Noticia es la comunicación de una novedad. En el más estricto sentido de la palabra, las de la economía argentina, no son precisamente noticias porque no hay ninguna novedad.
No es una novedad que nuestra economía involucione en términos reales: la producción declina y el dinero nacional reduce su capacidad de compra. Recesión e inflación. Eso hasta ahora la principal noticia.
El Estimador mensual de la actividad económica (INDEC) ) de febrero 2019 cayó 4,8% respecto a febrero 2018. Las estimaciones de inflación de marzo son de 4%. La economía no sube, los precios no bajan.
La economía transcurre entre el nivel de actividad y el nivel de los precios; detrás de esos dos indicadores se asocian el nivel de empleo y los salarios reales, y también el estado de las cuentas fiscales.
El nivel de empleo declina, los salarios reales caen y los ingresos fiscales están comprometidos, todo como consecuencia de la mezcla de inflación y recesión.
El Presidente insiste en que “este es el camino” nos quiere confortar con el mensaje que “recesión e inflación” son sólo un mal trago, pero que estamos en el camino que nos lleva hacia el objetivo. Un camino duro. Pero no equivocado según Macri.
Las de Mauricio son palabras, los datos reflejan hechos. Y sobre ellos abundan las interpretaciones. Hay de las dos. Las interpretaciones que obscurecen (confunden) y las que aclaran (inspiran).
En tiempos electorales la vocación de los actores es de obscurecer, de embarrar, eso es lo dominante, tanto en el oficialismo como en la oposición. Los discursos parecieran estar hechos para distraer. Es más, si hay algo que caracteríza a los que hacen política en estos tiempos es la baja intensidad de la luz que proveen o lo que es lo mismo la incapacidad o vocación, de no aclarar.
El 7 de abril Sergio Massa lanzó sus 10 puntos que propuso como base de un acuerdo. Naturalmente ningún otro politico siquiera respondió a su convocatoria. Naturalmente porque si uno busca un acuerdo, lo primero que hace es guardar silencio sobre sus ideas a acordar. Proponerlas publicamente las constituye, de hecho, en la propuetsa de un contrato de adhesión a las ideas propias. En política eso es publicidad, no “ideas”.
El 29 de abril “Sergio Massa le pidió a Macri que convoque a toda la oposición, incluido el Kirchnerismo, para debatir medidas que permitan transitar los días que faltan hasta la elección con tranquilidad y certidumbre para los argentinos y el mundo”. “Si fuera Presidente hoy” llamaría a Cristina Kirchner y al resto de la oposición, a la Iglesia y al sindicalismo para revisar el programa económico”. “Espero que a partir de esta carta, nos sentemos en una mesa con mucha honestidad. Todos tenemos que ceder” (La Nación, 30/4/19)
Sin mencionar esa propuesta, por cierto crítica ymucho más amplia, el gobierno produjo una verdadera noticia, es decir, una novedad en lo que hace a su manera de gestionar y – en alguna medida – a su concepción del poder. Una convocatoria a un “acuerdo”.
Pero, al igual que Massa, lo hizo por los medios transformándo su propuesta en un contrato de adhesión. Eso es lo que la hace mucho más próximo a una propuesta de campaña más que a una transformación espiritual camino al diálogo.
Por las formas, más allá del contenido, fue, es, una invitación a ser rechazada. Siendo gobierno las formas de esa convocatoria son una provocación.
Lo que hace más inentendible el modo, la manera de actuar del gobierno con la política y las fuerzas sociales.
Es indudable que “los mercados” necesitan que “la política” – la inmensa mayoría de los que ocuparan los curules del Parlamento nacional – manifieste su voluntad de no usar el default como una herramienta; y de hacer lo necesario para cumplir con los pagos de la deuda externa, cualquiera sea la opinión que se tenga acerca de la misma.
Es indudable que, después de los mercados, quien mas necesita de esa definición es el gobierno ya que debe transitar seis meses en los que “la duda” pre electoral sobre el pago es una invitación a la fuga, a la disparada del dólar y a la derrota electoral en el medio del caos. No se entiende el método que en defintiva transforma la invitación al acuerdo, inisisto, en un contrato de adhesión y por lo tanto en una invitación al rechazo. Sobre esto hay dos interpretaciones: torpeza – que no es poca – si realmente se aspiraba a un acuerdo; o bien “maldad” si se deseaba el rechazo para que “los otros” vieran que mala era la oposición. Claro que esa es la maldad del estúpido que se infiere el peor escenario para transitar estos seis meses.
Los funcionarios, en especial, Marcos Peña alegan que siendo, como son, el único gobierno en minoría de la historia han logrado sancionar muchas leyes por unanimidad y – dice – eso demuestra la “capacidad de diálogo”. Por el contrario lo que eso demuestra es que “la oposición” mayoritaria le ha brindado las leyes que necesitaban cuando han dialogado para ello. Siendo que la oposición les ha dado tantas leyes – negociadas en la casa de las leyes – lo que deberían haber buscado desde el primer día es un acuerdo básico, el consenso que han reclamado muchos sectores de la vida del país, la “cultura del Encuentro” que ha predicado Francisco y que hemos sostenido como el único método para gobernar con sentido común en un país con tantos problemas mas que graves.
El PRO como el Kirchnerismo, se han negado al Encuentro por una vocación irrefrenable de “dominio”, de poder sustantivo, que es la enfermedad de la política argentina que impide realizar el poder verbo.
Veamos el décalogo que propone el PRO como matriz de gobierno de los próximos meses.
Primero, “lograr y mantener el equilibrio fiscal”. Nadie puede discrepar de este objetivo. Las diferencias están en cómo alcanzarlo. Y no son pocas. Pero es lógico aceptar ese punto que forma el ABC de la macroeconomìa sana. Ahora bien, sin dudadarlo el método PRO, la estrategia desarrollada, primero no es eficiente y segundo es muy gravosa para la economía. A nadie se le puede pedir que la coincidencia en “el objetivo” sugiera la coincidencia en el método. Y cabe aclarar que el método es, por lo menos, tan importante como el objetivo.
El segundo punto es “Sostener un Banco Central independiente, que combata la inflación hasta llevarla a valores similares al de países vecinos”. La idea de la “independencia” del BCRA es en realidad un galimatías salvo que alguien crea, por un instante, que Guido Sandleris firma algo o hace algo que no sea cumplir las órdenes de Macri. No hay minuto en el que no digan que hacen lo que decide o autoriza el FMI y que el FMI hace lo que decide o autoriza el Representante de los Estados Unidos, que hace lo que le dice su Gobierno, que responde positivamente por la amistad de Donald Trump con Mauricio.¿De qué hablan?. Esto no vale la pena ni mencionarlo.
El tercero “Mayor integración al mundo, promoviendo el crecimiento sostenido de nuestras exportaciones”, sería indudablemente compartido si sólo dejamos “crecimiento de las exportaciones”, porque mayor integración es un sonsonete extraño. Lo veremos luego.
Cuarto “Respeto a la ley, los contratos y los derechos adquiridos con el fin de consolidar la seguridad jurídica, elemento clave para promover la inversión.” Sí es válido. Pero que no se entienda como que lo que está, está y no lo voy a cambiar, por ejemplo, las jubilaciones de privilegio de jueces, embajadores, etc.
Quinto “Creación de empleo a través de una legislación laboral moderna”. Los empleos no se crean por ley. En consecuencia, solo quedaría “Creación de empleo” como consenso unánime. El cómo es el core de la polìtica económica.
El sexto “Reducción de la carga impositiva, a nivel nacional, provincial y municipal y enfocado en los impuestos más distorsivos”. Nadie dudaría en firmarlo, pero convengamos que es “poco” identificador de políticas.
Septimo “Consolidación un sistema previsional sostenible y equitativo” Algo obvio. Imagine que alguien pidiera uno insostenible e inequitativo. Nadie. Pero el que tenemos lo es. Para unos de lo que se trata es el empleo. Para otros achicar.
Octavo. “Consolidación de un sistema federal, basado en reglas claras, que permitan el desarrollo de las provincias y que impidan que el gobierno nacional ejerza una discrecionalidad destinada al disciplinamiento político” No se puede consolidar lo que no existe. Pero podemos convenir en que habría que lograrlo.
El nueve “Asegurar un sistema de estadísticas transparente, confiable y elaborado en forma profesional e independiente” Todos lo firmarían.
El décimo y el principal “Cumplimiento de las obligaciones con nuestros acreedores”. Lo que sin duda sería muy bueno firmar aunque la firma no genera que se pueda cumplir. Pero sí es lo que realmente se puede firmar.
Un rápido repaso de las propuestas nos indica que hay obviedades que se pueden y deben firmar. Pero convengamos que el método de la convocatoria es “provocador” y no invita, sobre todo cuando el gobierno abusa del error. Veamos.
Mauricio no miente pero se equivoca: “la inflación está bajando”, de la recesión “estamos saliendo”.
Cabría recordarle lo que cantaba Antonio Machado “Caminante, son tus huellas/el camino y nada más;/Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.” Las huellas son los registros estadísticos y el andar son los pasos en la misma dirección según los registros estadísticos.
El gobierno no está dispuesto a hacer nada consistente que procure salir de la doble vía de recesión e inflación y que coloque el aparato productivo sobre la vía de la recuperación de la actividad y la estabilización de los precios.
Ese programa no está en la agenda oficial y tampoco en la agenda opositora que se limita a decir que “hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente”. Eso no es un método sino un resultado deseado.
Macri repite que su camino es lo que la mayoría quiere. No es lo que dicen sus propias encuestas. Pero igual no hay ninguna medida para la recuperación del nivel de actividad y ninguna que procure la estabilización de los precios.
Las medidas que están en acción son la restricción monetaria, la suba de las tasas de interés, el intento de anclaje del tipo de cambio (entregando reservas a los especuladores) por debajo del precio que muchos estarían dispuestos a pagar.
Hasta ahora no tienen resultados. Pero acentúan las tendencias recesivas e incrementan los costos y retroalimentan el fenómeno estanflacionario en una economía sometida a indexación.
.¿Dónde nos lleva este camino en que mes a mes producimos menos y reducimos la capacidad de compra. Un país en reversa.
¿Dónde quiere Macri que vayamos? Confieso no saber muy bien más allá de la “inserción en el mundo” y las “reformas estructurales”.
La inserción en el mundo pareciera ser una mayor apertura que la que hoy tenemos que no es poca. Lo que producimos tiene muchas componentes importadas. No es disparatado estimar que, dada la perforación de las cadenas de valor, la mayor parte de los bienes finales, que tiene un proceso de manufactura local, importan hasta el 60 por ciento de sus componentes. La industria automotriz pasó del 90 % de integración local al 20%. En la producción agraria hay también una importante componente de insumos y materiales importados. En ese sentido la economía argentina no es una economía cerrada.
Pero es una economía con baja capacidad de exportación de valor agregado y con una estructura de generación de valor desbalanceada a favor del sector servicios.
El desbalance a favor de los servicios, en nuestro caso, es consecuencia del subdesarrollo y no de la similitud con la estructura productiva de los países desarrollados que transcurrieron el proceso secuencial de primario a secundario y de ahí a terciario. Nosotros no hemos completado el desarrollo de los sectores productivos (primario y secundario) y hemos encontrado en el sector terciario un refugio de agregación de valor, empleo, de baja productividad. Por ejemplo el servicio doméstico y otros servicios comunitarios, sociales y personales, ocupan más trabajadores que la Industria Manufacturera o que la Construcción. (EPH, 2019) Esto nos habla de economía de baja productividad.
Entonces, la apertura sin una previa recomposición de la estructura productiva, será devastadora. Todos los procesos de apertura y tipo de cambio bajo fueron responsables de la perforación y de la asignación de la fuerza de trabajo a sectores de baja productividad.
El acuerdo con la Unión Europea, el “gran proyecto modernizador”, de haberse concretado habría generado la desaparición de sectores completos generando, de no haber habido una transformación previa, una adicional “presión sobre el mercado de trabajo” por el compromiso de reducción de aranceles a la que nos veríamos obligados. No ocurrió y nada indica que ocurrirá en esta gestión de gobierno.
¿Cuál es concretamente el proyecto de inserción? Las importaciones declinan por nuestra recesión y las exportaciones no están empujando la economía.
¿El dólar anclado menos retenciones menos desaparición de reintegros impositivos menos sistema financiero a tasas de interés prohibitivas, ayuda a la inserción en el mundo de nuestras exportaciones con valor agregado? ¿Quién lo cree?
El otro objetivo es el de las “reformas estructurales”. Multiplicar y mejorar las rutas es necesario y está muy bien hecho. Pero es una “mejora” estructural, no una “reforma”.
Una reforma estructural del sistema de transporte es, por ejemplo, recuperar el sistema ferroviario de carga y de pasajeros de larga distancia, es integrar el sistema fluvial y recuperar la bandera marítima. La reforma estructural implica reinstalar las industrias proveedoras de esos sistemas.
La mejora no está mal. Pero, cualquier sean las razones, los costos de ese sistema por ahora no hacen más que aumentar en términos relativos: la energía y los peajes.
La que más cartel PRO tiene es la reforma laboral. Sin ninguna duda las normas de trabajo deben ser adaptadas a condiciones de más exigencia y rigor para poder competir o al menos resistir en el mundo del valor agregado.
No se trata de perder conquistas sociales. Sino de evitar desordenes sociales, el ausentismo, la judialización extrema de las relaciones, etc.
Es absolutamente necesario acordar nuevas normas y la prioridad es hacerlo en el marco de las convenciones de trabajo. Ya se han dado pasos que deben ser extendidos a otros sectores. Pero el primer paso debe ser siempre a nivel sectorial.
Esas reformas son posibles en el marco de la expansión del empleo y esta sólo es posible en el marco de un proceso de inversión. Estamos en retroceso del empleo y en estancamiento de la inversión.
Los procesos de regularización del trabajo informal que son imprescindibles también, más allá de las normas que se establezcan, se hacen realmente posibles en la medida que la economía asista a un proceso de expansión cuyo núcleo duro es la inversión reproductiva.
Expansión y proceso de inversión van a la par. Pero el proceso de inversión que es “el motor”, el estado de salud de la economía, además requiere certidumbres de corto y largo plazo.
¿Puede dar certidumbres de corto plazo un equipo de gobierno que se contradice no sólo, como dice Miguel Angel Broda prendiendo frío y calor al mismo tiempo, si no haciendo lo que consideraba no sólo un error sino la causa de todos los males cuando llegó al gobierno? ¿Cómo creerle a quien dice que lo que esta haciendo cree que está mal?
Eliminaron las retenciones cuando, al devaluar, era una tontería hacerlo porque entendían que eran “el peor impuesto”; y las impusieron a todas las exportaciones – algo inédito – cuando era la peor noticia para la salud de la economía.
Propusieron como “reforma tributaria” la reducción de algunos impuestos para volver marcha atrás apenas sintieron los efectos de esa decisión. Por ejemplo al eliminar reintegros aumentaron los impuestos. Con más inflación y sin ajuste por inflación, también aumentaron los impuestos.
Condenaron toda política de “control” de los precios de los bienes y servicios y cuando la marea inflacionaria amenazaba con ahogarlos, decidieron un “acuerdo de precios” con una pistola de multas para quien viole el acuerdo de caballeros.
Liquidaron miles de millones de dólares para frenar la escalada del dólar y debieron acudir al FMI en busca de dólares para poder contener el nivel del tipo de cambio. Incumplieron, vendieron y expulsaron al jugador que había atajado los goles con la mano. Volvieron cabeza gacha a un esquema de gigantescas zonas de intervención ajustables. Después congelaron las zonas de intervención y rapidito, rapidito, decidieron intervenir en las zonas de no intervención.
Así no se genera certidumbre de corto plazo, de administración. Improvisan.
No con los petroleros, para ellos ajuste en dólares que el gobierno convalida.
La novedad es gobernar en la contradicción. Desconcierta e irrita. Los simpatizantes desconcertados, los adversarios irritados.
No es el clima de la gobernabilidad necesaria para un país que tiene un Riesgo País en alza, un desempleo presionando para arriba y una pobreza escándalosa.
No es que el presente sea durísimo sino que el futuro se está tornando una barrera dificil. Dificil de superar para una pequeña parcialidad. Por eso un autentico “Encuentro”, consenso, revisión, es imprescindible.
Además de la certidumbre de administración del corto plazo, que pasa por tener un programa claro de funcionarios convencidos del diagnóstico y de la terapia, hace falta la certidumbre del largo plazo que no la da una parcialidad. Lo que propone el gobierno, como método y el pobre contenido, es insuficiente.
En el corto plazo Groucho Marx “si no le gustan estas medidas, tengo estas otras” desconcierta e irrita. En el largo plazo la certidumbre de una dirección es decisiva para un proceso inversor que es “el problema”.
Para eso es imprescindible un “consenso diagonal”, no sólo el de “los propios” sino el de una línea que une los extremos: sin una parte de cada uno de ellos no se llega al 80% necesario aunque no parece posible.
Las grandes crisis ocurren cuando lo necesario no es posible.
Hacer posible lo necesario, o intentarlo al menos, es la tarea del gobierno. Y este último paso de Macri puede ir en esa dirección pero las formas lo traducen de una manera poco atractiva.
Carlos Leyba es economista egresado de la Universidad de Buenos Aires. Realizó estudios de posgrado en la Universidad Libre de Bruselas. Fue profesor regular titular en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Durante la presidencia de Perón fue subsecretario general del Ministerio de Economía y vicepresidente ejecutivo del Instituto Nacional de Planificación Económica (INPE), en tal carácter tuvo a su cargo las tareas operativas de la Política de Concertación y del Plan Trienal de Reconstrucción y Liberación Nacional. Fue presidente del Fondo Nacional de las Artes y coordinador de los Informes de Desrrollo Humano (1995-1999) del Senado de la Nación. Consultor del PNUD, del Banco Mundial, del BID y de empresas. Es presidente del Centro de Estrategias de Estado y Mercado (EEM), profesor en la Maestria de Integración de la UBA, columnista económico de la revista Debate y edita la página web nosquedamosenel73. Es autor del libro Economia y Politica en el Tercer Gobierno de Peron.
Noticia es la comunicación de una novedad. En el más estricto sentido de la palabra, las de la economía argentina, no son precisamente noticias porque no hay ninguna novedad.
No es una novedad que nuestra economía involucione en términos reales: la producción declina y el dinero nacional reduce su capacidad de compra. Recesión e inflación. Eso hasta ahora la principal noticia.
El Estimador mensual de la actividad económica (INDEC) ) de febrero 2019 cayó 4,8% respecto a febrero 2018. Las estimaciones de inflación de marzo son de 4%. La economía no sube, los precios no bajan.
La economía transcurre entre el nivel de actividad y el nivel de los precios; detrás de esos dos indicadores se asocian el nivel de empleo y los salarios reales, y también el estado de las cuentas fiscales.
El nivel de empleo declina, los salarios reales caen y los ingresos fiscales están comprometidos, todo como consecuencia de la mezcla de inflación y recesión.
El Presidente insiste en que “este es el camino” nos quiere confortar con el mensaje que “recesión e inflación” son sólo un mal trago, pero que estamos en el camino que nos lleva hacia el objetivo. Un camino duro. Pero no equivocado según Macri.
Las de Mauricio son palabras, los datos reflejan hechos. Y sobre ellos abundan las interpretaciones. Hay de las dos. Las interpretaciones que obscurecen (confunden) y las que aclaran (inspiran).
En tiempos electorales la vocación de los actores es de obscurecer, de embarrar, eso es lo dominante, tanto en el oficialismo como en la oposición. Los discursos parecieran estar hechos para distraer. Es más, si hay algo que caracteríza a los que hacen política en estos tiempos es la baja intensidad de la luz que proveen o lo que es lo mismo la incapacidad o vocación, de no aclarar.
El 7 de abril Sergio Massa lanzó sus 10 puntos que propuso como base de un acuerdo. Naturalmente ningún otro politico siquiera respondió a su convocatoria. Naturalmente porque si uno busca un acuerdo, lo primero que hace es guardar silencio sobre sus ideas a acordar. Proponerlas publicamente las constituye, de hecho, en la propuetsa de un contrato de adhesión a las ideas propias. En política eso es publicidad, no “ideas”.
El 29 de abril “Sergio Massa le pidió a Macri que convoque a toda la oposición, incluido el Kirchnerismo, para debatir medidas que permitan transitar los días que faltan hasta la elección con tranquilidad y certidumbre para los argentinos y el mundo”. “Si fuera Presidente hoy” llamaría a Cristina Kirchner y al resto de la oposición, a la Iglesia y al sindicalismo para revisar el programa económico”. “Espero que a partir de esta carta, nos sentemos en una mesa con mucha honestidad. Todos tenemos que ceder” (La Nación, 30/4/19)
Sin mencionar esa propuesta, por cierto crítica ymucho más amplia, el gobierno produjo una verdadera noticia, es decir, una novedad en lo que hace a su manera de gestionar y – en alguna medida – a su concepción del poder. Una convocatoria a un “acuerdo”.
Pero, al igual que Massa, lo hizo por los medios transformándo su propuesta en un contrato de adhesión. Eso es lo que la hace mucho más próximo a una propuesta de campaña más que a una transformación espiritual camino al diálogo.
Por las formas, más allá del contenido, fue, es, una invitación a ser rechazada. Siendo gobierno las formas de esa convocatoria son una provocación.
Lo que hace más inentendible el modo, la manera de actuar del gobierno con la política y las fuerzas sociales.
Es indudable que “los mercados” necesitan que “la política” – la inmensa mayoría de los que ocuparan los curules del Parlamento nacional – manifieste su voluntad de no usar el default como una herramienta; y de hacer lo necesario para cumplir con los pagos de la deuda externa, cualquiera sea la opinión que se tenga acerca de la misma.
Es indudable que, después de los mercados, quien mas necesita de esa definición es el gobierno ya que debe transitar seis meses en los que “la duda” pre electoral sobre el pago es una invitación a la fuga, a la disparada del dólar y a la derrota electoral en el medio del caos. No se entiende el método que en defintiva transforma la invitación al acuerdo, inisisto, en un contrato de adhesión y por lo tanto en una invitación al rechazo. Sobre esto hay dos interpretaciones: torpeza – que no es poca – si realmente se aspiraba a un acuerdo; o bien “maldad” si se deseaba el rechazo para que “los otros” vieran que mala era la oposición. Claro que esa es la maldad del estúpido que se infiere el peor escenario para transitar estos seis meses.
Los funcionarios, en especial, Marcos Peña alegan que siendo, como son, el único gobierno en minoría de la historia han logrado sancionar muchas leyes por unanimidad y – dice – eso demuestra la “capacidad de diálogo”. Por el contrario lo que eso demuestra es que “la oposición” mayoritaria le ha brindado las leyes que necesitaban cuando han dialogado para ello. Siendo que la oposición les ha dado tantas leyes – negociadas en la casa de las leyes – lo que deberían haber buscado desde el primer día es un acuerdo básico, el consenso que han reclamado muchos sectores de la vida del país, la “cultura del Encuentro” que ha predicado Francisco y que hemos sostenido como el único método para gobernar con sentido común en un país con tantos problemas mas que graves.
El PRO como el Kirchnerismo, se han negado al Encuentro por una vocación irrefrenable de “dominio”, de poder sustantivo, que es la enfermedad de la política argentina que impide realizar el poder verbo.
Veamos el décalogo que propone el PRO como matriz de gobierno de los próximos meses.
Primero, “lograr y mantener el equilibrio fiscal”. Nadie puede discrepar de este objetivo. Las diferencias están en cómo alcanzarlo. Y no son pocas. Pero es lógico aceptar ese punto que forma el ABC de la macroeconomìa sana. Ahora bien, sin dudadarlo el método PRO, la estrategia desarrollada, primero no es eficiente y segundo es muy gravosa para la economía. A nadie se le puede pedir que la coincidencia en “el objetivo” sugiera la coincidencia en el método. Y cabe aclarar que el método es, por lo menos, tan importante como el objetivo.
El segundo punto es “Sostener un Banco Central independiente, que combata la inflación hasta llevarla a valores similares al de países vecinos”. La idea de la “independencia” del BCRA es en realidad un galimatías salvo que alguien crea, por un instante, que Guido Sandleris firma algo o hace algo que no sea cumplir las órdenes de Macri. No hay minuto en el que no digan que hacen lo que decide o autoriza el FMI y que el FMI hace lo que decide o autoriza el Representante de los Estados Unidos, que hace lo que le dice su Gobierno, que responde positivamente por la amistad de Donald Trump con Mauricio.¿De qué hablan?. Esto no vale la pena ni mencionarlo.
El tercero “Mayor integración al mundo, promoviendo el crecimiento sostenido de nuestras exportaciones”, sería indudablemente compartido si sólo dejamos “crecimiento de las exportaciones”, porque mayor integración es un sonsonete extraño. Lo veremos luego.
Cuarto “Respeto a la ley, los contratos y los derechos adquiridos con el fin de consolidar la seguridad jurídica, elemento clave para promover la inversión.” Sí es válido. Pero que no se entienda como que lo que está, está y no lo voy a cambiar, por ejemplo, las jubilaciones de privilegio de jueces, embajadores, etc.
Quinto “Creación de empleo a través de una legislación laboral moderna”. Los empleos no se crean por ley. En consecuencia, solo quedaría “Creación de empleo” como consenso unánime. El cómo es el core de la polìtica económica.
El sexto “Reducción de la carga impositiva, a nivel nacional, provincial y municipal y enfocado en los impuestos más distorsivos”. Nadie dudaría en firmarlo, pero convengamos que es “poco” identificador de políticas.
Septimo “Consolidación un sistema previsional sostenible y equitativo” Algo obvio. Imagine que alguien pidiera uno insostenible e inequitativo. Nadie. Pero el que tenemos lo es. Para unos de lo que se trata es el empleo. Para otros achicar.
Octavo. “Consolidación de un sistema federal, basado en reglas claras, que permitan el desarrollo de las provincias y que impidan que el gobierno nacional ejerza una discrecionalidad destinada al disciplinamiento político” No se puede consolidar lo que no existe. Pero podemos convenir en que habría que lograrlo.
El nueve “Asegurar un sistema de estadísticas transparente, confiable y elaborado en forma profesional e independiente” Todos lo firmarían.
El décimo y el principal “Cumplimiento de las obligaciones con nuestros acreedores”. Lo que sin duda sería muy bueno firmar aunque la firma no genera que se pueda cumplir. Pero sí es lo que realmente se puede firmar.
Un rápido repaso de las propuestas nos indica que hay obviedades que se pueden y deben firmar. Pero convengamos que el método de la convocatoria es “provocador” y no invita, sobre todo cuando el gobierno abusa del error. Veamos.
Mauricio no miente pero se equivoca: “la inflación está bajando”, de la recesión “estamos saliendo”.
Cabría recordarle lo que cantaba Antonio Machado “Caminante, son tus huellas/el camino y nada más;/Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.” Las huellas son los registros estadísticos y el andar son los pasos en la misma dirección según los registros estadísticos.
El gobierno no está dispuesto a hacer nada consistente que procure salir de la doble vía de recesión e inflación y que coloque el aparato productivo sobre la vía de la recuperación de la actividad y la estabilización de los precios.
Ese programa no está en la agenda oficial y tampoco en la agenda opositora que se limita a decir que “hay que ponerle plata en el bolsillo a la gente”. Eso no es un método sino un resultado deseado.
Macri repite que su camino es lo que la mayoría quiere. No es lo que dicen sus propias encuestas. Pero igual no hay ninguna medida para la recuperación del nivel de actividad y ninguna que procure la estabilización de los precios.
Las medidas que están en acción son la restricción monetaria, la suba de las tasas de interés, el intento de anclaje del tipo de cambio (entregando reservas a los especuladores) por debajo del precio que muchos estarían dispuestos a pagar.
Hasta ahora no tienen resultados. Pero acentúan las tendencias recesivas e incrementan los costos y retroalimentan el fenómeno estanflacionario en una economía sometida a indexación.
.¿Dónde nos lleva este camino en que mes a mes producimos menos y reducimos la capacidad de compra. Un país en reversa.
¿Dónde quiere Macri que vayamos? Confieso no saber muy bien más allá de la “inserción en el mundo” y las “reformas estructurales”.
La inserción en el mundo pareciera ser una mayor apertura que la que hoy tenemos que no es poca. Lo que producimos tiene muchas componentes importadas. No es disparatado estimar que, dada la perforación de las cadenas de valor, la mayor parte de los bienes finales, que tiene un proceso de manufactura local, importan hasta el 60 por ciento de sus componentes. La industria automotriz pasó del 90 % de integración local al 20%. En la producción agraria hay también una importante componente de insumos y materiales importados. En ese sentido la economía argentina no es una economía cerrada.
Pero es una economía con baja capacidad de exportación de valor agregado y con una estructura de generación de valor desbalanceada a favor del sector servicios.
El desbalance a favor de los servicios, en nuestro caso, es consecuencia del subdesarrollo y no de la similitud con la estructura productiva de los países desarrollados que transcurrieron el proceso secuencial de primario a secundario y de ahí a terciario. Nosotros no hemos completado el desarrollo de los sectores productivos (primario y secundario) y hemos encontrado en el sector terciario un refugio de agregación de valor, empleo, de baja productividad. Por ejemplo el servicio doméstico y otros servicios comunitarios, sociales y personales, ocupan más trabajadores que la Industria Manufacturera o que la Construcción. (EPH, 2019) Esto nos habla de economía de baja productividad.
Entonces, la apertura sin una previa recomposición de la estructura productiva, será devastadora. Todos los procesos de apertura y tipo de cambio bajo fueron responsables de la perforación y de la asignación de la fuerza de trabajo a sectores de baja productividad.
El acuerdo con la Unión Europea, el “gran proyecto modernizador”, de haberse concretado habría generado la desaparición de sectores completos generando, de no haber habido una transformación previa, una adicional “presión sobre el mercado de trabajo” por el compromiso de reducción de aranceles a la que nos veríamos obligados. No ocurrió y nada indica que ocurrirá en esta gestión de gobierno.
¿Cuál es concretamente el proyecto de inserción? Las importaciones declinan por nuestra recesión y las exportaciones no están empujando la economía.
¿El dólar anclado menos retenciones menos desaparición de reintegros impositivos menos sistema financiero a tasas de interés prohibitivas, ayuda a la inserción en el mundo de nuestras exportaciones con valor agregado? ¿Quién lo cree?
El otro objetivo es el de las “reformas estructurales”. Multiplicar y mejorar las rutas es necesario y está muy bien hecho. Pero es una “mejora” estructural, no una “reforma”.
Una reforma estructural del sistema de transporte es, por ejemplo, recuperar el sistema ferroviario de carga y de pasajeros de larga distancia, es integrar el sistema fluvial y recuperar la bandera marítima. La reforma estructural implica reinstalar las industrias proveedoras de esos sistemas.
La mejora no está mal. Pero, cualquier sean las razones, los costos de ese sistema por ahora no hacen más que aumentar en términos relativos: la energía y los peajes.
La que más cartel PRO tiene es la reforma laboral. Sin ninguna duda las normas de trabajo deben ser adaptadas a condiciones de más exigencia y rigor para poder competir o al menos resistir en el mundo del valor agregado.
No se trata de perder conquistas sociales. Sino de evitar desordenes sociales, el ausentismo, la judialización extrema de las relaciones, etc.
Es absolutamente necesario acordar nuevas normas y la prioridad es hacerlo en el marco de las convenciones de trabajo. Ya se han dado pasos que deben ser extendidos a otros sectores. Pero el primer paso debe ser siempre a nivel sectorial.
Esas reformas son posibles en el marco de la expansión del empleo y esta sólo es posible en el marco de un proceso de inversión. Estamos en retroceso del empleo y en estancamiento de la inversión.
Los procesos de regularización del trabajo informal que son imprescindibles también, más allá de las normas que se establezcan, se hacen realmente posibles en la medida que la economía asista a un proceso de expansión cuyo núcleo duro es la inversión reproductiva.
Expansión y proceso de inversión van a la par. Pero el proceso de inversión que es “el motor”, el estado de salud de la economía, además requiere certidumbres de corto y largo plazo.
¿Puede dar certidumbres de corto plazo un equipo de gobierno que se contradice no sólo, como dice Miguel Angel Broda prendiendo frío y calor al mismo tiempo, si no haciendo lo que consideraba no sólo un error sino la causa de todos los males cuando llegó al gobierno? ¿Cómo creerle a quien dice que lo que esta haciendo cree que está mal?
Eliminaron las retenciones cuando, al devaluar, era una tontería hacerlo porque entendían que eran “el peor impuesto”; y las impusieron a todas las exportaciones – algo inédito – cuando era la peor noticia para la salud de la economía.
Propusieron como “reforma tributaria” la reducción de algunos impuestos para volver marcha atrás apenas sintieron los efectos de esa decisión. Por ejemplo al eliminar reintegros aumentaron los impuestos. Con más inflación y sin ajuste por inflación, también aumentaron los impuestos.
Condenaron toda política de “control” de los precios de los bienes y servicios y cuando la marea inflacionaria amenazaba con ahogarlos, decidieron un “acuerdo de precios” con una pistola de multas para quien viole el acuerdo de caballeros.
Liquidaron miles de millones de dólares para frenar la escalada del dólar y debieron acudir al FMI en busca de dólares para poder contener el nivel del tipo de cambio. Incumplieron, vendieron y expulsaron al jugador que había atajado los goles con la mano. Volvieron cabeza gacha a un esquema de gigantescas zonas de intervención ajustables. Después congelaron las zonas de intervención y rapidito, rapidito, decidieron intervenir en las zonas de no intervención.
Así no se genera certidumbre de corto plazo, de administración. Improvisan.
No con los petroleros, para ellos ajuste en dólares que el gobierno convalida.
La novedad es gobernar en la contradicción. Desconcierta e irrita. Los simpatizantes desconcertados, los adversarios irritados.
No es el clima de la gobernabilidad necesaria para un país que tiene un Riesgo País en alza, un desempleo presionando para arriba y una pobreza escándalosa.
No es que el presente sea durísimo sino que el futuro se está tornando una barrera dificil. Dificil de superar para una pequeña parcialidad. Por eso un autentico “Encuentro”, consenso, revisión, es imprescindible.
Además de la certidumbre de administración del corto plazo, que pasa por tener un programa claro de funcionarios convencidos del diagnóstico y de la terapia, hace falta la certidumbre del largo plazo que no la da una parcialidad. Lo que propone el gobierno, como método y el pobre contenido, es insuficiente.
En el corto plazo Groucho Marx “si no le gustan estas medidas, tengo estas otras” desconcierta e irrita. En el largo plazo la certidumbre de una dirección es decisiva para un proceso inversor que es “el problema”.
Para eso es imprescindible un “consenso diagonal”, no sólo el de “los propios” sino el de una línea que une los extremos: sin una parte de cada uno de ellos no se llega al 80% necesario aunque no parece posible.
Las grandes crisis ocurren cuando lo necesario no es posible.
Hacer posible lo necesario, o intentarlo al menos, es la tarea del gobierno. Y este último paso de Macri puede ir en esa dirección pero las formas lo traducen de una manera poco atractiva.
Carlos Leyba es economista egresado de la Universidad de Buenos Aires. Realizó estudios de posgrado en la Universidad Libre de Bruselas. Fue profesor regular titular en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Durante la presidencia de Perón fue subsecretario general del Ministerio de Economía y vicepresidente ejecutivo del Instituto Nacional de Planificación Económica (INPE), en tal carácter tuvo a su cargo las tareas operativas de la Política de Concertación y del Plan Trienal de Reconstrucción y Liberación Nacional. Fue presidente del Fondo Nacional de las Artes y coordinador de los Informes de Desrrollo Humano (1995-1999) del Senado de la Nación. Consultor del PNUD, del Banco Mundial, del BID y de empresas. Es presidente del Centro de Estrategias de Estado y Mercado (EEM), profesor en la Maestria de Integración de la UBA, columnista económico de la revista Debate y edita la página web nosquedamosenel73. Es autor del libro Economia y Politica en el Tercer Gobierno de Peron.
PrisioneroEnArgentina.com
Junio 26, 2019
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