INSEGURIDAD. LA IMPLOSIÓN DE UN PAIS QUE ALGUNA VEZ FUE LA REPUBLICA ARGENTINA.

Share

📰

   Por Dr. GONZALO P. MIÑO.

 

SI COMO SOCIEDAD NO ASUMIMOS UN PENSAMIENTO ADULTO, ESTA IMPLOSION SERÁ UNA ANÉCDOTA MAS EN ESTAS TIERRAS Y SEGUIREMOS SIENDO UNOS MISERABLES HIPÓCRITAS VEGETANDO EN ALGO QUE SE LLAMÓ REPÚBLICA ARGENTINA.

 

El brutal y salvaje asesinato del kiosquero de Ramos Mejía, terminó por implosionar lo que alguna vez se denominó como República Argentina.  Años y años de equivocadas políticas en materia de seguridad, llevadas adelante por todos los gobiernos, desde el avenimiento de la democracia hasta el dia de hoy, y en muchos casos con el asentimiento de la sociedad; dinamitó desde adentro este territorio.

Sabemos que la mayor responsabilizar es y fue de los gobiernos -que supimos conseguir-, pero tambien tenemos que hacer un “mea culpa” como sociedad, pues como tal, hemos permitido y avalado, sea con nuestro silencio o nuestra indiferencia, que nuestro pais o lo que queda de él, sea convertido en el “mundo del revés”.

Veamos, todos los gobiernos sin excepción enarbolaron la bandera del desprecio a todo aquello que lleve uniforme, a través de los llamados “derechos humanos”, bastardeando la palabra “represión” hasta equipararla con lo que sucedió en los tristes años 70; consiguiendo por ende que cada vez que un miembro de las fuerzas de seguridad deba enfrentar un delincuente opte por invitarlo a tomar un té de rosas o dejarse matar impunemente; pues si es al revés, sabe que tendrá que afrontar un juicio penal, lo pasaran a disponibilidad y cobrará la mitad de su magro salario. 

A su vez, desde la Justicia, inspirados en las teorías zafaronianas, se parte de la base de que el delincuente es una víctima de la sociedad, un excluido por culpa de un sector minoritario de la misma que se enrique cada vez más y responde a los interés foráneos del imperio y del FMI. Por ello debe ser “protegido” y excluido de las cárceles, las cuales deben ser reservadas para los delincuentes de la alta sociedad y los miembros de las fuerzas policiales, a quienes presuponen como “los malos de la película” y si deben estar presos.

Y como si ello no fuera suficiente, desde los medios de comunicación se alienta a combatir la delincuencia pero sin “represión”, repitiendo una y otra vez que se debe acabar con este flagelo pero sin mano dura, sin endurecimiento de penas, respetando los derechos humanos. Se escandalizan con los hechos de inseguridad pero critican ferozmente a los miembros de la fuerzas de seguridad cuando actúan.

Todo este discurso facial y barato fue considerándose lo “políticamente correcto” y se instaló en todos los poderes de la Republica, llegando incluso a la sociedad, la cual lo aceptó mansamente. En cualquier mesa o café del pais, todos nos quejamos de ello y reclamamos vehementemente por seguridad exigiendo acción a las fuerzas de seguridad; pero cuando lo hacen y son perseguidos por los gobiernos de turnos, nadie sale a la calle a clamar por su libertad o simplemente para apoyarlos. Ni siquiera salimos a defender a los policías y militares que combatieron al terrorismo en los años 70 y nos libraron de ese flagelo. En otras palabras, queremos limpiar la suciedad pero sin ensuciarnos las manos, o peor, que otro limpie la suciedad para luego acusarlos de sucios.  

Todo ello llevó a la situación actual, donde el hastío y cansancio de una sociedad, no solo de este discurso fácil sino tambien porque se dio cuenta de sus propios errores, llevó a dinamitar desde sus mismas entrañas este perverso sistema que instauraron en estas tierras. El ruido fue más atronador de lo esperado, puesto que desde el propio  gobierno hicieron todo lo posible para que así ocurriera. No solo no se les cayó una condolencia para los deudos, sino que los pocos que hablaron lo hicieron como siempre con sus  provocadores discurso, por momentos irritantes; llegando incluso a ordenar que la policía reprima a los vecinos que pacíficamente se manifestaban, cuando por otro lado manda a esa misma policía a “cuidar” a los piqueteros o grupos sociales cuando cortan totalmente las calles e impiden que quienes van a trabajar (con un miserable sueldo) puedan llegar a destino.

Lo más llamativo de esta implosición es que no fue protagonizada por la clase media, que piensa más en su bolsillo y si puede veranear unos dias en la costa en enero, ni por los sectores altos de la sociedad (ellos viven en barrios privados y lujosos departamentos con seguridad privada); sino por los sectores denominados medio bajos y bajos, que son los que más castigados por la inseguridad y encima por la crisis económica, tándem que lleva a ver como sus hijos piensan que no hay futuro en la Argentina y los pocos que pueden, piensan en emigrar. Encima el epicentro fue la capital del gobierno nacional y popular: La Matanza.

Y es que al ser Argentina hoy el vigésimo país con mayor tasa de delincuencia de todo el mundo y el cuarto país en el mundo con más inflación, ¿qué futuro le ofrecemos a los más jóvenes?.

En una sociedad moderna y civilizada, que se precie de tal, al delito se lo reprime con todas sus letras. Se pone énfasis en la prevención de crímenes, se multiplica la presencia de policías en las calles, se genera un vínculo entre las fuerzas de seguridad y la comunidad, se pone especial énfasis en prevenir y perseguir las denominadas  contravenciones y delitos menores. El delincuente va preso y cumple su condena. Los jueces hacen cumplir la ley. A la Policía se la respeta.

Si no asumimos como sociedad este pensamiento adulto –el ejemplo lo están dando los de menos recursos- y seguimos con actitudes adolescentes, esta reciente implosión será nada más que una anécdota más en estas tierras y seguiremos siendo unos miserables hipócritas vegetando en algo se llamó República Argentina. 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 15, 2021


 

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
6 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
6
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x