LA CARTA DE UN SOLDADO, QUE 4 PERIODISTAS NO QUISIERON LEER

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  Por JUAN ARMANDO GIOVARRUSCIO.

UN VENGATIVO PLAN, PARA TODOS, TODAS, Y TODES

El 20 de agosto de 2020, el Suboficial (R) del Ejército Argentino, JUAN ARMANDO GIOVARRUSCIO, les envió a 4 periodistas del diario La Nación, una carta, que estos contestaron solo con el silencio. Hoy la misma está más vigente que nunca, y por ello ponemos su premonitorio contenido a disposición.

www.prisioneroenargentina.com

 Señores periodistas del diario LA NACIÓN

CARLOS PAGNI, JORGE FERNANDEZ DIAZ, JOSE DEL RIO y DIEGO CABOT.

Estimados.

Con mi mayor consideración:

Me dirijo a Uds. en respuesta a la invitación de suscripción de fecha 19 de agosto de 2020, enviada a través de correo electrónico. Al respecto y, no obstante, tener plena conciencia que se trata de una campaña publicitaria del área comercial del centenario periódico, lo recibo como un estímulo halagador. Aprovecho, además, para contarles, que soy un “consumidor” de sus editoriales y comentarios, especialmente, los de contenido político social. Esto me ha transformado en un “rústico analista de contenido” de sus notas. Amateur, por cierto. Mi único respaldo científico/intelectual, está apoyado en 73 años de vida. Casualmente, las siete décadas de decadencia de la sociedad argentina.

Antes de entrar de lleno en el tema que me trae a estas líneas, les comento en una apretada síntesis, quien soy y en qué situación me encuentro.

Soy hijo de un agricultor y una modista, que, como la mayoría de aquellos padres, trataron de darme lo mejor. En aquella época, lo mejor, era el estudio. Finalicé la escuela primaria y, ya, cursando el segundo año en una escuela industrial y, ante una publicidad de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, el instinto y una vocación, no plenamente definida por los escasos 16 años, me llevaron a sepárame de mis padres y seguir una honrosa profesión como suboficial del Ejército Argentino.

En ella me desarrollé, cumplí sueños y adquirí especialidades como andinista, sub instructor de esquí, comando e inteligencia militar. Esto me sirvió de trampolín para desempeñar durante dos años una misión como Auxiliar del Agregado Militar en Venezuela (1986/1988). Casado, dos hijos y tres nietos.

Todo ello transcurrió en los peores años de la historia argentina del siglo pasado. Desde el grado de Sargento y hasta el final de la carrera como Suboficial Mayor presté servicios en unidades de inteligencia.

Como consecuencia de desempeñar tareas propias de la inteligencia militar, llevo casi 8 años preso por ser acusado, procesado, enjuiciado y condenado a prisión perpetua, por violaciones a los derechos humanos. Sin pruebas o, mejor dicho, en el juicio no se pudo probar los delitos imputados.

De esto se trata. Esto impulsa la presente. Como expresé, en estos últimos 8 años, he vivido lo que nunca estuvo en mis sueños. Durante los mismos, experimenté la modificación de la historia que viví y vivieron mis contemporáneos. Pero, lo más grave, me cambiaran, no sólo las reglas de juego, sino, peor aún, me “me cambiaron las leyes”.

A esta altura de la lectura, imagino, se ha disparado en sus mentes, un cuadro sinóptico, con el contenido del “relato”. Es decir: “militar, desaparecidos, torturas, violaciones, robos de bebes, secuestros, vuelos de la muerte, centros clandestinos de detención, terrorismo de estado, genocidio y crímenes de lesa humanidad”. Haya ocurrido o no, dicha suposición y, a riego de abortar en este punto la lectura, debo decir que todo ello es una mentira. Es una mentira, porque tal cliché, esta insertado en todas las acusaciones fiscales y luego aceptado por los tribunales actuantes. Sin importar, grado, función, responsabilidad, haya estado ese día o no en el lugar de los hechos o formado parte de una comisión.  Lo único que importa es que haya sido militar, pertenecido a la unidad más cercana y, si posee la especialidad de inteligencia, “cartón lleno”. Esto último permite el armado de la conjetura y, analogismo mediante, se allana el camino hacia la condena. Lo cual muestra un desprecio total por probar cada una de las acusaciones.

Así las cosas, hoy, se observa, que gran parte de la prensa oral y escrita, se ha colocado a la vanguardia del reclamo de un sector de la ciudadanía acompañada por “oportunistas” dirigentes políticos, para oponerse a la reforma judicial. La Nación, sobresale en tal empeño.

Es, en este punto, que deseo aportar mi visión, basado en experiencia personal.

Como dije, hoy, se rasgan las vestiduras porque el gobierno pretende modificar la justicia, pero en los años 2003/04, cuando entre gallos y medias noches, dirigentes cuasi mercenarios de la política, tejieron acuerdos tramposos, en complicidad con jueces permeables al soborno para llevar frente a tribunales creados para la venganza, a miembros de las FFAA, FFSS, ex JUECES, ancianos ya, la ciudadanía, distraída por la eterna crisis económica e inducida por un falso relato y el “que se vayan todos”, miró para el costado.

 Claro, no venían por ella. No prestó atención a la modificación de la historia, menos aún al atentado contra la libertad de las personas. Sin embargo, allí mismo, en esos acuerdos espurios, se dinamitó la base del sistema jurídico de la República. Tal fue, la anulación de legítimas leyes, aprobadas en el Congreso de la Nación y aceptadas como constitucionales por el Poder Judicial de la Nación. La indiferencia y “el odio” se impuso por sobre el respeto a la Constitución Nacional. No importó romper con el concepto básico y milenario del derecho romano, como lo es: “no hay delito sin ley previa”. Hoy, la maniobra, es a la inversa, “se quiere cambiar las leyes que castigan el delito para no ir presos”. Lo curioso, que todo fue y es pergeñado por los mismos actores.

Durante estos últimos 20 años, se han levantado voces de prestigiosos juristas y constitucionalistas, como así también, instituciones y agrupaciones profesionales del derecho, en contra de aquel atropello. La Nación, Uds. mediante, se han hecho eco de tal desnaturalización jurídica.

Pero todos, pivotean sobre la imprescriptibilidad y la violación al art 18 de la CN, entre otras aberraciones. Lo cual, si bien es cierto y muy importante, esto, “no alcanza, para mostrar a la sociedad, los abusos y violaciones que se cometen en los mal llamados “juicios de lesa humanidad”.

Es decir, no se le imprime fuerza y perseverancia a las investigaciones y seguimientos de estos “linchamientos jurídicos” en los cuales se vulneran la mayoría de principios elementales del derecho, como el “nulla poena sine lege”. El juez natural. El principio de inocencia, (acá, se parte de la inversión de la carga de la prueba, por lo cual el imputado debe probar su inocencia). La sola pertenencia a las FFAA, la especialidad de inteligencia, las altas calificaciones por buen desempeño en las funciones, son pruebas letales que llevan a una condena segura.  

Si Uds. revisaran e hicieran un estudio de todos los juicios, tal hacen con tantos temas, económicos, políticos, etc., podrían descubrir estas y otras tantas arbitrariedades. Observarían, por ejemplo, como se conforman los distintos tribunales con jueces subrogantes que no son jueces federales. Existen causas donde ha actuado un secretario, como es el caso de Eduardo Ariel Puigdengolas., San Rafaél, quien al inicio de la causa era secretario. Luego, convertido en juez subrogante por la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza, sin voto mayoritario, (tres de seis). Es decir, por donde se lo mire “no era juez” (Hoy sí lo es. Logro obtenido con posterioridad). (¡¿?!). Sabemos que, para ser juez federal, tiene que tener acuerdo en el Senado. Nada de ello ocurre. O, jueces de otros fueros que son designados para integrar como subrogantes estos cuasi, “tribunales populares”. Lo cual, les permite cobrar, durante dos o tres años que duran estos juicios, abultados sueldos y viáticos por estar fuera de sus jurisdicciones.

Están los casos inimaginables en cualquier justicia normal, de jueces vinculados familiar y afectivamente con integrantes de organizaciones terroristas y de derechos humanos. Otros, integrantes de asociaciones profesionales del derecho, con clara ideología política como “Justicia Legítima”. Lo cual rompe con todo principio ético e imparcial.

Pero existe un punto culmine, central, que aflora sin ningún análisis científico, cual es que, en estos juicios, se persigue a los integrantes que no tuvieron la menor posibilidad de decidir y ejecutar absolutamente nada. Llámese política, como operacionalmente hablando. Se juzga y persigue “al boleo”. Es como pescar en una pecera. Cuadros subalternos, no sólo en edad, sino, en jerarquías y responsabilidades, los cuales fueron formados dentro del Código de Justicia Militar, luego, “también, modificado”, por lo cual, el cuadro jurídico actual deja en total desamparo al acusado.  Esto, lo podemos graficar muy bien con un dicho del querido y recordado “Ringo” Bonavena: “Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”.

 Solo se juzga haber estado y pertenecido, simplemente eso es lo que interesa probar. Ello es suficiente para condenar. No interesa si 300 testigos, durante tres años, cara a cara con los imputados, no dicen una sola palabra. Víctimas de detenciones y apremios ilegales, que son presentados por las querellas y el ministerio fiscal, para que testifiquen que sufrieron tormentos por parte de fulano de tal y, cuando son indagados no tienen la menor idea de quien le hablan a pesar de estar frente al imputado que supuestamente lo “torturó”. Estas cosas pasan. De esto no se dice nada.  Periodísticamente, solo se titulan con letras de marquesinas, las condenas, sin interesar como se llegan a ellas.

Señores, es indiscutible el carácter aberrante de los delitos que se pretenden juzgar. Nadie lo niega. Eso no está en discusión. Lo que, si está en discusión, es el apartamiento del orden jurídico vigente al momento de los hechos, dado que esto es irremediablemente grave, porque les permite, la construcción de fallos basados en un derecho consuetudinario, que no se condice con la ley escrita, la CN y con ningún Tratado Internacional. Por el contrario, va a contra pelo de la libertad de las personas. Pues, si la conducta de una persona no puede ser encuadrada en una ley previa, tal el art. 18 de la CN, la libertad queda al arbitrio de una seuda interpretación, tal ocurre en estos fallos.

Sin caer en exageraciones, pero si con total franqueza, se puede concluir, que hace 20 años para cerrar la página más negra de la historia argentina, dirigentes políticos demagogos, ineficaces y corruptos, se complotaron para iniciar la demolición de la justicia argentina. Concretaron y le dieron forma en el Congreso de la Nación. Moldearon allí el “vengativo plan”, devenido luego en “política de estado de ddhh” y así se permitió “el reinicio de juicios contra todas aquellas personas, (civiles o militares) que, ejerciendo con responsabilidad un cargo, se opusieron a los “jóvenes idealistas” que venían por un millón de muertos”.

Es obvio que hoy vienen a completar la obra. Por ello, si la dirigencia política honesta y los MCS, no ayudan a la ciudadanía a distinguir estos errores del pasado, será inútil toda manifestación o palabrerío oponiéndose a la pretendida modificación/reforma de la justicia.

Ya la modificaron. Hoy en argentina, la libertad es condicional.

Ayer nosotros, (más de 3.000 hombres, junto a nuestros seres queridos), perdimos la libertad. Hoy nos muestran al mundo como un ejemplo de hacer de justicia. Cuando lo único que se persigue es ocultar las corruptas políticas que nos llevaron a la presente degradación como sociedad.  

Con el actual proyecto vienen por el resto y, Uds., los periodistas, están a la cabeza. No los subestimen. No somos mejores o distintos a los venezolanos, cubanos o nicaragüenses.

Sin otro particular, saludo a Uds. con la mayor consideración, admiración y respeto.

 JUAN ARMANDO GIOVARRUSCIO

 


PrisioneroEnArgentina.com

Setiembre 25, 2021


 

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