La literatura militar, se ha dedicado más frecuentemente a la “guerra internacional”, que ha permitido denominarla “guerra convencional” habida cuenta que se han escrito documentos internacionales que aspiran a reducir las nefastas consecuencias de la misma. A la vez, hay muchos trabajos de políticos y militares que la han estudiado, sea para hacerla mejor (para matar) o para hacerla más humana. También las naciones que han hecho de la guerra, un negocio más, han mejorado día a día la eficacia de las armas, con el criterio de hacerla más mortal para la mayor cantidad de personas, Eso sí, viendo de reducir el sufrimiento de los que mueren o los objetos culturales que son declarados “patrimonio de la humanidad”.
En vez, sobre la “guerra interna” no existe el mismo entusiasmo. Y esto va desde los políticos, hasta los militares.
En todos se manifiesta la preocupación de no igualar a la guerra convencional con la guerra interna.
Y este esfuerzo, se manifiesta en la preocupación de no identificar como enemigo al que lucha contra uno, “para no darle estado de beligerante”
En mi libro “El problema del terrorismo” explico mi posición sobre el “enemigo”. Expreso:
“Esto ocurre, porque en la guerra, no hay ninguna ley para combatir o para matar al enemigo. Las pocas que existen, se refieren a cuando el enemigo se rinde o para el tratamiento de heridos o con respecto a los muertos encontrados.”
“Lo que existe para los militares, son los reglamentos que indican como realizar las matanzas colectivas para llegar al aniquilamiento del enemigo.”
“Tampoco se habla de ningún juez, para juzgar a un enemigo. No es necesario. Al enemigo se lo mata y ahí queda.”
“Además, al enemigo se lo va a buscar para matarlo o para que se rinda. Si alcanza a rendirse antes que lo maten, no hay que someterlo a ningún juez, porque no cometió ningún delito. Sencillamente es enemigo.”
“No tendrá pena ni castigo. Va a un campo de concentración porque de alguna manera hay que tenerlo inoperante para la guerra.”
“Y aquí es necesario que hablemos de lo que es enemigo”.
“El enemigo es un ciudadano del país que combate contra nosotros. No es un delincuente. Por lo tanto, no hay ningún delito que ”
“No se lo mata como castigo, sino como ejercicio sistemático de la violencia. Humanamente puede ser más virtuoso que nosotros. Eso no está en cuestión.”
“Nadie le enseña a un militar que debe discutir las razones de la guerra, ni trate de convencerlo de la razón de su causa.”
“No se encuentran y toman el café con leche juntos. Porque si bien en la guerra lo usual es matar, es difícil matar sin odio, más cuando no se es un asesino.”
“Por lo tanto, al enemigo se lo odia, y la motivación más común son los propios muertos por un lado y la supuesta razón de nuestra causa. Los propios muertos, son un estímulo muy fuerte.”
“El compañero que convivió con uno las carencias de la guerra, sobrellevó las luchas a muerte, incluso muchas veces le salvó la vida; el compañero permanente, que reemplaza a la familia y a los seres queridos las 24 has. del día, que se ve morir horriblemente, muchas veces despanzurrado por los disparos; impulsa a apretar los dientes y buscar la venganza. ¡Y la venganza está en matar enemigos! A medida que la guerra avanza, el odio hace natural matar enemigos.”
“A la vez, el enemigo no tiene una entidad para toda la vida. Es mientras estén en guerra. “
“Cuando los Gobiernos acuerdan la paz, el militar se queda sin enemigo. No es fácil, dado que el odio almacenado durante la lucha queda sin destino.”
“Pero es ahí donde también la subordinación lo obliga. Ese enemigo que quizás un día antes de la paz, estaba dispuesto a matar, el día de la paz, debe estar en condiciones de abrazar.”
“Para lograr este artilugio emocional, en la historia se observa la educación bélica compatibilizada con la caballerosidad.”
“Los enemigos hasta ayer enfrentados a muerte, no impiden a unos detectar al caballero que se encuentra dentro de los otros.”
Y esto ¿qué tiene que ver con nuestro tema? Tiene y mucho. La tendencia en la guerra interna es no reconocer “enemigos”. Si se está en el bando gubernamental, los rebeldes son delincuentes. Si está en el bando rebelde, los gubernamentales son seres despreciables, mercenarios y crueles al servicio de algo presentado como deleznable, como la tiranía, el imperialismo, etc. etc.
Y ambos pueden tener razón. Pero esto se produce en el marco de un país que les es propio. Son combatientes del mismo país. El contenido emocional que proyecta produce la ruptura del frente interno de la nación. Y hoy los malabaristas de la palabra, la denominan “grieta”.
Lo curioso es que lo dicen asombrados. Todos siembran para profundizar la grieta, pero todos se quejan de que exista. Salvo en la verborrea de los que no saben nada de la guerra, los bandos en lucha no se llaman enemigos, se llaman delincuentes. Y esto es de nunca acabar. Porque como dije, los enemigos son circunstanciales, pero los delincuentes pueden ser permanentes.
Y entonces la “grieta” es para siempre.
Los europeos son más inteligentes que nosotros. Han proyectado el criterio de “enemigo” a los combatientes hasta el término de sus guerras internas. Y luego la paz, implico, aún a regañadientes que eran connacionales. Se dan cuenta que sino debilitan sus países.
Lamentablemente hay experiencias lamentables. Y el motivo es la influencia emotiva del marxismo
Hoy, en el siglo XXI, han quedado pocos rastros del pensamiento de Marx. Uno de ellos es la lucha de clases. El otro su internacionalismo.
Hablar de la lucha de clases, es tratar de polarizar a la población. La famosa tesis – antítesis, impone la división de un país en dos. Y esto es lo mismo que hablar de la grieta. Para peor, para el neo marxista no existe la síntesis, dado que él se ubica en una de las dos y solo supone el éxito de la suya. No hay una nueva situación. Es la imposición de su postura. Esto desdibuja la idea de la guerra. Ya no es una desgraciada circunstancia, es una agudización de la lucha y como tal un avance en la lucha de clases. Por otros medios
En esta postura, para el marxista, no basta tener el poder. Solo es aceptable el monopolio del poder. Y esto hace que la guerra siga “aunque haya terminado”. No en vano, Mao Tse Tung afirmó que “la paz es la prosecución de la guerra por otros medios”[1].
Por suerte, toda inspiración en el “materialismo dialéctico” tiene dos vulnerabilidades: Impone que nadie puede pensar distinto. Sino es de la clase opuesta (sea por ignorancia, maldad, o divergencia). Por lo tanto, dialogar es una mala palabra. Lo correcto es disputar. Gracias a esta manera irreductible de pensar y hacer, se pelea con los propios marxistas.
Esto se debe en principio, que su dialéctica no explica por donde pasa el eje separador de las clases. El método es intuitivo, no reflexivo. Entonces es frecuente que varios marxistas juntos se pelean fácilmente, acusándose mutuamente de servir al imperialismo. Es decir, para uno la lucha es proletarios y burgueses, ¿pero a quienes ponen en la bolsa? Uno de los “lumpen a los obreros industrializados” contra el resto. Otros a los “obreros contra los empresarios”, etc. etc. Esto ayuda a debilitarlos. Pero el problema que en cualquier clasificación que se busque, estamos los militares, los de la seguridad y peor si nos atrevimos a luchar contra ellos; como parte de la clase explotadora.
Digamos que “nos bancamos esta permanente preocupación”. Pero el problema es la población. Con gran habilidad han trasladado la lucha de clases a los problemas de la sociedad. Y una muletilla es, por ejemplo, el derecho de protestar. ¡Qué mejor que protestar, dado que es un derecho! Pero el arte es enfrentar. Alumnos contra maestros, obreros contra empresas, inseguridad contra policías, etc. Y se ha llegado al sumun, dado que, al asumir los problemas de género, lo encaran como la lucha de la mujer contra el hombre.
El producto es una sociedad enfrentada. Es el germen de la lucha de clases. Todos los días se abren grietas. Lo que pasa que de algunas ni nos damos cuenta.
Otro tema es su internacionalismo. Los marxistas son unidos a los extranjeros que piensan como ellos. No son amigos de todos los brasileños, o bolivianos, o cubanos o rusos. Lo son de los que piensan como ellos. El vínculo es casi superior al sentimiento de la nacionalidad.
Por lo tanto, la Patria pierde entidad. Su relación de “Patria” es el internacionalismo, es decir porciones de cada país, que piensan como ellos. Por lo tanto, en el poder, sus proyectos son confrontativos, o burladores del sistema legal. ¿Cómo se hace? Sacando leyes que niegan leyes fundamentales. Un ejemplo claro lo tenemos en la ley que establece que los desaparecidos de los 70, fueron 30.000. ¡Al diablo con la libertad de expresión! Es como el decreto 4161 de la revolución libertadora que prohibía el nombre de Perón.[2]
Escribe Carlos Españadero.
La literatura militar, se ha dedicado más frecuentemente a la “guerra internacional”, que ha permitido denominarla “guerra convencional” habida cuenta que se han escrito documentos internacionales que aspiran a reducir las nefastas consecuencias de la misma. A la vez, hay muchos trabajos de políticos y militares que la han estudiado, sea para hacerla mejor (para matar) o para hacerla más humana. También las naciones que han hecho de la guerra, un negocio más, han mejorado día a día la eficacia de las armas, con el criterio de hacerla más mortal para la mayor cantidad de personas, Eso sí, viendo de reducir el sufrimiento de los que mueren o los objetos culturales que son declarados “patrimonio de la humanidad”.
En vez, sobre la “guerra interna” no existe el mismo entusiasmo. Y esto va desde los políticos, hasta los militares.
En todos se manifiesta la preocupación de no igualar a la guerra convencional con la guerra interna.
Y este esfuerzo, se manifiesta en la preocupación de no identificar como enemigo al que lucha contra uno, “para no darle estado de beligerante”
En mi libro “El problema del terrorismo” explico mi posición sobre el “enemigo”. Expreso:
“Esto ocurre, porque en la guerra, no hay ninguna ley para combatir o para matar al enemigo. Las pocas que existen, se refieren a cuando el enemigo se rinde o para el tratamiento de heridos o con respecto a los muertos encontrados.”
“Lo que existe para los militares, son los reglamentos que indican como realizar las matanzas colectivas para llegar al aniquilamiento del enemigo.”
“Tampoco se habla de ningún juez, para juzgar a un enemigo. No es necesario. Al enemigo se lo mata y ahí queda.”
“Además, al enemigo se lo va a buscar para matarlo o para que se rinda. Si alcanza a rendirse antes que lo maten, no hay que someterlo a ningún juez, porque no cometió ningún delito. Sencillamente es enemigo.”
“No tendrá pena ni castigo. Va a un campo de concentración porque de alguna manera hay que tenerlo inoperante para la guerra.”
“Y aquí es necesario que hablemos de lo que es enemigo”.
“El enemigo es un ciudadano del país que combate contra nosotros. No es un delincuente. Por lo tanto, no hay ningún delito que ”
“No se lo mata como castigo, sino como ejercicio sistemático de la violencia. Humanamente puede ser más virtuoso que nosotros. Eso no está en cuestión.”
“Nadie le enseña a un militar que debe discutir las razones de la guerra, ni trate de convencerlo de la razón de su causa.”
“No se encuentran y toman el café con leche juntos. Porque si bien en la guerra lo usual es matar, es difícil matar sin odio, más cuando no se es un asesino.”
“Por lo tanto, al enemigo se lo odia, y la motivación más común son los propios muertos por un lado y la supuesta razón de nuestra causa. Los propios muertos, son un estímulo muy fuerte.”
“El compañero que convivió con uno las carencias de la guerra, sobrellevó las luchas a muerte, incluso muchas veces le salvó la vida; el compañero permanente, que reemplaza a la familia y a los seres queridos las 24 has. del día, que se ve morir horriblemente, muchas veces despanzurrado por los disparos; impulsa a apretar los dientes y buscar la venganza. ¡Y la venganza está en matar enemigos! A medida que la guerra avanza, el odio hace natural matar enemigos.”
“A la vez, el enemigo no tiene una entidad para toda la vida. Es mientras estén en guerra. “
“Cuando los Gobiernos acuerdan la paz, el militar se queda sin enemigo. No es fácil, dado que el odio almacenado durante la lucha queda sin destino.”
“Pero es ahí donde también la subordinación lo obliga. Ese enemigo que quizás un día antes de la paz, estaba dispuesto a matar, el día de la paz, debe estar en condiciones de abrazar.”
“Para lograr este artilugio emocional, en la historia se observa la educación bélica compatibilizada con la caballerosidad.”
“Los enemigos hasta ayer enfrentados a muerte, no impiden a unos detectar al caballero que se encuentra dentro de los otros.”
Y esto ¿qué tiene que ver con nuestro tema? Tiene y mucho. La tendencia en la guerra interna es no reconocer “enemigos”. Si se está en el bando gubernamental, los rebeldes son delincuentes. Si está en el bando rebelde, los gubernamentales son seres despreciables, mercenarios y crueles al servicio de algo presentado como deleznable, como la tiranía, el imperialismo, etc. etc.
Y ambos pueden tener razón. Pero esto se produce en el marco de un país que les es propio. Son combatientes del mismo país. El contenido emocional que proyecta produce la ruptura del frente interno de la nación. Y hoy los malabaristas de la palabra, la denominan “grieta”.
Lo curioso es que lo dicen asombrados. Todos siembran para profundizar la grieta, pero todos se quejan de que exista. Salvo en la verborrea de los que no saben nada de la guerra, los bandos en lucha no se llaman enemigos, se llaman delincuentes. Y esto es de nunca acabar. Porque como dije, los enemigos son circunstanciales, pero los delincuentes pueden ser permanentes.
Y entonces la “grieta” es para siempre.
Los europeos son más inteligentes que nosotros. Han proyectado el criterio de “enemigo” a los combatientes hasta el término de sus guerras internas. Y luego la paz, implico, aún a regañadientes que eran connacionales. Se dan cuenta que sino debilitan sus países.
Lamentablemente hay experiencias lamentables. Y el motivo es la influencia emotiva del marxismo
Hoy, en el siglo XXI, han quedado pocos rastros del pensamiento de Marx. Uno de ellos es la lucha de clases. El otro su internacionalismo.
Hablar de la lucha de clases, es tratar de polarizar a la población. La famosa tesis – antítesis, impone la división de un país en dos. Y esto es lo mismo que hablar de la grieta. Para peor, para el neo marxista no existe la síntesis, dado que él se ubica en una de las dos y solo supone el éxito de la suya. No hay una nueva situación. Es la imposición de su postura. Esto desdibuja la idea de la guerra. Ya no es una desgraciada circunstancia, es una agudización de la lucha y como tal un avance en la lucha de clases. Por otros medios
En esta postura, para el marxista, no basta tener el poder. Solo es aceptable el monopolio del poder. Y esto hace que la guerra siga “aunque haya terminado”. No en vano, Mao Tse Tung afirmó que “la paz es la prosecución de la guerra por otros medios”[1].
Por suerte, toda inspiración en el “materialismo dialéctico” tiene dos vulnerabilidades: Impone que nadie puede pensar distinto. Sino es de la clase opuesta (sea por ignorancia, maldad, o divergencia). Por lo tanto, dialogar es una mala palabra. Lo correcto es disputar. Gracias a esta manera irreductible de pensar y hacer, se pelea con los propios marxistas.
Esto se debe en principio, que su dialéctica no explica por donde pasa el eje separador de las clases. El método es intuitivo, no reflexivo. Entonces es frecuente que varios marxistas juntos se pelean fácilmente, acusándose mutuamente de servir al imperialismo. Es decir, para uno la lucha es proletarios y burgueses, ¿pero a quienes ponen en la bolsa? Uno de los “lumpen a los obreros industrializados” contra el resto. Otros a los “obreros contra los empresarios”, etc. etc. Esto ayuda a debilitarlos. Pero el problema que en cualquier clasificación que se busque, estamos los militares, los de la seguridad y peor si nos atrevimos a luchar contra ellos; como parte de la clase explotadora.
Digamos que “nos bancamos esta permanente preocupación”. Pero el problema es la población. Con gran habilidad han trasladado la lucha de clases a los problemas de la sociedad. Y una muletilla es, por ejemplo, el derecho de protestar. ¡Qué mejor que protestar, dado que es un derecho! Pero el arte es enfrentar. Alumnos contra maestros, obreros contra empresas, inseguridad contra policías, etc. Y se ha llegado al sumun, dado que, al asumir los problemas de género, lo encaran como la lucha de la mujer contra el hombre.
El producto es una sociedad enfrentada. Es el germen de la lucha de clases. Todos los días se abren grietas. Lo que pasa que de algunas ni nos damos cuenta.
Otro tema es su internacionalismo. Los marxistas son unidos a los extranjeros que piensan como ellos. No son amigos de todos los brasileños, o bolivianos, o cubanos o rusos. Lo son de los que piensan como ellos. El vínculo es casi superior al sentimiento de la nacionalidad.
Por lo tanto, la Patria pierde entidad. Su relación de “Patria” es el internacionalismo, es decir porciones de cada país, que piensan como ellos. Por lo tanto, en el poder, sus proyectos son confrontativos, o burladores del sistema legal. ¿Cómo se hace? Sacando leyes que niegan leyes fundamentales. Un ejemplo claro lo tenemos en la ley que establece que los desaparecidos de los 70, fueron 30.000. ¡Al diablo con la libertad de expresión! Es como el decreto 4161 de la revolución libertadora que prohibía el nombre de Perón.[2]
Bueno, ya es largo esto. Se la sigo en otra nota.
[1] ¡Pobre Carl von Clausewitz!
[2] Lo puede ver en Internet
PrisioneroEnArgentina.com
Mayo 14, 2017
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