La interacción entre fenómenos considerados como manifestaciones demoniacas y patologías psiquiátricas ha sido objeto de debate y análisis tanto en el ámbito religioso como en el científico. En particular, ciertos hechos y manifestaciones que parecen de origen espiritual, como brotes psicóticos, comportamientos violentos o fenómenos extraordinarios, a menudo se confunden con patologías mentales, pero en realidad pueden estar relacionados con influencias demoníacas que simulan ser enfermedades psiquiátricas.
La comprensión de estos fenómenos requiere un enfoque integral que combine la ciencia médica con acciones espirituales, incluyendo exorcismos, cuando corresponda. Según la teología Cristiana y la práctica del exorcismo, se distinguen tres niveles de influencia del diablo que explican diferentes manifestaciones de la actividad demoníaca: vejación, obsesión y posesión.
LA VEJACIÓN consiste en presiones externas ejercidas por espíritus malignos sobre una persona, generando estados de depresión, fatiga, dolor y enfermedad sin causas médicas evidentes. Este nivel puede ser confundido con cuadros depresivos o somáticos, pero su origen es espiritual, pues no hay anomalías físicas detectables; la vejación es, en muchos casos, obra de espíritus que, por envidia, odio o deseos de venganza, ejercen presión sobre la persona, a veces a través de terceros.
LA OBSESIÓN, en cambio, implica un ataque interno del espíritu maligno, que actúa en la esfera psíquica de la persona, produciendo pensamientos y sentimientos negativos extremos, ideas obsesivas, desesperación, miedo, pensamientos suicidas, rechazo a lo sagrado o a personas queridas.
La persona siente que está siendo asediada desde dentro y puede experimentar crisis recurrentes. Aunque en la psicología moderna el término “obseción” tiene connotaciones diferentes, en la tradición espiritual se entiende como una forma de asedio demoníaco que afecta la voluntad y la mente.
Finalmente, LA POSESIÓN se caracteriza por la presencia real del espíritu maligno dentro del cuerpo de la persona, que puede manifestarse con signos visibles como blasfemias, agresiones físicas, fuerza sobrehumana, conocimiento de idiomas desconocidos, levitación, manifestaciones de clarividencia o materializaciones. La persona poseída puede reaccionar de manera violenta ante oraciones o bendiciones, y en algunos casos, se reportan fenómenos extraordinarios como la levitación o la manifestación de objetos.
“Ahora bien lo que ocurre cuando las manifestaciones simulan patologías psiquiátricas”
Muchas de estas manifestaciones pueden confundirse con cuadros psiquiátricos graves, como esquizofrenia, trastorno obsesivo-compulsivo, psicosis delirante o trastornos de disociación. Por ejemplo, hablar en idiomas desconocidos, conocer lugares ocultos, experimentar fenómenos de levitación o manifestar conocimientos secretos pueden parecer síntomas de una enfermedad mental, pero en el contexto de una influencia demoníaca, estos signos apuntan a una causa espiritual preternatural. En ocasiones, los brotes psicóticos, que en la psiquiatría moderna se atribuyen a desequilibrios neuroquímicos o disfunciones cerebrales, pueden tener un componente espiritual o espiritualizado en personas que viven en situaciones de pecado, alejadas de la gracia o que practican actividades ocultista
La diferencia crucial radica en que los síntomas relacionados con influencias demoníacas suelen acompañarse de aversión a lo sagrado, blasfemias, resistencia a la oración, reacciones violentas ante la presencia de oraciones o santos, y fenómenos físicos extraordinarios. Volviendo al caso del poseso por ” obseción”
En el caso de la “obseción“. el poseso presenta un cambio de actitud evidente en su forma de ser en períodos precedentes prolongados, antes de llevar a efecto alguna acción violenta, en particular entre el circulo intimo de sus seres queridos ´, y siempre previamente evidencia pistas del futuro accionar; coronando su perversa acción con su suicidio. Como corolario, deja constancia escrita de justificación de sus hechos, expresa sus sentimientos y padecimientos, y a veces se puede desentrañar al “autor intelectual“, que impulsó al poseso a cometer tal crueldad.
Para enfrentar al demonio, oremos los siguientes salmos y citaciones biblicas:
Salmo 91, Salmo 23, Salmo 127, Efesios 6:10-18, Santiago 4:7, 1 Pedro 5:8-9, e Isaías 41:10.
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La interacción entre fenómenos considerados como manifestaciones demoniacas y patologías psiquiátricas ha sido objeto de debate y análisis tanto en el ámbito religioso como en el científico. En particular, ciertos hechos y manifestaciones que parecen de origen espiritual, como brotes psicóticos, comportamientos violentos o fenómenos extraordinarios, a menudo se confunden con patologías mentales, pero en realidad pueden estar relacionados con influencias demoníacas que simulan ser enfermedades psiquiátricas.
La comprensión de estos fenómenos requiere un enfoque integral que combine la ciencia médica con acciones espirituales, incluyendo exorcismos, cuando corresponda. Según la teología Cristiana y la práctica del exorcismo, se distinguen tres niveles de influencia del diablo que explican diferentes manifestaciones de la actividad demoníaca: vejación, obsesión y posesión.
LA VEJACIÓN consiste en presiones externas ejercidas por espíritus malignos sobre una persona, generando estados de depresión, fatiga, dolor y enfermedad sin causas médicas evidentes. Este nivel puede ser confundido con cuadros depresivos o somáticos, pero su origen es espiritual, pues no hay anomalías físicas detectables; la vejación es, en muchos casos, obra de espíritus que, por envidia, odio o deseos de venganza, ejercen presión sobre la persona, a veces a través de terceros.
LA OBSESIÓN, en cambio, implica un ataque interno del espíritu maligno, que actúa en la esfera psíquica de la persona, produciendo pensamientos y sentimientos negativos extremos, ideas obsesivas, desesperación, miedo, pensamientos suicidas, rechazo a lo sagrado o a personas queridas.
La persona siente que está siendo asediada desde dentro y puede experimentar crisis recurrentes. Aunque en la psicología moderna el término “obseción” tiene connotaciones diferentes, en la tradición espiritual se entiende como una forma de asedio demoníaco que afecta la voluntad y la mente.
Finalmente, LA POSESIÓN se caracteriza por la presencia real del espíritu maligno dentro del cuerpo de la persona, que puede manifestarse con signos visibles como blasfemias, agresiones físicas, fuerza sobrehumana, conocimiento de idiomas desconocidos, levitación, manifestaciones de clarividencia o materializaciones. La persona poseída puede reaccionar de manera violenta ante oraciones o bendiciones, y en algunos casos, se reportan fenómenos extraordinarios como la levitación o la manifestación de objetos.
“Ahora bien lo que ocurre cuando las manifestaciones simulan patologías psiquiátricas”
Muchas de estas manifestaciones pueden confundirse con cuadros psiquiátricos graves, como esquizofrenia, trastorno obsesivo-compulsivo, psicosis delirante o trastornos de disociación. Por ejemplo, hablar en idiomas desconocidos, conocer lugares ocultos, experimentar fenómenos de levitación o manifestar conocimientos secretos pueden parecer síntomas de una enfermedad mental, pero en el contexto de una influencia demoníaca, estos signos apuntan a una causa espiritual preternatural. En ocasiones, los brotes psicóticos, que en la psiquiatría moderna se atribuyen a desequilibrios neuroquímicos o disfunciones cerebrales, pueden tener un componente espiritual o espiritualizado en personas que viven en situaciones de pecado, alejadas de la gracia o que practican actividades ocultista
La diferencia crucial radica en que los síntomas relacionados con influencias demoníacas suelen acompañarse de aversión a lo sagrado, blasfemias, resistencia a la oración, reacciones violentas ante la presencia de oraciones o santos, y fenómenos físicos extraordinarios. Volviendo al caso del poseso por ” obseción”
En el caso de la “obseción“. el poseso presenta un cambio de actitud evidente en su forma de ser en períodos precedentes prolongados, antes de llevar a efecto alguna acción violenta, en particular entre el circulo intimo de sus seres queridos ´, y siempre previamente evidencia pistas del futuro accionar; coronando su perversa acción con su suicidio. Como corolario, deja constancia escrita de justificación de sus hechos, expresa sus sentimientos y padecimientos, y a veces se puede desentrañar al “autor intelectual“, que impulsó al poseso a cometer tal crueldad.
Para enfrentar al demonio, oremos los siguientes salmos y citaciones biblicas:
Salmo 91, Salmo 23, Salmo 127, Efesios 6:10-18, Santiago 4:7, 1 Pedro 5:8-9, e Isaías 41:10.
Baruj Hashem Adonai
Iglesia Evangélica de Buenos Aires
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Mayo 27, 2025
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