Indiscutiblemente, un trágico acontecimiento en la historia de Estados Unidos que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1857 en el suroeste de Utah. Resultó en la brutal matanza de unos 120 emigrantes, principalmente de Arkansas, que viajaban hacia el oeste en la caravana Fancher-Baker. Este acontecimiento sigue siendo un capítulo oscuro y polémico en la historia del Oeste americano.
El día después de la masacre
Los emigrantes, que buscaban llegar a California, habían cruzado el territorio de Utah durante una época de gran tensión y agitación. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD o comunmente conocida como mormones) se enfrentó a una importante persecución y desconfianza por parte del gobierno federal, lo que llevó a un clima de miedo y sospecha entre los colonos mormones de Utah. La Guerra de Utah, un conflicto entre la Iglesia SUD y el gobierno de los Estados Unidos, exacerbó aún más estas tensiones.
El grupo Fancher-Baker, compuesto por hombres, mujeres y niños, acampó en Mountain Meadows, un exuberante valle que les ofreció un respiro durante su arduo viaje. Desafortunadamente, la llegada del grupo coincidió con el punto álgido del conflicto entre los mormones y el gobierno federal, lo que llevó a una trágica interpretación errónea de sus intenciones.
Siguiendo las órdenes de los líderes de la milicia local, que creían que los emigrantes eran una amenaza, la milicia mormona, junto con aliados indígenas americanos Paiute, lanzó un ataque contra la caravana. Al principio, los emigrantes lograron defenderse de los atacantes, pero después de un asedio de cinco días, se propuso una tregua engañosa. Se les prometió a los emigrantes un paso seguro si entregaban sus armas y abandonaban el valle.
Tumbas comunes después de la masacre
Trágicamente, una vez que los emigrantes depusieron las armas, fueron traicionados. Los milicianos, junto con sus aliados Paiute, mataron sistemáticamente a los hombres, mujeres y niños mayores. Solo 17 niños pequeños, considerados demasiado pequeños para dar testimonio de los hechos, se salvaron y fueron acogidos por familias mormonas locales.
Después de la masacre hubo intentos de encubrir la participación de la milicia mormona. Sin embargo, a medida que se difundían las noticias sobre la atrocidad, se generó una condena generalizada. En las décadas siguientes se llevaron a cabo varias investigaciones, pero no fue hasta 1874 que John D. Lee, uno de los líderes de la milicia, fue juzgado, condenado y ejecutado por su papel en la masacre.
La masacre de Mountain Meadows sigue siendo un sombrío recordatorio de los peligros del miedo, la desconfianza y las medidas extremas. Subraya la necesidad de reconciliación, comprensión y búsqueda de justicia frente a las injusticias históricas. Hasta el día de hoy, es un tema de estudio y reflexión, y sirve como un claro ejemplo de las consecuencias de la violencia y los prejuicios sin control.
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Indiscutiblemente, un trágico acontecimiento en la historia de Estados Unidos que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1857 en el suroeste de Utah. Resultó en la brutal matanza de unos 120 emigrantes, principalmente de Arkansas, que viajaban hacia el oeste en la caravana Fancher-Baker. Este acontecimiento sigue siendo un capítulo oscuro y polémico en la historia del Oeste americano.
Los emigrantes, que buscaban llegar a California, habían cruzado el territorio de Utah durante una época de gran tensión y agitación. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD o comunmente conocida como mormones) se enfrentó a una importante persecución y desconfianza por parte del gobierno federal, lo que llevó a un clima de miedo y sospecha entre los colonos mormones de Utah. La Guerra de Utah, un conflicto entre la Iglesia SUD y el gobierno de los Estados Unidos, exacerbó aún más estas tensiones.
El grupo Fancher-Baker, compuesto por hombres, mujeres y niños, acampó en Mountain Meadows, un exuberante valle que les ofreció un respiro durante su arduo viaje. Desafortunadamente, la llegada del grupo coincidió con el punto álgido del conflicto entre los mormones y el gobierno federal, lo que llevó a una trágica interpretación errónea de sus intenciones.
Siguiendo las órdenes de los líderes de la milicia local, que creían que los emigrantes eran una amenaza, la milicia mormona, junto con aliados indígenas americanos Paiute, lanzó un ataque contra la caravana. Al principio, los emigrantes lograron defenderse de los atacantes, pero después de un asedio de cinco días, se propuso una tregua engañosa. Se les prometió a los emigrantes un paso seguro si entregaban sus armas y abandonaban el valle.
Trágicamente, una vez que los emigrantes depusieron las armas, fueron traicionados. Los milicianos, junto con sus aliados Paiute, mataron sistemáticamente a los hombres, mujeres y niños mayores. Solo 17 niños pequeños, considerados demasiado pequeños para dar testimonio de los hechos, se salvaron y fueron acogidos por familias mormonas locales.
Después de la masacre hubo intentos de encubrir la participación de la milicia mormona. Sin embargo, a medida que se difundían las noticias sobre la atrocidad, se generó una condena generalizada. En las décadas siguientes se llevaron a cabo varias investigaciones, pero no fue hasta 1874 que John D. Lee, uno de los líderes de la milicia, fue juzgado, condenado y ejecutado por su papel en la masacre.
La masacre de Mountain Meadows sigue siendo un sombrío recordatorio de los peligros del miedo, la desconfianza y las medidas extremas. Subraya la necesidad de reconciliación, comprensión y búsqueda de justicia frente a las injusticias históricas. Hasta el día de hoy, es un tema de estudio y reflexión, y sirve como un claro ejemplo de las consecuencias de la violencia y los prejuicios sin control.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 6, 2025
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