Mientras los ciudadanos venezolanos sufren las desventuras de la tripulación de El Acorazado Potemkin, sus mandatarios disfrutan de los lujosos dudosamente conseguidos emulando al diablo de Milton. “Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”. Llueve sobre mojado, luego de Chávez y junto a Maduro, hay un nuevo sheriff en el pueblo. Un sheriff que destronaría al mismísimo Satán.
[four_fifth padding=”0 0 0 30px”]
Frank Underwood, la genial creación de Kevin Spacey en House of Cards -una maravillosa serie, cuyo primer año vi de corrido desde la noche de un viernes hasta el amanecer del nuevo día, arqueaba sus cejas y expresaba sin piedad que había dos tipos de vicepresidentes: los que se dejan pisotear y los que pisotean. Su monologo cerraba con un contundente ¿Cuál creen que yo pretendo ser? Claro, es ficción. En realidad, no se conocen muchos detalles de las actividades oscuras de los que llevan las riendas de naciones, con la sola excepción de aquellos cuyo comportamiento y movimiento en la jungla política es criminal pero ya naturalmente aceptado. Y lo criminal es -casi una tautología- algo muy natural en ese ambiente.
Diversos departamentos de inteligencia de Estados Unidos de América han considerado durante mucho tiempo a Tareck El Aissami como una figura significativa en el comercio internacional de narcóticos. Los reportes señalan que -además- El Aissami tiene fuertes vínculos con Irán. Es sospechado de supervisar envíos masivos de drogas desde Venezuela a otros países, incluyendo Estados Unidos, y emitió documentos de identificación para los agentes de Hezbollah. Pero El Aissami no es un afiliado de Hezbollah, no pertenece a ningún cartel mexicano, ni es miembro de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC). El Aissami es el vicepresidente de Venezuela.
Hay cierta ambigüedad sobre las funciones de los vicepresidentes. Sabemos que monitorean las sesiones del Congreso, asisten a reuniones protocolares que el primer mandatario elude, o le reemplaza si este último emprende un viaje al extranjero. Algunos son billonarios, pero viven en un médano. Otros son despojados de obscenas cantidades de dinero que almacenan en sus casas sin poder emitir una explicación. Esta anfibología nos lleva a prejuzgar y sentenciar que sus ocupaciones no son muchas. Mi error. Al menos en el caso del segundo hombre más importante del país petrolero.
Después de una extensa investigación del Departamento del Tesoro que llevó varios años, el gobierno de Trump impuso sanciones contra El Aissami el lunes, congelando sus activos en Estados Unidos y prohibiendo las relaciones comerciales con él. Funcionarios estadounidenses han identificado y sancionado a otros altos funcionarios venezolanos involucrados en operaciones de narcotráfico con las FARC colombianas y una estrecha cooperación con las actividades terroristas de Irán. Debería recorrer muchos archivos para precisar si esto ha sucedido en Argentina. Es decir, Organizaciones No Gubernamentales recibiendo dinero de narcos o siquiera dirigentes argentinos con conexiones con la República Islámica de Irán.
Funcionarios estadounidenses criticaron previamente el fracaso de Venezuela en cooperar en temas de lucha contra el terrorismo global. Sin embargo, estos últimos alegatos – que rodean a los altos niveles del gobierno de Venezuela – sugieren que el país sudamericano se ha convertido en un verdadero patrocinador estatal del terrorismo.
En la década pasada, El Aissami y Zaidan -su padre- mostraron gran apoyo a la administración de Sadaam Hussein mientras se perpetraba la invasión en Iraq. Zaidan, además escribió un documento llamado “Orgulloso de ser Talibán” en el que describía como racista, retrasado mental y mentiroso al entonces presidente norteamericano George W. Bush. Por otra parte, señalaba a Osama bin Laden como un gran líder. El Aissami puede haber sido el creador de la teoría de conspiración que dice que el mismo gobierno de Bush fue el orquestador de los ataques del 11 de setiembre del año 2001, para crear una excusa para invadir Afganistán.
A principios de este mes, se descubrió un legajo de inteligencia secreta que data del año 2013 envolviendo a varios países latinoamericanos, destacando los lazos entre El Aissami y 173 documentos de identificación venezolanas y pasaportes emitidos a personas de Oriente Medio, incluido el personal afiliado a Hezbollah. El Aissami “se encargó de emitir, conceder visas y nacionalizar ciudadanos de diferentes países, especialmente sirios, libaneses, jordanos, iraníes e iraquíes”, señala el informe.
Informes anteriores de los Estados Unidos detallan la flagrante corrupción y las vulnerabilidades en las fronteras de Venezuela, sin siquiera llevar a cabo una revisión biográfica básica en varios puertos de entrada para con extranjeros. Sin embargo, las acusaciones en torno a las operaciones de El Aissami llevan estas preocupaciones de seguridad a un nuevo nivel. Uno de los líderes más poderosos de un gran país occidental es acusado de facilitar la infiltración de terroristas en otros países, entre los que figuran los Estados Unidos.
El Centro Simon Wiesenthal también denuncia que El Aissami sirvió como interlocutor entre Irán y Argentina en un esfuerzo por esconder el protagonismo de la República Islámica en la coordinación del bombardeo del Asociación Mutual Israelita en Argentina, en 1994 en Buenos Aires. Se cree que los agentes de Hezbollah son los responsables de ese ataque, que mató a 85 personas e hirió a 300. Además, un representante del Centro Wiesenthal en América del Sur teme que El Aissami pueda alentar al gobierno venezolano a adoptar políticas estatales formales basadas en el antisemitismo.
Bajo el reinado del ex presidente Hugo Chávez, Irán explotó vínculos amistosos con Venezuela para establecer redes terroristas en toda la región. Los agentes iraníes y de Hezbollah han cultivado y consolidado bases operativas en Sudamérica, especialmente en la zona tripartita de Argentina, Brasil y Paraguay. Con una gran población musulmana que cuenta con un número significativo de simpatizantes de Hezbollah, la organización terrorista utiliza esta zona para el reclutamiento, la contratación de mercenarios, el contrabando de armas, el tráfico de drogas y la planificación de la logística para las operaciones terroristas.
Hezbollah también depende de empresas legítimas y organizaciones frontales en la región, diversificando su perfil de financiamiento del terrorismo para generar una parte significativa de sus ingresos de sus operaciones en Latinoamérica. Con la ayuda venezolana, el grupo terrorista continúa ampliando su presencia y consolidando su apoyo en otros países latinoamericanos. Hezbollah se ha registrado incluso como partido político en una región peruana, Abancay un área montañosa caracterizada por tener la población musulmana más grande de esa nación. Los vecinos de la región suelen sorprenderse al escuchar los gritos de Allahu Akbar (Ala es grande) que bajan a los poblados.
Los vínculos venezolanos con el narcotráfico y los terroristas no se limitan a América del Sur. El Departamento del Tesoro también reveló que El Aissami ayudó a coordinar los envíos de narcóticos a los cárteles de narcotraficantes que operan en la frontera de Estados Unidos, incluyendo los infames y peligrosos Los Zetas de México. En el año 2011, los fiscales de Virginia dijeron que un libanés ayudó al cartel mexicano de droga Los Zetas a contrabandear más de 100 toneladas de cocaína colombiana. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos afirmó que Hezbollah se benefició financieramente con esta red criminal.
Con algunos arrestos de criminales de menor categoría, Estados Unidos interrumpió una trama dirigida por grupos terroristas musulmanes asentados en Venezuela, en cooperación con un cártel de drogas mexicano para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington.
El nexo problemático entre los agentes respaldados por Irán, incluido el Hezbollah, y los cárteles mexicanos de narcotraficantes, es que permiten a los terroristas ganar mucho dinero para alimentar sus operaciones violentas. Estas conexiones también permiten a Hezbollah hacer incursiones en los Estados Unidos a través de su frontera porosa con México. Muchas de las características faciales de centroamericanos son similares a la gente de Medio Oriente, lo que produce una compra de pasaportes visados para, ya no solo atravesar las fronteras comandados por coyotes, sino utilizar aerolíneas e ingresar “legalmente”.
El Contacto en Venezuela ha logrado extender una tela de arañas que abarca buena parte del continente. Este vicepresidente que mantiene lazos íntimos con una variedad de organizaciones violentas, ha logrado que Venezuela haya hecho la transición de ser un refugio seguro para actividades nefastas, a un patrocinador estatal oficial del terrorismo en el planeta.
Mientras los ciudadanos venezolanos sufren las desventuras de la tripulación de El Acorazado Potemkin, sus mandatarios disfrutan de los lujosos dudosamente conseguidos emulando al diablo de Milton. “Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”. Llueve sobre mojado, luego de Chávez y junto a Maduro, hay un nuevo sheriff en el pueblo. Un sheriff que destronaría al mismísimo Satán.
Frank Underwood, la genial creación de Kevin Spacey en House of Cards -una maravillosa serie, cuyo primer año vi de corrido desde la noche de un viernes hasta el amanecer del nuevo día, arqueaba sus cejas y expresaba sin piedad que había dos tipos de vicepresidentes: los que se dejan pisotear y los que pisotean. Su monologo cerraba con un contundente ¿Cuál creen que yo pretendo ser? Claro, es ficción. En realidad, no se conocen muchos detalles de las actividades oscuras de los que llevan las riendas de naciones, con la sola excepción de aquellos cuyo comportamiento y movimiento en la jungla política es criminal pero ya naturalmente aceptado. Y lo criminal es -casi una tautología- algo muy natural en ese ambiente.
Diversos departamentos de inteligencia de Estados Unidos de América han considerado durante mucho tiempo a Tareck El Aissami como una figura significativa en el comercio internacional de narcóticos. Los reportes señalan que -además- El Aissami tiene fuertes vínculos con Irán. Es sospechado de supervisar envíos masivos de drogas desde Venezuela a otros países, incluyendo Estados Unidos, y emitió documentos de identificación para los agentes de Hezbollah. Pero El Aissami no es un afiliado de Hezbollah, no pertenece a ningún cartel mexicano, ni es miembro de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC). El Aissami es el vicepresidente de Venezuela.
Hay cierta ambigüedad sobre las funciones de los vicepresidentes. Sabemos que monitorean las sesiones del Congreso, asisten a reuniones protocolares que el primer mandatario elude, o le reemplaza si este último emprende un viaje al extranjero. Algunos son billonarios, pero viven en un médano. Otros son despojados de obscenas cantidades de dinero que almacenan en sus casas sin poder emitir una explicación. Esta anfibología nos lleva a prejuzgar y sentenciar que sus ocupaciones no son muchas. Mi error. Al menos en el caso del segundo hombre más importante del país petrolero.
Después de una extensa investigación del Departamento del Tesoro que llevó varios años, el gobierno de Trump impuso sanciones contra El Aissami el lunes, congelando sus activos en Estados Unidos y prohibiendo las relaciones comerciales con él. Funcionarios estadounidenses han identificado y sancionado a otros altos funcionarios venezolanos involucrados en operaciones de narcotráfico con las FARC colombianas y una estrecha cooperación con las actividades terroristas de Irán. Debería recorrer muchos archivos para precisar si esto ha sucedido en Argentina. Es decir, Organizaciones No Gubernamentales recibiendo dinero de narcos o siquiera dirigentes argentinos con conexiones con la República Islámica de Irán.
Funcionarios estadounidenses criticaron previamente el fracaso de Venezuela en cooperar en temas de lucha contra el terrorismo global. Sin embargo, estos últimos alegatos – que rodean a los altos niveles del gobierno de Venezuela – sugieren que el país sudamericano se ha convertido en un verdadero patrocinador estatal del terrorismo.
En la década pasada, El Aissami y Zaidan -su padre- mostraron gran apoyo a la administración de Sadaam Hussein mientras se perpetraba la invasión en Iraq. Zaidan, además escribió un documento llamado “Orgulloso de ser Talibán” en el que describía como racista, retrasado mental y mentiroso al entonces presidente norteamericano George W. Bush. Por otra parte, señalaba a Osama bin Laden como un gran líder. El Aissami puede haber sido el creador de la teoría de conspiración que dice que el mismo gobierno de Bush fue el orquestador de los ataques del 11 de setiembre del año 2001, para crear una excusa para invadir Afganistán.
A principios de este mes, se descubrió un legajo de inteligencia secreta que data del año 2013 envolviendo a varios países latinoamericanos, destacando los lazos entre El Aissami y 173 documentos de identificación venezolanas y pasaportes emitidos a personas de Oriente Medio, incluido el personal afiliado a Hezbollah. El Aissami “se encargó de emitir, conceder visas y nacionalizar ciudadanos de diferentes países, especialmente sirios, libaneses, jordanos, iraníes e iraquíes”, señala el informe.
Informes anteriores de los Estados Unidos detallan la flagrante corrupción y las vulnerabilidades en las fronteras de Venezuela, sin siquiera llevar a cabo una revisión biográfica básica en varios puertos de entrada para con extranjeros. Sin embargo, las acusaciones en torno a las operaciones de El Aissami llevan estas preocupaciones de seguridad a un nuevo nivel. Uno de los líderes más poderosos de un gran país occidental es acusado de facilitar la infiltración de terroristas en otros países, entre los que figuran los Estados Unidos.
El Centro Simon Wiesenthal también denuncia que El Aissami sirvió como interlocutor entre Irán y Argentina en un esfuerzo por esconder el protagonismo de la República Islámica en la coordinación del bombardeo del Asociación Mutual Israelita en Argentina, en 1994 en Buenos Aires. Se cree que los agentes de Hezbollah son los responsables de ese ataque, que mató a 85 personas e hirió a 300. Además, un representante del Centro Wiesenthal en América del Sur teme que El Aissami pueda alentar al gobierno venezolano a adoptar políticas estatales formales basadas en el antisemitismo.
Bajo el reinado del ex presidente Hugo Chávez, Irán explotó vínculos amistosos con Venezuela para establecer redes terroristas en toda la región. Los agentes iraníes y de Hezbollah han cultivado y consolidado bases operativas en Sudamérica, especialmente en la zona tripartita de Argentina, Brasil y Paraguay. Con una gran población musulmana que cuenta con un número significativo de simpatizantes de Hezbollah, la organización terrorista utiliza esta zona para el reclutamiento, la contratación de mercenarios, el contrabando de armas, el tráfico de drogas y la planificación de la logística para las operaciones terroristas.
Hezbollah también depende de empresas legítimas y organizaciones frontales en la región, diversificando su perfil de financiamiento del terrorismo para generar una parte significativa de sus ingresos de sus operaciones en Latinoamérica. Con la ayuda venezolana, el grupo terrorista continúa ampliando su presencia y consolidando su apoyo en otros países latinoamericanos. Hezbollah se ha registrado incluso como partido político en una región peruana, Abancay un área montañosa caracterizada por tener la población musulmana más grande de esa nación. Los vecinos de la región suelen sorprenderse al escuchar los gritos de Allahu Akbar (Ala es grande) que bajan a los poblados.
Los vínculos venezolanos con el narcotráfico y los terroristas no se limitan a América del Sur. El Departamento del Tesoro también reveló que El Aissami ayudó a coordinar los envíos de narcóticos a los cárteles de narcotraficantes que operan en la frontera de Estados Unidos, incluyendo los infames y peligrosos Los Zetas de México. En el año 2011, los fiscales de Virginia dijeron que un libanés ayudó al cartel mexicano de droga Los Zetas a contrabandear más de 100 toneladas de cocaína colombiana. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos afirmó que Hezbollah se benefició financieramente con esta red criminal.
Con algunos arrestos de criminales de menor categoría, Estados Unidos interrumpió una trama dirigida por grupos terroristas musulmanes asentados en Venezuela, en cooperación con un cártel de drogas mexicano para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington.
El nexo problemático entre los agentes respaldados por Irán, incluido el Hezbollah, y los cárteles mexicanos de narcotraficantes, es que permiten a los terroristas ganar mucho dinero para alimentar sus operaciones violentas. Estas conexiones también permiten a Hezbollah hacer incursiones en los Estados Unidos a través de su frontera porosa con México. Muchas de las características faciales de centroamericanos son similares a la gente de Medio Oriente, lo que produce una compra de pasaportes visados para, ya no solo atravesar las fronteras comandados por coyotes, sino utilizar aerolíneas e ingresar “legalmente”.
El Contacto en Venezuela ha logrado extender una tela de arañas que abarca buena parte del continente. Este vicepresidente que mantiene lazos íntimos con una variedad de organizaciones violentas, ha logrado que Venezuela haya hecho la transición de ser un refugio seguro para actividades nefastas, a un patrocinador estatal oficial del terrorismo en el planeta.
[/four_fifth] [one_fifth_last padding=”0 0 0 30px”]Por Fabian Kussman
[/one_fifth_last]PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 18, 2017
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