Había una vez una sombra siniestra convertida en hombre, que olvido la PAZ y creo la GUERRA. Dejó de honrar la vida y se perdió en las tinieblas de la locura. Había una vez un ser humano, una imagen, un cuerpo, un silencio, una palabra, una mirada, un gesto, un castigo que se convirtió en DEMONIO. La guerra es tan contradictoria que se hace difícil comprender la actitud de los hombres que la llevan a cabo. Matan para vivir, destruyen pueblos, hogares, familias sin conocer sus vidas y luchan por defender la suya. Van por obedecer órdenes de desconocidos para quienes no son más que una silueta con un arma y los exponen a morir sin haberlos visto jamás ni saber sus sentimientos y usan la palabra PATRIA, para convencerlos de morir si es necesario por un pedazo de tierra que sólo es de TATA DIOS. Les hablan de un futuro de paz y los convierten a muchos en pasado para sus amores y cara al cielo se duermen entre bombas y misiles con la palabra “MAMÁ” entre sus labios. Borran la PAZ, y escriben con sangre la violencia en los muros de lo que llaman fronteras. Manejan la destrucción del mundo y la humanidad desde sus escondidos refugios donde gritan la palabra LIBERTAD, algo que no conocerán ni respetarán jamás. Son los siniestros monstruos corazón de piedra que deciden la vida o la muerte de los seres con corazón de pan. ¿Cuándo caminará el mundo la VERDAD? ¿Cuándo será el día en que los científicos descubran la vacuna contra la ambición de poder del hombre sobre el hombre? Señor Dios, tu que creaste a la humanidad tal vez puedas convertir los corazones de piedra y los de pan, pues ambos son extremos, en un mismo corazón de amor, pero hazlo pronto por favor, el tiempo apura y la vida está agotándose como el agua de la lluvia bajo el sol. Ni siquiera se escucha una risa, ni un canto, solo gemidos. De las ciudades, del pueblo y las montañas, los hombres, mujeres, niños y bestias han huido. Domina una paz de cementerio escabroso y burdo. ¡Es la guerra, con sombras espectrales, pariente del incendio, la pandemia y la muerte! Escritores, hermanos y amigos, sigan escribiendo poemas a la vida con tinta de espuma y optimismo. Guarden la esperanza de que alguna gaviota rescate sus mensajes de amor y paz y lo entregue al mundo. Que sigan los versos hasta que se apague el turbio fuego y la graciosa paz nos de la mano.
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Por Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
Por María Isabel Clausen.
Había una vez una sombra siniestra convertida en hombre, que olvido la PAZ y creo la GUERRA. Dejó de honrar la vida y se perdió en las tinieblas de la locura. Había una vez un ser humano, una imagen, un cuerpo, un silencio, una palabra, una mirada, un gesto, un castigo que se convirtió en DEMONIO. La guerra es tan contradictoria que se hace difícil comprender la actitud de los hombres que la llevan a cabo. Matan para vivir, destruyen pueblos, hogares, familias sin conocer sus vidas y luchan por defender la suya. Van por obedecer órdenes de desconocidos para quienes no son más que una silueta con un arma y los exponen a morir sin haberlos visto jamás ni saber sus sentimientos y usan la palabra PATRIA, para convencerlos de morir si es necesario por un pedazo de tierra que sólo es de TATA DIOS. Les hablan de un futuro de paz y los convierten a muchos en pasado para sus amores y cara al cielo se duermen entre bombas y misiles con la palabra “MAMÁ” entre sus labios. Borran la PAZ, y escriben con sangre la violencia en los muros de lo que llaman fronteras. Manejan la destrucción del mundo y la humanidad desde sus escondidos refugios donde gritan la palabra LIBERTAD, algo que no conocerán ni respetarán jamás. Son los siniestros monstruos corazón de piedra que deciden la vida o la muerte de los seres con corazón de pan. ¿Cuándo caminará el mundo la VERDAD? ¿Cuándo será el día en que los científicos descubran la vacuna contra la ambición de poder del hombre sobre el hombre? Señor Dios, tu que creaste a la humanidad tal vez puedas convertir los corazones de piedra y los de pan, pues ambos son extremos, en un mismo corazón de amor, pero hazlo pronto por favor, el tiempo apura y la vida está agotándose como el agua de la lluvia bajo el sol. Ni siquiera se escucha una risa, ni un canto, solo gemidos. De las ciudades, del pueblo y las montañas, los hombres, mujeres, niños y bestias han huido. Domina una paz de cementerio escabroso y burdo. ¡Es la guerra, con sombras espectrales, pariente del incendio, la pandemia y la muerte! Escritores, hermanos y amigos, sigan escribiendo poemas a la vida con tinta de espuma y optimismo. Guarden la esperanza de que alguna gaviota rescate sus mensajes de amor y paz y lo entregue al mundo. Que sigan los versos hasta que se apague el turbio fuego y la graciosa paz nos de la mano.
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Marzo 13, 2024
Tags: Guerra
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