni mago ni musulmán.

No soy del Este ni del Oeste,

Ni de la tierra, ni del mar.

No soy de la mina de la naturaleza,

Ni de los cielos giratorios.

No soy de la tierra ni del agua

Ni del aire ni del fuego.

No soy del empíreo, ni del polvo,

Ni de la existencia, ni de la entidad.

No soy de India, ni de China,

Ni de Bulgaria, ni de Grecia,

No soy del reino de Irak,

Ni del país de Jurasán.

No soy de este mundo ni del próximo,

Ni del paraíso ni del infierno.

No soy de Adán ni de Eva,

Ni de Edén ni de Rizwan.

Mi lugar es el Sinlugar,

Mi señal es la Sinseñal.

No tengo cuerpo ni alma,

Pues pertenezco al Alma del Amado.

He desechado la dualidad,

He visto que los dos mundos

Son uno.

Uno busco. Uno conozco.

 Uno veo. Uno llamo.

Estoy embriagado con la

Copa del Amor, los dos

Mundos han desaparecido

De mi vida.

No tengo otra cosa que hacer

Que el jolgorio y la alegría.”

Mi esposo, José López Rega, me miró profundamente aquel día de diciembre de 1978 en una librería de Lausanne y me dijo que se identificaba plenamente con esta maravillosa poesía de este extraordinario poeta.

Solamente ahora, 43 años más tarde, puedo entender que no era posible que los argentinos lo entendieran. No podía ser posible que gente que solo era guiada por la avaricia y el deseo mezquino de poder, comprendiera la grandeza de su pensamiento. Entendí que éste hombre no podía de ninguna forma tratar de hacer daño al prójimo porque estaba mucho más lejos, en una dimensión inalcanzable para la mezquindad humana. Entonces lloré, lloré tanto por no haberlo comprendido entonces, por otras circunstancias que acontecieron más tarde, porque pude haber hecho muchas cosas que no hice, porque fui una joven esposa demasiado enamorada para alcanzar la talla de la plenitud de un hombre único y singular.

Ahora, en ese maravilloso lugar de luz eterna en que se encuentra puedo levantar mis ojos y decirle que finalmente he podido leer a Rümi y que ciertamente comprendo sus palabras.

Ahora que ya tengo 70 años y estoy cada día más cerca de reunirnos. 

 

Referencia

Notas tomadas en el Taller organizado por Madrasa Rabbani del Instituto Salman Farsi. Buenos Aires. Argentina

Profesor Leandro Bracamonte

 

MARÍA ELENA CISNEROS RUEDA, nacida el 16 de marzo de 1951, en la Provincia de Entre Ríos, Argentina, es: profesora superior de danzas clásicas, profesora superior de danzas españolas, maestra normal nacional, profesora superior de piano, profesora superior de teoría y solfeo, dactilógrafa, licenciada en Ciencias de la Educación, en la  Universidad de Ginebra, Suiza, profesora superior de idioma francés, habla además español inglés, italiano, portugués y hebreo bíblico. Ha compuesto más de 150 obras musicales y escrito: “Cuaderno de Iniciación Musical”, y 15 libros de partituras entre los que se encuentran: “La educación musical de los pequeñitos”, “El señor de la Isla” (obtuvo premio de la ciudad de Meyrin. Suiza), “Rulos y Bigotes”, “La evolución de la musicoterapia a través del tiempo”. En deportes ha practicado: natación, tenis, equitación, golf y cetrería. Entre otros, ha recibido premios como: “Ciudad de Meyrin” (Suiza) en Literatura. “Gian Batista Viotti” (Italia) en música, y “ Rosa Mística”, (Curitiba. Brasil) en piano. Se ha desempeñado como profesora de Parvularios y  Técnica especializada en Dirección y Supervisión de Escuelas de la Universidad Católica Argentina. Es creadora del “Atelier de Creation Musical”, en Ginebra. Suiza y   creadora del “Centro Pedagógico Musical”, en la Escuela de Música de Paraguay. Posee un Masteradocen de Musicoterapia y es doctorante en la Universidad de Cambridge (Reino Unido de Gran Bretaña).  Un Masterado en Educación Musical en el Instituto de Ribaupuerre Lausanne de  Suiza. Y un Masterado en “Educación y Didáctica Universitaria” en la Universidad Americana de Paraguay. En ese país, donde reside ha sido profesora en: El Ateneo Paraguayo, Colegio de San José, Colegio Teresiano, Colegio San Nicolás de Bari, Panamericana International School, Colegio Francés, Universidad Evangélica, y Universidad Nacional. Actualmente es Profesora investigadora en el Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte. Universidad Nacional de Asunción y da clases de piano en la casa que alquila en “Rincón San Lorenzo” un humilde barrio de Asunción. Siendo proteccionista convive con 12 perros y 20 gatos, rescatados. Así espera que el tiempo transcurra y finalmente la lleve a reunirse nuevamente con el amor de su vida, JOSÉ LÓPEZ REGA, quien, en junio de 1989, le dijera por última vez: “Hasta que la muerte nos vuelva a unir”.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Setiembre 30, 2021


 

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