El “Efecto Villarruel” (Victoria, abogada y presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas) ha logrado que se comience a profundizar en un tema tan delicado como es la vida de la Argentina de la década del setenta. Intratables no era un programa de televisión que conociera, pero indudablemente es seguido por muchas personas y por lo que puedo juzgar -en mi breve experiencia como televidente- su conductor permite (o da tiempo) a los invitados para explayarse y no ser, permanentemente, interrumpidos como suelo ser testigo en otros canales, otras emisiones. En los últimos días pasaron por allí -además de la mencionada doctora Villarruel- figuras representativas de esa época como el doctor Gil Lavedra y su lamentable testimonio sin soporte: “Fue culpa de la dictadura” (¿La derrota con Alemania en el mundial? ¿El temporal en San Luis?) o recientemente Silvia Ibarzábal, Luis Labraña y Eduardo Anguita. El nuevo público podrá recorrer en estas declaraciones historias de vida y sacar sus propias conclusiones. Así nos enteramos -o refrescamos nuestra memoria- sobre desapariciones, atentados, robos, asesinatos, secuestros y otros delitos. Luego podremos detectar quienes son los buenos -si los hubo- y los malos de la película. Las declaraciones de Juan José Gómez Centurión actuaron como un disparador. Un efecto dominó que forzó este regateo. ¿8.000 o 30.000? ¿Genocidio? ¿Guerra? ¿Plan para robar bebes?
Como Jerzy Kozinsky en su libro Desde el Jardín (Being There) les incertaba a los protagonistas que rodeaban a Chauncey Gardener la impresión que solo las noticias que se veían en televisión eran reales, se puede afirmar que, en Argentina, todo lo que se ve en un medio masivo de televisión es lo más acertado.
Va quedando claro que no hubo treinta mil desaparecidos, pero hubo muchos. La razón indica el motivo de la inflación descabellada de esta cifra para seguir manteniendo el negocio de los Derechos Humanos (Ave, Gasulla por decir y probar) y la misma -un símbolo para algunos- se convierte en la biblia para seguir pisoteando seres humanos. Miles de desaparecidos que no lo son, lograron encarcelar con falsos testimonios a personas que merecerían ser incluidas en el debate. Son aquellos de los que aún no se habla en televisión.
Aún no se habla de los arrestos descontrolados, los encarcelados sin derechos, los jueces prevaricadores, los presos ilegales muertos en prisión, los presos ilegalmente detenidos que mueren de a poco, sin ser oídos.
Ahondar en el tema de los Presos Políticos o Prisioneros Ilegales en Argentina (O simplemente ex uniformados) puede quemar estaciones de televisión, vidrios rotos, escraches simultáneos. Puede ocasionar un vendaval de cartas documentos o visitas a tribunales. Cómo en Argentina las leyes -en casos específicos- son retroactivas, puede ocasionar que, gracias a la diputada Moreau, por lo que manifestamos hoy, terminemos en la cárcel en diez años. No es nada nuevo si digo que los Derechos Humanos han sido secuestrados. La novedad es saber que la Libertad de Expresión, también.
El “Efecto Villarruel” (Victoria, abogada y presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas) ha logrado que se comience a profundizar en un tema tan delicado como es la vida de la Argentina de la década del setenta. Intratables no era un programa de televisión que conociera, pero indudablemente es seguido por muchas personas y por lo que puedo juzgar -en mi breve experiencia como televidente- su conductor permite (o da tiempo) a los invitados para explayarse y no ser, permanentemente, interrumpidos como suelo ser testigo en otros canales, otras emisiones. En los últimos días pasaron por allí -además de la mencionada doctora Villarruel- figuras representativas de esa época como el doctor Gil Lavedra y su lamentable testimonio sin soporte: “Fue culpa de la dictadura” (¿La derrota con Alemania en el mundial? ¿El temporal en San Luis?) o recientemente Silvia Ibarzábal, Luis Labraña y Eduardo Anguita. El nuevo público podrá recorrer en estas declaraciones historias de vida y sacar sus propias conclusiones. Así nos enteramos -o refrescamos nuestra memoria- sobre desapariciones, atentados, robos, asesinatos, secuestros y otros delitos. Luego podremos detectar quienes son los buenos -si los hubo- y los malos de la película. Las declaraciones de Juan José Gómez Centurión actuaron como un disparador. Un efecto dominó que forzó este regateo. ¿8.000 o 30.000? ¿Genocidio? ¿Guerra? ¿Plan para robar bebes?
Como Jerzy Kozinsky en su libro Desde el Jardín (Being There) les incertaba a los protagonistas que rodeaban a Chauncey Gardener la impresión que solo las noticias que se veían en televisión eran reales, se puede afirmar que, en Argentina, todo lo que se ve en un medio masivo de televisión es lo más acertado.
Va quedando claro que no hubo treinta mil desaparecidos, pero hubo muchos. La razón indica el motivo de la inflación descabellada de esta cifra para seguir manteniendo el negocio de los Derechos Humanos (Ave, Gasulla por decir y probar) y la misma -un símbolo para algunos- se convierte en la biblia para seguir pisoteando seres humanos. Miles de desaparecidos que no lo son, lograron encarcelar con falsos testimonios a personas que merecerían ser incluidas en el debate. Son aquellos de los que aún no se habla en televisión.
Aún no se habla de los arrestos descontrolados, los encarcelados sin derechos, los jueces prevaricadores, los presos ilegales muertos en prisión, los presos ilegalmente detenidos que mueren de a poco, sin ser oídos.
Ahondar en el tema de los Presos Políticos o Prisioneros Ilegales en Argentina (O simplemente ex uniformados) puede quemar estaciones de televisión, vidrios rotos, escraches simultáneos. Puede ocasionar un vendaval de cartas documentos o visitas a tribunales. Cómo en Argentina las leyes -en casos específicos- son retroactivas, puede ocasionar que, gracias a la diputada Moreau, por lo que manifestamos hoy, terminemos en la cárcel en diez años. No es nada nuevo si digo que los Derechos Humanos han sido secuestrados. La novedad es saber que la Libertad de Expresión, también.
PrisioneroEnArgentina.com
Febrero 9, 2017
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