Jesse Tafero y el cambio en las ejecuciones de penas de muerte

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El funcionamiento dramáticamente incorrecto, como salido de una película de terror, de una silla eléctrica en Florida el 4 de mayo de 1990, lleva a los estados a cambiar los métodos de ejecución

Jesse Tafero es ejecutado en Florida después de que su silla eléctrica fallara tres veces, lo que provocó que llamas salieran por su boca. La muerte de Tafero provocó un nuevo debate sobre los métodos humanos de ejecución. Varios estados dejaron de usar la silla eléctrica y adoptaron la inyección letal como método de pena capital.

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Jesse Joseph Tafero, fue declarado culpable de asesinato y ejecutado en silla eléctrica en el estado de Florida por los asesinatos del oficial de la Patrulla de Carreteras de Florida Phillip Black y Donald Irwin.

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Horace F. Dunkins fue condenado a la pena máxima por violar y asesinar a Lynn M. McCurry, una madre de cuatro hijos de 26 años. Se necesitaron dos descargas eléctricas, con nueve minutos de diferencia, para completar la ejecución.

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Allen Lee Davis fue un asesino en masa estadounidense que fue ejecutado por el asesinato el 11 de mayo de 1982 de Nancy Weiler, que estaba embarazada de tres meses, en Jacksonville, Florida. La mujer estaba irreconocible tras los golpes de Davis.

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A medida que el siglo XX llegaba a su fin, algunos estados tenían dificultades para encontrar verdugos experimentados, mientras que otros no podían encontrar técnicos que pudieran reparar sillas eléctricas. El paso hacia la inyección letal también fue problemático ya que había pocas personas calificadas que supieran cómo construir un sistema adecuado. Si se hace incorrectamente, una inyección que contenga una combinación de un fármaco inmovilizante y una dosis letal de cloruro de potasio puede paralizar a un recluso y provocar una muerte muy dolorosa.

La ejecución fallida de Tafero estuvo lejos de ser una anomalía. En Alabama, la ejecución de Horace F. Dunkins se prolongó durante 19 largos minutos mientras estaba sentado en una silla eléctrica rota. En julio de 1999, el recluso de Florida Allen Lee “Tiny” Davis, que pesaba 344 libras (156 kilogramos), gritó de dolor durante su electrocución mientras la sangre corría por su camisa.

Más tarde, las autoridades afirmaron que la sangre era el resultado de una nariz ensangrentada.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 4, 2021


 

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