La Cruz y la Bandera- En el mes de la Independencia…

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Por Jorge B. Lobo Aragón.

 

Opinión:

He manifestado en su oportunidad con relación a la bandera tucumana – hoy derogada – que no me parecía necesario que las provincias tengan banderas. Con la de Belgrano alcanza para todas. También he aseverado que la bandera tucumana pecaba de ser de difícil dibujo. Además resaltaba dos años 1812 y 1816; 1812 por la batalla en la que se batieron soldados de distintas provincias, no sólo tucumanos; y 1816 por el congreso, lo que resultaba una repetición, pues ya se lo recuerda con la casa histórica, en donde también participaron congresales de distintas provincias, obviamente reunidos en nuestra provincia. Pero lo que estimaba que era un acierto y lo que la hacía valiosa es la Cruz que nos representa. La Cruz es emblema del cristianismo que la conquista se dispuso afianzar en estas tierras, y para concretar esa conquista es que se fundó nuestra ciudad. Nace Tucumán como consecuencia de esa conquista que a sus propósitos los simboliza en la cruz. La cruz nos representa a los cristianos, a los católicos porque somos la comunidad que nació junto a la cruz que Don Diego de Villarroel plantara en Ibatín. Desde entonces tenemos esta lengua española, la rueda, la escritura, las tablas de multiplicar, el teorema de Pitágoras, todos los elementos de la civilización que junto a la cruz, y en el nombre de la cruz, se plantaron en este suelo; incluso el calendario con el que nos manejamos. Nosotros, los tucumanos que la bandera debe representar, somos la comunidad fundada por Villarroel junto a la cruz, y en nombre de la cruz. Ahora bien. Hay quienes interpretan que la bandera tucumana “discriminaba a los cristianos y no cristianos”. Es evidente que nuestra civilización no sólo fue cristiano sino que lo tuvo al cristianismo como razón de ser. Se fundó la ciudad para afianzar y difundir la cristiandad. De ahí nacemos como sociedad organizada. Las banderas existen como un modo satisfactorio de identificarse, de mostrarse distinto a otros. Ponemos a la cruz, porque es lo que nos encuentra, abarca e identifica. No olvidemos que el Doctor Narciso Laprida y los otros veintisiete diputados de las provincias que se pronunciaron por la independencia un 9 de julio, lo hicieron “invocando al Eterno que preside el universo”, y a la voluntad de que fuéramos independientes la manifestaron “Al Cielo”, a las naciones y hombres todos del globo. Invocando al Eterno manifestaron la independencia argentina. Se habla de la libertad de culto y de la cantidad de religiones existentes. A pesar de las libertades que comparto y respeto, no pueden ponerse en una bandera los signos de todas las religiones autorizadas. Abstenernos de expresar cual ha sido la razón de nuestro resurgimiento al mundo civilizado, como resultado de una conquista hecha por – nosotros -, la gente de la civilización que habla español, nos llevaría a plantear una bandera que fuese inodoro, incolora e insípida, para que no moleste a nadie. Los símbolos religiosos en las banderas no son arcaicos y no tienden a dividir de manera alguna. Israel, uno de los estados más modernos, ha incluido en su bandera la estrella de David, signo marcadamente religioso a pesar de que los israelitas reconozcan la libertad de culto, lo que les da carácter, lo que los identifica como pueblo, es la vieja religión que se vislumbra y abarca en la estrella en su estrella de David. El lenguaje de los emblemas, de los signos, de los símbolos, pertenece a la heráldica, un arte que fue popular y comprensible. “muchas críticas se pudieron hacer a la bandera tucumana, pero nunca a nuestra Cruz”.

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 1, 2017


 

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