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  Por SILVIO PEDRO PIZARRO.

 Los nuevos procesos revolucionarios se distinguen de los históricos porque buscan una tiranía mundial. Y el Nuevo Orden Mundial, no es que sea comunista, más bien tira a capitalista lo que demuestra que socialismo y capitalismo son una misma cosa: la lucha de lo grande frente a lo pequeño y ambos en busca de la concentración del poder.

La teoría de conspiración del llamado Nuevo Orden Mundial afirma la existencia de un plan diseñado con el fin de instaurar un gobierno único, burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos a nivel mundial. Los conspiradores son simplemente un grupo que incluye a todos y a todo individuo u organismo percibido como poderoso.

Así, los participantes en la conspiración podrían incluir capitalistas, comunistas, los judíos, la nobleza, los banqueros, los magnates, los plutócratas y los ecologistas.

A partir de la década de 1970, Gary Allen sostiene que el término Nuevo Orden Mundial es utilizado por una élite internacional secreta dedicada a la destrucción de todos los gobiernos independientes.

El mayor peligro deja de ser la conspiración cripto-comunista y se transforma en la élite globalista que algunos identifican con el Grupo Bilderberg.

El Grupo Bilderberg es una reunión anual a la que asisten aproximadamente las 130 personas más influyentes del mundo. El grupo es acusado de conspirar para imponer un gobierno mundial, un dominio capitalista y una economía planificada.

Black Lives Matter, BLM «Las vidas negras importan» es un movimiento internacional y descentralizado originado dentro de la comunidad afroestadounidense.

Comenzó en 2013 después de la absolución del policía George Zimmerman por la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin a causa de un disparo de bala.

Los manifestantes de las protestas antirracistas han puesto la mirada en estatuas de militares y esclavistas y han derribado muchas de ellas como forma de denunciar y combatir el racismo a lo largo de la historia.

Ha ocurrido en Richmond (Virginia, EEUU) y en Bristol (Reino Unido). En Richmond, los manifestantes derribaron la estatua del general confederado Williams Carter Wickham, mientras que en Bristol, echaron abajo y lanzaron al río la estatua del esclavista del siglo XVII Edward Colston.

La figura de Winston Churchill en Londres también sufrió un acto de vandalismo. Ocurrió algo similar en Boston, con la estatua dedicada a Cristóbal Colón, que también fue destruida por Cristina Kirchner en Buenos Aires.

En Europa, Francia está viviendo desde noviembre de 2018 un momento de protesta social duradero, de difícil definición, popularizada con el nombre de movimiento de los “chalecos amarillos”. Este nombre se impuso “naturalmente”, por la chaqueta identificatoria adoptada por los manifestantes, dándoles visibilidad como identidad.

Fueron enormes los destrozos ocurridos, especialmente en París. Muchos atribuyen estos disturbios a una profunda crisis en el mundo globalizado, lo que permite entender cómo muy rápidamente elementos exteriores, grupos extremistas de derecha o de izquierda, a veces delincuentes, estuvieron presentes en las manifestaciones y armaron disturbios y violencias.

En Alemania ha surgido el movimiento “Querdenker”(pensadores transversales) que viene más de la izquierda y que ahora tiende hacia la derecha, algo realmente contradictorio.

Una característica central del movimiento es un alejamiento de las instituciones del sistema político, de los medios de comunicación de referencia y de los partidos tradicionales. Últimamente se nutre de personas que estaban en la izquierda del espectro político y ahora se acercan a grandes pasos hacia la ultraderecha.

No hay duda de que en Latinoamérica este movimiento está actuando desde hace tiempo bajo la fuerte influencia del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla demostrada por la colaboración en distintas revueltas en países americanos como Perú, Ecuador, Chile Bolivia y Argentina.

Un comienzo en Chile con la quema y destrucción de todas las estaciones del subte, en protesta por la suba de tarifas del transporte que terminó con el incendio de iglesias, y la comprobación de la intervención de dirigentes bien adiestrados en técnicas de guerrilla urbana, procedentes de otros países. Lo mismo sucedió en Ecuador por la suba de los boletos de transporte.

Hoy es Colombia que se inicia con las protestas contra la reforma social, y se termina pidiendo el fin de la “violenta” represión policial. Es sintomático el apoyo de las Naciones Unidas a los revoltosos de Bogotá, que nos dice de la fuerte infiltración del NOM en Europa.

Estas modernas revoluciones teledirigidas no tienen su origen en el comunismo, el populismo, el izquierdismo, el derechismo, aunque éstos colaboran, sino en el Nuevo Orden Mundial que se está ignorando peligrosamente en todos los países democráticos del mundo.

Y así, la ONU apoya las protestas en Colombia y se queja de los excesos policiales, mientras en Estados Unidos, Joe Biden y Kamala Harris aplauden la condena a cadena perpetua del policía que provocó la muerte de George Floyd y una oleada de protestas violentas y de impunidad en Norteamérica, dando lugar a la reacción opuesta.

Entendemos que si resulta difícil afrontar el gobierno de un país, es realmente imposible pensar en un gobierno mundial que gobierne a todo el mundo pero, increíblemente, a eso vamos.

Todo esto nos conduce a una seria reflexión sobre el futuro de la humanidad, dado que los jefes de Estado, los políticos. el periodismo, la iglesia y los grandes pensadores, parecen ignorar el grave peligro que se cierne sobre las democracias del mundo.

 

Publicadas por silviopedropizarro.blogspot.com 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Mayo 14, 2021


 

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