LA MUERTE DE FRANCISCO “PANCHO” RAMÍREZ

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“Pancho Ramírez es el Jefe y mi lanza lo declara;

quien tenga sangre en la cara, sabrá que cosas me animan,

los asustaos que se queden y los otros….que me sigan”  –

Fragmento de la “Vuelta del Montonero” o “Gloria a Entre Ríos”

de Claudio Martínez Paiva

 

A partir del año 1820 y por largo período, el país se sumergió en la anarquía. Victimas de este desconcierto institucional, los territorios provinciales se divieron en dos bandos definidos: sus gobernantes se volcaron, o bien por un apoyo incondicional al Gobierno Central, con sede en Buenos Aires, o bien una oposición férrea al monopolio político y económico que se quería imponer desde la ciudad portuaria. Las divergencias, claro está, se dirimieron en los campos  de batalla. Una sucesión de combates entre ejércitos representativos de ambas tendencias fue el resultado de la enconada oposición. No cabe duda que Pancho Ramírez, el caudillo entrerriano, fue uno de los más fervientes defensores del por el entonces incipiente federalismo. Para acabar con su prédica y su acción acordaron unirse tres provincias; Córdoba, Buenos Aires y Sante Fe. El plan de sus respectivos gobernadores consistió en rodear a entre Ríos. Pero el molesto caudillo se les adelantó. Haciendo gala de un ingenio guerrero poco común y confiado en el poderío de sus fuerzas (dejando en el cargo de Gobernador a su medio hermano Ricardo López Jordán) partió hacia Santa Fe. Concentró sus batallones en Diamante, cerca de la frontera interprovincial, y envió al Comandante Anacleto Medina hacia Coronda, donde debía enfrentar a una fuerza del gobernador santafecino Estanislao López. Principiaba mayo de 1821 y Medina lograba la primera victoria entrerriana. Se reunió luego con el caudillo. Ambos, al mando de sus respectivas tropas, se trasladaron a un punto situado frente al riacho Las Barrancas, donde se batieron a Lamadrid, que encabezaba una fuerza porteña. Mientras tanto, el Coronel Romualdo García (cuyo segundo era el Coronel Lucio Norberto Mansilla, padre de Lucio Victorio) partía hacia la ciudad de Santa fe con el objeto de ocupar el mayor bastión de Estanislao López. La ciudad no ofrecía resistencia; sin embargo, García dio media vuelta y retornó a Entre Ríos.

El General Paz atribuyó luego este retroceso a un entendimiento entre Mansilla y López.

El traspié modificó radicalmente el hábil plan de Ramírez. Las tropas de Estanislao López, libres de la presión que ejerciera García, se aproximaron peligrosamente hasta el cuartel general del Supremo entrerriano, cuyas fuerzas estaban muy disminuidas por un segundo combate con Lamadrid en el que también había vencido.

El encuentro decisivo no tardó el producirse. Los escasos 400 hombres de Entre Ríos debieron ceder terreno. El General Paz calificó esta victoria de Estanislao López, como “uno de esos hechos casuales que dan la victoria al que menos la merece”. El militar cordobés atribuye la derrota a un error psicológico más que táctico. Comenta que los santafecinos “eran excelentes en ese combate casi individual al que ellos llamaban “entrevero”, que resulta del desorden de las líneas que  han roto su formación…”, pero el Supremo Entrerriano es esta ocasión, saliéndose de su costumbre, optó por la táctica formal. En un comienzo sus cargas fueron felices, pero poco a poco fueron desorganizando sus propias tropas. Las consecuencias de esta nueva formalidad de combatir, fueron negativas para los santafecinos. De todos modos, según el estratego, “Ramírez se condujo como un valiente y un hombre de cabeza, pues no pudiendo evitar su desastre, se propuso repararlo como le fuera posible…”

En efecto, con los 300 hombres que le quedaban, abandonó el campo de batalla. Huyó hacia el norte, donde trató de vencer a las tropas del gobernador de Córdoba, Bustos. Pero otra vez fracasó. Acompañado por su inseparable compañera, La Delfina, el intrépido entrerriano alcanzó la frontera santiagueña. Hasta allí lo persiguen sus enemigos, y cuando está a punto de ponerse a salvo de la acometida cordobesa, una bala perdida que le atraviesa la garganta acaba con su vida. El jefe del escuadrón que le dio muerte, mandó cortar su cabeza y se la envió a Estanislao López, quién a su vez, ordenó que se la embalsamara y colgara, como escarmiento, frente al templo principal de la ciudad de Santa Fe. Un documento atestigua su decisión: la factura del médico que efectuó las tareas de embalsamamiento. Dice  así:

Ramírez
Victoria Romero Peñaloza

Por doce pesos de espíritu rectificado de vino

(Sic)………………………………………….                                 $ 12

Más diez pesos de espíritu alcanforado……..                          $ 10

Por veinte pesos de mi trabajo personal por las

Operaciones que he ejecutado con la expresada

Cabeza, como son, las del trépano y demás

Quirúrgicas, cuyo valor es sumamente ínfimo

Como lo descontará cualquier facultativo en

Dicho ramo ………………………………….                                $ 20

                                                                                                          _____________

Importa………………………………………                                 $ 42

Estanislao López
José María Paz

La factura, fechada en Santa Fe el 23 de julio de 1821, no fue regateada por Estanislao López, como pareció presumir el facultativo que la firmó, Manuel Rodríguez. Para él, la muerte de Ramírez significó mucho más que ese escaso medio centenar de pesos fuertes pagados al servicial galeno.

 

Agregado: la pintura del caudillo, que acompaña al escrito, no es real, es un retrato hipotético, ya que no hay ninguna pintura ni retrato. La que ilustra la nota, es una, también, representación alegórica al Supremo.

Respecto a la Delfina, aproximadamente nacida en 1800 y muere en 1839, no hay datos ciertos de su procedencia, ni si era rubia, morocha, morena, mestiza. Se rumorea que era hija bastarda del entonces Virrey portugués en Brasil. Si, que estaba criada en un campo en Río Grande Do Sul. Lo que también se sabe, es que era una mujer valiente. Al igual que muchas que combatieron junto a sus hombres en distintas batallas. Vestía Uniforme de Oficial, con chambergo con pluma de avestruz que aparece en el escudo de la nueva República. Surge como contra figura de Victoria Romero de Peñaloza, la que por salvar, con éxito, a su marido, recibe una herida en la frente.

Los testimonios, respecto a Ramírez, cuentan que muere tratando de salvar a Delfina, cuando una partida ya la había echado por tierra y estaban próximos a desnudarla.

Es un personaje con más incertidumbres que certezas. Ni siquiera se sabe su apellido. Pero la historia la recuerda como la cautiva presa que enamoró al Supremo Entrerriano y este la convirtió en reina sin corona.

 

Patricio Anderson

 


PrisioneroEnArgentina.com

Junio 3, 2021


 

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