Una de las cosas más deprimentes de la lucha entre el absolutismo y la democracia, escribió el fallecido Christopher Hitchens, es que muchos de los mejores carecen de toda convicción y vacilan para defender a la sociedad que posibilita su existencia, mientras que los peores están llenos hasta el borde con exaltación asesina.
Los Versos Satánicos comienza con un accidente aéreo sobre el Canal de la Mancha en el que dos hombres sobreviven para ser “nacidos de nuevo”, uno con un halo, el otro con unos cuernos que se desarrollan lentamente. A pesar de su apariencia no se sabe quién es un ser bondadoso y quien es uno maligno, cuál de ellos es bueno y cuál es el mal. El autor del libro es Salman Rushdie y en su trabajo retrata a Mohamed como un simple hombre de naturaleza nada divina y que lucha contra las tentaciones. El escrito es rápido y claramente percibido como ofensivo para el islam, pero lo que exactamente se considera insultante no ha sido nunca explicado. El gobierno iraní condenó el libro como una sucia conspiración contra el islam e instó a los seguidores del ayatolá Khomeini en todo el mundo a tomar medidas en contra del escritor. El ayatolá declaró que el autor y los editores habían sido condenados a muerte y que, además, el verdugo recibiría dinero y sería considerado un mártir. El novelista Salman Rushdie, autor de “Los Versos Satánicos” es una recompensa viviente. Desde ese verano de 1989, su cabeza tiene precio.
Por razones obvias casi todos los animales políticos creen que en el pasado su facción era la correcta en las principales cuestiones del día. Indudablemente porque esto es al menos una parte de la razón por la que se suscriben a esa afiliación política (Sus lados siempre fue, es y será el correcto). Así que, para los conservadores, mientras que el Imperio Romano era incuestionablemente brutal, históricamente era responsable del establecimiento de la democracia entre la gente sobre la que gobernó. La izquierda profesa hoy una gran fuente de orgullo en su lucha contra el fascismo hitleriano -que, según socialistas y socialdemócratas de hoy- unieron a la izquierda en torno a un propósito común y contra un enemigo universal. El problema al mirar detenidamente a la historia a través de esa óptica es que a menudo brillan las divisiones. ¿La izquierda política unida contra el fascismo? George Orwell lo pintó muy claro y criticó los argumentos astutos de gente de la izquierda en su ensayo El león y el Unicornio. Los socialistas se burlaban de la perspectiva de alinearse junto a sus compatriotas, incluso si significaba perder la guerra a los nazis:
Procederán a argumentar que, después de todo, que la democracia es lo mismo que o tan malo como el totalitarismo. No hay mucha libertad de expresión en Inglaterra; Por lo tanto, no hay más de la que existe en Alemania. Estar bajo una subvención del gobierno es una experiencia horrible; Por lo tanto, no es peor estar en las salas de tortura de la Gestapo. En general, dos negros hacen un blanco, medio pan es lo mismo que ningún pan.
A lo largo de los años, la izquierda se ha adjudicado cosas que nunca sucedieron. Salman Rushdie nunca fue defendido por ellos ante ese acto de terror.
Hoy Milagro Sala es la causa célebre. La dueña del norte tiene cargos de instigación a cometer delitos, desvíos de fondos públicos, amenazas, malos tratos, agresiones permanentes entre otras, que son la resultante de un mullido expediente. Un argumento repetido en los últimos tiempos ha sido uno que habla de la virtud de que los Derechos Humanos son para todos. La misma Organización de Estados Americanos la exhibe en su declaración. En esta, en sus párrafos se lee que todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna, pero cuando llega el momento -otra vez desempolvando a Orwell- algunas personas son más iguales que otras. Luis Almagro (Y por eso es la insatisfacción declarada contra la izquierda) es un abogado militante del Frente Amplio de Uruguay, otra coalición, que reúne al Partido Socialista, Izquierda Abierta, Partido Comunista, Izquierda en Marcha, Corriente de Izquierda y el Movimiento Alternativa Socialista, entre otros. Almagro está preocupado por la líder de Tupac Amarú y está bien que así lo haga. Se ocupa de sus derechos y es loable que así lo haga. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos puja por la liberación inmediata de Sala. Como en todos los pasos protocolares que descienden desde el paraíso de la OEA, Almagro no se opone a la investigación judicial, pero pide liberarla hasta que exista fallo firme. El dirigente dijo que compartía la preocupación expresada, entre otros, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos humanos de las Naciones Unidas y reconocidas organizaciones de la sociedad civil a nivel internacional. El político uruguayo considera “arbitraria” la detención de Sala y adelanta una posible posición crítica de la CIDH sobre la situación de la líder kirchnerista de Jujuy. Y está bien que así sea. Es perceptible, levemente, que la OEA no posee el mismo enfoque cuando se trata de ex uniformados que participaron o no, contra la guerra popular y prolongada propuesta por grupos revolucionarios en la Argentina de la década del setenta. Esta tribu sepultada bajo pilas de delitos y violaciones cometidas por la justicia no merece el desvelo del señor Secretario General por una rivalidad que tiene que dejar abandonados a los derrotados de hoy. Los ex uniformados no padecen muertes terribles, sus detenciones no son arbitrarias, no merecen estar en libertad hasta el día del juicio ya que la OEA, en ese decreto no escrito, así lo evalúa. Almagro seguirá bregando por los derechos de Sala y un eventual juicio librado por una justicia independiente. Y está bien que así sea. Seguramente un relato en el futuro contará como Almagro se movilizó para rescatar a esos miembros de seguridad que su propio gobierno dejó bajo un invierno permanente.
Por Fabian Kussman.
Una de las cosas más deprimentes de la lucha entre el absolutismo y la democracia, escribió el fallecido Christopher Hitchens, es que muchos de los mejores carecen de toda convicción y vacilan para defender a la sociedad que posibilita su existencia, mientras que los peores están llenos hasta el borde con exaltación asesina.
Los Versos Satánicos comienza con un accidente aéreo sobre el Canal de la Mancha en el que dos hombres sobreviven para ser “nacidos de nuevo”, uno con un halo, el otro con unos cuernos que se desarrollan lentamente. A pesar de su apariencia no se sabe quién es un ser bondadoso y quien es uno maligno, cuál de ellos es bueno y cuál es el mal. El autor del libro es Salman Rushdie y en su trabajo retrata a Mohamed como un simple hombre de naturaleza nada divina y que lucha contra las tentaciones. El escrito es rápido y claramente percibido como ofensivo para el islam, pero lo que exactamente se considera insultante no ha sido nunca explicado. El gobierno iraní condenó el libro como una sucia conspiración contra el islam e instó a los seguidores del ayatolá Khomeini en todo el mundo a tomar medidas en contra del escritor. El ayatolá declaró que el autor y los editores habían sido condenados a muerte y que, además, el verdugo recibiría dinero y sería considerado un mártir. El novelista Salman Rushdie, autor de “Los Versos Satánicos” es una recompensa viviente. Desde ese verano de 1989, su cabeza tiene precio.
Por razones obvias casi todos los animales políticos creen que en el pasado su facción era la correcta en las principales cuestiones del día. Indudablemente porque esto es al menos una parte de la razón por la que se suscriben a esa afiliación política (Sus lados siempre fue, es y será el correcto). Así que, para los conservadores, mientras que el Imperio Romano era incuestionablemente brutal, históricamente era responsable del establecimiento de la democracia entre la gente sobre la que gobernó. La izquierda profesa hoy una gran fuente de orgullo en su lucha contra el fascismo hitleriano -que, según socialistas y socialdemócratas de hoy- unieron a la izquierda en torno a un propósito común y contra un enemigo universal. El problema al mirar detenidamente a la historia a través de esa óptica es que a menudo brillan las divisiones. ¿La izquierda política unida contra el fascismo? George Orwell lo pintó muy claro y criticó los argumentos astutos de gente de la izquierda en su ensayo El león y el Unicornio. Los socialistas se burlaban de la perspectiva de alinearse junto a sus compatriotas, incluso si significaba perder la guerra a los nazis:
Procederán a argumentar que, después de todo, que la democracia es lo mismo que o tan malo como el totalitarismo. No hay mucha libertad de expresión en Inglaterra; Por lo tanto, no hay más de la que existe en Alemania. Estar bajo una subvención del gobierno es una experiencia horrible; Por lo tanto, no es peor estar en las salas de tortura de la Gestapo. En general, dos negros hacen un blanco, medio pan es lo mismo que ningún pan.
A lo largo de los años, la izquierda se ha adjudicado cosas que nunca sucedieron. Salman Rushdie nunca fue defendido por ellos ante ese acto de terror.
Hoy Milagro Sala es la causa célebre. La dueña del norte tiene cargos de instigación a cometer delitos, desvíos de fondos públicos, amenazas, malos tratos, agresiones permanentes entre otras, que son la resultante de un mullido expediente. Un argumento repetido en los últimos tiempos ha sido uno que habla de la virtud de que los Derechos Humanos son para todos. La misma Organización de Estados Americanos la exhibe en su declaración. En esta, en sus párrafos se lee que todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna, pero cuando llega el momento -otra vez desempolvando a Orwell- algunas personas son más iguales que otras. Luis Almagro (Y por eso es la insatisfacción declarada contra la izquierda) es un abogado militante del Frente Amplio de Uruguay, otra coalición, que reúne al Partido Socialista, Izquierda Abierta, Partido Comunista, Izquierda en Marcha, Corriente de Izquierda y el Movimiento Alternativa Socialista, entre otros. Almagro está preocupado por la líder de Tupac Amarú y está bien que así lo haga. Se ocupa de sus derechos y es loable que así lo haga. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos puja por la liberación inmediata de Sala. Como en todos los pasos protocolares que descienden desde el paraíso de la OEA, Almagro no se opone a la investigación judicial, pero pide liberarla hasta que exista fallo firme. El dirigente dijo que compartía la preocupación expresada, entre otros, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos humanos de las Naciones Unidas y reconocidas organizaciones de la sociedad civil a nivel internacional. El político uruguayo considera “arbitraria” la detención de Sala y adelanta una posible posición crítica de la CIDH sobre la situación de la líder kirchnerista de Jujuy. Y está bien que así sea. Es perceptible, levemente, que la OEA no posee el mismo enfoque cuando se trata de ex uniformados que participaron o no, contra la guerra popular y prolongada propuesta por grupos revolucionarios en la Argentina de la década del setenta. Esta tribu sepultada bajo pilas de delitos y violaciones cometidas por la justicia no merece el desvelo del señor Secretario General por una rivalidad que tiene que dejar abandonados a los derrotados de hoy. Los ex uniformados no padecen muertes terribles, sus detenciones no son arbitrarias, no merecen estar en libertad hasta el día del juicio ya que la OEA, en ese decreto no escrito, así lo evalúa. Almagro seguirá bregando por los derechos de Sala y un eventual juicio librado por una justicia independiente. Y está bien que así sea. Seguramente un relato en el futuro contará como Almagro se movilizó para rescatar a esos miembros de seguridad que su propio gobierno dejó bajo un invierno permanente.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Noviembre 28, 2016
Tags: "justicia" Argentina, Ayatolá Khomeini, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Fabian Kussman, Luis Almagro, Milagro Sala, Organización de Estados Americanos, Presos Políticos, Prisioneros Ilegales, Salman RushdieRelated Posts
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