Pido disculpa al Dr. Hernández, o a quien haya redactado esta carta, por publicar este escrito que (me llegó a través de la red), y lo hago porque sus verdades y su claridad en lo que dice merece, a mi entender, que por este medio sea conocido en el mundo y quede guardado de por vida, ya que nos muestra claramente la decadencia de este gobierno. De permitirlo nosotros los ciudadanos, nos lleva inexorablemente hacia el más negro de los abismos. Transcribo a continuación su contenido conque nos ha honrado y le agradezco la misma en nombre de todos los bien nacidos.
ARIEL VALDIVIEZO
PP-VGMT (PRESO POLÍTICO Y VETERANO EN LA GUERRA EN EL MONTE TUCUMANO POR HABER COMBATIDO A LA GUERRILLA ASESINA)
AL PRESIDENTE DE LA NACIÓN
Usted emitió ayer un extenso mensaje a todo el país. Grabado o no, la cantidad de errores de dicción, gramaticales y de sintaxis de su mensaje es inaceptable. Pero eso pasa a un alejadísimo plano al lado de la injusta y dolorosa ofensa que ha lanzado descaradamente a los médicos de nuestro país.
Usted pudo elegir qué decir y cómo decirlo. Y eligió el verbo “relajar”. Usted no tiene ni idea de lo que trabajan, hacen y sufren los médicos en Argentina desde hace más de un año. Usted no trabaja 12 o 14 hs por día con un camisolines, guantes, barbijo o doble barbijo en lugares cerrados, no ventilados, con temperaturas altas durante el verano. No tiene ni idea de lo que es hacer dos guardias a la semana sin descansar al día siguiente porque hay que ir a atender consultorio o a colaborar con hisopados o con los pacientes que tienen Covid a los que nadie quiere acercarse, porque hasta sus familiares los dejan en la habitación y literalmente desaparecen.
Usted señala con su dedo que los médicos, al disminuir los casos de Covid, han abierto la puerta a otras patologías o han empezado a efectuar cirugías “que podían posponerse”. Usted no tiene ni idea de qué se puede posponer y qué no, porque a usted nunca le posponen nada. Esas patologías que hace más de un año están matando lentamente a nuestros pacientes o arruinando su salud de manera irreversible.
Más allá de que no tiene ninguna relevancia y es totalmente desubicado que usted utilice los primeros minutos de su discurso para contar cuestiones personales suyas acerca de aún no sabe cómo se contagió, de cómo se siente ahora, etc (sus percepciones personales déjelas para su familia o amigos, como hacemos todos), es hasta cínico expresarlo de la manera en que lo hizo, ya que solo basta ver las innumerables fotos y videos en los que se lo ve a usted, presidente, sin barbijo y sin mantener distancia (más aún, a los abrazos) con la variada y conocida runfla que suele rodearlo.
Hace diez días usted avaló a todo el que quisiera para que se fuera de viaje el fin de semana largo de semana santa y diez días después suspende los viajes de turismo. Su ministro de educación asegura que no se suspenderán las clases y usted lo desdice horas después. Usted sostiene que las reuniones privadas con familia o amigos son los lugares “donde se producen los contagios”, pero todos los días hay manifestaciones multitudinarias, ollas populares, piquetes, marchas, con miles de personas sin el menor resguardo de salud ni distanciamiento, y su gobierno lo permite sin chistar. Es más, usted mismo propició el escandaloso funeral de un famoso futbolista en la propia Casa Rosada, echando por tierra cualquier medida de seguridad y prevención… y, eso sí, nosotros, los médicos, que tenemos que atender a todos esos ciudadanos irresponsables, usted incluido… ¿somos los que estamos “relajados”? Estos ciudadanos, que día a día desprecian su vida y la de su prójimo con la anuencia de las autoridades y de las “fuerzas de seguridad”, que ocupan lugares y camas que no podemos asignar a alguien de edad que se ha cuidado como corresponde pero llega diez minutos después… ¿ellos no están “relajados”?
Usted, presidente, no da el ejemplo. No lo ha dado desde el primer momento. Sus adláteres y funcionarios tampoco. Usted lo sabe. A la gente se la conoce por lo que hace, no por lo que dice. Y sus actos no son consistentes con su conducta. Usted no está en posición ética de señalar, ni con el dedo ni con el tono ni con sus palabras, a nadie. Porque usted no da el ejemplo, porque no respeta, porque habla sin saber, sin chequear, sin informarse, sin humildad, sin empatía y sin el más mínimo respeto por los miembros de la sociedad que en esta catástrofe han sostenido la vida de sus semejantes necesitados: los profesionales de la salud, sus asistentes y auxiliares.
En mi hospital hace dos semanas que no hay ni una sola cama disponible, ni en las salas ni en terapia intensiva; ya no alcanzan los médicos, las enfermeras, los insumos, nada alcanza, la mayoría de los médicos aún no tiene dos dosis de vacunas, duplican sus turnos de guardia, etc, etc. Nada alcanza. Los médicos trabajamos más que antes. Mucho más. No hacemos paro, no pedimos garantías ni nada, no amenazamos, no chantajeamos, no cortamos calles, no perjudicamos al prójimo ni al ciudadano común, si hay protección personal (siempre precaria), la usamos, si no, la compramos nosotros. No dejamos de trabajar nunca. Agachamos la cabeza, nos mordemos los labios y trabajamos. Calladitos. Desconozco su idea sobre el término “relajación” o “relajamiento”, pero le sugiero lo emplee cuando se refiera a los empleados públicos de todas las áreas administrativas, los empleados judiciales, los gremios docentes (los pocos docentes valiosos que quedan no están afiliados a ningún gremio), los empleados bancarios, los políticos, todos aquellos que se han acostumbrado a no trabajar y seguir cobrando su sueldo mensual intacto como si nada ocurriera.
Tomo su insultante mensaje como una ofensa personal; todos los médicos de bien lo tomamos así. Sería ético y honesto arrepentirse y disculparse en forma sincera por el mismo medio por el cual nos insultó, es decir, por las cadenas de radio y televisión.
La carencia de vergüenza y de ética parece permitir a cualquiera decir y hacer cualquier cosa. Usted parece haberse mimetizado con eso, pero usted no es “cualquiera”, es el presidente. Trate de ganarse de una vez por todas el respeto de los ciudadanos. Porque el respeto se gana, presidente, no viene con el cargo.
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Por Teniente Coronel ARIEL VALDIVIEZO.
Pido disculpa al Dr. Hernández, o a quien haya redactado esta carta, por publicar este escrito que (me llegó a través de la red), y lo hago porque sus verdades y su claridad en lo que dice merece, a mi entender, que por este medio sea conocido en el mundo y quede guardado de por vida, ya que nos muestra claramente la decadencia de este gobierno. De permitirlo nosotros los ciudadanos, nos lleva inexorablemente hacia el más negro de los abismos. Transcribo a continuación su contenido conque nos ha honrado y le agradezco la misma en nombre de todos los bien nacidos.
ARIEL VALDIVIEZO
PP-VGMT (PRESO POLÍTICO Y VETERANO EN LA GUERRA EN EL MONTE TUCUMANO POR HABER COMBATIDO A LA GUERRILLA ASESINA)
AL PRESIDENTE DE LA NACIÓN
Usted emitió ayer un extenso mensaje a todo el país. Grabado o no, la cantidad de errores de dicción, gramaticales y de sintaxis de su mensaje es inaceptable. Pero eso pasa a un alejadísimo plano al lado de la injusta y dolorosa ofensa que ha lanzado descaradamente a los médicos de nuestro país.
Usted pudo elegir qué decir y cómo decirlo. Y eligió el verbo “relajar”. Usted no tiene ni idea de lo que trabajan, hacen y sufren los médicos en Argentina desde hace más de un año. Usted no trabaja 12 o 14 hs por día con un camisolines, guantes, barbijo o doble barbijo en lugares cerrados, no ventilados, con temperaturas altas durante el verano. No tiene ni idea de lo que es hacer dos guardias a la semana sin descansar al día siguiente porque hay que ir a atender consultorio o a colaborar con hisopados o con los pacientes que tienen Covid a los que nadie quiere acercarse, porque hasta sus familiares los dejan en la habitación y literalmente desaparecen.
Usted señala con su dedo que los médicos, al disminuir los casos de Covid, han abierto la puerta a otras patologías o han empezado a efectuar cirugías “que podían posponerse”. Usted no tiene ni idea de qué se puede posponer y qué no, porque a usted nunca le posponen nada. Esas patologías que hace más de un año están matando lentamente a nuestros pacientes o arruinando su salud de manera irreversible.
Más allá de que no tiene ninguna relevancia y es totalmente desubicado que usted utilice los primeros minutos de su discurso para contar cuestiones personales suyas acerca de aún no sabe cómo se contagió, de cómo se siente ahora, etc (sus percepciones personales déjelas para su familia o amigos, como hacemos todos), es hasta cínico expresarlo de la manera en que lo hizo, ya que solo basta ver las innumerables fotos y videos en los que se lo ve a usted, presidente, sin barbijo y sin mantener distancia (más aún, a los abrazos) con la variada y conocida runfla que suele rodearlo.
Hace diez días usted avaló a todo el que quisiera para que se fuera de viaje el fin de semana largo de semana santa y diez días después suspende los viajes de turismo. Su ministro de educación asegura que no se suspenderán las clases y usted lo desdice horas después. Usted sostiene que las reuniones privadas con familia o amigos son los lugares “donde se producen los contagios”, pero todos los días hay manifestaciones multitudinarias, ollas populares, piquetes, marchas, con miles de personas sin el menor resguardo de salud ni distanciamiento, y su gobierno lo permite sin chistar. Es más, usted mismo propició el escandaloso funeral de un famoso futbolista en la propia Casa Rosada, echando por tierra cualquier medida de seguridad y prevención… y, eso sí, nosotros, los médicos, que tenemos que atender a todos esos ciudadanos irresponsables, usted incluido… ¿somos los que estamos “relajados”? Estos ciudadanos, que día a día desprecian su vida y la de su prójimo con la anuencia de las autoridades y de las “fuerzas de seguridad”, que ocupan lugares y camas que no podemos asignar a alguien de edad que se ha cuidado como corresponde pero llega diez minutos después… ¿ellos no están “relajados”?
Usted, presidente, no da el ejemplo. No lo ha dado desde el primer momento. Sus adláteres y funcionarios tampoco. Usted lo sabe. A la gente se la conoce por lo que hace, no por lo que dice. Y sus actos no son consistentes con su conducta. Usted no está en posición ética de señalar, ni con el dedo ni con el tono ni con sus palabras, a nadie. Porque usted no da el ejemplo, porque no respeta, porque habla sin saber, sin chequear, sin informarse, sin humildad, sin empatía y sin el más mínimo respeto por los miembros de la sociedad que en esta catástrofe han sostenido la vida de sus semejantes necesitados: los profesionales de la salud, sus asistentes y auxiliares.
En mi hospital hace dos semanas que no hay ni una sola cama disponible, ni en las salas ni en terapia intensiva; ya no alcanzan los médicos, las enfermeras, los insumos, nada alcanza, la mayoría de los médicos aún no tiene dos dosis de vacunas, duplican sus turnos de guardia, etc, etc. Nada alcanza. Los médicos trabajamos más que antes. Mucho más. No hacemos paro, no pedimos garantías ni nada, no amenazamos, no chantajeamos, no cortamos calles, no perjudicamos al prójimo ni al ciudadano común, si hay protección personal (siempre precaria), la usamos, si no, la compramos nosotros. No dejamos de trabajar nunca. Agachamos la cabeza, nos mordemos los labios y trabajamos. Calladitos. Desconozco su idea sobre el término “relajación” o “relajamiento”, pero le sugiero lo emplee cuando se refiera a los empleados públicos de todas las áreas administrativas, los empleados judiciales, los gremios docentes (los pocos docentes valiosos que quedan no están afiliados a ningún gremio), los empleados bancarios, los políticos, todos aquellos que se han acostumbrado a no trabajar y seguir cobrando su sueldo mensual intacto como si nada ocurriera.
Tomo su insultante mensaje como una ofensa personal; todos los médicos de bien lo tomamos así. Sería ético y honesto arrepentirse y disculparse en forma sincera por el mismo medio por el cual nos insultó, es decir, por las cadenas de radio y televisión.
La carencia de vergüenza y de ética parece permitir a cualquiera decir y hacer cualquier cosa. Usted parece haberse mimetizado con eso, pero usted no es “cualquiera”, es el presidente. Trate de ganarse de una vez por todas el respeto de los ciudadanos. Porque el respeto se gana, presidente, no viene con el cargo.
Dr. Miguel A. Hernández
Médico
MN 63045 – MP 29553
PrisioneroEnArgentina.com
Abril 20, 202