“LAS CLAVES DE LA INSEGURIDAD NACIONAL”

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Por el Grl Heriberto Justo Auel

 

Conferencia en el “Foro de la Ciudad”

Club del Progreso. 04 Jul 18

 

“Estoy preocupado por la seguridad de nuestra gran nación;

no tanto por una amenaza externa,

sino por las fuerzas insidiosas que trabajan adentro”.

Grl Douglas MacArthur – 1945

 

 

Nuestro agradecimiento a las autoridades de este prestigioso e histórico Club, por la invitación que nos han hecho llegar al IEEBA, permitiéndonos -además- la elección del tema a tratar con Uds., en éste clásico almuerzo del “Foro de la Ciudad”.
Es de nuestro conocimiento comunitario que la principal preocupación social -permanente- de los argentinos, en las últimas décadas, es la inseguridad. Por esa razón hemos decidido tratar éste tema aquí -aunque fuere brevemente- planteando algunas de sus “claves” esenciales, pues entendemos que éstas no tienen tratamiento público.
Cuando citamos el término “claves”, nos estamos refiriendo a “aquello que nos permite resolver algo que se nos presenta como enigmático o desconocido” (1). En nuestro caso, no creemos que se trate de “algo enigmático”, o de una “sensación”, pero estamos convencidos que es “algo desconocido” por gran parte de nuestra dirigencia que -al respecto- mantiene una enorme deuda con sus conciudadanos “de a pie”.
¿Pueden los padres ignorar qué “defensas” deben darle a su bebé, a través de vacunas, alimentos y vitaminas, para que rechace la agresión del medio ambiente en el que vive? Pues, valga el caso, eso es lo que estamos haciendo con nuestra sociedad, toda vez que una política comunicacional de la Seguridad Nacional (2), no existe. Esta es la principal causa de la inseguridad/indefensión que padecemos, pues en las guerras en acto -de 7ma G-, la orientación de la opinión pública es esencial.
Hemos dividido nuestra exposición en tres partes:
  1. LA SEGURIDAD DE LA CIUDADANÍA ¿ESTÁ EN LAS PIEDRAS DE LAS MURALLAS O EN LOS HOMBRES QUE VIVEN DENTRO DE ELLAS?.
  2. ¿QUÉ DEBERÍAN SABER NUESTROS CONCIUDADANOS, AQUELLOS QUE VIVEN DENTRO DE LAS MURALLAS, ACERCA DE LA PRIMERA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO-NACIÓN: LA SEGURIDAD NACIONAL?
  • EN CONCLUSIÓN:
  1. LA SEGURIDAD DE LA CIUDADANÍA ¿ESTÁ EN LAS PIEDRAS DE LAS MURALLAS O EN LOS HOMBRES QUE VIVEN DENTRO DE ELLAS?
En la presente etapa de la “civilización del conocimiento”, la Seguridad Pública se unificó con la Seguridad Estratégica pero, en éste extremo occidente-sur, ello no ha sido difundido. La Argentina -ideológicamente encapsulada- (3) se evadió de su circunstancia y envuelta en falacias -el relato- se dirigió inconscientemente al “Estado fallido” (4) a través de la auto-destrucción de su núcleo duro: las FFAA y el sistema Judicial Penal Federal, que fue y es empleado para la destrucción de las primeras.
 Simultáneamente, mientras esa narrativa falaz ocultaba al latrocinio más grande de nuestra historia, nuestra clase media era llevada al castro-comunismo, sin que se enterara.
Podríamos realizar un sinnúmero de interrogantes, relacionados con las citadas “claves”, para demostrar el desconocimiento generalizado de las causas de la inseguridad, pero por razones de disponibilidad de tiempo vamos a plantear solo siete y así intentar comprender cuál es la profundidad sustantiva de la rampante Inseguridad Nacional y abandonar el superficial anecdotario al que ya nos han acostumbrado (5).
  1. ¿QUÉ DEBERÍAN SABER NUESTROS CONCIUDADANOS, AQUELLOS QUE VIVEN DENTRO DE LAS MURALLAS, ACERCA DE LA PRIMERA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO-NACIÓN: LA SEGURIDAD NACIONAL?
  2. ¿Se tiene hoy presente -en los diversos análisis y/o propuestas dirigenciales- que somos un país en doble posguerra, una convencional y otra no convencional y que esas guerras permanecen aún abiertas, dentro de la categoría de “estado de guerra”?
No, no se las considera cuando se analiza nuestra prolongada crisis-decadencia pero, además, la guerra no convencional -la contra-terrorista-revolucionaria 1974/1988- es negada como tal, aun hoy por Jueces y Fiscales Federales legos de los TTOOFF, quienes ignoran el “abc” de las guerras “asimétricas”, “muy limitadas”, “de baja intensidad”, “irrestrictas” o “híbridas”, que tienen sobre sus estrados desde 1984.
 Debemos reconocer que las organizaciones de derechos humanos -DDHH- los controlan cercanamente, a través de las querellas -verdaderas vestales revolucionarias de posguerra- que les impiden a los tribunales reconocer la existencia de nuestra larga, malparida y dramática guerra civil contrarrevolucionaria. Pero ello no los exime de ser prevaricadores y me consta que son conscientes de ello (6).
Han pasado treinta y cinco años desde el cese de los combates y aun la sociedad no ha asumido a sus guerras. No las asimilamos. Nuestros TTOOFF legos aceptan lo que las querellas -representantes del agresor de ayer- dictan ante los estrados: “no hubo una guerra”. Si la Justicia y las querellas reconocieran que la hubo, nuestros soldados deberían estar frente a los tribunales del Fuero Militar. Los jurisconsultos del más alto nivel estatal borraron el Art. 18 de la CN y la psico-política hizo el resto. “Una política de estado”, de hecho, ha podido reformar la Constitución Nacional, al Tratado de Roma, a la Justicia Militar y a los Tribunales de Honor de las FFAA (7).
La guerra limitada convencional del Atlántico Sur -en 1982-, detonada a través de un “incidente provocado” por el RU, tampoco fue asimilada por nuestra dirigencia. “No aprendimos a no aprender”. Aun se sigue repitiendo que fuimos los agresores, pero -por lo menos-, ya quedó en el olvido que fue “un carro atmosférico”.
Ninguna reforma se ha iniciado en el Estado Nacional para poder conducir -en el futuro- una negociación diplomática con una prueba de fuerza simultánea y controlada. Ese es el concepto de guerra limitada. Es la que peleamos en el Atlántico Sur en 1982, con un objetivo muy claro por parte de EEUU y el RU y una gran sorpresa para el “cuasi-Estado” argentino, que nunca entendió ni conoció la especie de guerra que le  ocurría. Todo se improvisó.
A la “invasión cubana” -1959/1960- (8) se le dio tratamiento de seguridad pública durante quince años -1959/1974-. El Poder Político decidió en 1974 -por decreto-  movilizar a las FFAA y abrir operaciones militares en el marco interno, “mañana mismo”, sin planificación estratégica, sin inteligencia estratégica, sin adaptación orgánica, bajo comandos específicos -no conjuntos-, sin emitir la ley necesaria, ni la DENAC, ni la consecuente DEMIL y, más grave aún, dirigiendo el Decreto a los EEMMGG con responsabilidades administrativas, en vez de hacerlo al EMC, con responsabilidades estratégicas.
Por todo ello a esta guerra la he llamado malparida. Habían pasado quince años sin que la dirigencia reconociera que en el 59/60 se había presentado un hecho estratégico. No se entendió o no se quiso entender “la naturaleza del desafío que representaba la invasión revolucionaria”. Tardíamente, en 1974 se reaccionó y todo se improvisó.
Estamos en curso de volver repetir nuevas improvisaciones homólogas, a pesar de la experiencia acumulada y no asimilada. A ello debemos agregar que ahora lo haríamos con mucho menos poder.
El Decreto que ordenó “el aniquilamiento del accionar subversivo” no fue al Congreso para transformarse en Ley Nacional -como lo hicieron Avellaneda-Roca en 1878, antes de atacar al malón-. El PEN tampoco dictó la Directiva Estratégica Nacional -DENAC- con la base ética-jurídica para el empleo de las Fuerzas en el marco interno. Esa base –de absoluta y exclusiva responsabilidad política– debió llegar a las tropas con forma de “reglas de empeñamiento”. Pero estas nunca llegaron. Son los “procedimientos” que los legos TTOOFF les reclaman hoy a oficiales subalternos, suboficiales y aun a soldados, para encuadrarlos en el Código Penal, como vulgares asesinos.
Tampoco se dictó la Directiva Estratégica Militar -la DEMIL-, responsabilidad del EMC, que quedó marginado de la guerra. Toda la apertura de esta guerra asimétrica, civil, contrarrevolucionaria, interna, no convencional, fue un mamarracho que hoy están pagando con su libertad quienes nos  defendieron.
A fines de 1983, con asesoramiento británico y en colusión con las derrotadas organizaciones terroristas, el gobierno logró “trastocar” la derrota táctica del enemigo revolucionario, en una victoria estratégica y política, que aun retiene. Se judicializó el hecho socio-político “guerra” y las FFAA fueron llevadas ilegalmente a los estrados penales federales -es decir, al Código Penal ordinario- como criminales comunes responsables del tardío “mamarracho” -su errónea apertura- y al escarnio social del “relato”, difundido por todos los medios de comunicación del Estado, durante años.
Fue el momento crucial en que la Política de DDHH reemplazó a la Política de Seguridad Nacional. Las bajas de inocentes, provocadas por este desatino ideologizado, es la infamia que hoy se pretende ocultar, pero ello se hace cada vez más difícil (9).
Simultáneamente el RU confirmó -nuevamente- que no cumpliría con la Resolución de la AG-ONU que lo obliga a abrir negociaciones diplomáticas con la Argentina por la soberanía de las Islas del Atlántico Sur e inició el refuerzo de la “Fortaleza del Atlántico”. De esta manera, en  términos estratégicos, el RU retuvo el “estado de guerra en el Atlántico Sur”, mientras sectores políticos, sociales y periodísticos internos, activaron desde entonces y hasta hoy, la actitud hostil del agresor revolucionario y en consecuencia el “estado de guerra interno”.
Esta interrelación colusiva entre los dos enemigos que agredieron a la Argentina con las armas en la segunda mitad del siglo XX, está objetivamente representada en la trágica figura del “perro”, Horacio Verbistky, agente de inteligencia británico y de la organización armada ilegal Montoneros.
La reciente y fracasada operación conducida por él, con un “desaparecido” en el Río Chubut, lo expuso ante la opinión pública nuevamente. Durante más de cincuenta días mantuvo al  simbólico término en las primeras páginas del periodismo nacional y ello demostró el alcance y continuidad del “estado de beligerancia interno” (10). Pero, “segundas partes, nunca buenas”.
Comprobada la total falsedad de esta nueva “falacia”, no hubo retractaciones ni disculpas de sus numerosos voceros. Ello da una idea de la fortaleza psico-política remanente de la “pseudo-revolución” -aparentemente vencida y en retirada- y de sus camaleónicos partidarios conscientes o inconscientes, infiltrados dentro y fuera del Estado.
  1. ¿Es consciente -nuestra dirigencia- que nos abarca una nueva guerra mundial desde el año 2001 –“la Contraterrorista Global”- y que ella está totalmente interrelacionada con los dos “estados de guerra” que retenemos desde 1982 y 1988, respectivamente?
La Guerra Mundial en acto cursa su décimo séptimo año y, hasta hoy, no ha merecido el mínimo tratamiento público por parte de quienes tienen la responsabilidad de hacerlo. A este enemigo “no estatal” que enfrentan los Estados “responsables” del orbe, se lo cita  -genéricamente- como “el enemigo sin rostro” (11).
Su composición es compleja y desigual, según el área en que actúe. La complejidad se manifiesta a través de la presencia de diversos actores: fundamentalismos, crimen organizado internacional y, en Iberoamérica, la particularidad del narcoterrorismo: elementos terroristas domésticos, remanentes de la guerra fría, interrelacionados con los carteles de la droga en alianza con el “terrorismo global”, a través de acuerdos estratégicos firmados en el pasado por Caracas y recientemente por las FARC (10).
En nuestra región continúa la consolidación del narcoterrorismo con elementos revolucionarios neo marxistas reciclados y los gobiernos adscriptos al “Socialismo Siglo XXI”. Ésta pseudo-revolución actualmente en retirada en gran parte del Cono Sur y en plena recomposición orgánica en la Orinoquia y el Caribe luego de la muerte de Fidel, la prisión de Lula, los graves problemas internos de los sandinistas en Nicaragua y el reciente posicionamiento político de las FARC -principal cartel regional- en Colombia.
La conducción estratégica revolucionaria subcontinental -desde 1959- continúa en manos del PC de Cuba, que ha cambiado sucesivamente de mecenas, acompañando a los grandes sucesos internacionales. Por esa razón, cuando la URSS se encaminaba a su implosión, Fidel se apoya en Lula para crear -en 1990- dos organizaciones neo-marxistas que asocian a las antiguas bandas estalinistas iberoamericanas con la social-democracia gramsciana: el Foro de San Pablo y el Foro de Porto Alegre.
El primero cubre las nuevas responsabilidades políticas y estratégicas luego de la caída del paradigma moscovita y el segundo la conducción social y comunicacional de apoyo a la nueva etapa de movilización continental, en  la que aparecen las “organizaciones sociales” y los “grupos de choque”, que en la CABA se despliegan diariamente como “piqueteros”.
En aquel momento -1991- se sumó a la doctrina estalinista de origen, la social-democracia de reciente desembarco en la región, impulsando innovadores modos de acción, fundados en las doctrinas gramscianas. El gatopardismo revolucionario gana así en flexibilidad, pero aumenta el conflicto interno en su alta conducción. El mecenazgo de ésta etapa fue cubierto por el petróleo venezolano y el poder vicario de la alta conducción le es otorgada -por esa razón- a Caracas.
Cuando a partir del 2002 cae el precio del barril de petróleo y muere el Cte. Chávez, se inicia la negociación cubana con Obama y el ala izquierda del Partido Demócrata de EEUU para darle oxígeno a la Isla, incapaz de sostenerse por sí sola. Con la llegada de Trump, EEUU regresa a una política de aislamiento de la Isla. Ello activó la firma -en La Habana- del Tratado de Paz entre el gobierno de Santos y las FARC -el cartel multi-billonario regional- y esta organización armada se constituye así en partido político y nuevo sostén económico-financiero de La Habana y de la revolución comunista subcontinental.
El resultado de las elecciones presidenciales en Colombia el 17 Jun 18, contrario a los intereses de las FARC, inicia una nueva etapa revolucionaria subcontinental.
Seguramente se va a acelerar una nueva ola de violencia en ese país. Además, los resultados de las próximas elecciones en Méjico y Brasil serán definitorios para articular los próximos pasos a dar por los “encuentros” de los Foros de San Pablo y de Porto Alegre y condicionarán el ritmo/oportunidad de la contraofensiva revolucionaria en el Cono Sur, ya prometida en el Encuentro de Managua. Los ejercicios preliminares de esta maniobra están en superficie en El Comahue, Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza.
Uno de los actores centrales de la guerra mundial “Contraterrorista Global” -el ISIS-,  ha realizado acuerdos básicos con las FARC, nuevo pivote del proceso revolucionario regional (10). La mesa de la negociación fue tendida por el PIE -Partido de la Izquierda Europea- en Berlín, en el año 2017. A su vez, las FARC -que han simulado su desarme- han desplegado en el Cono Sur sus avanzadas, en particular en el sur chileno y argentino con araucanos adiestrados por ellos en los años pasados, por pedido del PC chileno.
La dirigencia argentina vuelve a darle tratamiento de “seguridad pública” a estos acontecimientos estratégicos, como los ocurridos recientemente en El Chubut y Río Negro y la Defensa Nacional -frente a la nueva agresión estratégica revolucionaria- está en manos de jóvenes fiscales de “Justicia Legítima”.
Decía Gastón Bouthoul hace unos setenta años: “Si quieres la Paz, conoce a la guerra”. Tenemos la impresión de que Bouthoul ni Séneca -siglo I d C- aun no han  sido leídos ni entendidos por los responsables de tantas muertes de inocentes en nuestro suelo. Decía el hispano-romano: “Peor que la guerra, es tenerle miedo a la guerra”. Luego de escuchar al Ministro Garavano sostener la necesidad de preservar el espíritu y la letra de la legislación de Seguridad Nacional vigente, tenemos la certeza que, como estratega civil, el ministro carece de la más mínima información de la situación política-estratégica en que vivimos, a pesar de que está presente en el puente de mando.
  1. ¿Ha comprendido -nuestra dirigencia- que la presente guerra mundial “Contraterrorista Global” es de naturaleza totalmente distinta a las dos anteriores -la GMII 1939/1945 y la Guerra Fría 1947/1991- y que -además- la actual no reconoce disuasión alguna?
Conocer la “naturaleza de las cosas” es imprescindible para abarcar a los temas estratégicos. Lo superficial y operativo, explican a la acción táctica. Sirve a la crónica de los hechos, al anecdotario, a la visión cortoplacista. Lo esencial-sustantivo está en la  profundidad conceptual del hecho socio-político -fuera del alcance de los sentidos- y en su proyección en el tiempo, en el largo plazo.
La GMII fue total, convencional y “clásica”, localizada en teatros de operaciones militares. Fue la última guerra mundial de la civilización industrial. Cuando finalizaba -1945- se lanzaron dos bombas nucleares en Japón. Con ellas nació la Estrategia Contemporánea e ingresábamos -con la computadora- a la etapa de la civilización posindustrial, la “del conocimiento”. Einstein vaticinó que regresaríamos a las guerras primitivas, las de la honda, el arco y las flechas. Con la computadora cambió el ritmo de los acontecimientos y el número de las oportunidades. Se aceleró la Historia.
La pos-GMII fue muy breve: 1945/1947. En 1947 se inició la Guerra Fría, la primera guerra mundial en ambiente QBN. Ingresábamos a la estrategia de la disuasión, que funcionó en el hemisferio N. Se vivió allí la “Pax del terror nuclear”. En el hemisferio Sur -desnuclearizado- no hubo Paz. Hubo guerras no convencionales, asimétricas, terroristas-revolucionarias, totalmente sorpresivas para países mayoritariamente subdesarrollados y en crisis recurrentes.
En 1989 cayó del muro de Berlín y en 1991 implosionó la URRS. Finalizó la guerra fría. Fueron los primeros cuarenta y cuatro años de Paz en Europa y, durante ese período se elaboraron en sus Universidades las teorías filosóficas que “marchitaron su alma”. Europa relativizó su identidad y se hizo “contractiva”, desde entonces “se odia a sí misma”. Ello afectó a los argentinos, culturalmente europeizados. El “progresismo ideológico europeo” cruzó transversalmente a todo el arco socio-político argentino y una demostración de ello la hemos visto hace unos días, en el tratamiento del aborto en las calles y en el recinto de Diputados.
La posguerra fría -1991/2001- se caracterizó por la “confusión” de los intelectuales occidentales que intentaban predecir cómo evolucionaría el mundo y las guerras, luego de la prolongada estratificación de la bipolaridad de las Repúblicas Imperiales. Aparecieron teorías “idealistas”, “realistas”, “nihilistas” y muy pocas se acercaron a los acontecimientos que se precipitaron luego del 11Sep01, con el ataque del “terrorismo global” a la “fortaleza americana”.
Esa fecha es considerada por los estrategas teóricos como el hito que señala la iniciación de una nueva guerra mundial, que nos regresó a la estrategia de la acción. La “nueva” guerra mundial ya no se desarrolla en teatros de operaciones militares, sino en y sobre las sociedades. Las bajas -en su mayoría- son de civiles inocentes. El enemigo “sin rostro” carece de responsabilidad y de límites. Se inmola para hacer entender a Occidente que la vida no le interesa. Es la segunda guerra mundial en ambiente QBN, pero esta no reconoce a la disuasión, como la anterior.
De las guerras de tercera/cuarta generación, en acto en el 2001, llegamos al año 2018 con las guerras de séptima generación, que los chinos llaman “irrestrictas” y la OTAN “híbridas”, mientras la dirigencia argentina vive aun estratificada en la guerra fría (12).
Las sesenta guerras activas -en el mundo de hoy- todas son internas: guerras civiles. A éstas, nuestros visionarios legisladores las “prohibieron” por Ley y ésta doctrina es la que sostienen las querellas y fiscales de los TTOOFF: “en los ´70 no hubo guerra, aquello fue un genocidio”. ¿Será una casualidad?.
Kirchner y Garré quisieron asegurar el extrañamiento de las FFAA que las leyes de “inseguridad” impusieron al Estado Nacional. Reglamentaron la Ley de Defensa y determinaron que las únicas guerras posibles para la Argentina son las convencionales, con las FFAA de nuestros vecinos, con quienes -a la vez- ¡¡queremos integrarnos¡¡. El objetivo fue mantener las FFAA argentinas sin misiones a cumplir. Transformar a las Instituciones Armadas en burocracias inútiles.
El espacio interno se trasformó en “zona liberada” para la pseudo-revolución narco-terrorista, “nacional y popular”, que operó como una gran cortina de humo a través de  la política de DDHH, con la que se encubrieron niveles de corrupción inéditos.
  1. ¿Qué porcentaje -de nuestros dirigentes- ha entendido que la clásica separación entre Seguridad Estratégica y Seguridad Pública ha desaparecido?
La metamorfosis de la guerra se ha acelerado (13) pues se ha acelerado el proceso civilizatorio que la contiene. La investigación y desarrollo han encontrado en la electrónica y en las comunicaciones los medios para acortar los tiempos en la generación de medios. Como lo adelantáramos, el ritmo de la acción ha cambiado. La adaptación de gran parte de la dirigencia argentina al ritmo de la nueva etapa, no existe. A ello se suma el salto cualitativo de la civilización: el ingreso a la “etapa del conocimiento”. Hay una nueva forma de producir y una nueva forma de hacer la guerra (14).
La mayoría de los pocos que entre nosotros “cambiaron” el ritmo, confundieron civilización con cultura. La civilización es la que aceleró su ritmo de evolución, entregándonos nuevos medios en cortos lapsos. La cultura es nuestra identidad. No evoluciona y si lo hace, nos corrompemos, pues se relativizan los valores y principios que la constituyen. Perdemos moral, ética, confiabilidad y credibilidad. Perdemos el crédito. Y eso es lo que ha ocurrido y continúa ocurriendo.
La civilización es “modernizable”, pero no lo es la cultura que la sostiene (14). “La cultura es lo que importa, es la que da forma al progreso”, como lo sostiene el Profesor S. Huntington, en el título de su último libro.
La manifestación más clara de la metamorfosis de la guerra a partir de la posguerra fría, es la “naturaleza” de la agresión de los actores “no estatales” -el complejo narco/terrorismo/revolucionario en nuestra Región- y, consecuentemente, de la imprescindible exigencia de reorganización del Estado y de la Seguridad Nacional, para evitarlos o eliminarlos.
Si esta agresión afecta a la población en su conjunto y al Estado Institucional -en todos sus niveles-, estamos en presencia de una agresión de naturaleza estratégica, pero ello no quiere decir que sea estratégica-militar.
Los nuevos actores agresores del Estado y de la sociedad, mayoritariamente no son estatales, constituyen una compleja asociación de milicianos, mafias, ONG, sectas fundamentalistas, etc. Y su modo de operar es, en la mayoría de los casos, a través del delito común, pero con consecuencias estratégicas.
Quienes hablan de sacar a los militares a las calles para combatir a la nueva amenaza, o son totalmente ignorantes del fenómeno belígero en el siglo XXI o bien quieren continuar en la actual situación y hacer del espacio argentino una gran “zona liberada” para nuestro enemigo sin rostro.
En consecuencia la Seguridad Nacional que reconocía hasta fines de la guerra fría su división en Seguridad Estratégica y Seguridad Pública, encaminadas orgánicamente por andariveles paralelos y alternativos, hoy ya no existe, pues operativamente se han incardinado, excepto en nuestro país, que llama “seguridad interior” a ambas y “defensa nacional” a la guerra clásica internacional, por Ley del Congreso; inédita ocurrencia que nos hace una reiterada excepción en el mundo.
La necesaria reorganización de la Seguridad Nacional debe considerar la “naturaleza” y la evolución del fenómeno socio-político “guerra”. La reciente creación del Ministerio de Seguridad por parte del gobierno K, nos da una clara idea de la ausencia de idoneidad y comprensión de la situación político-estratégica mundial, regional y propia, por parte de sus mentores. Cuando el mundo entero unifica a la Seguridad, la Argentina la divide, orgánica y geográficamente.
Cuando la Seguridad Nacional -en el orbe- unificaba o centralizaba sus componentes, el gobierno argentino las separaba, asegurando dejar a las FFAA sin sus funciones constitucionales. Es una prueba más de que los K, hipócritamente, siempre operaron dentro del Socialismo Siglo XXI, aunque no lo exhibieran públicamente como Bolivia, Ecuador o Nicaragua.
Desde 1988 la nueva agresión estratégica -internacionalizada en toda América- en el marco interno quedó en manos policiales y judiciales, absolutamente legos en la materia. Es lo que -sin duda- la “revolución” necesitaba y es lo que se ha logrado desde los años ´88/91 con las leyes perversas que hemos llamado “vacas sagradas”.
 Bajo la excusa de lograr el “control civil” de los militares, la mayoría política dejó al país en absoluta inseguridad nacional.
Aun hoy, escuchamos por boca de las más altas autoridades del área, citar a una “seguridad interna” y “una seguridad externa”. ¿Alguien puede creer que un límite político puede detener una agresión estratégica? El criterio seguido por el legislador, fue cuanto menos absurdo. Es una prueba más que el fin perseguido por esta legislación ha sido la desaparición de las FFAA, del mismo modo en que se pretende la abolición del derecho penal.
Hemos propuesto -hace mucho tiempo- la unificación de la Seguridad Nacional en un solo Ministerio -el de Seguridad Nacional- con dos Secretarías: Defensa Nacional y Seguridad Pública. Ello nos permitiría facilitar la conducción de una Gran Estrategia Conjunta-Combinada, con economía de esfuerzos, unidad de objetivos,  interoperabilidad, controles cruzados, etc.
Deberíamos iniciar -cuanto antes- la negociación de un Acuerdo de Seguridad Colectiva y Defensa Común con países “amigos” de la región y, obtenido éste, subrogar la vigente legislación perversa que nos lleva, sin dudas, a un permanente agravamiento de la situación de Seguridad Nacional y regional.
El Congreso Nacional, que con sus leyes y reformas nos ha llevado a la situación de grave inseguridad en que vivimos, no podría dejar de votar éste Acuerdo para llevarlo a categoría de Tratado que subrogue los desatinos jurídicos vigentes, frutos de nuestras guerras recientes. No votarlo demostraría mantener compromisos con nuestros enemigos de hoy; que son los de ayer, reciclados (15).
El Tratado recuperaría también un aspecto central e imprescindible para enfrentar a las guerras “híbridas”: su sostén agonal, actualmente destrozado por la supresión del Fuero Militar y de los Tribunales de Honor Sanmartinianos (16).
  1. ¿Es consciente -nuestra dirigencia- que el tipo de legislación de Seguridad Nacional vigente en nuestro país desde 1988 y 1991, es única en el mundo e intrínsecamente perversa?
Cuando se promulgó la actual Ley de Defensa Nacional, el “Cronista Comercial” nos publicó un artículo titulado “Se promulgó hoy la Ley de Indefensión Nacional”. No nos equivocamos. Tres años después -1991- en Santiago del Estero se incendiaba la Casa de Gobierno, la Legislatura y el edificio del Supremo Tribunal de Justicia,  además de varios domicilios de legisladores. El gobierno nacional no pudo actuar para contener el “caos”. La Ley de Defensa se lo impedía.
Pocos días después de este hecho anárquico, uno de los artículos de la Ley de Defensa  se transformaba en Ley de Seguridad Interior. En ésta, se mantenían los lineamientos de la “Ley de Indefensión” y se profundizaban sus desconceptos. Quedaba explícito que se cercenaban potestades que la Constitución le otorga al Cte J FFAA. Quince años después Kirchner-Garré reglamentaron la Ley de Defensa, para evitar que se la interprete de modo inconveniente a la pseudo revolución “chavista”, que empezaba a hacer agua.
El extrañamiento de las FFAA argentinas de su propio Estado quedaba asegurado y “el esfuerzo nacional de policía” recibía la responsabilidad de hacerse cargo de los desafíos estratégicos internos, es decir, de la Defensa Interior frente a las nuevas amenazas. Como el exabrupto hacía inviable a la reglamentación, la Ministro Garré afirmó al diario la Nación: “las nuevas amenazas no existen. Son una creación del Imperio para controlar a los países subdesarrollados”. Un paso más dentro de las falacias del “relato”.
Desde 1991 -con esta nueva legislación- la jerarquía institucional se invirtió, los presupuestos se invirtieron y los haberes de un Comisario, desde entonces, superan en un 30% al de un Oficial Superior de las FFAA. Éstas quedaron sin objetivos, sin cumplir las misiones centrales que la Constitución les impone. No fueron pocos los políticos que entonces se preguntaban: “¿para qué sirven las FFAA?”, mientras tanto nuestros vecinos duplicaban los presupuestos de Defensa, las reorganizaban y adquirían tecnologías de última generación.
Como era de prever, contemporáneamente las policías -totalmente ajenas a esta maniobra- fueron desbordadas por el delito común y corrompidas por el crimen organizado. Como correctivo, se nombraron ex jueces y fiscales como expertos polemólogos y estrategas civiles para “transformar y democratizar” -desde los Ministerios de Seguridad- a las “viejas policías de la dictadura”.
El fracaso de estas gestiones fue total, a un costo varias veces millonario y con miles de víctimas de la ignorancia, de la estupidez o del compromiso ideológico. Por último, se apeló al número. Con cursillos semestrales se incorporaron miles de nuevos agentes. Pero la inseguridad y la indefensión siguieron y siguen agravándose, día a día, a pesar de más patrulleros, más chalecos, más radios.
Los funcionarios bien intencionados, con mera visión táctica-operativa, siguen buscando “salvadores”: audaces legos que se animan a lo que no conocen. Los mal intencionados cosechaban lo que han sembrado y “cuando peor, mejor”, aunque los muertos inocentes aumentaban día a día y lo siguen haciendo.
La carencia de conceptualización y visión estratégica, más la no comprensión de que ya estamos en la “era posindustrial”, nos lleva a tropezar -reiteradamente- con la misma piedra, desde 1984 hasta la actualidad.
La próxima reunión del G 20 en la Argentina y los acontecimientos internacionales en curso, están obligando al gobierno a entender que se transita por un camino equivocado, que debe racionalizar la Seguridad Nacional y entender “la naturaleza de las cosas”. Pero, en la coalición gobernante están presentes los creadores de las “vacas sagradas”, son quienes reemplazaron la Política de Seguridad Nacional por la Política de DDHH (17).
¿Qué se hará entonces? ¿Prevalecerá la ideología o se impondrá la realidad de la situación política-estratégica, que hasta ahora se declaró inexistente? Con la sola eliminación de la Reglamentación de la Ley de Defensa no alcanza. Esta fue un mero reaseguro que buscaban los pseudo-revolucionarios en retirada. (18)
Si la Seguridad Nacional es la primera responsabilidad del Estado Nacional ¿no sería oportuno que la dirigencia argentina tome conocimiento de los desatinos ideologizados de los diletantes que nos ha traído a la situación presente y que, de una vez por todas, se inicie la normalización racional de la Seguridad Nacional? ¿Cuántos conciudadanos más deben morir para que como sociedad reaccionemos? El enroque de mandar las FFAA a las fronteras -con las manos atadas- y las FFSS a la grandes ciudades, es hacerle el juego al “enemigo sin rostro”, además de demostrar falta de idoneidad, ausencia de ideas, de audacia y de la energía que exige la circunstancia en que vivimos.
Ha llegado el momento de imitar a Demóstenes, cuando se dirigía a los atenienses “para convencerlos a obrar correctamente”. Son los fines los que indican qué medios necesitamos para la reconstrucción. Y las “leyes de inseguridad” prohíben el planeamiento de las verdaderas amenazas.
Desde el Estado -en años pasados y en nuestra presencia- se ha tratado de “vender” a nuestros vecinos el modelo de legislación de Seguridad Nacional argentino, pero nadie lo “compró”. Hemos sentido vergüenza ajena por las respuestas que recibieron nuestros empinados “vendedores”.
Está presente la oportunidad para entender la “naturaleza del fenómeno socio político” que enfrentamos, que es estratégico, pero no estratégico militar. Su solución exige una Gran Estrategia conjunta-combinada y fuertes controles cruzados.
Ese es el rol militar en esta nueva guerra asimétrica de séptima generación y no subordinar las FFAA a las policías, como seguridad fronteriza desarmada.
Hay que restablecer los roles constitucionales de la instituciones. Solo la miopía del lego puede repetir los fracasos conocidos del empleo táctico de las FFAA, cualquiera fueren sus formas, para combatir al narcoterrorismo. Ésta opción ya ha fracasado en Iberoamérica. Regresemos a la Constitución Nacional y entendamos la circunstancia política-estratégica “líquida” que nos rodea, en el siglo XXI.
El FMI nos ha entregado un crédito superior al que solicitamos -el 25% de su encaje-. Hasta hoy no se ha escuchado un solo comentario que interrelacione la situación política-estratégica del subcontinente, con la crisis cambiaria y el nuevo crédito argentino. ¿Es porque no se entiende la naturaleza de la nueva guerra mundial en Iberoamérica, o porque no existe una visión global de la situación regional, o porque la ciudadanía debe ignorarla, para beneficio de unos pocos?
El presidente dijo que “ya no hay más lugar para la locura en la Argentina”, dirigiéndose al peronismo. Me pregunto si el oficialismo y la oposición han entendido los mensajes con que el G7 dio sus instrucciones a Lagarde. Si no las entienden, la “locura” que avizoramos seguirá adelante. Será nuestra disgregación territorial.
Una “Gran Nación”, en el siglo XXI, no soporta la conducción de “pequeños políticos”. Una visión geopolítica y estratégica del mundo globalizado es indispensable dado los movimientos tectónicos posguerra fría.
  1. ¿Confunde -nuestra dirigencia- el concepto de “populismo” con el de “revolución”, o es una confusión a designio como parte del “relato” o de la “narrativa de la memoria”?
El temor reverencial que la izquierda revolucionaria ha logrado imponer a gran parte de nuestra dirigencia y particularmente a algunos medios de comunicación, ha logrado que -públicamente-  el empleo de ciertas palabras esté sumamente restringido. Las enseñanzas del “Grupo de Frankfurt” han sido sumamente eficaces.
 Tal es el caso del término “revolución”. Se lo ha reemplazado por el de “populismo”, pues éste último “huele a oveja”, se acerca a “pueblo” o a lo “popular” y ello es bueno para la modalidad gramsciana de hacer la “revolución”. No se habla de “guerra contrarrevolucionaria” sino de “genocidio”, no porque se ignore el desconcepto, sino porque no se podría continuar con el “circo jurídico de los juicios de lesa humanidad”, si se aceptara que hubo una guerra no convencional, como la hubo.
Si las palabras exponen el contenido de las ideas o de un mapa de ellas -el concepto-, podemos cambiar el sentido de las ideas o conceptos, reemplazando las palabras e invirtiendo el proceso mental-discursivo. Afectar las ideas o conceptos, desde el reiterado mal empleo de las palabras.
Pongamos atención en los informativos televisivos o radiales o en los titulares de los medios escritos y encontraremos a éste ejercicio -altamente eficaz-, repetido una y mil veces a lo largo del tiempo. En los medios se llama “represor” a un soldado, pero los soldados combaten, no reprimen como lo hacen Jueces y sus auxiliares, según reza el código penal. Pero “represor” tiene un efecto mucho más eficaz al fin perseguido por el revolucionario o el periodista consciente o inconsciente que los sirve.
Al “terrorista” se lo cita como “disidente político”, al “agresor” como “víctima de una persecución ilegal”, a los “centros de reunión de prisioneros” como “lugares clandestinos de detención ilegales” y así podríamos continuar citando un lenguaje que se origina en las usinas revolucionarias de propaganda, pero que es totalmente tomado por el periodismo y aun por la justicia penal federal.
El resultado es paradójico. Gran parte de la sociedad ayer agredida, hoy habla, piensa y alienta a su antiguo agresor. Nuestros DDHH, que fuimos a defender, quedaron en manos de los agresores revolucionarios comunistas que no respetan un solo derecho humano en donde gobiernan. Pero ello no es percibido por la gran mayoría. Ello nos da una idea de la idoneidad de quienes conducen estas operaciones especializadas sobre la opinión pública.
  1. ¿Conoce -nuestra dirigencia- cuál es el principal riesgo estratégico y cuál es la principal amenaza estratégica de la Argentina actual?
Hay un importante sector dirigencial que entiende que la ciencia y arte de la Estrategia, es de exclusiva responsabilidad militar, probablemente porque así eran designados los comandantes -estrategas- de las fuerzas griegas, en la antigüedad. La Estrategia, en nuestro tiempo, como dependencia de la Política, es su expresión activa. La Gran Política determina los Objetivos Políticos generacionales y la dosificación del poder para alcanzarlos. La Gran  Estrategia maniobra para lograrlos, resolviendo los conflictos que encuentra en el camino.
La formación como estratega de quien decide ingresar a la Gran Política, es indispensable y también lo es para quienes asumen responsabilidades estratégicas sectoriales, en el alto nivel político. La exigencia constitucional de idoneidad no se está cumpliendo en el área de la Seguridad Nacional. Hay quienes creen que la guerra es responsabilidad de los militares. No es así. La guerra es un hecho socio-político. Se abre y se cierra en el plano político. Los militares se ocupan de la batalla -en el nivel estratégico militar- y de los combates -en el nivel operacional y táctico-. A la guerra la deciden y orientan los responsables del plano político, en el más alto nivel del poder nacional.
Por todo lo expresado, el conocimiento de los “riesgos y amenazas estratégicas” por parte de “quienes viven dentro de las murallas”, es de exclusiva y excluyente responsabilidad política, con asesoramiento del alto comando militar. Si esa responsabilidad era ya importante en tiempos históricos, hoy, en tiempo de las guerras asimétricas, civiles y que tienen como espacio de desarrollo a la sociedad misma, ese conocimiento es central (18).
El 70/80 % del esfuerzo de las guerras de séptima generación se desarrolla para lograr el “manejo de la opinión pública interna y externa”, sin lo cual estas guerras están perdidas  de antemano.
La Argentina de hoy, ante exigencias situacionales que obligan a volver la mirada sobre las olvidadas y humilladas FFAA, ¿en qué estadio nos encontramos para “recuperarlas en tiempo”, con una ex – guerrillera en la presidencia de la Comisión de Defensa en la Cámara de Diputados y con los redactores de las leyes de inseguridad en la conducción del área de defensa y en la supervisión de la formación y perfeccionamiento de los cuadros militares?
¿Cómo podemos recuperar una sana Política de Seguridad Nacional, reemplazada hace décadas por la Política de DDHH, si su principal operador-querellante ante los TTOOFF y apoyo financiero de las organizaciones de DDHH dependientes del Foro de Porto Alegre, es el propio Estado Nacional a través de su Ministerio de Justicia y de la Secretaría de DDHH?
Desde 1984 el “riesgo estratégico principal” de nuestra Patria, es la pérdida del Estado Institucional, que ha sido ferozmente atacado en su núcleo duro –las FFAA-,  empleando para ello a la prensa adicta, al presupuesto nacional y a la Justicia Penal Federal que a la vez se auto-destruye corporativamente al prevaricar en conjunto y conscientemente.
Dichos ataques han sido inducidos por nuestros enemigos en las guerras de fines del siglo XX, actuando de consuno y la ejecución ha sido instrumentada por los sucesivos gobiernos, desde 1984, con breves intervalos en los que se persiguió la pacificación”. De esa manera, cuando llegamos a diciembre de 2015 estábamos a un paso del “Estado Fallido” (19).
Pensábamos que en los primeros cien días del nuevo gobierno habría un giro copernicano que recuperaría a las Instituciones, para que ellas condujeran “el regreso a la normalidad”. No fue así. Algunos componentes de la coalición de gobierno lo impidieron y muy probablemente seguirán haciéndolo. El sincericidio de Artaza, cuando dice por TV “no sé qué hace mi partido en éste gobierno”, nos releva de mayores aclaraciones. El “Estado Fallido” continúa siendo nuestro “riesgo estratégico principal”, siguiendo ahora el ritmo del nuevo “gradualismo pos-turbulencia cambiaria”.
Desde 1984 la “amenaza estratégica principal” de nuestro país es el narco-terrorismorevolucionario, en continua evolución y fortalecimiento en el transcurso de las últimas décadas. Los rumores, trascendidos y discursos oficiales recientes, referidos a la “reconversión” de las FFAA sin el reemplazo de las “vacas sagradas”, la hacen absolutamente inviable. Esas leyes han hecho del espacio argentino una enorme “zona liberada” para la agresión del narco-terrorismo-revolucionario y el delito común, en la continuidad histórica del proceso estalinista iniciado en 1959/60.
  • EN CONCLUSIÓN:
  1. La naturaleza de las guerras en acto exigen que la ciudadanía conozca y participe en la Seguridad Nacional, frente a la grave situación estratégica que nos afecta. Nuestra población, al respecto, permanece absolutamente desinformada.
  2. Somos un país en doble posguerra y convivimos con un “doble estado de guerra” pues ambas permanecen abiertas dentro de esa categoría. La mayoría de nuestra dirigencia lo ignora.
  3. Nos abarca una guerra mundial en su decimoséptimo año de discontinuo desarrollo. Es la segunda en ambiente QBN, pero esta no reconoce disuasión y por ello una sorpresa violenta es inevitable en cualquier lugar del mundo. Tampoco es conocida, pues se entiende que nos es ajena.
  4. La Seguridad Pública y la Seguridad Estratégica se han incardinado durante la posguerra fría. El mundo reorganiza al Estado Nación para asumir y resolver a los nuevos desafíos estratégicos. Mientras tanto la Argentina continúa desorganizada, ignorando la naturaleza de los riesgos y amenazas presentes y piensa con criterios ideologizados o con ideas del siglo XIX (20).
  5. Nuestra inseguridad nacional no es casual. Es consecuencia de la inédita y perversa legislación vigente inducida por nuestros enemigos, que extrañó a las FFAA del Estado y entregó las responsabilidades estratégicas internas a las policías. El precio en vidas inocentes que estamos pagando, es enorme.
  6. Existe una evidente actitud política y periodística -de algunos sectores- que tiende a ocultar la agresión terrorista revolucionaria de los años ´60, ´70 y ´80 y sostienen una constante apelación al “terrorismo de Estado”, con la finalidad de tergiversar la historia y mantener una narrativa favorable a un proceso revolucionario neo-marxista, derrotado en el terreno y en las urnas, pero aun presente.
  7. El “entrismo de izquierda” en los partidos políticos tradicionales desde los ´80 y el “progresismo europeo”, transversal a todo el espectro político partidario, ha quebrado a nuestra identidad cultural, nos ha llevado a una sociedad “light”, “pos heroica” y “contractiva”, que en la búsqueda del “bien-estar” ha perdido el “bien-vivir”, ha aceptado el progresivo vaciamiento institucional del Estado y no es consciente del trastocamiento de la victoria táctica argentina contra el agresor revolucionario, en una derrota político-estratégica que nos lleva al “Estado Fallido” y a un probable regreso a una situación revolucionaria que creíamos superada (21).
La “política de DDHH” ha reemplazado a la “política de seguridad nacional” desde 1984 y ello no ha cambiado el 10 de Diciembre de 2015. Permanecemos en inseguridad pública e indefensión estratégica y las innovaciones prometidas profundizan los desconceptos originales, retenemos el “riego estratégico” y la “amenaza estratégica” se expande desde la faceta “narco-terrorista” hacia una aproximación preliminar de la etapa final “revolucionaria”. El IEEBA ha planteado, en las últimas décadas, una propuesta para resolver estos desafíos, pero no hubo respuestas por parte de los responsables estatales.
La Argentina vive una situación que no da lugar a seguir ocultando la verdad. TODA LA VERDAD. El agravamiento de la inseguridad tiene, en la muy probable recesión económica del segundo semestre, un peligroso catalizador.
Por lo dicho, hago mías las palabras del Ex Cte Supremo del Pacífico:

 

“Estoy preocupado por la seguridad de nuestra gran nación;

no tanto por una amenaza externa,

sino por las fuerzas insidiosas que trabajan adentro”.

Grl Douglas MacArthur – 1945

 

BIBLIOGRAFÍA:

(1). G. Cabanellas de Torres. “Diccionario Militar”. Tomo I. Bibliográfica Omeba. 1961.

(2). E. de Vergara. “Las diferencias conceptuales entre Seguridad y Defensa”. Febrero de 2009. www.ieeba.org

(3). H. J. Auel. “La Argentina Encapsulada”. Julio de 2010. www.ieeba.org

(4). H. J. Auel. “El Estado Nación regional frente a las amenazas estratégicas globalizadas”. Junio de 1998. www.ieeba.org

(5). H. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a los desafíos de la Seguridad Nacional en el siglo XXI”. Agosto de 2015. www.ieeba.org

(6). H. J. Auel. “Escándalo judicial en Tucumán”. 25 de Mayo de 2016. www.ieeba.org

(7). H. J. Auel. “El narco-terrorismo, el Estado Nacional, la democracia y las FFAA”. 26 de Abril de 2014. www.ieeba.org

(8). J. B. Jofre. “Fue Cuba”. E. Sudamericana. 2014.

(9). H.  J. Auel.  “Relaciones cívico-militares, la necesaria reconstrucción del Estado y de la imprescindible Seguridad Nacional, Regional y Continental”. 2013. www.ieeba.org

(10). H. J. Auel. “Las Farc-EP, actual pivote del antiguo proceso revolucionario iberoamericano”. 05 de Septiembre de 2017. www.ieeba.org

(11). H. J. Auel. “La guerra mundial contraterrorista global, ¿híbrida…con derivación QBN”. Abril de 2015. www.ieba.org

(12). La ilegitimidad e ilegalidad de la actual legislación de Seguridad Nacional queda demostrada por los sucesivos presidentes que la incumplieron, o intentaron hacerlo. El primero de ellos fue el mismo presidente que la promulgara, el Dr. Alfonsín, que empleó ilegalmente tropas militares para recuperar al RIMec 3 -tomado por Gorriarán Merlo con terroristas contratados- a través de una “orden verbal”. El presidente de la Rúa, intentó emplear ilegalmente fuerzas militares ante el caos desatado en Plaza de Mayo, con numerosos muertos, a través de “una sugerencia”. Recientemente, la presidente Kirchner empleó ilegalmente elementos de las FFAA en el “Escudo Norte”, con “una resolución administrativa” y una doble simulación: debían simular la ejecución de ejercicios militares ante la Justicia, mientras simulaban que “contralaban” las fronteras, ante la prensa, pero en los hechos tenían prohibición de hacerlo, -un detalle más del falaz “relato”-.  

(13). H. J. Auel. “El pensamiento estratégico militar en el siglo XXI”. Octubre/Noviembre de 2017. www.ieeba.org

(14). H. J. Auel. “Cultura y Civilización – La Guerra: continuidad y cambio”. Diciembre de 2001”. www.ieeba.org

(15). J. Corrado. “Las Guerras de la Tercera Especie en las Américas, en el ámbito de la Guerra Mundial Antiterrorista”. Octubre de 2002. www.ieeba.org

(16). H. J. Auel. “La política de DDHH, el muro más alto a superar por el actual gobierno”. 22 de Junio de 2016. www.ieeba.org

(17). H. J. Auel. “Política de DDHH Vs. Política de Seguridad Nacional”. 01 de Agosto de 2017. www.ieeba.org

18). J. Corrado. “Las Guerras de la Tercera Especie en las Américas, en el ámbito de la Guerra Mundial Antiterrorista”. Octubre de 2002. www.ieeba.org

(19). H. J. Auel. “Arena… ¿o pan rallado?”. Diciembre de 2017. www.ieeba.org

(19). H. J. Auel. “¿Habrá reformulación de la Seguridad Nacional?”. 01 de Agosto de 2017. www.ieeba.org

(20). H. J. Auel. “Terrorismo Global y terrorismo doméstico en el siglo XXI”. Octubre/Noviembre de 2017. www.ieeba.org

(21) F. G. Auel. Tesis de la Licenciatura de Estrategia: “La Argentina y su probabilidad de llegar a la situación de Estado Fallido, como riesgo estratégico en el mediano plazo”. Agosto de 2011. www.ieeba.org

 


PrisioneroEnArgentina.com

Julio 4, 2018


 

 

 

 

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