La Moralidad del Hombre y de los Animales

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  Por RICHARD DAWKINS.

Los fundamentos biológicos de lo moral es un tema que los biólogos tratan con más cuidado y sensibilidad que lo que mucha gente les atribuye. Es demasiado fácil llegar a conclusiones simplificadas, como en el caso del “darwinismo social”, que fue popular, especialmente en América, a finales del siglo pasado. Los darwinistas sociales malinterpretaron la teoría evolutiva, y, lo que es aún peor, malinterpretaron los principios de lógica elemental. Lo que es importante advertir es que el darwinismo no puede decirnos cómo debemos comportarnos. Puede, en cambio, ayudarnos a entender por qué nosotros nos comportamos del modo en que lo hacemos.Hay dos aspectos en los que la biología evolutiva puede ser considerada relevante respecto a la moral humana. En primer lugar podemos estudiar los fenómenos de la conducta como científicos curiosos, curiosos acerca de los orígenes evolutivos de la moral, pero no intentando establecer ninguna regla para el comportamiento moral. Este me parece un objetivo razonable, del mismo modo que podemos utilizar la biología evolutiva para entender nuestras urgencias sex uales. A esto lo llamaré el enfoque de “curiosidad científica” hacia la moral.

Huxley
Darwin

El segundo tipo de enfoque es el que yo creo que debemos evitar. Llamaré a este segundo enfoque “normativo”. Alguna gente cree que podemos esperar que la ciencia evolutiva nos provea un código moral. Esto es esencialmente lo que hicieron los darwinistas sociales. Ellos tomaron las leyes naturales como “la supervivencia del más fuerte” y las usaron para justificar sistemas políticos basados en la explotación del débil por el poderoso.

Es absolutamente cierto que en la naturaleza el fuerte explota al débil, y también es cierto que este hecho es característico de todo el proceso de evolución de acuerdo a la teoría darwiniana que yo sustento. Pero esto no significa que nosotros tenemos que apoyar un sistema moral en el que una gente explota a otra gente, o en el que una gente explota a otros animales. Nosotros somos libres de instaurar sistemas políticos y morales que se diferencian explícitamente de los principios de la naturaleza.

Hay versiones más suaves del enfoque “normativo”. Por ejemplo, el biólogo británico sir Julian Huxley describió una ley de “progreso” en la evolución y trató de basar un sistema moral en la continuación de tendencias evolutivas progresivas. Yo encuentro esto tan ilógico como el darwinismo social, aunque no sea tan repugnante a mi sentido moral. En este artículo yo rechazaré todas las formas del enfoque “normativo” y miraré a las morales como un biólogo curioso.

La moral animal

Así, miremos al reino animal en su conjunto. ¿Vemos algo que parezca equivalente a la moral humana? Lo primero que se debe decir es que cuando los biólogos hoy día formulan este tipo de preguntas no aspiran a contestarla en términos de los pensamientos conscientes que los animales pueden o no tener. Yo tengo la impresión privada de que los perros son conscientes, y Ias hormigas, probablemente no. Pero quiero señalar que esta cuestión es irrelevante en el sentido en que los biólogos hablan normalmente. Los biólogos examinan solamente la conducta y las consecuencias de la conducta, no las intenciones o deseos del animal que muestra ese comportamiento. Esta actitud puede cambiar en el futuro, pero es una buena caracterización de cómo los biólogos piensan actualmente. Cuando miramos al reino animal buscando ejemplos de moral primitiva estamos buscando comportamientos y no motivos. Y el comportamiento que buscamos tiene ciertas consecuencias.

¿Qué consecuencias? Yo sugeriría que el tipo de comportamiento que podríamos definir como moral es aquél que tiene como consecuencia mejorar el bienestar del grupo o de la sociedad a costa de disminuir el bienestar del propio individuo. Cazadores humanos, por ejemplo, saben que, si quieren asegurar la abundancia de caza en el futuro, es importante no matar hembras preñadas (yo voy a ignorar aquí la cuestión de moralidad con respecto a los animales de caza, aunque creo que la cuestión de cómo tratamos a los animales plantea de por sí asuntos morales de importancia). Un individuo que ve una hembra preñada puede sentir la tentación de matarla y comerla. Esto le beneficiaría a corto plazo, pero sería una desventaja a largo plazo para él mismo y para el conjunto de su tribu.

Lo mismo puede decirse, por ejemplo, de los perros salvajes si definimos el comportamiento moral como conductas que benefician a otros perros a expensas del perro “moralista”. Supongamos que el perro encuentra una madre coneja incapaz de correr rápido por estar embarazada. Fácilmente puede cazarla y comerla, y esto sería en su propio beneficio egoísta. O puede hacer el gesto “moral” de dejarla vivir para reproducirse y proveer al grupo de perros con mayor número de comidas más adelante. ¿Hará el gesto moral?

De acuerdo con las predicciones darwinistas, la respuesta es un rotundo no. Excepto bajo circunstancias especiales, de las que hablaremos más adelante, la selección natural va a favorecer a perros egoístas que buscan su propio beneficio a corto plazo por encima de perros moralistas que se preocupan por los intereses a largo plazo del grupo en su conjunto. Esto es debido a que los perros “amorales” se beneficiarán de los actos “morales” de sus compañeros en la misma medida en que se benefician los perros “moralistas”. Por tanto, si bien un acto moral puede incrementar el bienestar de la tribu perruna en su conjunto, dentro de esa tribu el individuo amoral gana más del actor moral que el individuo moral. Esto es debido a que el perro moral paga el coste de su autocontrol, mientras que el “amoral”, no. Beneficios y costes en este contexto se miden en términos de éxito reproductivo, pues de eso trata la selección natural darwiniana. Por tanto, las tendencias genéticas a comportarse egoístamente serán transmitidas a las generaciones futuras en una mayor proporción que las tendencias genéticas a comportarse en forma altruista. En consecuencia no debemos esperar encontrar ejemplos de este tipo de conducta altruista en la naturaleza.

Dije que había excepciones. Básicamente hay dos tipos de excepción a la predicción general de que animales salvajes individuales se comportaran egoístamente. Primeramente, un animal puede parecer que trabaja para el bienestar del otro, si es probable que el favor sea pagado posteriormente: ¡Una “moralidad” algo cínica! En segundo lugar, se puede esperar que un individuo se comporte “moralmente” si los posibles beneficiarios de su buena acción son sus parientes genéticos cercanos. Esto es fácil de apreciar para el caso de la descendencia del individuo: las tendencias genéticas a comportarse generosamente son heredadas por los beneficiarios de su generosidad. Así, siempre que la generosidad beneficie específicamente a los descendientes del animal “moral” es fácil ver la razón de que tendencias a este altruismo nepotista pueden llegar a ser comunes. Las madres, por ejemplo, amamantan a sus crías y los padres, de ambos sexos, corren riesgos para defender a sus hijos.

El argumento puede ser extendido a nietos, sobrinos y otros parientes. Yo no dispongo de espacio aquí para presentar los detalles; está todo en mi libro El gen egoísta (Editorial Salvat). Aquí repetiré simplemente el punto más importante con respecto a la moral humana. Esto es, que lo que los animales hacen, y la teoría darwinista de por qué lo hacen, puede aún ser una ayuda para entender cómo se comportan los humanos. Pero no nos dice cómo debemos comportamos, a menos que el objetivo que nosotros nos fijemos sea el objetivo limitado de propagar tantos genes como sea posible. Nosotros estamos completamente en libertad de elegir objetivos muy diferentes: por ejemplo, el diseminar felicidad al máximo número de personas, o al máximo número de seres con sentimientos. Nosotros somos libres de decir: “Yo entiendo las razones evolutivas de mi propia inmoralidad y tomo la decisión consciente de desafiarlas”.

Richard Clinton Dawkins es un etólogo, biólogo evolutivo y autor británico. Es miembro emérito de New College, Oxford, y fue profesor de Comprensión Pública de la Ciencia de la Universidad de Oxford desde 1995 hasta 2008. También fue profesor de comportamiento animal en el departamento de Zoología en la misma entidad educativa. Nacimiento: 26 de marzo de 1941 (79 años), Nairobi, Kenia

 


PrisioneroEnArgentina.com

Noviembre 17, 2020


 

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