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 Por Fabian Kussman.

 

Cuestionar es saludable, y siempre me manifesté molesto -aunque no debería por mi posición anti-teísta- sobre los Diez Mandamientos. Principalmente el décimo: No codiciarás los bienes ajenos. No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo. Molesto, no solo por encerrar a una mujer en el mismo grupo de un asno o un bien propio, sino porque esto prohibía y prohíbe pensar, algo que estemos de acuerdo o no, es inevitable aún estos sean buenos o malos. Pero ese es mi derecho. El suyo es rebatirme o descalificarme.

La libertad de expresarse es el derecho a manifestar opiniones e ideas sin temor a represalias o censura del gobierno, ni a puniciones sociales.

El derecho a la libertad de expresión es registrado como un derecho humano y está asentado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y reconocido en el derecho internacional de los derechos humanos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. El artículo 19 de este último señala que “todos tendrán derecho a opinar sin injerencias” y además “todos tendrán derecho a la libertad de expresión, incluyendo la libertad de buscar, recibir e impartir información e ideas de todo tipo, de las fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o a través de cualquier otro medio de su elección”. El artículo 19 señala además que el ejercicio de estos derechos tiene deberes y responsabilidades especiales y puede estar sujeto a ciertas restricciones cuando sea necesario o el respeto de los derechos o la reputación de los demás” o ” Protección de la seguridad nacional o del orden público (orden público), de la salud pública o de la moral “

La Iglesia Bautista de Westboro un culto independiente de Topeka, Kansas, tiene integrantes tan fanáticos como ciertos políticos argentinos. Van a funerales de soldados caídos y en presencia de sus dolidos familiares, gritan que los fallecidos irán a parar al infierno por pecadores. Es una situación desagradable. No son muy populares en América, sus pensamientos son -en mi opinión- repugnantes. Gracias a la Constitución de Estados Unidos, tengo derecho de decirlo. Lamentablemente, estos religiosos también.

Muy pocos pueden negar el holocausto judío, pero todos tienen derecho -por respeto a la historia- a dudar de cantidades, procedimientos, culpables. ¿Se fabricaba jabón con restos humanos en Auschwitz-Birkenau? ¿Cebo para lámparas en Buchenwald? ¿Fue peor el holocausto judío o el armenio? Esto, en parte, nos guía a las discusiones sobre Políticas de Estado a las que se refiere Alejandro Patrón Costas (h) en su breve y brillante artículo Queremos un Estado que nos haga libres. Y si de Libertad (O quita de libertades) se trata, llegamos a Nilda Garré y su unión con la diputada Cecilia Moreau para formar una KGB argentina que vaya por la piel de los que razonan de manera diferente. Personalmente, no niego el exterminio judío, los muertos en los campos de concentración soviéticos, los presos de conciencia en Cuba o los desaparecidos en Argentina. Puedo, tengo el derecho, de dudar sobre métodos o números.  Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria solía repetir Carl Sagan. Si tenemos pruebas de seis mil desaparecidos (En algunos casos por su propio bando) cual es el propósito de inventar treinta mil -pienso- si la doctora Garré me lo permite.

Siempre las palabras mágicas son el Terrorismo de Estado. Vivimos doce años de Terrorismo de Estado perpetrado por el gobierno kirchnerista del cual la doctora Garré fue miembro. Arrestos ilegales -que continúan hoy- con casos contra ex uniformados que presentan cero evidencias. Estos acusados ni siquiera pudieron luchar en tribunales contra Políticas de Estado o jueces militantes. Pero, esa no es la preocupación de la doctora Garré -perdedora en las armas, ganadora por su intolerancia- ni nunca lo será, ya que ella tiene derecho a pensar, mientras que los pueblos sometidos no.

Garré tiene todo el derecho de presentar sus leyes, como yo tengo el derecho de alertar sobre estos métodos totalitarios. En su experiencia, la abogada y militante kirchnerista habrá visto censuradas sus vías de expresarse por medio de la violencia, por lo que ahora quiere vengarse con este procedimiento ilegal. Tal vez esta mujer piense que lo que estaba mal antes, ya en el poder, está bien ahora. Pero, Garré es astuta y se recuesta en legislaciones de otros países castigando a negacionistas del Holocausto para apoyar su proyecto sobre una historia que ya es ampliamente discutida y tan viciada de mentiras.

 

 


PrisioneroEnArgentina.com

Febrero 12, 2017


 

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