En la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, según sus siglas en inglés) un simpatizante expulsado de un estadio está prohibido en todos los estadios de la NFL; la liga comparte información entre los equipos a través de una base de datos centralizada y contrató a una empresa de tecnología y seguridad para ayudar con el esfuerzo.
Soy ignorante, tal vez esta tecnología no es accesible para el presupuesto de clubes y entidades madres del fútbol argentino. Si está en marcha, obviamente está funcionando con escasa batería. Si no es viable, hay que buscar otra solución. Esta es simple. Argentina no esta preparada para frenar siquiera a quince almas en pena “enamorados” de sus equipos deportivos (Que, a su vez, no retribuyen ese amor, si pensamos por un instante) que se dedican a destrozar, hurtar, delinquir en vez de disfrutar del juego. Además, sabemos que se trata de una relación un tanto enfermiza. Yo, admirador del juego, reconozco que no se cual es mi lazo afectivo con un uniforme rojiblanco, con un edificio dentro del cual se practica este deporte o con un jugador al cual ni siquiera he saludado en mi vida.
En Inglaterra, el comportamiento salvaje de los hooligans (sin apoyo político o entidad deportiva) fue saludado con extensas investigaciones e identificaciones. Prohibiciones para ingresar a estadios o para salir del país. Esta vez soy inocente, en Argentina -durante el mundial de futbol organizado por Rusia- un preso viajo a presenciar el mismo. Si no hay tecnología suficiente, hay que buscar otra solución. Esta es simple. Hay que exportar el negocio del fútbol doméstico. Los partidos deberían jugarse en un país organizado en donde las actividades delictivas sean tratadas como corresponde. No hay excusas, de los 211 países miembros de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, el único que no permite ingreso a visitantes -castigando a aquellos con buen comportamiento- es el torneo argentino.
[ezcol_4fifth]En la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, según sus siglas en inglés) un simpatizante expulsado de un estadio está prohibido en todos los estadios de la NFL; la liga comparte información entre los equipos a través de una base de datos centralizada y contrató a una empresa de tecnología y seguridad para ayudar con el esfuerzo.
Soy ignorante, tal vez esta tecnología no es accesible para el presupuesto de clubes y entidades madres del fútbol argentino. Si está en marcha, obviamente está funcionando con escasa batería. Si no es viable, hay que buscar otra solución. Esta es simple. Argentina no esta preparada para frenar siquiera a quince almas en pena “enamorados” de sus equipos deportivos (Que, a su vez, no retribuyen ese amor, si pensamos por un instante) que se dedican a destrozar, hurtar, delinquir en vez de disfrutar del juego. Además, sabemos que se trata de una relación un tanto enfermiza. Yo, admirador del juego, reconozco que no se cual es mi lazo afectivo con un uniforme rojiblanco, con un edificio dentro del cual se practica este deporte o con un jugador al cual ni siquiera he saludado en mi vida.
En Inglaterra, el comportamiento salvaje de los hooligans (sin apoyo político o entidad deportiva) fue saludado con extensas investigaciones e identificaciones. Prohibiciones para ingresar a estadios o para salir del país. Esta vez soy inocente, en Argentina -durante el mundial de futbol organizado por Rusia- un preso viajo a presenciar el mismo. Si no hay tecnología suficiente, hay que buscar otra solución. Esta es simple. Hay que exportar el negocio del fútbol doméstico. Los partidos deberían jugarse en un país organizado en donde las actividades delictivas sean tratadas como corresponde. No hay excusas, de los 211 países miembros de la Federación Internacional de Fútbol Asociado, el único que no permite ingreso a visitantes -castigando a aquellos con buen comportamiento- es el torneo argentino.
[/ezcol_4fifth] [ezcol_1fifth_end]Por Fabian Kussman
[/ezcol_1fifth_end]PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 25, 2018
Tags: Boca Juniors, Mundial de Futbol, River PlateRelated Posts
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