La Gloriosa Revolución de 1688

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  Por Cyd Ollack.

La Gloriosa Revolución de 1688 fue un acontecimiento crucial en la historia británica, que marcó el derrocamiento del rey Jacobo II y la ascensión de Guillermo III y María II al trono inglés. Se la denominó “gloriosa” porque se logró con relativamente poco derramamiento de sangre y condujo a importantes cambios constitucionales que sentaron las bases de la democracia moderna.

Jacobo II, un monarca católico, ascendió al trono en 1685, sucediendo a su hermano Carlos II. Su reinado estuvo marcado por los esfuerzos por promover el catolicismo en un país predominantemente protestante, lo que provocó un temor y un descontento generalizados entre la mayoría protestante. Las políticas de Jacobo, como el nombramiento de católicos en altos cargos y la suspensión de leyes contra los católicos, exacerbaron las tensiones.

El punto de inflexión se produjo cuando la esposa de Jacobo, María de Módena, dio a luz a un hijo en 1688, lo que planteó la perspectiva de una dinastía católica. Esto alarmó a muchos, incluidas destacadas figuras políticas y religiosas que buscaban preservar el gobierno protestante. Invitaron a Guillermo de Orange, protestante y esposo de la hija protestante de Jacobo, María, a intervenir.

Guillermo III

En noviembre de 1688, Guillermo desembarcó en Inglaterra con una importante fuerza holandesa. A medida que Guillermo avanzaba, el apoyo a Jacobo menguaba. Muchas de las tropas de Jacobo desertaron y figuras influyentes, incluidos miembros del Parlamento y la aristocracia, se pusieron del lado de Guillermo. Ante una oposición abrumadora y temiendo por su vida, Jacobo huyó a Francia en diciembre de 1688, abdicando efectivamente del trono.

En enero de 1689, el Parlamento inglés declaró que Jacobo había abdicado y a Guillermo y María se les ofreció conjuntamente el trono, que aceptaron, marcando el comienzo de una monarquía constitucional. Uno de sus primeros actos fue aceptar la Declaración de Derechos de 1689, un documento histórico que establecía límites específicos a la autoridad real y consagraba los derechos y libertades del Parlamento y del pueblo.

La Revolución Gloriosa tuvo efectos profundos y duraderos. Estableció el principio de que la monarquía no podía gobernar sin el consentimiento del Parlamento, poniendo fin de manera efectiva a la monarquía absoluta en Inglaterra. La Declaración de Derechos sentó las bases para un sistema de monarquía constitucional que equilibraba los poderes del rey y el Parlamento y salvaguardaba las libertades individuales.

La revolución también influyó en el pensamiento y la práctica política más allá de Gran Bretaña. Reforzó la idea del Estado de derecho y la importancia de un marco constitucional, inspirando futuros movimientos y desarrollos democráticos, incluidas las revoluciones estadounidense y francesa. Por lo tanto, la Revolución Gloriosa de 1688 se erige como una piedra angular en la evolución de la gobernanza democrática moderna.

 


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Enero 25, 2025


 

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